Bélgica podría dividirse en dos Estados por la crisis

Tranquilos los Belgas...

Pseudonaciones tampon.

Son un invento, pero cuál es la solución?
PS: yo también anduve con una belga, pero no era xenófoba. De hecho estaba en el medio len todo sentido: es de Bruselas, de origen flamenco pero francoparlante...claramente en contra de la separación y, en todo caso, que Bruselas se quede en Flandes (Bruselas - Halle Vilvoorde es uno de los nudos de la cuestión me parece).
Saludos.
 

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Bélgica en el "Guinness" por falta de gobierno

Bélgica cuenta con un gobierno interino.Bélgica entró en el libro Guinness de los récords al cumplirse 310 días sin gobierno estable, después de las elecciones anticipadas de junio del año pasado. El anterior récord de país europeo sin gabinete estable pertenece a Holanda, país que en 1977 necesitó de 207 días para la formación de gobierno.

Bélgica superó también a Irak en esta plusmarca, dado que el país árabe necesitó de 289 días en 2009 para concretar un gobierno estable. Desde junio de 2010, Bélgica cuenta con un gobierno en funciones dirigido por el primer ministro interino democristiano Yves Leterme.

A pesar del récord de Bélgica, Irak mantiene ese título por haber sido el país del mundo que más tiempo estuvo sin un gobierno democrático, en el marco de un conflicto.

No obstante, existe cierto desacuerdo en la propia Bélgica sobre si el país mantiene o no el récord de país sin gabinete estable. El periódico "L'Echo", por ejemplo, informó el mes pasado de que en realidad es Camboya quien ostenta ese título, después de que entre 2003 y 2004 el país asiático necesitara 353 días para formar gabinete.

El libro Guinness tiene registrados más de 40.000 récords en su base de datos, 4.000 de los cuales se publican anualmente en el famoso Libro. No está claro si Bélgica figurará ya en la próxima edición, que aparece en octubre.
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Por si les faltaba algo a los Belgas pario la abuela

Un affaire de hace 70 años y un viaje al Congo sacuden a la realeza belga
El rey Alberto II tiene que lidiar con la aparición de una bastarda de su padre, el apoyo de su hijo a Kadafi y la impopularidad de su heredero.

La crisis institucional más larga del mundo persiste en Bélgica, con más de un año sin gobierno estable desde que el primer ministro Yves Leterme, presentó su dimisión. Por si esto no fuera poco, la Familia Real de ese país, cuyo papel unificador es preponderante en tiempos de crisis política, atraviesa días oscuros causados por asuntos turbios y escándalos de diversa índole.

El año empezó con el pie izquierdo para el rey Alberto II y su familia, al ser revelado que el padre del rey, Leopoldo III, tuvo hace setenta años una hija (Ingeborg Verdun) con su amante austriaca, Lisselotte Landbeck, campeona mundial de patinaje a la que conoció en los años 30, luego de enviudar de la reina Astrid. Los medios sensacionalistas belgas comentan ampliamente el descubrimiento, y revuelven las llagas de la familia real recordando que el propio Alberto II tuvo también, en los años 60, una hija secreta con su amante y a espaldas de la reina Paola.

El siguiente escándalo fue armado por las travesuras del caprichoso hijo menor de los reyes, el príncipe Laurent, que desafió las instrucciones expresas del Gobierno y de su padre e hizo un viaje sin autorización al Congo, una ex colonia belga que mantiene delicadas relaciones políticas con Bélgica, en marzo de este año.

Laurent, de 47 años y apodado “el Africano”, se reunió con el presidente congoleño, Joseph Kabila, asegurando que se trataba de una visita privada para promover causas medioambientales. Pero el escándalo alcanzó mayores proporciones cuando se supo que fue el propio Kabila quien financió la estancia de Laurent y de su séquito en un lujoso hotel de Kinshasa y también pagó su viaje entre París y la capital del Congo.

En medio de la tormenta de indignación política y periodística generada por lo que la prensa dio en llamar “una aventura rocambolesca”, el príncipe también intentó ampliar su actividad al conflicto de Libia, al tratar de generar lazos con un diplomático que se había sumado a la oposición de Muammar Kadafi. El diario «La Libre Belgique» reveló que el príncipe “intentó apoyar a los rebeldes libios” en contra del embajador fiel al dictador.

La polémica llegó al Parlamento, donde la Cámara Baja amenazó al polémico príncipe con quitarle su sueldo mensual de 26.000 euros si no informa de sus viajes al Gobierno y se abstiene "de toda acción susceptible de levantar controversia”. Atento a su “comportamiento y actividades inaceptables”, el Gobierno comenzó a redactar una serie de reglas muy claras para definir el comportamiento de los príncipes, una especie de “Código Real” de conducta que establecerá qué puede hacer y qué no un miembro de la realeza belga. Y que, por supuesto, incluya sanciones en caso de incumplimiento.

“Estas es una situación seria”, dijo Leterme en el Parlamento. “El comportamiento del príncipe ha sido arriesgado y estúpido”.

“Las payasadas de Laurent no pueden costarle dinero al contribuyente”, asegura Theo Francken, el diputado nacionalista presentó al Parlamento la propuesta para reducir drásticamente el presupuesto del Estado destinado a la Familia Real.

Según informa la agencia EFE, el príncipe Laurent dejará de estar invitado a las actividades oficiales de la Casa Real como castigo a su comportamiento. "Laurent ya no es bienvenido a palacio", tituló ayer la prensa y explica que la agenda oficial del príncipe del sitio web de la Familia Real (De Belgische Monarchie - La Monarchie belge - Die Monarchie in Belgien - The Belgian Monarchy) se encuentra vacía.

Pero por si las travesuras de su hijo y la crisis política de su país no le bastaran al rey Alberto II, hace unos días los diarios La Libre Bélgique, De Morgen y Het Laatse Nieuws publicaron ávidamente una serie de conversaciones privadas adjudicadas al monarca y que forman parte del libro Bélgica, un rey sin país, de los periodistas Martin Buxant y Steven Samyn, que saldrá a la venta en junio.

El Palacio Real insistió en que los informes incluyen serias inexactitudes, y lamentó la falta de discreción de los que participaron en las charlas confidenciales del rey y los líderes de los partidos políticos y que revelan la rotunda negativa del rey a convocar nuevas elecciones. El rey, según el libro, siente verdadero pavor a que, tras un año de empantanamiento político, el país tenga que acudir nuevamente a elecciones.

También expresan el rechazo que provoca entre la mayoría de las fuerzas políticas el príncipe heredero Felipe, sobre el cual gran parte de los líderes belgas hicieron llegar al rey sus serias dudas sobre su capacidad para reinar. “Todo el mundo se pregunta si Felipe cuenta con la inteligencia y humildad necesarias, si el Parlamento pudiera elegir sería la princesa Astrid la elegida”, le habría dicho uno de los participantes al rey.

Esta espinosa cuestión sucesoria data de ya casi veinte años. Algunos consideran que Felipe no se preocupó por dominar a la perfección los tres idiomas nacionales, algo especialmente imprescindible para cumplir el papel de rey como símbolo de la unidad belga. Además, su soltería, pasados los treinta años, hizo aumentar la popularidad de su hermana menor, la princesa Astrid, cuya cercanía al pueblo y su labor son aplaudidas por gran parte de los políticos belgas.

(*) Especial para Perfil.com


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Casi 2 años de crisis política en Bélgica: dimitió el primer ministro designado



Elio di Rupo tenía la misión de formar gobierno tras más de 500 días de incertidumbre, pero ante el "bloqueo" de las negociaciones sobre el presupuesto presentó su renuncia al rey


Crédito foto: Reuters


El monarca belga, Alberto II, había instado a los seis partidos que participaban de las conversaciones para formar un gobierno a que "midieran las consecuencias de este fracaso", en referencia a la crisis de representación que vive el país desde hace poco menos de un año y medio. Sin embargo, la dimisión del socialista Di Rupo complica aún más el panorama, razón por la cual el rey todavía analiza si la acepta o no.

El primer ministro designado abandonó las conversaciones con las otras fuerzas y se reunió con Alberto II para informarle sobre el "empantanamiento en las negociaciones sobre asuntos presupuestarios, sociales y económicos que deberían despejar el camino para la formación de un nuevo gobierno", según un comunicado divulgado por el palacio. En ese sentido, pidió al rey que "lo descargue de la tarea (de formación de gobierno)".

La situación de Bélgica, que no tiene un gobierno estable desde las elecciones anticipadas de junio de 2010 -lo que representa un récord mundial-, parecía haber encontrado un camino hacia su fin en las últimas semanas, con el compromiso de los partidos de las dos grandes comunidades belgas (Valonia, francófona -al sur-, y Flandes, neerlandófona -al norte-) de alcanzar un pacto. Sin embargo, y pese algunos acercamientos, éstos no lograron cerrar, el pasado jueves, un acuerdo para aprobar el presupuesto de 2012, marcado por la austeridad en el gasto, según las exigencias de la Unión Europea (UE).

La economía de ese país está bajo la lupa de los mercados ante el peligro de un posible contagio de la crisis de la deuda soberana en la eurozona. Por eso, debe cumplir con las metas de consolidación fiscal que exige la UE, entre ellas reducir el déficit público al 3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) para el año que viene.

Según las previsiones de la Comisión Europea anunciadas a principios de mes, su deuda pública podría aumentar en 2012 hasta el 99,2 por ciento del PIB, cuando las normas de Bruselas establecen un máximo del 60 por ciento. El déficit, en tanto, podría alcanzar el 4,6 por ciento del PIB; el tope exigido es de 3 por ciento. En ese contexto, se estima que la economía sólo crecerá 0,9 por ciento, en comparación con el 2,2 por ciento pronosticado en mayo pasado.


Fuente: DPA-EFE
 

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Presionada, Bélgica pone fin al bloqueo político

Los partidos, cerca de formar gobierno

RUSELAS (EFE).- Bélgica comienza a vislumbrar el fin de una crisis política que dura ya más de 500 días desde las últimas elecciones generales, después de que los partidos implicados en la negociación de un nuevo Ejecutivo lograron consensuar un presupuesto público ante la creciente presión de los mercados.
El líder de los socialistas francófonos, Elio Di Rupo, recibió ayer el encargo del rey Alberto II de formar un nuevo gobierno "lo más rápido posible" después de que haya conducido a buen puerto la negociación del presupuesto federal para 2012, bajo la atenta mirada de los inversores y agencias de calificación como Standard & Poor's, que anteayer rebajó un escalón la nota crediticia del país.
Apenas se supo que esa agencia había recortado la nota de la deuda belga de AA+ a AA con perspectiva negativa, anteayer a última hora de la tarde, Di Rupo se encerró con los representantes de los partidos responsables de las negociaciones gubernamentales para tratar de lograr un acuerdo sobre el presupuesto.
Dieciocho horas después, tras una maratoniana madrugada de negociaciones, socialistas y liberales por fin lograron limar sus diferencias y poner fin a un bloqueo que había llevado a Di Rupo, el lunes pasado, a presentar su dimisión, una renuncia que el rey no aceptó teniendo en cuenta la presión de los mercados.
Los negociadores aseguraron que el presupuesto plurianual (2012-2014) que consensuaron responde a "los compromisos de Bélgica ante la Unión Europea (UE)", al permitir reducir el déficit del Estado al 2,8% del PBI el año próximo y "alcanzar el equilibrio presupuestario en 2015".
Bélgica tiene un gobierno interino desde el 13 de junio de 2010, luego de que una serie de negociaciones no consiguiesen cerrar la brecha entre los 6,5 millones de flamencos y 4,5 millones de francohablantes..
la nacion
 

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Flandes busca autonomía sin ruptura
El nacionalismo belga blande el antiguo yugo francés y la pujanza económica para reivindicarse


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Nacionalistas flamencos celebran la victoria electoral en los comicios de Bélgica en 2010 / J. Kets (Cordon Press)
Kraainem es un apacible municipio lindante con Bruselas que ilustra a la perfección la complejidad del entramado belga. Pese a estar enclavado en Flandes (la región más rica del país, con el 60% de población y el 70% de la economía), tres cuartas partes de sus habitantes son francófonos y se inscriben como tales en el ayuntamiento. Pero toda la información oficial que les llega (chequeos médicos, impuestos, ayudas…) está en neerlandés. Tienen derecho a recibirla en francés, pero para ello deben dirigirse al consistorio y reclamarla. Y, en cualquier caso, el próximo envío volverá a hacerse en el idioma de Flandes. “Soy francófona y reclamo la libertad lingüística. Flandes tiene buenas ideas, pero está completamente cerrada en el asunto de la lengua”, lamenta Véronique Caprasse, alcaldesa de esta localidad.
Los conflictos derivados del idioma representan la cara más visible de la difícil convivencia entre dos pueblos, el flamenco y el valón, que se alejan progresivamente. Las tensiones son casi inexistentes en los territorios claramente asignados a Flandes, donde la única lengua oficial es el flamenco, y a Valonia, de habla francesa. Pero Bruselas, oficialmente bilingüe, y su periferia, con una gran preponderancia del francés, ponen a prueba las costuras del país. Y, a la vez, la capital da sentido a Bélgica, pues ni Flandes ni Valonia se plantean renunciar a ella.
Escocia o en Cataluña, esa pugna constante entre territorios apenas ha encendido el independentismo en la población. Solo el 15% de los flamencos, según diversas encuestas, desea la escisión de Bélgica. “Si fuéramos una minoría, el anhelo de identidad sería mayor. Como somos mayoría, es difícil verlo como un problema. El principal objetivo de mi partido es la prosperidad de Flandes. La independencia es un fin a largo plazo”, argumenta Siegfried Bracke, diputado en el Parlamento federal belga de la N-VA, el gran partido nacionalista flamenco y el más votado en el país (solo con un tercio de los votos porque en Bélgica no hay partidos nacionales; los flamencos votan a formaciones flamencas y los valones, listas valonas).
ESPECIAL Referéndum en Escocia
Ese aspecto de la mayoría que quiere diferenciarse de una minoría constituye toda una rareza en los movimientos separatistas, que suelen funcionar al contrario. La explicación emerge cuando se amplía el foco de la historia, que invierte completamente la situación actual. “Todavía en la primera mitad del siglo XX, Valonia era el motor económico y de población del país, más industrializado que Gran Bretaña. Y durante mucho tiempo hubo una imposición lingüística del francés sobre el flamenco. Eso ha creado un sentimiento de minoría entre los flamencos, incluso ahora que son mayoría”, explica Pascal Delwit, politólogo de la Universidad Libre de Bruselas. Este experto advierte de que un sí a la independencia en Escocia alentará a otros separatismos y “cambiarán mucho las cosas en Europa”.
Los recelos entre las comunidades belgas han ido construyendo cada vez más barreras en un país que cuenta con pocos nexos de unión nacional (ni siquiera hay medios de comunicación implantados en todo el Estado). Bélgica se fundó en 1830, con un 90% de población neerlandófona —en realidad hablaban dialectos que se han ido unificando con el holandés hasta crear una sola lengua—, pero que tenía el francés como lengua oficial. En 1932 se estableció el monolingüismo en las regiones y cada territorio fue progresivamente ganando competencias. A finales de los noventa, el país se federalizó por completo.
La defensa de la lengua y la cultura solo explica parcialmente la pulsión nacionalista que anida en Flandes. En realidad, la principal razón esgrimida hoy para lograr mayor autonomía es la considerada excesiva solidaridad con Valonia. “Es una reivindicación que va contra el espíritu europeo, que trata precisamente de crear un espacio socioeconómico con mayor solidaridad”, observa el historiador Bruno de Wever, hermano del líder de la N-VA, Bart de Wever. Sobre el devenir del independentismo, este experto en nacionalismo flamenco alerta: “Hoy mucha gente que vota nacionalista no es independentista, pero eso puede suponer un problema porque, en democracia, son los partidos políticos los que fijan las grandes líneas”.
Ese escoramiento hacia las reivindicaciones económicas alejó a algunos flamencos del movimiento con el que inicialmente habían simpatizado. Bert Anciaux, hoy diputado en el Parlamento flamenco por el SP.A —los socialdemócratas de Flandes—, encarna ese viraje: comenzó presidiendo la formación nacionalista Volksunie, creada en los cincuenta, y ha acabado en la izquierda, contraria a la independencia. “Como flamenco, yo antes estaba discriminado por hablar mi lengua. Pero ahora no es así: se trata de no ser solidario con los demás. Es un tipo de nacionalismo que no me gusta, es egoísmo”, sentencia. El diputado de la N-VA, antiguo socialista, lo rebate. “Defendemos el confederalismo: solidaridad con el sur [Valonia], pero sin tantas transferencias”, sugiere Bracke.
En medio de estas tensiones, surgen iniciativas ciudadanas que abogan por dejar atrás las rivalidades lingüísticas y trabajar por mejorar las cosas en Bélgica, un país donde cuesta tomar decisiones porque siempre hay una comunidad que puede paralizarlas si las cree perjudiciales. Desde un salón lleno de libros en su casa de Kraainem, el pequeño municipio al este de Bruselas, Carel Edwards, presidente de la asociación Kraainem Unie, pide cerrar ya la herida histórica. “La cuestión lingüística es increíblemente emocional. Pero tenemos que ir más allá de eso porque en Bélgica hay muchas cosas que solucionar. No conozco a nadie de 20 o 30 años que considere que la lengua es un problema”, concluye.
Los nacionalistas acarician el poder central
Bélgica aguarda la puesta en marcha de la llamada coalición kamikaze: un Gobierno federal formado por tres partidos flamencos (los nacionalistas de la N-VA, los democristianos de la CD&V y los liberales del Open VLD) y tan solo uno valón: los también liberales del MR. De prosperar esta unión inédita, los belgas serán gobernados por vez primera por una abrumadora mayoría flamenca, con un pequeño reducto de francófonos. La coalición, que ultima estos días su programa y la elección del primer ministro, cuenta con otra novedad: excluye a los socialistas del ámbito federal por primera vez en 26 años.
Frente a los clásicos Ejecutivos que procuraban un equilibrio entre lo ideológico y lo territorial, este equipo se dispone a aplicar un programa liberal de reforma de la economía. Pero nada es fácil en una Bélgica tan diversa. “La N-VA no se atreve a hablar de separatismo, pero el confederalismo que propone supone ya una escisión; de la deuda, de impuestos, de Seguridad Social... No confío en ellos, no creo que el Gobierno tenga una existencia larga”. Quien así se expresa no es un frustrado socialista a punto de abandonar el poder, sino todo un veterano de los democristianos flamencos que, si nada se tuerce, se integrarán en el Gobierno de la N-VA. Se trata del diputado Eric Van Rompuy, hermano del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. Hasta ahora no había sido posible pactar con la N-VA, que ya ganó las elecciones de 2010.
Para allanar el camino, los nacionalistas flamencos han prometido mantener intacto el marco institucional —aunque ellos querrían desdibujar aun más el poder central— y se dedicarán al cambio económico. “Tener un Gobierno sin socialistas por primera vez desde 1998 es una oportunidad que no podemos desaprovechar”, admite sin tapujos Siegfried Bracke, de la N-VA.
elpais.es
 

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Bélgica estrena gobierno pero no supera sus diferencias
El pasada martes, y en un tiempo récord de cuatro meses y medio tras las elecciones federales del 25 de mayo, los líderes de los principales partidos belgas lograron ponerse de acuerdo para formar un Gobierno de coalición. Ayer, el nuevo Ejecutivo, liderado por el liberal francófono Charles Michel juró su cargo ante el rey Felipe, inaugurando una nueva e inédita etapa.

Michel, cuyo partido, Mouvement Refórmateur, obtuvo apenas el 9% de los votos en los comicios, será el nuevo primer ministro de un Gobierno del que formarán parte tres formaciones flamencas: los democristianos del CD&V (por primera vez), el Open VLD y los nacionalistas del N-VA, los que sacaron más escaños.

En una breve ceremonia en el Palacio Real, los 14 ministros del nuevo gabinete y cuatro secretarios de Estado juraron "fidelidad al Rey, obediencia a la Constitución y a las leyes del pueblo". El primer ministro es francófono, pero los viceprimeros ministros, Kris Peeters, Jan Jambon y Alexandre De Croo, serán flamencos. El reparto de la cúpula se completa con el ministro de Asuntos Exteriores y Europeos, el valón Didier Reynders.

Bélgica afronta una nueva etapa, pero arrastrando los mismos problemas que han convertido al pequeño país en una pesadilla para la política. El gran foco de atención de la jornada no fue el tener por fin un equipo de gobierno, ni los desafíos a los que se enfrenta el país en la nueva legislatura, sino que tres de los siete ministros flamencos prestaron el juramento no con la palma de la mano extendida, sino haciendo con los dedos índices y corazón de la mano derecha una 'V', el lema de campaña de su partido: "Verandering Voor Vlaanderen", "un cambio para Flandes".

Con un paro del 8,5%, una deuda pública por encima del 100% del PIB y un crecimiento estancado, con apenas un crecimiento del 0,1% en el segundo trimestre del año, la economía es uno de los grandes problemas del país los próximos cinco años, y fue el eje central de la intensa negociación desde mayo.

Entre las medidas discutidas para la formación de Gobierno se encuentran el retraso de la edad de jubilación, hasta los 66 años en 2025 y a los 67 en 2030. Pero también un cambio en la indexación de los salarios a la inflación y una revisión de la política tributaria y el reparto fiscal, una de las quejas históricas de los flamencos. "Es un gobierno de competitividad, de poder adquisitivo y de enderezamiento económico", en palabras de Bart de Wever, el líder del N-VA y quien por una de esas razones sólo comprensibles para belgas, no formará parte del Ejecutivo. Eso sí, para empezar, el objetivo de acabar con el déficit presupuestario se retrasa para 2018, en vez de para 2016.

Dentro del partido liberal de Michel, que ayer fue el único que juró en los tres idiomas oficiales, y entre sus votantes, hay muchas dudas sobre el acuerdo alcanzado. Por las promesas iniciales de no unirse a los nacionalistas, aunque hayan aparcado la retórica de la independencia, y porque los francófonos apenas contarán con siete de las 18 carteras. Un precario equilibrio cuya estabilidad tendrá que demostrarse desde el primer día.

http://www.elmundo.es/internacional/2014/10/11/54396c6be2704e5e6d8b457e.html
 

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Fotos: Violentas protestas antigubernamentales en Bruselas
Miles de personas han salido a las calles de Bruselas para protestar contra las reformas previstas por el Gobierno belga. Se han registrado choques entre la Policía y manifestantes que lanzaban piedras.
Este jueves se ha celebrado en Bruselas una huelga general que ha acabado con violentos enfrentamientos entre la Policía antidisturbios y los manifestantes.

"Eliminen las causas de la crisis, no a los pobres" o "Manos fuera de la edad de jubilación" rezaban algunas de las pancartas de los manifestantes. Para dispersar a la multitud, que lanzaba piedras y diversos objetos, la Policía se ha visto obligada a desplegar cañones de agua. Algunos manifestantes enfurecidos han volcado también coches aparcados en las calles.

© Reuters / Yves Herman

El Gobierno belga, que asumió el poder hace apenas un mes, ha causado un profundo descontento en la sociedad tras anunciar su intención de aumentar la edad de jubilación, cancelar una subida salarial debido a la inflación y reducir los gastos en salud y seguridad social.

"La señal es clara. La gente está enojada, furiosa. La política de este gobierno está totalmente desequilibrada", explicó a Reuters el presidente del sindicato ACV Marc Leemans.

© Reuters / Yves Herman

De acuerdo con las estimaciones de los sindicatos que convocaron la huelga, alrededor de 120.000 personas han participado en la protesta, entre ellos trabajadores portuarios, metalúrgicos y estudiantes.

© Reuters / Yves Herman


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/146082-bruselas-protestas-policia-gobierno
 
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