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Se habla de satisfacción al momento de relevar el impacto que tuvo el anuncio del Presidente de la Nación en el encuentro de camaradería en el día de ayer. No es para menos, ya que la problemática salarial, en especial aquella ligada a los conceptos no remunerativos del personal militar, venia haciendo mella en su propia moral. La cuestión tomaba un cariz llamativo dentro del actual contexto de pandemia, donde prácticamente la totalidad de los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas agrupados en catorce comandos de emergencia se encuentran desarrollando tareas de enorme relevancia para el país.

La problemática venia acumulando décadas en el país. Acompañada con sucesivas omisiones de agenda o por tibias aproximaciones que no resolvían el problema de fondo. Lo cierto es que el calvario salarial para el personal militar que surge en los primeros años de la década del 90 se mostraba ya como un elefante en un bazar. Ese daño moral ocasionado por el salario no podía ser solapado con las consecutivas palabras de aliento que el poder político propinaba entre acto y acto. Era necesario un gesto superador y el mismo terminó materializandose en el día de ayer.

La bomba presupuestaria de 26 mil millones de pesos anuales en la actualidad se atan a una perversa política estatal surgida en el año 93 que terminaba por no reconocer ciertas obligaciones laborales hacia la tropa. Conceptos no remunerativos como cargo o función, vivienda, vestimenta y elementos de estudio terminaban por engrosar un porcentaje del salario en negro apuntalando una cierta idea de pan obligatorio para hoy, hambre obligatoria para mañana. El mecanismo del Estado a partir de entonces era brindar aumentos no remunerativos, alivianandose para si cargas sociales y condenando el futuro de los retiros militares.

Esta tortuosa política se mantuvo vigente durante tres décadas y no fue hasta que el agua llego al cuello cuando nacieron algunas iniciativas para darle un cierre al asunto. Para el año 2008 estallan los juicios de militares y la entonces gestión decide que los mismos debían resolverse de manera particular con cada una de las fuerzas, llevando en ultima instancia a una acumulación de un problema que tomaría enormes dimensiones años mas tarde. Es recién para el año 2011 durante la gestión de Puricelli cuando comienzan las gestiones para resolver la cuestión que ya venia haciendo mella incluso en IOSFA, planificando como llevar adelante un blanqueo de esta parte del salario que en algunos casos llegaba a un cuarto de los ingresos del militar. De todas maneras la falta de avances y la consolidación de juicios contra el Estado en los años siguientes llevaron a que la gestión pasada tomara la problemática en su agenda y avance en brindar algunas medidas para tapar los baches en los haberes.

Sin embargo, las aristas del problema eran demasiadas y exigían una respuesta mas contundente. La desproporción entre suplementos y sueldo resultaba imposible de obviar, mientras, además, se mantenía la brecha de ingresos entre el personal activo y el ya retirado (el cual debía conformarse con un ingreso penoso). A todo esto se sumaba el desfinanciamiento de la obra social (cuestión que ha terminado de estallar hace poco tiempo y que motivaran futuros ríos de tinta en distintos medios) y los continuos juicios contra el Estado Nacional. La solución debía ser definitiva.

Es importante volver a recalcar que el anuncio fue muy bien recibido. Quizá en mayor medida por el personal con gran cantidad de años de servicio que pensaba que en vez de retiro real, lo que le tocaría era buscar otro trabajo para no quedar atrapado en un ingreso de pobreza. También resulta un gesto esperanzador para el personal mas joven, que sin tener a tiro ese horizonte de retiro, da por sentado que su vida correrá de la mano de la institución castrense, que ahora reconocerá en toda ley su esfuerzo.

Hubo mas ponderación del blanqueo que de un eventual anuncio de aumento. Esto es cierto para una gran proporción de la familia militar. de todas maneras existía (y existe) expectativa dentro de un evento anual que siempre atisba aumentos. De todas maneras resulta sensato mencionar que ese aumento parecería estar atado a la usual agenda de otras agencias del Estado, que poco asoman la cabeza hacia un exterior mas que complejo que involucra caída de actividad, desocupación y enormes demandas laborales producto de la pandemia.

De todas maneras y teniendo en cuenta las dificultades que existen, el anuncio supone una bisagra superadora para el estado del hombre y mujer de armas, llevando un horizonte por lo menos normal en cuanto al retiro. Restará a futuro un reconocimiento estructural al militar que equipare sus haberes al de otras agencias del Estado, pero eso será otra definitivamente otra historia que continuará marcando agenda en el futuro.

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2 COMENTARIOS

  1. mmm…interesante, vamos a ver que toca o que impuesto/retenciones van a generar, seguro que la clase politica argentina no va a tocar el bolsilo de ellos ni de su sequito….de todas maneras es bueno, que aunque sea una medida populista para la imagen de ellos y no que reconocen el esfuerzo diario de las fuerzas armadas nacionales (por que eso ya lo demostraron muchas veces que no les importa, eliminando sistemas de armas completos, sin reemplazo y cerrando bases)….le paguen/reconozcan aunque sea una parte del sueldo largamente adeudado…!!

  2. Muy buena noticia, es un “sinsentido” que el Estado se evada a si mismo. Me alegro por las FFAA.
    Sería bueno que lo extiendan a todos los sectores del estado, hay mucha informalidad y contratos basura.

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