Cuando Truman, el presidente nortemaricano, tomó la decisión de utilizar a “Fat man” y “Little boy” en el año 1945 contra las ciudades Hiroshima y Nagasaki, cambió drásticamente el curso de la historia y con esta, la dinámica de la guerra. El poder de devastación y la ventaja en el campo de batalla de las armas nucleares marcaron una era en el cual los Estados más prominentes de ese entonces se embarcaron en una carrera armamentística sin precedentes con la tecnología nuclear como protagonista en los planes estratégicos de cada nación.

Se toma noción, entonces, del poder destructivo pero tal como menciona Ojeda (2000).El activo principal del arma nuclear radica en el rol disuasorio de la misma para afrontar un complejo contexto de las relaciones entre los actores estatales. Se marca un punto de partida en el cual la estrategia militar cambia y se basa en el supuesto de la Destrucción Mutua Asegurada (MDA) a la hora de hacer la guerra.

Tal como expone Buzan (1987), el estudio de las armas nucleares implica una distinción con los otros medios tecnológicos militares, ya que su poder destructivo marcan una categoría distinta a lo previo desarrollado a 1945. En ese sentido, se establece un caso especial de análisis.

Es necesario considerar definiciones pertinentes para el análisis de cómo afectó el posicionamiento estratégico de las naciones con respecto a las armas nucleares. En primer lugar se definen las armas nucleares como “todo artefacto que sea susceptible de liberar energía nuclear en forma no controlada y que tenga un conjunto de características propias del empleo con fines bélicos. El instrumento que pueda utilizarse para el transporte o la propulsión del artefacto no queda comprendido en esta definición si es separable del artefacto y no parte indivisible del mismo.” (Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, Tratado de Tlatelolco. 1967)

En segundo lugar, según lo planteado por Schelling (1977), se define Disuasión como aquella estrategia militar basada en la emisión de una amenaza que intenta contener a un adversario de iniciar algo. En otras palabras, la disuasión pretende evitar que un adversario ejecute una acción. En concordancia con esto, Buzan (1987) define a la disuasión como: “en la creación de amenazas militares que impidan a los demás actores realizar acciones de agresión”.

A su vez, existe la teoría y el supuesto que si los Estados son conscientes que embarcarse en una confrontación entre dos países poseedores de armamentos nucleares, implicaría la Destrucción Mutua Asegurada (DMA). En ese sentido se establece un posicionamiento de que la estrategia nuclear se basa más en evitar la guerra y cooptar el accionar del enemigo que tener que disponer de medios en el campo de batalla.

Tal como establece Suanzes (1998) La II Guerra Mundial con su gran destrucción, evidenciaba que la opción bélica había dejado de ser racional -salvo el de la propia supervivencia nacional-, para alcanzar objetivos políticos.. Esa nueva situación, junto con la capacidad que empezaban a tener las armas nucleares de ser un instrumento para evitar la guerra, en un nuevo campo de acción, su uso como amenaza. El objetivo de la estrategia de disuasión, se sitúa así en impedir que el adversario aplique la fuerza en vez de tratar de repeler un ataque ya iniciado. Toda esta orientación conduce a que la estrategia nuclear tenga un marcado carácter político, pues se centra más en el nivel de decisión que en aquél donde se decide la suerte de la batalla.

Es necesario, a efectos de tener un análisis del concepto de disuasión y cómo afecta el pensamiento estratégico de los Estados, a abordar los distintos periodos y etapas que sufrió dicho concepto y como este fue abordado por una gran cantidad de teóricos a lo largo de los años.

Siguiendo los supuestos de Buzan, al autor toma la distinción de Gray que identifica y expone tres períodos en el desarrollo de la estrategia nuclear occidental: La primera ola, La edad de oro y la Tercera ola- y éstos proporcionan un marco útil para organizar una descripción de cómo han evolucionado la teoría y la política de la disuasión desde la apertura de la era nuclear en 1945.

El trabajo de los escritores de la Primera Ola (1945-1950) fue principalmente una respuesta intelectual al advenimiento de las armas nucleares. Partiendo del dato único de un gran aumento del poder de destrucción, estos escritores trataron de elaborar las consecuencias teóricas para las relaciones internacionales del despliegue de tales armas por las grandes potencias. La primera ola se topó con el contexto en el cual Estados Unidos supera a la Unión Soviética ya que este último tardó en desarrollar sus propias armas nucleares, en ese sentido la “disuasión mutua” se hacía esperar para el análisis teórico del posicionamiento post Segunda Guerra Mundial. En ese entonces la teoría se basó en analizar sólo las ventajas comparativas en términos de cómo influía el impacto de las armas nucleares en el campo de batalla y tal como establece Buzan (1987), la teoría de la disuasión sólo tendría impacto en la política y en la conciencia pública cuando las realidades de las relaciones nucleares creasen una necesidad política de ideas sobre la estrategia en un entorno en el que el oponente también poseyese armas nucleares.

En ese sentido, es necesario abarcar la Segunda Ola (1950) o la Edad de Oro en la disuasión nuclear. Cuando los soviéticos completaron exitosamente sus pruebas nucleares en 1949 se inició un nuevo periodo en la relación entre los hegemones nucleares. Si bien la URSS tenía una desventaja, se empezó a establecer el concepto de paridad nuclear, en ese sentido comienza a darse inicio al concepto de Destrucción Mutua Asegurada. 

Por lo tanto, lo que prima dentro de la estrategia occidental es la noción de “Disuasión de represalia” ya que se establece que si bien la URSS podía atacar a los Estados Unidos, estos podían responder con su poder militar avanzado a las intenciones soviéticas. En este camino, se establece la importancia del desarrollo de una tríada nuclear y en consiguiente de la capacidad de Second Strike como activo disuasorio, entendiéndose al mismo como la capacidad de un Estado nuclear de absorber un ataque y tomar represalias con suficientes armas para causar daños (Long y Green, 2014). Representó un activo decisivo clave para las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Esto también responde al aumento drástico del armamento nuclear de ambos Estados durante el periodo bipolar. Tal como define Waltz (1981), defender y disuadir no es lo mismo. Un Estado para doblegar las intenciones del otro y para  prevalecer en el cálculo disuasorio debe tener la capacidad de castigar y responder.

En definitiva, la estrategia disuasiva de represalia se traduce en dos grandes medios de acción. En primer lugar, la suficiencia que tiene un Estado en poder realizar un primer ataque de forma efectiva que genere daños inconmensurables a su objetivo y en segundo término, la respuesta que se puede dar por parte del infringido y el alcalde que esta puede llegar a adquirir. Para lograr esto, se necesita establecer la diversificación de medios por el cual un actor puede desplegar sus armas nucleares le permita responder ante un ataque. Aunque esto sea debatido en cuestiones operativas, se establece que la disposición y el desarrollo de otros medios por fuera de los tradicionales lanzadores terrestres implica al Estado adquirir esa respuesta ante un eventual ataque. Es por esto que en los años de la Guerra Fría, en especial los años posteriores al 50, se embarcaron en la construcción de aviones y submarinos capaces de transportar una carga nuclear que completaran esta tríada nuclear.

A medida que la URSS comenzaba a alcanzar y equiparar sus desventajas, se comienza a teorizar la necesidad de extender la disuasión y alcanzar medios por el cual deba prevalecer el Estado. En ese sentido, el incremento que experimenta la URSS en su potencial nuclear (en especial con la aparición de los ICBM), modifica las condiciones existentes al tener la Unión Soviética capacidad de asestar un golpe en el mismo territorio americano. Esta situación que determina la vulnerabilidad de los dos actores, obliga a proteger las fuerzas nucleares mediante enterramientos de los misiles en silos blindados y a ocultarla en despliegues submarinos. Aceptada la DMA por ambos países, y ante las pérdidas devastadoras que incluso el que lance el primer ataque puede recibir, se abren posibilidades de cooperación en el control de armamento.

A medida que la Guerra Fría se fue desarrollando, se tuvo que implementar un abanico de opciones estratégicas para proteger los activos occidentales ante la amenaza nuclear soviética. En ese sentido, se estableció el problema de la disuasión extendida que compromete el territorio de los EEUU por la defensa de Europa. Dado que ni europeos ni americanos podían permitirse el garantizar la seguridad del viejo continente mediante el aumento de fuerzas convencionales, se hacía necesario preservarla con el paraguas nuclear.Esta premisa se basa en establecer posiciones y dispositivos capaces de interceptar los misiles nucleares de la URSS.

La complejidad del contexto y la amenaza nuclear creciente en la bipolaridad, estableció los precedentes teóricos de que la simetría entre los dos bloques y los super poderes podrían romperse. Debido a esto, se necesitaba un marco de acción que implique no solo la disuasión en términos convencionales de represalia como respuesta, sino también se termina adoptando una “respuesta flexible” en la que se establece que ante un posible fallo de la disuasión, se apoya en la adopción de una serie de medidas convencionales y nucleares con el objeto de evitar la agresión mediante la negación.

En esta bipolaridad se comenzó a evidenciar un proceso de proliferación horizontal. Tal como establece Buzan (1987), existen dos tipos de proliferación: la vertical y la horizontal. La primera es entendida como el aumento  de los arsenales de armas nucleares por parte de los Estados que ya las poseen, o la colocación de armas nucleares en lugares adicionales fuera del territorio de la propia potencia nuclear. La segunda,responde al supuesto de la propagación de armas nucleares a Estados que no las poseían anteriormente.

En términos disuasorios, la incorporación de nuevos actores dentro del grupo de poseedores nucleares establece un complejo escenario en el control y el equilibrio ya que, en primer lugar, es importante entender que la dispersión del control implica respuestas adecuadas que no basta con controlar el número de ojivas de los Estados, sino el número de actores que disponen de las mismas. Y en segundo lugar, porque se considera en general que la difusión del control tiene consecuencias negativas decisivas para la disuasión y la estabilidad estratégica.

Finalmente, después de establecer los conceptos básicos de la disuasión nuclear, se establece la Tercer Ola (1970) en el cual se comienza a tomar relevancia la proliferación horizontal y como se comporta el Sistema Internacional en torno al creciente papel de la URSS y el equilibrio que estableció con el aumento considerable de medios y ojivas desplegadas.

Tal como se dijo anteriormente la capacidad de respuesta fue alcanzada con los aumentos de los arsenales y las nuevas tecnologías en el campo de batalla con respecto a las armas nucleares. En esta insuficiencia, la estrategia de respuesta flexible comienza a orientarse a la “disuasión por negación”. Tal como establece Roodman (2001) La disuasión por negación puede definirse como la capacidad de evitar que un oponente inicie una acción porque ésta será fácilmente repelida. La lógica MAD continuó presente pero inmersa a su vez en estrategias de guerra nuclear limitada y para manifestar una posición de fuerza que disuadirá a los soviéticos de cualquier intento de ataque contra las fuerzas nucleares.

A partir de los 80’, la estrategia norteamericana se basaba en establecer la disuasión y marcar un final en la guerra nuclear limitada, la disuasión mediante la amenaza de castigo se mantuvo como la última amenaza en la cima de la escalada. Sin embargo, el lugar de la disuasión se desplazó hacia adelante en el tiempo desde esa amenaza final hasta el probable punto de partida de la escalada en los niveles inferiores de conflicto que podrían surgir de la disuasión extendida.

Otro punto que se destaca en la tercera ola es la introducción de nuevas tecnologías que permitía lanzar un primer ataque contra las fuerzas nucleares del adversario, lo que podría impedir su reacción con las fuerzas de represalia. En ese sentido la negación prevalece. Se trataba entonces de evitar la guerra, pero poner en un nivel disuasorio la opción de una guerra limitada marcaba un fino límite en el accionar de los Estados. En ese sentido, mantener la amenaza de un ataque limitado no frenaba las intenciones de un estallido o de una escala sin control pero si limitaba embarcarse en una guerra total por el supuesto de negación estratégica que prevalece en el cálculo de los Estados.

Con el fin de la Guerra Fría se terminó el supuesto bipolar y la hegemonía nortemaricana terminó de establecer un sistema de protección nuclear que abarca un supuesto de “respuesta flexible”. Como se estableció anteriormente Estados Unidos utiliza su capacidad disuasoria para establecer mecanismos de respuesta y castigo. La multiplicidad de actores en el grupo nuclear (China, Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido y los no reconocidos India, Pakistán, Corea del Norte e Israel) implicó una serie de estrategias disuasivas que no solo contemplaban la utilización de medios convencionales ni la presión de ir a una guerra nuclear ni los supuestos de DMA, sino que se tuvo que establecer un sistema internacional y un régimen que proteja y evite la proliferación horizontal.

Un grupo de teóricos establecieron una Cuarta Ola en la cuestión de la disuasión nuclear y la seguridad Estatal, posterior a los ataques del 9 de Septiembre del 2001.Se pone en evidencia un nuevo paradigma en la Seguridad Internacional que responde a la aparición en escena de actores no estatales como provocadores de guerras y poseedores de mecanismos que desestabilizan a los Estados. En ese sentido, la disuasión se topa con el concepto de asimetría de conflictos que responde a la lógica de un conflicto en el cual las dos  partes se enfrentan con distintos medios y en el cual se combinan medios convencionales y no convencionales a la hora de hacer la guerra.

Hoy en día,  el escenario que más preocupa a muchos analistas y encargados de la formulación de políticas, es que las potencias tienen una clara superioridad militar sobre los actores que consideran que plantean las mayores amenazas. El recurso a tácticas como el terrorismo o la insurgencia y los esfuerzos por adquirir y tal vez utilizar armas de destrucción masivas, suelen describirse como respuestas asimétricas a la abrumadora ventaja militar de que disfrutan los Estados Unidos y sus asociados.

De esta manera, la estrategia disuasoria responde a una lógica unidireccional. Los Estados Unidos esperan disuadir a los Estados delincuentes y a las organizaciones terroristas, pero no quieren que esos agentes puedan disuadir al Estado nortemaricano. El deseo de los Estados Unidos de evitar el desarrollo de la disuasión mutua en algunos aspectos, hace que el ejercicio de la disuasión sea más difícil. Requiere tratar de disuadir a otros agentes no sólo de lanzar ataques, sino también de adquirir capacidades de respuesta a medios no convencionales de la guerra. En ese sentido los avances tecnológicos son fundamentales para equiparar la asimetría que puedan provocar los actores no estatales.

Para culminar, es importante retomar la idea de que los conceptos y mecanismos se adaptan a los contextos y tiempos que viven.En ese sentido, la teoría de las Relaciones Internacionales y la Estrategia no pueden escapar de la lógica de adaptarse a los medios y tiempos que transcurren; la estrategia debe modificarse en pos de las circunstancias, los enemigos y las adversidades que se le presentan.

En la estrategia nuclear se puede establecer una constante evolución del concepto de disuasión. En el espectro de la disuasión nuclear se pudo notar cómo este concepto y estrategia fue evolucionando y adoptando distintas aristas de aplicabilidad conforme los tiempos.

Cuando se utilizó la bomba nuclear por primera vez se intentó caracterizarla como un arma convencional normal como las anteriores, pero la complejidad de su destrucción y sus posteriores consecuencias implicó establecer un sistema especial de salvaguardias que marcó el accionar de los Estados de la época y en la actualidad.

La estrategia y el campo militar se adaptan a los tiempos, y en ese sentido la teoría no debe correr por detrás de los hechos. En el campo disuasorio se debe establecer todos los caminos que tiene un actor para disuadir a sus adversarios. La intromisión de los actores no estatales y la guerra asimétrica implica una revisión de la teoría y de los posicionamientos estratégicos estatales. En ese sentido se buscó crear mecanismos de participación lejos del empleo de las armas sino de cooperación política para mantener a raya la amenazas del estallido de una guerra nuclear total. De esta manera, la disuasión parece transformarse en un pilar clave en las relaciones interestatales ya que permite moldear visiones compartidas entre los actores y evitar la guerra entre estos.

Bibliografía Consultada:

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GRAY, COLIN S. (1982a) Strategic Studies: A Critical Assessment (London: Aldwych Press).

GRAY, COLIN S. (1982b) Strategic Studies and Public Policy: the American Experience (Lexington: University of Kentucky Press)

Long, A., & Green, B. (2014). Stalking the Secure Second Strike: Intelligence, Counterforce, and Nuclear Strategy. Journal of Strategic Studies, 38(1-2), 38-73. https://doi.org/10.1080/01402390.2014.958150

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Rodman, D. (2001). Israel’s national security doctrine: An introductory overview. Middle East Review of International Affairs (MERIA), 5 (3), 71-86. Disponible en: http://www.rubincenter.org/meria/2001/09/rodman.pdf

Schelling, T.(1977). Arms and Influence (Ed. rev.). Connecticut, United States: Greenwood Press.   SIPRI. (2020). World nuclear forces. En SIPRI Yearbook 2020 (pp. 326-393). Oxford University Press. https://www.sipri.org/sites/default/files/YB20%2010%20WNF.pdf  

Waltz, K. N. (1981). The Spread of Nuclear Weapons: More May Be Better: Introduction. The Adelphi Papers, 21(171), 1. https://doi.org/10.1080/05679328108457394

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1 COMENTARIO

  1. Da la impresión que cuanto más se difunda la tecnología nuclear más posibilidades existen que otros países, que no conforman el Consejo de Seguridad, accedan a armamento y a sus derivados, por ejemplo: la bomba sucia, la cuál también tiene componentes radioactivos peligrosos. El control de la proliferación de éstos armamentos ha llevado a intervenciones militares en regiones del mundo inestables, aún así hay países como Corea del Norte y Pakistán que han desarrollado tecnología para producir misiles de larga distancia que ponen en riesgo el posible equilibrio en el manejo y control de las armas de destrucción masiva. En este panorama no se sabe cuál puede ser el alcance de la diplomacia, ni siquiera con China. Gracias por el artículo, muy completo.

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