El inexorable paso del tiempo, junto con la transformación de las doctrinas del combate naval y las crecientes demandas geopolíticas, obliga a las armadas regionales a replantear su poder naval. En este escenario, el Programa de Fragatas Clase Tamandaré, emerge como un elemento central dentro del proceso de fortalecimiento naval del país. Brasil, cuya Armada ha cimentado por décadas una posición de supremacía regional, ahora extiende su mirada sobre la inmensa extensión del Atlántico Sur: la Amazônia Azul.

Este concepto político-estratégico refleja la importancia vital del poder marítimo para Brasil. Situada en el Atlántico Sur y reconocida en documentos de alto nivel como la Política Nacional de Defensa, la Estrategia Nacional de Defensa y el Plan Estratégico de la Marina (PEM 2040), la Amazônia Azul es patrimonio nacional, fuente de riqueza y ambición, digna de protección, preservación y explotación sostenible. Ese conjunto de imperativo natural y reto técnico ha impulsado una renovación ambiciosa y, a la vez, cargada de simbolismo, llamada a redefinir el futuro de la defensa sudamericana. En ese marco, la Marina de Brasil (MB) se destaca como pionera del siglo XXI mediante dos grandes programas de alcance histórico, ambos con fuerte integración local en su desarrollo.

Por un lado, de acuerdo a la plataforma de análisis OSINT Stratbridge, el Programa de Desarrollo de Submarinos (PROSUB), lanzado en 2008, ya cuenta con dos unidades operativas de la clase Riachuelo: el Riachuelo (S-40) y el Humaitá (S-41). El Tonelero (S-42) se encuentra en pruebas finales de cara a su próxima incorporación, mientras que la cuarta unidad, Almirante Karam —anteriormente denominada Angostura— avanza en fase de construcción. El epílogo de este ambicioso proyecto será el submarino de propulsión nuclear Álvaro Alberto (SN-BR), primer submarino convencionalmente armado con propulsión nuclear de la región y cúspide tecnológica que transformará la disuasión submarina latinoamericana.

En paralelo, la flota de superficie, componente vital del poder naval, se compone mayoritariamente de fragatas de las décadas de 1970 y 1980: seis unidades de la clase Niterói (basadas en el diseño británico Tipo 21 y modernizadas en la década pasada) y una veterana Tipo 22 aún en servicio. Un desafío compartido por otras marinas regionales. En Perú, la Marina inició la transición de sus fragatas Lupo mediante un acuerdo de coproducción con Hyundai Heavy Industries (HHI), que ya ha comenzado con los primeros cortes de chapa y colocación de quillas en el SIMA Callao. Chile, por su parte, modernizó sus fragatas Tipo 23 con sistemas CMS 330 de Lockheed Martin Canada, radares AESA TRS-4D y nuevos misiles; y proyecta la construcción de fragatas propias a partir de 2032 a través de ASMAR. En ese escenario común, Brasil fue pionero al lanzar un programa de envergadura industrial propia: el Programa de Fragatas Clase Tamandaré (PFCT).

Origen del Programa Tamandaré y su consolidación industrial

El PFCT se inició en marzo de 2017, con la publicación de la solicitud de propuestas (RFP) en el Diario Oficial de la Unión, seguida en diciembre por la recepción de ofertas. Seis meses después quedaron finalistas los consorcios Blue Waters, Damen Saab Tamandaré, FLV y Villegagnon. En marzo de 2019, el consorcio Águas Azuis —integrado por Thyssenkrupp Marine Systems, Embraer Defesa & Segurança y Atech— resultó adjudicatario, asegurando construcción nacional y transferencia tecnológica. La firma del contrato, en diciembre de 2020, incluyó por primera vez un soporte integral de ciclo de vida, garantizando mantenimiento y disponibilidad operativa a largo plazo. Con la apertura de la oficina técnica en Itajaí en 2021, el programa entró en fase productiva: en 2022 comenzó la construcción en el astillero Thyssenkrupp Brasil Sul; en junio de 2023 se colocó la quilla de la Tamandaré (F-200); y en junio de 2024 tuvo lugar su botadura, acompañada por la colocación de la quilla de la segunda unidad, la Jerônimo de Albuquerque (F-201).

Avances recientes y horizonte operativo

El año 2025 marcó un punto de inflexión. En marzo se instaló el cañón Leonardo 76/62 Super Rapid en la Tamandaré (F-200), y en abril el programa fue presentado en LAAD Defence & Security, exhibiendo su modernidad e impacto industrial. Para junio, la integración del CMS y el IPMS dejó lista a la Tamandaré para sus pruebas de mar, mientras se colocaba la quilla de la tercera unidad, la Cunha Moreira (F-202). En julio, Brasil firmó el contrato de adquisición del misil antibuque MANSUP, un desarrollo nacional que asegura plena autonomía tecnológica. Finalmente, en agosto de 2025, se produjo la botadura de la Jerônimo de Albuquerque y el inicio de las primeras pruebas marítimas de la Tamandaré, marcando el paso de la etapa constructiva a la operativa.

Un salto estratégico y simbólico para la región

El Programa de Fragatas Clase Tamandaré reafirma a Brasil como pionero sudamericano en la modernización naval del siglo XXI. Su impulso industrial —mediante construcción local, armamento nacional y transferencia tecnológica— asegura una escuadra de superficie acorde con los desafíos presentes y futuros.

En conjunción con el Prosub, las Tamandaré trascienden lo meramente operativo: son símbolos de soberanía tecnológica, de proyección geopolítica y de seguridad marítima perdurable. Su incorporación fortalecerá decisivamente el control sobre la Amazônia Azul, consolidando el rol de Brasil como actor principal en la seguridad marítima regional por décadas, en línea con lo establecido en el PEM 2040, que subraya la importancia de la Oceanopolítica y los principios de la Tercera Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar: soberanía, ciencia, medioambiente y economía.

*Imágenes empleadas en carácter ilustrativo.-
*Colaboración en el desarrollo del presente artículo: Valentina Angaramo Berrone.

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