El ambicioso programa europeo para desarrollar un caza de sexta generación podría enfrentar su mayor desafío: Francia habría exigido quedarse con el 80% del proyecto, desatando una crisis con Alemania y España y poniendo en duda la viabilidad del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS por sus siglas en inglés).

El programa FCAS, considerado uno de los pilares estratégicos para la defensa europea del futuro, se encuentra nuevamente en el centro de la polémica. Citando fuentes del sector y un informe del medio alemán especializado Hartpunkt, Francia ha comunicado a Alemania su intención de asumir el 80% del proyecto, dejando al margen a los otros dos socios principales: a la propia Alemania y a España.

Este giro inesperado genera tensiones internas dentro del proyecto trinacional, que ya ha enfrentado múltiples desacuerdos desde su lanzamiento en 2017 por el presidente francés Emmanuel Macron y la entonces canciller alemana Angela Merkel. La iniciativa, valorada en más de 100.000 millones de euros, busca reemplazar los actuales Rafale franceses y Eurofighter Typhoon alemanes y españoles con un caza de sexta generación capaz de operar junto a drones en red mediante una “nube de combate”.

Disputas por el liderazgo industrial

El FCAS fue diseñado sobre una división equitativa de tareas entre los tres países, cada uno representado por una empresa nacional: Dassault Aviation por Francia, Airbus Defence & Space por Alemania, e Indra por España. Sin embargo, el pedido de París de modificar drásticamente esta estructura y acaparar la mayoría de las responsabilidades podría invalidar los acuerdos actuales y romper el frágil equilibrio de cooperación alcanzado en 2022, tras varios meses de parálisis.

“La exigencia de Francia de quedarse con el 80% del proyecto anularía el reparto de trabajo acordado, lo que haría muy difícil avanzar hacia la próxima fase del programa”, declaró una fuente vinculada a la industria. El portavoz del Ministerio de Defensa alemán evitó confrontar directamente con París, pero dejó en claro que los acuerdos intergubernamentales siguen siendo el marco vinculante. Mientras tanto, el Ministerio de Defensa francés declinó hacer comentarios.

Desde Airbus, uno de los actores más directamente afectados, también evitaron declaraciones contundentes, aunque remarcaron que “los próximos meses serán cruciales para iniciar rápidamente la fase de desarrollo”.

Riesgo de ruptura y viraje hacia el GCAP

El malestar político se suma al industrial. El diputado alemán Christoph Schmid, del Partido Socialdemócrata (SPD), advirtió que si Francia no retrocede en sus pretensiones, el programa podría colapsar: “Alemania no puede aceptar un proyecto donde aporte fondos para una aeronave francesa”. En paralelo, Airbus convocó una reunión sindical en Manching, sede clave de producción del Eurofighter, lo que demuestra la preocupación creciente por el rumbo del proyecto.

Esta crisis revive especulaciones sobre una eventual fusión o sustitución del FCAS por el GCAP (Global Combat Air Programme), liderado por Reino Unido, Italia y Japón. De hecho, en 2023, se difundieron rumores sobre una posible salida de Alemania del FCAS para sumarse al GCAP. Aquel escenario parecía superado con la firma de un acuerdo en diciembre de 2022 y la reactivación del programa.

El cronograma actual del FCAS prevé un primer vuelo en 2029, el desarrollo de fases clave hasta 2035 y el inicio de producción en 2040, con entrada en servicio estimada para 2045. Sin embargo, estos plazos podrían quedar en suspenso si las disputas actuales no se resuelven.

Concepto del GCAP – Modelo del Reino Unido, Italia y Japón

¿El fin de un sueño europeo? Análisis Geopolítico

El FCAS nació como un símbolo de unidad estratégica europea tras el Brexit y la crisis migratoria. Hoy, a casi una década de su concepción, corre el riesgo de convertirse en otro proyecto multinacional truncado por ambiciones nacionales, desacuerdos industriales y falta de cohesión política. Si bien las conversaciones continúan, el tiempo apremia. Los próximos meses serán decisivos para saber si el FCAS sigue siendo el futuro de la aviación militar europea o si será reemplazado por nuevas alianzas y proyectos.

El mundo sigue avanzando, y con él los distintos desarrollos tecnológicos. Europa tiene tres modelos de aviones de producción local, los tres son de cuarta generación: los Rafale de Francia, los Gripen E de Suecia y los Eurofighter Typhoon de Alemania, Reino Unido, Italia y España. Y para ser aún más precisos, los tres modelos de aviones son bastantes parecidos entre sí, no solo por sus prestaciones sino también por su estructura física ya que poseen una configuración de ala en delta y canards.

Ante la hostilidad demostrada por Rusia contra occidente, sumado a que Moscú ya cuenta con una aeronave de quina generación, el Su-57, y están desarrollando otra para equipar a las propias Fuerzas Aeroespaciales rusas como para exportar, el Su-75; del cual no se han reportado nuevas novedades, generando dudas sobre su viabilidad. Los países europeos se encuentran en una encrucijada: desarrollar sus propios aviones de combate de nueva generación o comprarlos a países aliados.

Han elegido hacer ambas. Como ya se ha mencionado, el proyecto más firme es el que integra el Reino Unido, Italia y Japón, con el GCAP, el cual sería un caza furtivo de sexta generación. Mientras que Alemania, Francia y España desarrollarían el FCAS. Sin embargo, debido a roces políticos entre París y Berlín, aún no se ha concretado efectivamente el desarrollo de este programa, y mientras la demora está en el ámbito político, la seguridad del continente demanda acción.

Por esta razón, varios países europeos se han inclinado en la adquisición de los F-35A, caza de quinta generación de los Estados Unidos. Los propios desarrolladores del Eurofighter, han firmado contratos para la compra de estos aviones de combate, y se están en conversaciones para conseguir otros lotes. Esto no solo pone en evidencia la fragilidad de los programas mencionados, sino también de la producción actual de las aeronaves europeas, especialmente el Typhoon, que además de ser cada vez menos solicitado por los países desarrolladores, algunos países demoran en dar el visto bueno para la exportación del mismo, como el caso de Alemania con Turquía, lo que debilita aún más la industria local.

Para profundizar este tema, Reino Unido ha manifestado el interés en adquirir otro lote de F-35A con la capacidad de transportar tecnología nuclar, mientras que Alemania recientemente terminó la construcción de una planta en el sur del país dedidacada a la construcción del fuselaje del avión estadounidense en cuestión. Nuevamente, esto, además haber desatado polémica en el Reino Unido por no ser íntegro con el discurso de fortalecer la industria nacional de defensa, disminuye la capacidad industrial y tecnológica de los países europeos, dado que cada vez más dependen de la tecnología de Washington.

Una claro ejemplo de ello es Dinamarca, que está actualmente recibiendo los F-35A de Estados Unidos. Lo que han indicado las fuentes del Estado danés es que ya se han recibido 17 de las 27 aeronaves compradas.

Bélgica, por mencionar otro caso, en el 2023 había anunciado que estaba interesada en la adquisición de las aeronaves del proyecto FCAS. Sin embargo, evidenciando que puede ser que directamente no se avance con el mismo, el gobierno belga se ha inclinado por la compra de los F-35A a los Estados Unidos. Lo mismo está haciendo la República Checa, que ha extendido el contrato que tiene con Suecia por el alquiler de los Saab Gripen a medida que van arribando los F-35A comprados a Washington.

Continuando con el país nórdico, no está participando en ningún proyecto conjunto con otro país europeo o del mundo como son los dos casos anteriormente mencionados, pero si ya han iniciado estudios conceptuales para el diseño y posterior desarrollo del próximo caza de sexta generación para equipar a la Fuerza Aérea Sueca. No obstante, vale resaltar que Estocolmo también se está centrando en perfeccionar sus aviones Saab Gripen E existentes, integrándolos con inteligencia artificial “Centaur” de la empresa Helsing.

Conclusión

Europa se encuentra en un momento decisivo para el futuro de su aviación militar. Mientras los proyectos autóctonos como el FCAS y el GCAP enfrentan desafíos políticos y técnicos, la urgencia estratégica y la presión del contexto internacional han llevado a varios países a optar por soluciones inmediatas, como la compra de F-35 estadounidenses. Esta tendencia evidencia no solo la fragilidad de los programas europeos de nueva generación, sino también la pérdida de competitividad de su industria aeronáutica frente a actores más consolidados y ágiles.

*Imágenes a modo ilustrativo.

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