Imagen cortesía The Sydney Morning Herald

Australia suspenderá sus operaciones militares contra el Estado Islámico después de que el Primer Ministro iraquí declarara la victoria sobre el grupo extremista, que hace tres años tomó el control de grandes franjas de la región.

La ministra de Defensa, Marise Payne, anunció el viernes que la contribución de Australia a los ataques aéreos de la coalición encabezada por Estados Unidos finalizará, al tiempo que enfatizó que otras operaciones, incluida la capacitación, el asesoramiento y la asistencia a las fuerzas locales, continuarán.

“Después de más de tres años de operaciones aéreas, el número de comisiones de la coalición de ataque aéreo ha disminuido constantemente desde que se capturó el último gran centro de población en octubre”, dijo el viernes el senador Payne.

“Tras las conversaciones con Iraq y con miembros de la coalición internacional, el gobierno australiano determinó que llevaremos a casa nuestros seis aviones de ataque Súper Hornet de Medio Oriente, lo que marca el final de las operaciones de ataque aéreo de Australia en Iraq y Siria“.

Alrededor de 800 militares australianos han participado en la Operación OKRA, principalmente en Iraq. Estos incluyen personal de la Fuerza Aérea, aproximadamente 300 entrenadores del ejército y varias docenas de tropas de las fuerzas especiales “asesorando y ayudando” a los iraquíes.

El senador Payne dijo que la prioridad ahora era mantener el territorio que había sido retomado y enfatizó que los aviones de vigilancia y reabastecimiento de combustible Wedgetail de Australia continuarían apoyando las operaciones, al igual que el personal de entrenamiento y de las fuerzas especiales.

A principios de este mes, el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, dijo que los últimos remanentes de Estado Islámico habían sido expulsados de su país y que la frontera con Siria había sido asegurada.

El anuncio de al-Abadi siguió a la declaración del ejército ruso de que las fuerzas del Estado islámico en Siria habían sido derrotadas.

Mosul, el centro de poder del grupo en el norte de Iraq, cayó en julio luego de una campaña de nueve meses que destruyó gran parte de la ciudad. La capital siria del Estado islámico, Raqqa, cayó en septiembre.

El conflicto ha tenido un impacto devastador en Iraq y Siria, con más de 3 millones de personas desplazadas, según las Naciones Unidas.

El colapso del “califato” del Estado Islámico ha venido con una advertencia de que el grupo continuará participando en la guerra de guerrillas en toda la región y operará como una red terrorista mundial, inspirando o planeando ataques en países occidentales.

La agencia de inteligencia ASIO dijo recientemente que aún se cree que más de 100 australianos están peleando con grupos extremistas en la región.

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