El Liderazgo en la Guerra de Malvinas

La guerra es la prueba concreta de la eficiencia de los ejércitos, y su resultado permite evaluar objetivamente diferentes aspectos, entre ellos el liderazgo o ejercicio del mando .

La Guerra de Malvinas permitió comprobar el desempeño de los cuadros en combate, y el Informe Rattenbach, en sus conclusiones destaca lo siguiente: “780. Es importante señalar que hubo comandos operacionales y unidades que fueron conducidas con eficiencia, valor y decisión. En esos casos, ya en la espera, en el combate, en sus pausas, el rendimiento fue siempre elevado. Tal el caso, por ejemplo, (…),la Aviación de Ejército, la Artillería, el Escuadrón de Caballería Blindado 10, las Compañías de Comandos 601 y 602 o El Regimiento de Infantería 25. Como ha ocurrido siempre en las circunstancias críticas, el comportamiento de las tropas en combate fue directa de la calidad de sus mandos.”[1]

Los hombres continúan siendo el factor decisivo en la guerra y la importancia del correcto ejercicio del mando, constituye un multiplicador del poder de combate, el Informe Rattenbach también concluye que Malvinas demostró que la edad del personal bajo servicio militar obligatorio, cuando estuvo bien instruido y conducido, no constituyó, en sí misma, limitación alguna a su capacidad de combatiente.

La relación mando y obediencia que se da entre el líder y sus hombres en combate, es el eje de la eficiencia de una organización, el entonces subteniente Gómez Centurión[2] señala que “Gran parte de la ansiedad psicológica de un hombre en el aislamiento pasa por sentirse solo en medio de una crisis. El gran sentido de pertenencia de ese individuo está en el líder que lo contiene. Mandar es contener. Tanto es así que en las fracciones donde se quebró la voluntad del jefe, tal como pasa en miles de guerra, hubo casos de automutilación, de soldados que se escaparon de las posiciones, soldados que no asimilaban los alimentos, soldados con síndrome de inanición por la angustia de sentirse solos, sin que nadie que los contuviera”[3].

La teoría de la autoridad –El Poder- de Max Weber que tiene directa relación con el ejercicio del mando, se pone de manifiesto con sus dos características principales durante el combate, la coacción siempre necesaria y la legitimidad dada por el expertis en el cargo, decía también el subteniente Gómez Centurión que: “… además de liderazgo, el mando requiere autoridad, imponer disciplina, aplicar sanciones. En épocas de paz es muy sencillo, pero durante la guerra es mucho más difícil. Nuestro ejercicio del mando era muy duro porque las condiciones de vida eran muy duras.”[4]

Es importante destacar que estos jóvenes oficiales y suboficiales fueron los que condujeron a sus hombres al combate y obtuvieron de ellos su voluntaria adhesión, compartiendo sus penurias en las trincheras, pasaron el mismo frío y hambre que ellos y estuvieron expuestos a los mismos peligros; muchos de ellos murieron en combate, frente al enemigo y empuñando sus armas. 

El combate influye sobre la motivación y puede afectar negativamente en el cumplimiento de la misión, en tales circunstancias solo podrá generarse el ánimo en los hombres con la intensidad preconcebida por el jefe, en la medida que este, ponga correctamente en juego sus condiciones personales para el mando. Agrega el subteniente Gómez Centurión: (…)A veces atravesábamos la primera línea de las tropas. Al norte de Darwin había un arroyo bastante profundo, el agua nos llegaba hasta el pecho. Y cuando llegábamos al arroyo se clavaba la fracción. Veníamos marchando e indefectiblemente se clavaba la fracción, porque las emboscadas se montan sobre este tipo de obstáculos. Entonces, obviamente, aparece el miedo. La fracción a veces pretendía que uno dijera “Misión cumplida, emboscada montada del otro lado, produzcan informe, volvemos”. Pero, como corresponde en estos procedimientos, era necesario sobreponerse y atravesar el obstáculo (…)[5].   

Un oficial, -agrega Gómez Centurión– además del miedo físico, que es normal, tiene miedo al fracaso, miedo a no estar a la altura de las circunstancias. A tal punto que, como cualquier ser humano, puede tener un punto de quebranto. Si un jefe de fracción no tiene una inteligencia clara para tomar una resolución y la firmeza de carácter necesaria para llevarla a cabo, no tiene nada. O participa intensamente de lo que está pasando y demuestra que es el eje de pertenencia de todos sus hombres a la fracción, o esa fracción desaparece (…)[6].

Indudablemente la formación militar desarrollada por el Colegio Militar de la Nación,  contribuyo significativamente en la construcción del liderazgo en los cuadros del Ejército Argentino y prueba de ello son los oficiales muertos al frente de sus hombres, teniente Esteves del Regimiento 25, teniente Baldini del Regimiento 7 y Teniente Silva del Regimientos 4, solo por destacar algunos, siendo además que la mayoría de los que pelearon en primera línea no se replegaron, sino que combatieron hasta quedar heridos fuera de combate, cumpliendo con su juramento de defender la patria hasta perder la vida.

[1] Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico Sur. Art 780. (Informe Rattenbach)

[2] Subteniente Gómez Centurión, combatió en Darwin y fue condecorado con la medalla de “La Nación Argentina al Heroico valor en Combate”

[3] Speranza G. y Cittadini F.; Partes de Guerra, Edhasa; Buenos Aires; 2007; p. 84.

[4] Speranza G. y Cittadini F., Partes de Guerra, Edhasa, Bs. As., 2007. P. 88.

[5] Speranza, Graciela y Cittadini, Fernando; op. cit.; p. 68.

[6] Speranza Graciela y Cittadini, Fernado; op. cit.; p. 83.

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