Estados Unidos y sus relaciones con África.

El Pentágono a través del AFRICOM trabajará con la empresa SES, la proveedora de enlace de datos para drones en banda Ku.

La empresa SES Government Solutions, con 55 satélites en órbita y tres más que serán lanzados entre este año y el 2015, es la principal proveedora privada de SATCOM del Pentágono, que acaba de darle un contrato de más de 8 millones de dólares para prestaciones en Alemania (Rammstein) y África del oeste, referido a las "ku-band communications", las transmisiones de datos en banda Ku, utilizadas por los drones particularmente.
Esta prestación está ligada a las órbitas permanentes de vigilancia armable y de multisensores, que beneficiará a los tres drones Reaper de la US Air Force en Niamey.




SES Government Solutions, McLean Virginia, has been awarded an $8,245,160 firm-fixed-price contract for the purchase of commercial on-orbit transponders to support Ku-band communications for U.S. Africa Command and operations and sustainment support for a base year and four one-year options. Work will be performed at Ramstein Air Base, Germany and the western portion of Africa, and is expected to be complete by Aug. 5, 2019. This award is the result of a full and open competition, and two offers were received. Fiscal 2014 procurement funds in the amount of $8,000,000 are being obligated at time of award. The Space and Missile Systems Center, Los Angeles Air Force Base, California is the contracting activity (FA8808-14-C-0001).

http://www.ses-gs.com/uas-rpa/
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EE UU captura en Libia al cabecilla del ataque al consulado en 2012

El embajador y tres funcionarios murieron en el atentado que ha generado un agrio debate político

Yolanda Monge Washington 17 JUN 2014 - 21:06 CET11


El embajador Stevens es trasladado por un grupo de libios el día del ataque. / afp

El Pentágono ha confirmado hoy martes la captura en Libia de Ahmed Abu Khattala, supuesto cabecilla del ataque contra el consulado de Estados Unidos en Bengasi en septiembre de 2012, donde fallecieron cuatro norteamericanos, entre ellos el embajador en ese país, Chris Stevens. Khattala fue apresado el pasado domingo durante una operación secreta de fuerzas especiales norteamericanas y ayer se encontraba en “un lugar seguro” fuera de Libia y sería transportado pronto a EE UU, siempre según el Pentágono.

Sin que se disparara una sola bala y sin ninguna baja durante la operación, todos los norteamericanos que participaron en el asalto están ya fuera de Libia, aseguró el secretario de prensa del Pentágono, el almirante John Kirby. El diario The Washington Post fue quien primero dio la noticia, tras mantenerla embargada durante 24 horas por petición expresa de la Casa Blanca por motivos de seguridad.

La detención de Khattala supone una importante victoria para la Administración de Barack Obama​

La detención de Khattala supone una importante victoria para la Administración de Barack Obama, que hasta el momento no había logrado sentar a nadie en el banquillo de los acusados por la muerte de cuatro ciudadanos norteamericanos en un ataque terrorista que conmocionó el final de la campaña presidencial de 2012, justo el día que se conmemoraba el aniversario del 11-S. El ataque marcó también el final de mandato –hasta entonces sin baches- de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y los republicanos en el Congreso y las voces mediáticas más radicales han hecho de aquel día su caballo de batalla contra la exprimera dama y la administración demócrata.

El presidente Obama daba luz verde a la operación el pasado viernes por la noche. Esta tarde, el mandatario aprovechaba un acto en Pittsburg para declarar que Khattala enfrentará muy pronto “todo el peso de la ley”. “Con esta operación, EE UU ha demostrado una vez más que siempre haremos todo lo que sea necesario para asegurarnos que se hace justicia cuando la gente daña a los americanos”, dijo. “Continuaremos con nuestros esfuerzos para llevar ante la justicia a todos los responsables del ataque de Bengasi”, aseguró el mandatario, que insistió en que no importa el tiempo que pase, al final los responsables del terror son llevados ante un juez.

Según fuentes citadas por medios norteamericanos, la orden de captura contra Khattala llevaba más de un año sobre la mesa del despacho Oval del presidente norteamericano, pero el temor a desestabilizar aún más la volátil situación en el Gobierno libio y no tener suficientes pruebas para acusar al sospechoso han hecho que la detención se retrasara. Khattala, líder del grupo integrista islámico Ansar al Shariah, puede llegar a enfrentar la pena de muerte en Estados Unidos según se le añadan cargos al ya existente de perpetrar actos de terrorismo contra personas e intereses norteamericanos. Según Eric Holder, fiscal general de EE UU, sobre Khattala penden hasta el momento tres cargos criminales federales que hacen automática la persecución del sospechoso en un juzgado de EEUU.

Sin estar todavía el sospechoso en territorio estadounidense, la Administración Obama ya está sufriendo la presión por parte de los republicanos para que se obtenga de Khattala toda la información posible, en lo que parece ser una velada petición de tortura de un detenido. Kelly Ayotte, senadora por New Hampshire, consideraba que no había necesidad de darse prisa en leerle al detenido sus derechos constitucionales y que sería más productivo ponerle en manos de profesionales que puedan obtener información que ayude a esclarecer qué paso y capturar al resto de los responsables del ataque.

Por su parte, el senador Marco Rubio, reclamaba el traslado de Khattala a Guantánamo. “La Administración de Obama debería transferir inmediatamente al preso al centro de detención de Guantánamo para que sea interrogado, de manera que se obtenga la información que haga posible apresar a los otros individuos asociados con el asalto que provocó la muerte de cuatro norteamericanos”, manifestó Rubio a través de un comunicado.

Khattala, líder del grupo integrista islámico Ansar al Shariah, puede llegar a enfrentar la pena de muerte en Estados Unidos

“A veces parece que esta Administración está más interesada en la política de la guerra contra el terrorismo que en la ejecución de la misma y carece de una política de detenciones desde hace seis años”, prosiguió Rubio en su comunicado. El senador mostraba su curiosidad por saber cómo pensaba la Administración extraer información del detenido y donde pensaba encerrarle, ya que “America sigue en guerra”.

Por su parte, el senador John McCain, prisionero de guerra y torturado en Vietnam, consideró que el único lugar apropiado para juzgar a Khattala era la base militar naval de Guantánamo. “¿Dónde más se le puede llevar?”, se cuestionó.

El portavoz de Obama, Jay Carney, insistía en que la captura de Khattala probaba que EE UU cumple con su promesa de llevar ante la justicia a los responsables de terrorismo y puntualizó que la detención del líder de Ansar al Shariah “no es el fin de un proceso pero sí un hito muy importante”.

Hasta el pasado domingo, Khattala había logrado escapar a la justicia, llegando en momentos su actitud a ser burlona, ya que en más de una ocasión ha concedido entrevistas, ya fuera a CNN o a la cadena Fox. Este hecho llevó a congresistas republicanos a acusar a la Administración demócrata de estar encubriendo lo que realmente sucedió en Bengasi así como criticar al departamento de Justicia por no llevar ante un juez al sospechoso.

Dos años y medio después y con Khattala detenido, lo que sucedió en Bengasi sigue siendo piedra de toque para la oposición republicana, que continua dudando de que el recinto diplomático estuviera bien protegido y que no perderá ocasión de utilizar lo sucedido contra Clinton si esta finalmente decide ser candidata a la presidencia en 2016.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/17/actualidad/1403023600_802015.html
 

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Obama corteja a África con dinero privado para frenar la influencia de China

Empresas de EE UU comprometen 14.000 millones de dólares en proyectos en el continente africano

Silvia Ayuso Washington 6 AGO 2014 - 12:31 CEST33


Obama ofrece a África 14.000 millones de dólares. / Reuters Live!

La empresa privada está echando una mano al gobierno de Estados Unidos en sus esfuerzos por contrarrestar la creciente influencia de China en África, un continente en expansión donde Washington teme estar perdiendo terreno, económico y político. La ayuda se concretó este martes en un cheque de 14.000 millones de dólares con el que se marcharán de Washington el casi medio centenar de líderes invitados esta semana a la primera cumbre estadounidense dedicada al continente.

El dinero, comprometido por un conglomerado de empresas estadounidenses, será destinado a diversos proyectos, desde la construcción a la energía limpia o la aviación, según el gobierno del presidente Barack Obama, quien se ha implicado personalmente en la mayor cumbre de gobernantes celebrada jamás en Washington.


Fuente: UN Com Trade (2012).

El gobierno acompañará esta cifra con otros 7.000 millones de dólares destinados a financiar la "promoción de las exportaciones estadounidenses a África y las inversiones" en ese continente.

Además, Obama ordenó entre otros la creación de un consejo asesor presidencial sobre relaciones empresariales con Áfricaque "aconseje al presidente sobre cómo reforzar la interacción comercial entre EE UU y África", según el decreto firmado este martes por el mandatario.

"Estados Unidos está haciendo un gran esfuerzo a largo plazo por el progreso en África", subrayó Obama al anunciar las medidas ante sus colegas africanos en Washington.

El objetivo de este esfuerzo es doble: por un lado, aprovechar el potencial de crecimiento africano del que EE UU se puede beneficiar. “África es la segunda región que más rápido crece del mundo y alberga a seis de las diez economías que más rápido crecen”, recordó el secretario del Tesoro, Jacob Lew. Pero la meta es también -o sobre todo-, frenar la creciente influencia china en el continente.

La gran pregunta es si hay todavía tiempo para ello. La apuesta de China por África se ha multiplicado en la última década. Muestra de ello son los foros bilaterales que de forma regular ha venido celebrando en los últimos años, al igual que Europa, mientras que la de Washington es la primera gran cumbre africana de EE UU.

Pekín ya supera a Washington como el mayor socio comercial del continente africano, donde también compite duramente en el terreno del desarrollo y las ayudas, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Si China estornuda, África puede ahora resfriarse”, era el provocador título de un análisis del FMI a comienzos de año sobre la creciente influencia china en el continente africano, en el que se parafraseaba con toda intencionalidad el tradicional dicho sobre el peso global de la economía norteamericana “Si EE UU estornuda, el mundo se resfría”.

Pero a Washington no le preocupa sólo la pérdida de influencia económica en África. En un mundo de potencias emergentes que están poniendo en cuestión el peso político de EE UU en el mundo, desde Oriente Próximo a Ucrania o Afganistán, Washington ve con preocupación el posicionamiento chino en África.

Una táctica que Pekín ya ha practicado con éxito en el propio “patrio trasero” norteamericano, América Latina, donde China es el gran cliente de materias primas que entre otros han permitido el boom de muchos países latinoamericanos mientras el resto del mundo se hundía en la crisis global.

“La influencia estadounidense en el continente es ahora patéticamente pequeña comparada con la de los chinos y los europeos”, señalaba el columnista de The New York Times David Brooks. “La broma entre los participantes es que China invierte dinero, EE UU celebra recepciones”, dijo respecto de la cumbre de Washington.

La secretaria de Comercio estadounidense, Penny Pritzker, dejó entrever el martes la impaciencia de Washington por consolidar los lazos comerciales con África.

“La alianza comercial estadounidense-africana es esencial, y el momento de hacer negocios en África ya no está a cinco años de distancia. El momento es ahora”, proclamó en el marco de la cumbre.

De ahí el renovado esfuerzo de Obama en África con el sabroso cheque. Un dinero que EE UU asegura viene acompañado de un valor añadido con el que no pueden competir sus rivales en el continente: al contrario que la china, la inversión norteamericana llega con creación de puestos de trabajo para africanos y expansión de conocimientos que quedarán en la región cuando las empresas se hayan retirado.

"EE UU está decidido un socio en el éxito de África, un socio equitativo, un socio bueno y a largo plazo", subrayó el presidente. "No miramos hacia África solamente por sus recursos naturales, reconocemos a África por sus grandes recursos: su gente y su talento y potencial. No queremos solamente extraer minerales para nuestro crecimiento, queremos construir verdaderas alianzas para crear empleos y oportunidades para todos nuestros pueblos. Ese es el tipo de alianza que ofrece EE UU", insistió.

“Para tener parte en el éxito de África, debemos investigar en carreteras, puentes y en líneas eléctricas. Tenemos que proporcionar entrenamiento y apoyo a jóvenes emprendedores y debemos mejorar el acceso al capital para pequeñas empresas y fabricantes”, había resumido horas antes Jacob Lew. “Al reforzar nuestros lazos económicos con África, podemos alentar el crecimiento, aliviar la pobreza y promover la estabilidad”, aseveró.

La cuestión es si este plus estadounidense podrá contrarrestar el valor añadido que, destacaba el Times, supone para gobiernos no siempre transparentes ni totalmente democráticos el hecho de que Pekín no haga demasiadas preguntas incómodas a la hora de poner su dinero.

Seguridad africana en tiempos de Boko Haram, otra preocupación en EE UU
S.Ayuso

La preocupación de Estados Unidos ante la expansión del extremismo islámico en Africa, un continente desde donde en los últimos tiempos no cesan de llegar noticias de ataques de afiliados de Al Qaeda y de grupos más radicales aún como el nigeriano Boko Haram, es palpable en la cumbre bilateral que se celebra esta semana en Washington.

Sobre todo porque, según el gobierno de Barack Obama, esta inquietud es “compartida”. Los líderes africanos “están igual de preocupados por el aumento del terrorismo en el continente”, asegura la secretaria de Estado adjunta para Africa, Linda Thomas-Greenfield. “Ellos ven un nexo entre las actividades en las diferentes regiones y quieren mejorar su capacidad de respuesta, quieren poder compartir información y cooperar entre sí para atender estos temas”, resume las expectativas africanas que Washington espera poder cumplir a partir de la cumbre.

EE UU ha descartado el envío masivo de soldados a Africa, aunque sí mantiene fuerzas especiales en diferentes regiones. Además, Obama pidió en mayo al Congreso 5.000 millones de dólares para un nuevo Fondo para la Alianza Antiterrorista, con el objetivo de “atender de forma más efectiva amenazas emergentes (…) y desarrollar una red de alianzas desde el sur de Asia al Sahel”.

Las conversaciones sobre cómo ayudar de forma más conveniente a Africa en materia de seguridad tendrán lugar sobre todo este miércoles, en el último día de sesiones de la cumbre de Washington.

Pero Obama ya ha dejado claro su interés: “si queremos garantizar la seguridad a largo plazo, una de las cosas que podemos hacer es asegurarnos de que nos aliamos con algunos de los países que tienen fuerzas de seguridad bastante efectivas y que han participado en esfuerzos de mantenimiento de la paz y de resolución de conflictos en África”, dijo el viernes. “Y eso, en último término, puede salvarnos a nosotros y a nuestras tropas además de ahorrarnos un montón de dinero si tenemos aliados fuertes capaces de afrontar los conflictos en esas regiones”.

http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/05/actualidad/1407262134_673575.html
 

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Dos dictadores africanos duermen en ‘casa’

Los presidentes de Guinea Ecuatorial y Gambia poseen mansiones a las afueras de Washington

Joan Faus Potomac 6 AGO 2014 - 02:47 CEST15


Fachada de una de las casas de Obiang a las afueras de Washington. / J.F.

A lo largo de Bent Cross Drive, una amplia y silenciosa calle ajardinada, hay mansiones de ensueño. En esta exclusiva urbanización en Potomac, a las afueras de Washington, las hay propiedad de altos ejecutivos, estrellas de baloncesto y doctores, pero también de otro público menos habitual: dictadores africanos.

Los presidentes de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, y de Gambia, Yahya Jammeh, poseen grandes casas a escasos metros de distancia. Obiang y Jammeh se encuentran en Washington participando en la cumbre entre Estados Unidos y África, que empezó el lunes y termina el miércoles, y a la que han acudido delegaciones de 50 países. Ambos tenían previsto asistir la noche del martes a la cena de gala en la Casa Blanca ofrecida por el presidente de EE UU, Barack Obama, a las delegaciones de la cumbre.

Se desconoce si los dos autócratas -que llegaron al poder tras un golpe de Estado en 1979 y 1994, respectivamente, y desde entonces controlan con mano de hierro unos países azotados por la pobreza y sin elecciones libres- dormirán en casa. Las embajadas de ambas naciones no respondieron a la petición de información. Un portavoz de la Casa Blanca declinó comentar.

La esposa de Obiang compró la mansión en el año 2000 por 2,6 millones de dólares, mientras un fondo de la familia de Jammeh adquirió la suya en 2010 por 3,5 millones, según medios locales y grupos del exilio gambiano que citan datos fiscales. El presidente ecuatoguineano posee otra en Potomac, que adquirió en 1999 por 1,1 millones. Las familias de los dos regímenes de África occidental tienen casas de lujo en más países.

La esposa de Obiang compró la mansión en el año 2000 por 2,6 millones de dólares, mientras un fondo de la familia de Jammeh adquirió la suya en 2010 por 3,5 millones

La financiación de las mansiones de Obiang formó parte de la investigación que sancionó en 2005 a Riggs Bank, el banco de Washington que ayudó al dictador de la excolonia española a desviar a su cuenta personal ganancias del petróleo que debían de ser públicas. También asistió al régimen chileno de Augusto Pinochet. “EE UU puede hacer mucho más en prevenir, investigar y perseguir”, subraya Lisa Misol, investigadora de Human Rights Watch, que lamenta que en la cumbre no se aborden los abusos de derechos humanos en países como Guinea Ecuatorial y Gambia.

Potomac (Maryland) es el exponente del crecimiento mayúsculo del número de ricos en el área de Washington en la última década al calor del auge del negocio de los contratistas de defensa, los lobbies y los bufetes de abogados. Potomac es un caso aparte en el clásico paradigma de las urbanizaciones prósperas estadounidenses. Aquí las mansiones no son discretas y recogidas sino que la mayoría son escandalosamente grandes y su diseño tiende a lo extravagante, emulando palacetes con fuentes o castillos medievales.


Teodoro Obiang. / GETTY

Sin embargo, las de los autócratas africanos no llaman demasiado la atención. Son de ladrillo claro -parecidas a una especie de cottage inglés- y no descaradamente altas. Como todas, están protegidas por una valla de seguridad, y rodeadas de frondosos árboles y jardines. Y pasan desapercibidas entre los adinerados vecinos. “A mí no me molesta. Todo el mundo es tranquilo aquí”, dice Brian Mahoubi, que vive desde hace dos años a tres casas de distancia de la de Obiang.

A bordo de una bicicleta de deporte, Mahoubi es de las contadas personas que no circula en el interior de un coche de alta gama por Bent Cross Drive. Explica que Obiang viene un par de veces al año a la urbanización, que es amable y suele dar un paseo por la calle protegido por agentes de seguridad. “No hay lugar más seguro que éste”, señala. A finales de la semana pasada, en el jardín de su casa había apostados dos coches de lujo, y una mujer con atuendos africanos y una trabajadora del hogar, que declinaron hacer declaraciones.

La actitud era mucho más intimidatoria en el cul de sac en el que se encuentra la mansión de Jammeh. En la puerta había aparcado un monovolumen con cristales tintados y tres personas de seguridad invitaron al instante a este periodista a abandonar el lugar. La presencia de esporádicos no es infrecuente. En el último año DUGA, un grupo de exiliados gambianos en Washington, ha organizado varias protestas frente a la opulenta residencia.

“¡Es una broma!”, exclama su presidente, Oufaiinou Mbenga, al comparar el coste de la mansión con los índices de pobreza en el país, del 48%, según los últimos datos del Banco Mundial que se basan en los umbrales de pobreza nacionales. En Guinea Ecuatorial es del 76%. Mbenga asegura que la casa se ha financiado con “dinero ilegal” y que la mujer de Jammeh acude habitualmente a Potomac porque su hijo recibe tratamiento en un hospital de Washington por un problema médico. El dictador, en cambio, apenas lo hace. “¿Cuántos miles de niños en Gambia no tienen acceso a atención sanitaria básica? Este es el tipo de hipocresía. Viene aquí a dar la mano a Obama, pero la miseria continuará”, deplora.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/05/actualidad/1407261047_303092.html
 
Obama ni loco pone tropas en el suelo africano, si no lo quiere hacer en Irak salvo asesores y contractors menos se va a meter en Nigeria, también hay malos recuerdos desde la otra punta del continente africano con los Rangers y Deltas en Somalia.


El gobierno de Nigeria intenta comprometer tropas norteamericanas en su territorio para combatir a la secta islamista Boko Haram

En una entrevista concedida al “Wall Street Journal”, Goodluck Jonathan pide la ayuda de los norteamericanos en su lucha contra Boko Haram. El presidente nigeriano pide particularmente el envío de tropas norteamericanas terrestres para combatir a la secta islamista.

En su primera entrevista concedida a un medio de comunicación masivo occidental este año, Goodluck Jonathan pidió ayuda a Estados Unidos para combatir a los islamistas de Boko Haram en suelo nigeriano. “¿Acaso ellos no combaten al EI (la organización del Estado Islámico, ndlr)? ¿Por qué no vienen a Nigeria?”, se preguntó, el viernes 13 de febrero, el presidente nigeriano en las columnas del “Wall Street Journal”. “[Los norteamericanos] son nuestros amigos. Si Nigeria tiene un problema, espero de Estados Unidos que venga a ayudarnos”.
Según el diario norteamericano, Goodluck Jonathan pidió durante la entrevista a Estados Unidos “enviar tropas de combate contra el problema más espinoso de su país: la insurgencia islamista de Boko Haram”. El presidente del país más poblado de África declaró que había pedido a Estados Unidos, desde principios del 2014, enviar soldados así como consejeros militares a Nigeria para combatir a la secta islamista.

“Ningún proyecto” de enviar tropas norteamericanas a Nigeria, afirma Washington

“No hay, por ahora, ningún proyecto de enviar o añadir nuevos soldados norteamericanos a Nigeria”, afirmó el portavoz del Pentágono, el contraalmirante John Kirby, interrogado durante una conferencia de prensa, el viernes. El alto funcionario precisó no obstante que Estados Unidos planeaba participar en la elaboración de una fuerza multinacional africana para combatir a Boko Haram. “Las negociaciones ya han comenzado”, precisó.
Estas declaraciones de Goodluck Jonathan ocurren después de meses de expansión militar y territorial de Boko Haram en el nordeste de Nigeria donde la secta islamista multiplica los ataques sin encontrar resistencia real por parte del ejército. La insurgencia y su represión provocaron más de 13.000 muertos y 1,5 millón de desplazados en el país desde el 2009.
En este contexto, las elecciones presidenciales y legislativas han sido pospuestas por seis semanas hasta el 28 de marzo. Según el presidente saliente, que se presenta a su propia reelección, este aplazamiento permitirá a las fuerzas de seguridad rechazar a los atacantes islamistas que, afirma él al 'Wall Street Journal', reciben “entrenamiento y fondos” del EI.

Una capital provincial atacada el sábado por Boko Haram

Sobre el terreno, los islamistas de Boko Haram invadieron brevemente la ciudad de Gombe el sábado. Hacia las 0900 hora local (0800 GMT), los islamistas irrumpieron en esta capital regional del nordeste de Nigeria a bordo de una treintena de pick-ups y en varias motos, disparando con armas pesadas y distribuyendo octavillas apelando a los pobladores a no ir a votar en las elecciones generales, afirmaron varios residentes consultados por teléfono.
Progresaron hasta el corazón de la ciudad, sin encontrar resistencia de las fuerzas del orden habitualmente presentes en el lugar. La ciudad fue sobrevolada por un avión militar, que sin embargo no intentó ninguna réplica contra los islamistas, afirmaron los testigos. Algunos residentes, prevenidos de su llegada por habitantes de zonas vecinas, habían abandonado los lugares.
Luego del mediodía, los islamistas se retiraron de Gombe, sin haber entrado en combates, aseguraron los testigos. Desde su domicilio, algunos residentes señalaron haber visto en las calles de Gombe patrullas de soldados nigerianos disparando al aire. “Las balas vuelan por todas partes. Los soldados tiran de cualquier manera”, denunció un habitante.
Sin embargo, ningún balance de estos últimos acontecimientos estaba disponible en lo inmediato. Como consecuencia de esta incursión, el gobernador del Estado de Gombe, Ibrahim Dankwambo, decretó un toque de queda de 24 horas sobre todo el territorio que depende de su autoridad, indicó su portavoz.


http://analisis-global.blogspot.com.ar/2015/02/el-gobierno-de-nigeria-intenta.html?spref=tw

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'Divide y vencerás', el gran juego africano de EE.UU.



África es un continente con grandes recursos naturales, un continente que ha sufrido mucho en el pasado debido a las acciones de los colonizadores, que remodelaron la región sin tener en cuenta las tradiciones y las relaciones sociales locales, un continente donde muchos países han tenido que enfrentarse, aparte de a la pobreza, el hambre y los cataclismos naturales, a guerras sangrientas y conflictos internos que, en muchos casos, perduran hasta hoy en día, mientras que en otros han dejado profundas heridas o han provocado consecuencias irrevocables para la sociedad.
Tradicionalmente, las riquezas naturales del continente negro han atraído a las naciones más poderosas, sobre todo países occidentales, que han visto en la influencia en la región un componente clave en la lucha por la influencia en el mundo.
Uno de estos países ha sido EE.UU., que, tras el colapso de la Unión Soviética, intensificó los esfuerzos para fortalecer su presencia en África. Los primeros en captar su atención fueron Sudán y Etiopía, que en el pasado habían cooperado activamente con la URSS, pero posteriormente la actividad de Washington se expandió a muchos otros países, a veces provocando 'efectos secundarios' más dañinos que las sequías o las hambrunas.
La catástrofe de Libia

Uno de los casos más emblemáticos de la expansión de EE.UU. y sus aliados de la OTAN en África es el de Libia, país que sigue sufriendo las consecuencias del 'apoyo' estadounidense a la 'democracia'.
Washington "siempre estará hombro con hombro con el pueblo libio", aseguraba el presidente Barack Obama en 2011, a inicios de la campaña militar de la OTAN en el país árabe. "EE.UU., junto con la comunidad internacional, está comprometido con el pueblo libio. Ustedes han ganado su revolución", proclamó entusiasmado el mandatario estadounidense unos meses después, el 20 de octubre, en respuesta a la noticia sobre la muerte del coronel Muammar Gaddafi, y aplaudió los futuros cambios democráticos que aguardaban al país.
Los países occidentales optaron por hacer oídos sordos a los numerosos testimonios que presentaba RT al público día tras día y a las opiniones de aquellos expertos que advertían que apostar por la oposición era un error.
Así, el diplomático norteamericano retirado George Kenney advirtió en marzo de 2011 en declaraciones a RT que una intervención militar extranjera en Libia desembocaría en un conflicto de larga duración y en el consiguiente auge del terrorismo. "La actividad de la OTAN en Libia provocará aún más agitación a nivel mundial. En mi opinión, va a pasar lo mismo que en Irak y Afganistán", pronosticó.
"La oposición libia no será capaz de crear un nuevo Gobierno estable tras derrocar al enemigo, los rebeldes deberán afrontar las contradicciones internas", comentó a RT el entonces embajador de Rusia ante la OTAN, Dmitri Rogozin, en medio del conflicto libio. "Las intervenciones otanianas, la política y la militar, en la 'primavera árabe' podrían tener como resultado un 'caliente verano árabe', con todas las circunstancias que de ello se derivan para los demás Estados de la región", volvió a insistir Rogozin a finales de 2011.

EE.UU. y sus aliados "promueven las guerras civiles en países foráneos por la simple razón de que en su ignorancia total (...) están tratando de cambiar regímenes, gran parte de los cuales ni siquiera entienden", decía en julio de 2011 en declaraciones a RT el periodista investigador Adrian Salbuchi.
Fue el 11 de septiembre de 2012 cuando Washington experimentó por primera vez en su propia piel cómo es la nueva democracia libia. El ataque contra la Embajada de EE.UU. en Bengasi se cobró la vida de cuatro estadounidenses, el embajador Christopher Stevens entre ellos. En agosto de 2013, EE.UU. se vio obligado a cerrar temporalmente 19 sedes diplomáticas en Oriente Próximo y África del Norte ante los altos riesgos de atentados terroristas. En mayo de 2014, Washington ordenó el envío de un buque de guerra hacia las costas libias.


"Las intervenciones otanianas, la política y la militar, en la 'primavera árabe' podrían tener como resultado un 'caliente verano árabe', con todas las circunstancias que de ello se derivan para los demás Estados de la región"
Dmitri Rogozin, político y diplomático ruso

Hoy en día, el país árabe sigue sumergido en el caos. Existen dos gobiernos de facto en Libia: uno, elegido por medio de elecciones legítimas, con sede en el este del país, y otro, de ideas radicales, cuyo Congreso se encuentra en Trípoli.
El pasado mes de abril, durante un encuentro en Moscú con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, el primer ministro libio, Abdalá At-Tani, apuntóa Occidente como responsable del caos reinante en el país desde la caída del régimen de Muammar Gadaffi, y pidió el apoyo de Rusia para restaurar las instituciones gubernamentales. El ministro de Relaciones Exteriores ruso subrayó, por su parte, que Moscú asiste al esfuerzo internacional, en la medida de lo posible, para estabilizar la situación en el país norteafricano, y señaló la necesidad de encontrar una manera rápida de reunificar el Estado cuanto antes.
Malí, víctima de las acciones en Libia

Como era de esperar, la guerra en Libia apoyada por la OTAN abrió 'la caja de Pandora' de la inestabilidad en los países del Sahel. Miles de combatientes de Mauritania, Malí, Níger y otros países que luchaban como mercenarios en el Ejército del exlíder libio Muammar Gaddafi regresaron a sus lugares de origen armados hasta los dientes.


"Gaddafi sabía controlar la actividad de los tuaregs en la zona del Sahel, pero ahora han emprendido su propia 'navegación'. Es gente armada, muy bien preparada, que tiene comandantes experimentados. Combatirlos es una tarea sumamente difícil"
Yevgueni Satanovski, presidente del Instituto de Oriente Próximo de Rusia

Uno de los primeros países africanos en sentir las consecuencias de la guerra en Libia fue Malí.
A lo largo de su breve historia postcolonial este país ha estado constantemente bajo la amenaza de una rebelión de las tribus del norte, principalmente los tuaregs, que aspiraban a crear un Estado independiente cuyo territorio incluiría el norte de Malí, el sur de Argelia, las provincias orientales de Mauritania y la zona norte de Níger.
El 22 de marzo de 2012, un golpe de Estado depuso al presidente de Malí Amani Toumani Toure y el 6 de abril los rebeldes tuaregs del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) proclamaron la instauración del Estado islámico de Azawad en un territorio de unos 850.000 kilómetros cuadrados.
Según denunciaron en su día las autoridades de Malí, los tuaregs, que habían formado parte de las divisiones de élite de Gaddafi, llegaron con fusiles automáticos, lanzagranadas y ametralladoras que habían recibido del régimen libio. También disponían de armas francesas más modernas suministradas durante la guerra a los rebeldes libios.
"Gaddafi sabía controlar la actividad de los tuaregs en la zona del Sahel, pero ahora han emprendido su propia 'navegación'. Es gente armada, muy bien preparada, que tiene comandantes experimentados. Combatirlos es una tarea sumamente difícil", declaró entonces el presidente del Instituto de Oriente Próximo de Rusia, Yevgueni Satanovski.
La guerra en Libia proporcionó a los exmercenarios de Gaddafi no solo dinero y armas, sino también medio año de experiencia de combate.
Además, según informó el diario 'New York Times', durante cuatro años EE.UU. llevó a cabo en la región un programa antiterrorista a gran escala, invirtiendo entre 520 y 600 millones de dólares en el entrenamiento de tropas en Malí. A los militares les enseñaron a patrullar las fronteras y a neutralizar las emboscadas, entre otros métodos de lucha contra el terrorismo. Entrenados en la lucha contra los terroristas, unidades militares del país desertaron y entraron en las filas de los extremistas islamistas, como los rebeldes tuaregs.
A finales de 2012, la escalada de violencia en el norte de Malí, ocupado por grupos separatistas, provocó una resolución de la ONU que autorizó el envío de una misión militar extranjera al país africano para restablecer la paz. Las tropas francesas fueron las primeras en llegar en enero de 2013.
A pesar de las declaraciones del presidente François Hollande de que los militares franceses no lucharían en Malí más de un mes, la intervención militar en el país africano se prolongó hasta el 13 de julio de 2014, y luego fue relevada por la operación Barkhane.
A tenor de algunos expertos, en aquella ocasión se vivió una rivalidad entre Francia y Estados Unidos por el control sobre el África poscolonial.
La constante crisis de Sudán

En 1983, una guerra civil dividió Sudán en dos partes. El conflicto, conocido como la 'Segunda Guerra Civil Sudanesa', se convirtió en uno de los episodios más violentos del siglo XX y duró hasta 2005, cuando fue firmado el acuerdo de paz.
En una primera fase del conflicto, EE.UU. apoyó al Gobierno musulmán en Jartum, que impuso en los territorios bajo su control la ley coránica, lo cual no hizo más que intensificar la lucha, pero en 1989 en el norte musulmán de Sudán se produjo un golpe militar que derivó en la llegada al poder de islamistas aún más radicales. Esta vez, Washington decidió apoyar a los rebeldes del sur.
"El hallazgo de un yacimiento de petróleo en Sudán en 1990 por parte de la compañía estadounidense Chevron no hizo más que echar más leña al fuego", escribe Alexánder Sharkovski, analista del portal nvo.ng.ru, quien destaca el carácter más violento de la guerra en las zonas con presencia de petróleo.
Los combates dificultaban la actividad de los magnates estadounidenses, y en 1994 EE.UU. presionó a las partes del conflicto para que firmaran una nueva estructura estatal. Sin embargo, los dirigentes del norte musulmán no accedieron y los servicios secretos de EE.UU. orquestaron disturbios, encabezados por una fuerte oposición, apoyada por Occidente, recuerda Sharkovski.
En 2005 fue firmado el acuerdo de paz y empezó el proceso de transición, que culminó con la independencia de Sudán del Sur. Sin embargo, la ansiada paz no ha llegado a ninguno de los dos países.
Según Sharkovski, Washington suministra apoyo, incluido el militar, a los dos Estados, y los dos países, a pesar de sus ricos recursos, dependen en gran medida de la ayuda estadounidense. "Ambos países están sumidos en la pobreza y la corrupción, y sufren sus consecuencias", lamenta el analista.
Etiopía, bajo constante presión del 'aliado'

Etiopía, vecina de Sudán, también ha pasado por periodos difíciles en su historia, una historia que también ha sido marcada por la influencia de EE.UU.
En 1993, el país se dividió en dos, Etiopía y Eritrea. En 1996, bajo la presión de EE.UU. y dos años antes de empezar una guerra entre sí, las fuerzas terrestres de Eritrea y Etiopía participaron en la guerra civil de Sudán, apoyadas por la Fuerza Aérea de EE.UU.
Después del 11 de septiembre 2001, los servicios de inteligencia norteamericanos crearon en Etiopía un campamento para entrenar a los combatientes de la oposición somalí. También abrieron aeródromos en el país para operaciones aéreas tradicionales y con aviones no tripulados contra Somalia y Yemen.
Así, desde 2011 EE.UU. ha tenido una base de drones militares en Arba Minch, en el sur de Etiopía.
En 2006, también bajo presión estadounidense, Etiopía envió tropas a Somalia, que siguen presentes allí en la actualidad.
Intervención en Somalia

A principios de los años 90 Somalia fue escenario de una caótica guerra civil y de una catástrofe humanitaria.
En 1992, como parte de la operación de la ONU Restaurar la Esperanza, George H. W. Bush envió al país 28.000 soldados. La misión la amplió el sucesor de Bush, Bill Clinton, para hacer frente a algunos señores de la guerra considerados responsables de los disturbios y el caos en el país.
En octubre de 1993, los guerrilleros somalíes organizaron una emboscada contra la Fuerza de Reacción Rápida de EE.UU. Como resultado de la batalla fueron derribados dos helicópteros estadounidenses UH-60 Black Hawk, 18 militares murieron, más de 70 resultaron heridos y Bill Clinton anunció la retirada de las fuerzas estadounidenses del país.
Para comienzos de 2000, en Somalia cobró fuerza la Unión de Cortes Islámicas (UCI), un grupo radical que recibía apoyo de Arabia Saudita y otros países del Golfo.
Ante esta amenaza, los representantes de la inteligencia de EE.UU. persuadieron y financiaron a los señores de la guerra somalíes para que crearan una alianza contra la Unión (la Alianza para la Restauración de la Paz y Contra el Terrorismo, ARPCT), campaña que provocó duras críticas entre los funcionarios norteamericanos ya que, según argumentaban, socavó todos los esfuerzos antiterroristas en Somalia, informó entonces 'The New York Times'.
La alianza creada gracias a EE.UU. estaba profundamente dividida y era poco eficaz, y en julio de 2006 las fuerzas de la Unión de Cortes Islámicas tomaron Mogadiscio, la capital de Somalia. En diciembre, ya controlaban todo el territorio del país.
El 21 de diciembre de 2006 comenzó oficialmente la guerra entre Somalia, bajo el control de la UCI, y Etiopía, que apoyó a las fuerzas del Gobierno Transicional de Somalia y de los gobiernos de las regiones autónomas de Puntland y Galmudug.
En enero de 2007 EE.UU., apoyado por el entonces presidente somalí, Abdullahi Yusuf Ahmed, intervino directamente en la guerra, lanzando ataques aéreos contra los supuestos líderes de Al Qaeda en este país y la UCI.
En agosto de 2008, el grupo radical Al Shabaab se escindió de la UCI y emprendió una guerra contra la coalición creada por EE.UU. que dura hasta hoy. El grupo, que colabora con organizaciones terroristas como Al Qaeda, está tratando de derrocar al Gobierno de Mogadiscio respaldado por Occidente e imponer su propia versión estricta de la ley islámica en el país, mientras que el Gobierno Transicional sigue sin lograr unidad y resistiendo únicamente gracias al apoyo de Etiopía.
A principios de 2014, EE.UU. desplegó casi dos docenas de tropas regulares en el país para entrenamiento y asesoría.
Además, en julio de 2014, Washington reveló que había mantenido presencia militar secreta en Somalia durante los últimos siete años. Un destacamento variable de hasta 120 militares que incluía miembros de las fuerzas especiales permanecía en el país.
Como resultado de la constante intervención norteamericana, "los Gobiernos de los países del Cuerno de África –Sudán, Sudán del Sur, Somalia y Etiopía– se han visto entre la espada y la pared, y ahora dependen totalmente de la ayuda de Estados Unidos", opina Alexánder Sharkovski.
Tropas en otros países africanos

En 2014, 'The Washington Post' publicó un sorprendente mapa que revelaba en qué naciones subsaharianas había presencia militar estadounidense involucrada en operaciones militares reales.
Según indicó el rotativo, este hecho podría ser descrito como "una creciente guerra en la sombra" contra los afilados de Al Qaeda y otros grupos militantes.
Aparte de los casos ya mencionados, el mapa incluía los siguientes países:
Burkina Faso

Desde el año 2007 EE.UU. tiene una base en la capital, Uagadugú, que actúa como centro de una red de espionaje estadounidense en la región. Los aviones espía salen de la base para volar sobre Malí, Mauritania y el Sáhara en busca de los combatientes de Al Qaeda del Magreb Islámico.

República del Congo

Las tropas de EE.UU. en este país ayudan a la nación en la búsqueda de miembros de la guerrilla ugandesa Ejército de Resistencia del Señor, dirigida por Joseph Kony.

República Centroafricana

En abril de 2013 EE.UU. tenía alrededor de 40 tropas en este Estado que ayudaban a la búsqueda del Ejército de Resistencia del Señor.

Chad

En mayo de 2014, Washington anunció que enviaría 80 tropas al país para que colaboraran en la búsqueda de las niñas nigerianas secuestradas por el grupo terrorista islamista Boko Haram.

Yibuti

El Ejército de EE.UU. tiene una gran base conocida como 'Camp Lemonnier' en el Aeropuerto Internacional de Yibuti-Ambouli. Allí permanecen alrededor de 4.000 militares, así como una gran cantidad de aviones y drones.

Kenia

En la instalación denominada 'Camp Simba', cerca de la frontera con Somalia, hay alrededor de 60 militares desde noviembre de 2013.

Níger

En 2013 la Fuerza Aérea de EE.UU. estableció una base de drones en la capital, Niamey. La Casa Blanca declaró que en la base hay alrededor de 100 militares en una misión de "recopilación de inteligencia".

Nigeria

A principios de mayo de 2014 un pequeño equipo de soldados norteamericanos y asesores civiles fue desplegado en Nigeria para unirse a la búsqueda de las niñas secuestradas por Boko Haram. Esas tropas se unieron a alrededor de 70 militares en Nigeria, 50 de ellos asignados regularmente a la Embajada de EE.UU., y 20 infantes de marina que realizaban entrenamientos.

Uganda

EE.UU. tiene una base en la ciudad de Entebbe, desde la cual vuela un avión de vigilancia PC-12 en busca del Ejército de Resistencia del Señor. El número total de tropas norteamericanas en Uganda es de alrededor de 300, y están oficialmente en el país para "proporcionar información, asesoramiento y asistencia" a una fuerza de la Unión Africana en busca de Kony.
Los objetivos de EE.UU. en África
Los estadounidenses incluyen a África en la zona de sus intereses vitales. En 2008, por ejemplo, se creó el Comando Especial Africano de las Fuerzas Armadas de EE.UU. (AFRICOM). La importancia estratégica de África es evidente y va desde las vías navales del canal de Suez y el Cuerno de África hasta los recursos naturales del continente.
En opinión de muchos expertos, EE.UU. realmente necesita mantener sus posiciones en África ya que si no toma medidas, en un futuro próximo será 'expulsado' del continente.
Además, algunos analistas apuntan que el mantenimiento de la influencia en el continente es el 'último recurso' de Barack Obama para salvar su reputación asociada de alguna manera con los fracasos de su política exterior.
"La política exterior del presidente estadounidense es considerada por numerosos expertos un fracaso total, (...) por lo que Obama todavía tiene que mostrar al menos algunos progresos en este ámbito", opinó el analista político Piotr Akópov en un artículo en el portal ruso Vzgliad tras la cumbre en la que participaron el mandatario estadounidense y 47 jefes de Estado africanos en la capital de EE.UU. en agosto de 2014.
Finalmente, la cumbre fue vista por muchos como una manifestación del intento de EE.UU. de oponerse al avance de competidores, sobre todo China, en el continente negro.
Los rivales de EE.UU. en África

China, el principal rival por la influencia en África
El principal rival de los países occidentales, sobre todo EE.UU., en la lucha por las esferas de influencia en África es China, cuya campaña en el continente comenzó hace un cuarto de siglo. Aunque los chinos comenzaron a establecer relaciones en los años sesenta, antes del inicio de los años noventa no contaban con los recursos necesarios para aumentar significativamente su peso en el continente.
Los recursos naturales de África son vitales para el rápido crecimiento del gigante asiático, y durante los últimos años Pekín ha sido capaz de hacer un progreso considerable en su expansión por el continente. Desde el año 2000 China organiza cumbres similares a la de EE.UU, y el volumen de comercio entre China y África en 2014 ya duplicaba la balanza entre EE.UU. y África.

La posición general de Occidente en África es todavía más influyente que la de China. Por ejemplo, Francia controla prácticamente todo el sistema financiero de los Estados de África Occidental, pero el poder de China realmente preocupa a los representantes de los países occidentales.


"Los Gobiernos de los países del Cuerno de África –Sudán, Sudán del Sur, Somalia y Etiopía– se han visto entre la espada y la pared, y ahora dependen totalmente de la ayuda de Estados Unidos"
Alexánder Sharkovski, analista ruso

Rusia vuelve a ganar terreno en el continente africano
La URSS en su momento invirtió una gran cantidad de dinero y esfuerzo en el continente. De 1960 a 1990, la Unión Soviética fue la fuerza más importante en el continente africano porque los países liberados del colonialismo buscaban ayuda para llegar a ser realmente independientes.
La URSS les dio lo que pedían: préstamos, equipos y la construcción de infraestructura. El entendimiento ideológico también fue importante, ya que muchos países optaron por el camino socialista, el único que les daba la oportunidad de liberarse de los dictados de Occidente.

Aunque con el colapso de la URSS los rusos abandonaron casi completamente África, a principios de los años 2000 comenzó un retorno gradual al continente. Actualmente las principales empresas mineras de Rusia trabajan en Angola, Guinea, Namibia, Nigeria y Sudáfrica. En general, las posiciones de Rusia son más potentes en el sur del continente.
La espiral de la historia
Las bases de muchos de los problemas actuales de África fueron creadas por los colonizadores, sostiene en su artículo Alexánder Sharkovski.
Según explica el analista, los europeos "lo remodelaron todo a su manera", sin tener en cuenta las tradiciones locales, las relaciones sociales y las características culturales de los países africanos, y "entonces colocaron una bomba de relojería que se ha activado ahora".
"Hoy en día, los países occidentales, en primer lugar, EE.UU. y las corporaciones multinacionales que explotan África y sus recursos, están aprovechando la situación de crisis creada gracias a los esfuerzos de estos mismos países occidentales", opina el autor del artículo, explicando que "los debilitados Gobiernos nacionales, uno tras otro, se encuentran en una situación de dependencia del apoyo de EE.UU. y sus aliados".
En opinión del analista, la política actual de Occidente hacia África evoca la del Imperio británico, basada en el principio de 'divide y vencerás', y otra analogía relaciona a EE.UU. con las políticas del Imperio romano.
"Todos sabemos qué pasó después. Y no olvidemos que la historia tiende a repetirse", concluye el experto.

En la elaboración del material se han utilizado los archivos multimedia de RT, RIA Novosti, Reuters y AFP.
Redactado por María Lekant
http://actualidad.rt.com/actualidad/174097-eeuu-africa-libia-somalia-recursos
 

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El juego africano de EE.UU.
Guerras religiosas, conflictos étnicos, levantamientos separatistas. El Pentágono azuza, financia y potencia conflictos de todo tipo en África para balcanizar su territorio y profundizar el saqueo de los recursos naturales estratégicos.


Tanques y fusiles. Los levantamientos separatistas suelen estar financiados por las potencias occidentales.
Tradicionalmente, las riquezas naturales del continente negro han atraído a las naciones más poderosas, sobre todo países occidentales, que han visto en la influencia en la región un componente clave en la lucha por la influencia en el mundo. África es un continente con grandes recursos naturales, un continente que ha sufrido mucho en el pasado debido a las acciones de los colonizadores, que remodelaron la región sin tener en cuenta las tradiciones y las relaciones sociales locales, un continente donde muchos países han tenido que enfrentarse, aparte de a la pobreza, el hambre y los cataclismos naturales, a guerras sangrientas y conflictos internos que, en muchos casos, perduran hasta hoy en día, mientras que en otros han dejado profundas heridas o han provocado consecuencias irrevocables para la sociedad.
Uno de estos países ha sido EE.UU., que, tras el colapso de la Unión Soviética, intensificó los esfuerzos para fortalecer su presencia en África. Los primeros en captar su atención fueron Sudán y Etiopía, que en el pasado habían cooperado activamente con la URSS, pero posteriormente la actividad de Washington se expandió a muchos otros países, a veces provocando ‘efectos secundarios’ más dañinos que las sequías o las hambrunas.
La catástrofe de Libia. Uno de los casos más emblemáticos de la expansión de EE.UU. y sus aliados de la OTAN en África es el de Libia, país que sigue sufriendo las consecuencias del ‘apoyo’ estadounidense a la ‘democracia’.Washington “siempre estará hombro con hombro con el pueblo libio”, aseguraba el presidente Barack Obama en 2011, a inicios de la campaña militar de la OTAN en el país árabe. “EE.UU., junto con la comunidad internacional, está comprometido con el pueblo libio. Ustedes han ganado su revolución”, proclamó entusiasmado el mandatario estadounidense unos meses después, el 20 de octubre, en respuesta a la noticia sobre la muerte del coronel Muammar Khadafi, y aplaudió los futuros cambios democráticos que aguardaban al país.
Sin embargo, el diplomático norteamericano retirado George Kenney advirtió en marzo de 2011 en declaraciones a la cadena de noticias Russia Today (RT), que una intervención militar extranjera en Libia desembocaría en un conflicto de larga duración y en el consiguiente auge del terrorismo. “La actividad de la OTAN en Libia provocará aún más agitación a nivel mundial. En mi opinión, va a pasar lo mismo que en Irak y Afganistán”, pronosticó.
“La oposición libia no será capaz de crear un nuevo gobierno estable tras derrocar al enemigo, los rebeldes deberán afrontar las contradicciones internas”, comentó a RT el entonces embajador de Rusia ante la OTAN, Dmitri Rogozin, en medio del conflicto libio. “Las intervenciones de la OTAN, la política y la militar, en la ‘primavera árabe’ podrían tener como resultado un ‘caliente verano árabe’, con todas las circunstancias que de ello se derivan para los demás Estados de la región”, volvió a insistir Rogozin a finales de 2011. EE.UU. y sus aliados “promueven las guerras civiles en países foráneos por la simple razón de que en su ignorancia total están tratando de cambiar regímenes, gran parte de los cuales ni siquiera entienden”, decía en julio de 2011 en declaraciones a RT el periodista investigador Adrian Salbuchi.
Fue el 11 de septiembre de 2012 cuando Washington experimentó por primera vez en su propia piel cómo es la nueva democracia libia. El ataque contra la Embajada de EE.UU. en Bengasi se cobró la vida de cuatro estadounidenses, el embajador Christopher Stevens, entre ellos. En agosto de 2013, EE.UU. se vio obligado a cerrar temporalmente 19 sedes diplomáticas en Oriente Próximo y África del Norte ante los altos riesgos de atentados terroristas. Por último, en mayo de 2014, Washington ordenó el envío de un buque de guerra hacia las costas libias.
Hoy en día, el país árabe sigue sumergido en el caos. Existen dos gobiernos de facto en Libia: uno, elegido por medio de elecciones legítimas, con sede en el este del país, y otro, de ideas radicales, cuyo Congreso se encuentra en Trípoli.
Malí, víctima colateral de Libia. Como era de esperar, la guerra en Libia apoyada por la OTAN abrió ‘la caja de Pandora’ de la inestabilidad en los países del Sahel. Miles de combatientes de Mauritania, Malí, Níger y otros países que luchaban como mercenarios en el Ejército del ex líder libio Muammar Khadafi regresaron a sus lugares de origen armados hasta los dientes.
A lo largo de su breve historia post-colonial este país ha estado constantemente bajo la amenaza de una rebelión de las tribus del norte, principalmente los tuaregs, que aspiraban a crear un Estado independiente cuyo territorio incluiría el norte de Malí, el sur de Argelia, las provincias orientales de Mauritania y la zona norte de Níger.
El 22 de marzo de 2012, un golpe de Estado depuso al presidente de Malí Amani Toumani Toure y el 6 de abril los rebeldes tuaregs del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) proclamaron la instauración del Estado islámico de Azawad en un territorio de unos 850.000 kilómetros cuadrados.
Según denunciaron en su día las autoridades de Malí, los tuaregs, que habían formado parte de las divisiones de elite de Khadafi, llegaron con fusiles automáticos, lanzagranadas y ametralladoras que habían recibido del régimen libio. También disponían de armas francesas más modernas suministradas durante la guerra a los rebeldes libios.
“Khadafi sabía controlar la actividad de los tuaregs en la zona del Sahel, pero ahora han emprendido su propia ‘navegación’. Es gente armada, muy bien preparada, que tiene comandantes experimentados. Combatirlos es una tarea sumamente difícil”, declaró entonces el presidente del Instituto de Oriente Próximo de Rusia, Yevgueni Satanovski.
Además, según informó el diario New York Times, durante cuatro años EE.UU. llevó a cabo en la región un programa antiterrorista a gran escala, invirtiendo entre 520 y 600 millones de dólares en el entrenamiento de tropas en Malí. A los militares les enseñaron a patrullar las fronteras y a neutralizar las emboscadas, entre otros métodos de lucha contra el terrorismo. Entrenados en la lucha contra los terroristas, unidades militares del país desertaron y entraron en las filas de los extremistas islamistas, como los rebeldes tuaregs.
A finales de 2012, la escalada de violencia en el norte de Malí, ocupado por grupos separatistas, provocó una resolución de la ONU que autorizó el envío de una misión militar extranjera al país africano para restablecer la paz. Las tropas francesas fueron las primeras en llegar en enero de 2013. A pesar de las declaraciones del presidente François Hollande de que los militares franceses no lucharían en Malí más de un mes, la intervención militar en el país africano se prolongó hasta el 13 de julio de 2014, y luego fue relevada por la operación Barkhane. A tenor de algunos expertos, en aquella ocasión se vivió una rivalidad entre Francia y Estados Unidos por el control sobre el África poscolonial.
La constante crisis de Su-dán. En 1983, una guerra civil dividió Sudán en dos partes. El conflicto, conocido como la ‘Segunda Guerra Civil Sudanesa’, se convirtió en uno de los episodios más violentos del siglo XX y duró hasta 2005, cuando fue firmado el acuerdo de paz. En una primera fase del conflicto, EE.UU. apoyó al gobierno musulmán en Jartum, que impuso en los territorios bajo su control la ley coránica, lo cual no hizo más que intensificar la lucha, pero en 1989 en el norte musulmán de Sudán se produjo un golpe militar que derivó en la llegada al poder de islamistas aún más radicales. Esta vez, Washington decidió apoyar a los rebeldes del sur.
“El hallazgo de un yacimiento de petróleo en Sudán en 1990 por parte de la compañía estadounidense Chevron no hizo más que echar más leña al fuego”, escribe Alexánder Sharkovski, analista del portal nvo.ng.ru, quien destaca el carácter más violento de la guerra en las zonas con presencia de petróleo.
Los combates dificultaban la actividad de los magnates estadounidenses, y en 1994 EE.UU. presionó a las partes del conflicto para que firmaran una nueva estructura estatal. Sin embargo, los dirigentes del norte musulmán no accedieron y los servicios secretos de EE.UU. orquestaron disturbios, encabezados por una fuerte oposición, apoyada por Occidente, recuerda Sharkovski.
En 2005 fue firmado el acuerdo de paz y empezó el proceso de transición, que culminó con la independencia de Sudán del Sur. Sin embargo, la ansiada paz no ha llegado a ninguno de los dos países. Según Sharkovski, Washington suministra apoyo, incluido el militar, a los dos Estados, y los dos países, a pesar de sus ricos recursos, dependen en gran medida de la ayuda estadounidense. “Ambos países están sumidos en la pobreza y la corrupción, y sufren sus consecuencias”, lamenta el analista.
Etiopía, la eterna presión del “aliado”. Etiopía, vecina de Sudán, también ha pasado por períodos difíciles en su historia, una historia que también ha sido marcada por la influencia de EE.UU. En 1993, el país se dividió en dos, Etiopía y Eritrea. En 1996, bajo la presión de EE.UU. y dos años antes de empezar una guerra entre sí, las fuerzas terrestres de Eritrea y Etiopía participaron en la guerra civil de Sudán, apoyadas por la Fuerza Aérea de EE.UU.
Después del 11 de septiembre 2001, los servicios de inteligencia norteamericanos crearon en Etiopía un campamento para entrenar a los combatientes de la oposición somalí. También abrieron aeródromos en el país para operaciones aéreas tradicionales y con aviones no tripulados contra Somalia y Yemen. Así, desde 2011, EE.UU. ha tenido una base de drones militares en Arba Minch, en el sur de Etiopía. En 2006, también bajo presión estadounidense, Etiopía envió tropas a Somalia, que siguen presentes allí en la actualidad.
Intervención en Somalia. A principios de los años ’90, Somalia fue escenario de una caótica guerra civil y de una catástrofe humanitaria. En 1992, como parte de la operación de la ONU Restaurar la Esperanza, George H. W. Bush envió al país 28.000 soldados. La misión la amplió el sucesor de Bush, Bill Clinton, para hacer frente a algunos señores de la guerra considerados responsables de los disturbios y el caos en el país.
En octubre de 1993, los guerrilleros somalíes organizaron una emboscada contra la Fuerza de Reacción Rápida de EE.UU. Como resultado de la batalla fueron derribados dos helicópteros estadounidenses UH-60 Black Hawk, 18 militares murieron, más de 70 resultaron heridos y Bill Clinton anunció la retirada de las fuerzas estadounidenses del país.
Para comienzos de 2000, en Somalia cobró fuerza la Unión de Cortes Islámicas (UCI), un grupo radical que recibía apoyo de Arabia Saudita y otros países del Golfo. Ante esta amenaza, los representantes de la inteligencia de EE.UU. persuadieron y financiaron a los señores de la guerra somalíes para que crearan una alianza contra la Unión (la Alianza para la Restauración de la Paz y Contra el Terrorismo, Arpct), campaña que provocó duras críticas entre los funcionarios norteamericanos ya que, según argumentaban, socavó todos los esfuerzos antiterroristas en Somalia, informó entonces The New York Times.
La alianza creada gracias a EE.UU. estaba profundamente dividida y era poco eficaz, y en julio de 2006 las fuerzas de la Unión de Cortes Islámicas tomaron Mogadiscio, la capital de Somalia. En diciembre, ya controlaban todo el territorio del país. El 21 de diciembre de 2006 comenzó oficialmente la guerra entre Somalia, bajo el control de la UCI, y Etiopía, que apoyó a las fuerzas del Gobierno Transicional de Somalia y de los gobiernos de las regiones autónomas de Puntland y Galmudug.
En enero de 2007, EE.UU., apoyado por el entonces presidente somalí, Abdullahi Yusuf Ahmed, intervino directamente en la guerra, lanzando ataques aéreos contra los supuestos líderes de Al Qaeda en este país y la UCI.
En agosto de 2008, el grupo radical Al Shabaab se escindió de la UCI y emprendió una guerra contra la coalición creada por EE.UU. que dura hasta hoy. El grupo, que colabora con organizaciones terroristas como Al Qaeda, está tratando de derrocar al gobierno de Mogadiscio respaldado por Occidente e imponer su propia versión estricta de la ley islámica en el país, mientras que el gobierno transicional sigue sin lograr unidad y resistiendo únicamente gracias al apoyo de Etiopía.
A principios de 2014, EE.UU. desplegó casi dos docenas de tropas regulares en el país para entrenamiento y asesoría. Además, en julio de 2014, Washington reveló que había mantenido presencia militar secreta en Somalia durante los últimos siete años. Un destacamento variable de hasta 120 militares que incluía miembros de las fuerzas especiales permanecía en el país. Como resultado de la constante intervención norteamericana, “los gobiernos de los países del Cuerno de África –Sudán, Sudán del Sur, Somalia y Etiopía– se han visto entre la espada y la pared, y ahora dependen totalmente de la ayuda de Estados Unidos”, opina Alexánder Sharkovski.
la nacion
 
En medio de una reducción de Estados Unidos, Francia se esfuerza por mantener su línea en el Sahel

Stephen Rakowski
Analista de África Subsahariana, Stratfor



Un entrenador del ejército de los Estados Unidos instruye a los soldados malienses el 12 de abril de 2018, durante un ejercicio antiterrorista cerca de Uagadugú, Burkina Faso. Francia está preocupada por ayudar a gestionar la militancia regional después de que Estados Unidos abandone el área.

(ISSOUF SANOGO / AFP a través de Getty Images)

https://worldview.stratfor.com/article/amid-us-drawdown-france-strives-hold-its-line-sahel

Formalmente, al menos, no se ha tomado una decisión, pero la escritura parece estar en la pared: Estados Unidos está considerando retirar el personal de seguridad y los activos de África occidental. Es una decisión que aumenta la ansiedad en París, ya que los planificadores de defensa franceses reflexionan sobre las consecuencias de una retirada de Estados Unidos, particularmente del Sahel plagado de seguridad. Ya altos funcionarios de seguridad franceses, incluida la ministra de las Fuerzas Armadas, Florence Parly (la contraparte de la secretaria de defensa de Estados Unidos), han prometido ir a Washington para tratar de disuadir a los estadounidenses de retirarse recordándoles que Francia apoya los esfuerzos de Estados Unidos en otras regiones, como El Cuerno de África y Medio Oriente. Sin embargo, si bien los franceses pueden tener algunos aliados en el Congreso de los EE. UU., El Departamento de Defensa y el Departamento de Estado, es probable que la administración Trump siga adelante con su plan de trasladar personal y activos a otros lugares para contrarrestar mejor la influencia rusa y china. Eso, a su vez, podría dejar a Francia luchando por detener un avance militante antes de llegar a aliados más importantes a lo largo de la costa.

¿Francia sola?

La retirada de Estados Unidos tendrá consecuencias para Francia y el Sahel. Primero, pondrá más responsabilidad del antiterrorismo en París y sus aliados africanos, que ya han luchado contra la creciente ola de militancia en los últimos años, incluso a pesar de las operaciones directas de los EE. UU. En la región y la financiación de las operaciones de Francia por una suma de aproximadamente $ 44 millones al año. Washington, además, brinda apoyo logístico; inteligencia crucial, vigilancia y reconocimiento; y otra asistencia crítica. En consecuencia, una retirada repentina de los EE. UU. Daría lugar a un déficit de inteligencia para Francia, que tiene relativamente pocos recursos en la región en comparación con los Estados Unidos, creando así más espacio para que la militancia se infecte. La retirada también suscitará preocupaciones en los estados costeros de África occidental, que presentan un atractivo objetivo para los grupos militantes afiliados a Al Qaeda y al Estado Islámico debido a sus estrechos vínculos con Francia y Estados Unidos y grandes poblaciones de expatriados y turistas occidentales.



Para complicar las cosas para París, sus aliados africanos están luchando con sus propios desafíos internos. El más crítico es Mali, que está luchando con una gobernanza profunda, la corrupción y otros problemas que proporcionan aún más forraje para que los grupos militantes los exploten. Sin embargo, la vecina Burkina Faso ha sufrido la mayor parte del empeoramiento de la seguridad de Malí, ya que los militantes han expandido enormemente su alcance al estado sin litoral, que limita con cuatro países costeros de África occidental. De hecho, la difícil situación de seguridad de Burkina Faso se ha vuelto tan desesperada que los legisladores han aprobado una medida para armar a los ciudadanos contra los ataques. Pero incluso si se implementa, el armamento de vigilantes mal entrenados sería mucho más probable que avivara la violencia interétnica que detener el progreso de los yihadistas.

Mientras tanto, Francia, según los informes, está tratando de persuadir a otros miembros de la Unión Europea para que asignen más tropas y recursos para la lucha contra el terrorismo, aunque sin mucho éxito. De hecho, las propuestas muy anunciadas para proceder con la Operación Tacouba, que reuniría a las fuerzas francesas, europeas y africanas en un frente más unificado contra los militantes, aún no han encontrado muchos tomadores en Europa.

Con Francia cada vez más desprovista de un poderoso apoyo en el Sahel, será importante monitorear cómo París cambia su estrategia en la región, especialmente a medida que su muy publicitada Fuerza Conjunta G5 Sahel lucha por despegar en medio de la capacitación y las limitaciones financieras. Según los informes, el presidente francés, Emmanuel Macron, emitirá una decisión final el 29 de enero sobre si Francia agregará más activos y tropas a la lucha antiterrorista según lo redactado por el general Francois Lecointre, jefe de gabinete del ejército. Independientemente de lo que decida Macron, Francia podría eventualmente dirigir más de sus esfuerzos y activos hacia esfuerzos multilaterales como la "Coalición por el Sahel", que según los informes involucrará a las fuerzas francesas y del Sahel bajo una estructura de comando unificada. Un mayor énfasis en los esfuerzos multilaterales podría permitir que París reduzca lentamente sus esfuerzos unilaterales más costosos como la Operación Barkhane, su operación antiterrorista de aproximadamente 4.500 tropas que se extiende por gran parte de la vasta región del Sahel. Como mínimo, Francia quiere disminuir su carga sin aumentar la probabilidad de que los aliados regionales como Mali, Burkina Faso y Níger colapsen o que los aliados costeros, y las principales economías regionales, como Costa de Marfil, Ghana e incluso Nigeria sufran algún impacto negativo.



Contemplando la tarea en cuestión

Hay dos posibles giros en la reducción de Estados Unidos en África occidental. En primer lugar, podría decirse que le ha dado a Francia más influencia sobre sus disputas aliados africanos, ya que temen las consecuencias de una partida occidental absoluta que los dejaría lidiar solo con el espectro de la lucha contra los militantes. De hecho, durante una reciente cumbre antiterrorista del Sahel entre Macron y sus homólogos del G5 Sahel, el presidente francés dijo que estaba considerando una retirada progresiva de seis meses de las fuerzas francesas del teatro si los aliados no logran avanzar en la seguridad o la política. cuestiones. La amenaza de Macron puede haber sido un intento de obligar a los aliados reticentes, particularmente Malí, a emprender movimientos políticos más duros como tomar medidas enérgicas contra las milicias apoyadas por el gobierno que han violado los derechos humanos en el centro del país y en el extremo norte o trabajando para implementar partes del 2015 en gran parte olvidado. Acuerdo de Argel, que tenía como objetivo poner fin al conflicto entre Bamako y su separatista del extremo norte.

El segundo giro posible es que la reducción de los EE. UU. Y la creciente presión sobre el ejército francés podrían atraer a competidores como Rusia a mudarse a la región. En su Pronóstico Anual 2020, Stratfor señaló que Rusia probablemente buscaría hacer grandes avances en la región a través de su diplomacia militar, que incluye envíos de armas y el uso de contratistas militares privados como el Grupo Wagner, que ya está presente en varios países africanos. países como la República Centroafricana.

A medida que Estados Unidos se acerca a una salida del Sahel, Francia se quedará contemplando las tareas que se avecinan en sus esfuerzos por controlar el empeoramiento de la seguridad. Pero con estados del Sahel como Malí apenas funcionando en medio del salto en la actividad militante, París tendrá que repensar su estrategia actual antes de que ocurran más escenarios de pesadilla, como la propagación de la militancia a uno de los motores económicos de la región, Costa de Marfil.
 
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