Fascinante análisis geopolítico de Emmanuel Todd, uno de los pocos intelectuales franceses que nos quedan.
El cree al igual que yo,que en esencia, Estados Unidos está aceptando lo que el llama una "derrota" no sólo contra Rusia, sino también contra China y que Trump está intentando torpemente, gestionar esta derrota y adaptar a Estados Unidos a la multipolaridad.
Afirma que la derrota de Estados Unidos en Ucrania no es como la de Afghanistan o Irak sino que representa lo que él llama "la primera gran derrota estratégica de la Historia de Estados Unidos".
En la guerra, afirma que Rusia se ha convertido en "El escudo del resto del mundo, que no soporta la tutela estadounidense de las finanzas globales y la explotación de la población trabajadora del resto del mundo por parte de Occidente".
En sus palabras, Rusia ha demostrado "que era capaz de enfrentarse a todo Occidente" y con el auge de los sistemas financieros de los BRICS, esto representa nada menos que "El fin del Imperio Estadounidense", una derrota que Trump ahora debe gestionar.
Con respecto a China, afirma que, de hecho, Estados Unidos ha "desistido" de intentar contenerla por que el equilibrio de poder ahora lo hace imposible. Señala "la producción naval China que pronto convertirá a la Armada estadounidense en una Armada enana", "Los portaviones estadounidenses son irrevelantes frente a los misiles hipersónicos" y el hecho de que China logró "embargar" a los estadounidenses para las exportaciones de tierras raras.
En esta imagen, Todd caracteriza (con toda razón) a los europeos cómo "locos, estamos tratando con locos" que creen que pueden actuar como ganadores e imponer condiciónes a pesar de ser los mayores perdedores de la guerra.
Es particularmente virulento contra los medios de comunicación y el clima intelectual general en Europa, hablando de un "proceso de degeneración intelectual y moral" donde se está perdiendo "todas las nociones de verdad, honor y reflexión".
Dice que el fin de la hegemonía global de Estados Unidos no significa que no vayan a renunciar al control de lo que aún controlan, especificamente a los europeos.