Quijotesco. Personaje cargado de valores
Una calle para Juan José López Silveira
El actual presidente de la Junta Departamental de Montevideo, Dari Mendiondo, impulsa una iniciativa para que una calle del departamento lleve el nombre de Juan José López Silveira. Se trata de un luchador por la libertad, protagonista de una vida de novela, de la cual LA REPUBLICA recoge algunos episodios.
José Ripoll |
Brigadistas. Destaca Mendiondo el papel cumplido en defensa de la República. "Al ser egresado de la Escuela Militar del Uruguay, el gobierno español lo designa como profesor de la Escuela de Ametralladoras de Valencia, posteriormente como instructor de la 82ª Brigada Mixta, oficial de Estado Mayor de la 46ª Brigada Mixta, jefe de Estado Mayor de la misma brigada, jefe de la sección de Operaciones de la 29ª División, oficial y jefe de la sección de Operaciones del Ejército de Extremadura y director de la Escuela de Guerrilleros Divisionaria de Extremadura", puede leerse en Internet, en referencia al brillo del desempeño militar del "Tape" López Silveira durante la Guerra Civil Española (1936-1939).
Todo eso da una dimensión de su capacidad profesional, de su desempeño como militar y de su eficacia en el campo de guerra, en circunstancias extremadamente adversas como las que le tocó enfrentar en el marco de su actuación en defensa de la 2ª República Española (1934-1939).
Pero con certeza que su dimensión humana y la grandeza de su espíritu, están recogidos en su propio relato, de hombre derrotado, en penoso exilio a través de los Pirineos, camino a Persignan: sometido al frío y a la escarcha que "helaban los huesos y limaban los últimos vestigios de nuestra resistencia física".
"En lugar de fusiles cargábamos valijas rotas, maletines, mochilas deshilachadas y mugrientas. Tan mugrienta la carga como despareja la vestimenta (...) ****jirones gloriosos, dijeron en un discurso de despedida**** (...) Y todo el atavío tenía, tal vez, menos suciedad que nuestros cuerpos, comidos por los piojos".
Tres años de guerra, la contundencia de una derrota, la búsqueda desesperada de un refugio, se suman en esa circunstancia padecida al límite, que a pocos días de su ingreso a Francia pondrá a Juan José al borde mismo de la muerte, de la que escapó poco menos que por un milagro.
Sólo la intervención providencial de un diplomático uruguayo, que no llegó con el tiempo necesario para salvar también a Román, el hermano que murió en sus brazos, haría posible que López Silveira regresara al país, previo pasaje por Buenos Aires, puesto que en San Isidro se desempeñó al cuidado de caballos de carrera, otra de sus pasiones.
Su retorno estaría lleno de complicaciones y entre otras cosas le depararía el sinsabor de ser rechazado por el Ejército. Pese a esa contrariedad, recuerda Mendiondo que "no se quiebra, inicia estudios universitarios y se recibe de contador, en la Universidad de la República".
"Se instala y escribe un libro: 'La Guerra de Guerrillas'. Es periodista de 'Marcha', le siguen animando ideales marxistas; convencido, mantiene relación con el Partido Comunista de Arismendi y Enrique Rodríguez con el cual tiene un trato considerable, íntimo; su persona trasmite optimismo y fe en las luchas", agrega el mensaje del presidente de la Junta Departamental.
Las raíces
"Para comprender qué fue lo que lo lanzó a alistarse para combatir en defensa de la 2ª República Española hay que tener en cuenta sus antecedentes", dijo a LA REPUBLICA Román López, su hijo, en medio de un apasionado relato que atraviesa épocas, océanos y circunstancias, al tiempo que vincula la aridez del paisaje extremeño con el amor por la libertad de la tropa saravista.
El relato es minucioso, pormenorizado, denso. También tremendamente ameno y lleno de sorpresas. Es un cuento de familia, pero siempre próximo a instancias de poder, de conducción, de compromiso.
Asoma por allí el abuelo José López Aguerre, enviado a completar sus cursos en España, después de una desavenencia con el rector de los jesuitas en Montevideo. Inicia una vida llena de contactos con los ambientes liberales que lo llevan incluso a París a pedir la colaboración del barón de Rothschild con la revolución cubana de fines del siglo XIX.
Otro de los personajes más llamativos que tendrán indudable influencia en la formación de Juan José es el tío Filinto, instalado en la estancia Curtume, en Tacuarembó, desde la derrota de Aparicio. A más de 30 años de la muerte de Saravia, el viejo guerrero experimentará el reverdecer de sus pasiones cuando sus sobrinos ****Juan José y Román**** vayan a visitarlo al campo, a contar sus planes, a pedir algunas lecciones de cómo cargar con lanza.
Una calle para Juan José López Silveira
El actual presidente de la Junta Departamental de Montevideo, Dari Mendiondo, impulsa una iniciativa para que una calle del departamento lleve el nombre de Juan José López Silveira. Se trata de un luchador por la libertad, protagonista de una vida de novela, de la cual LA REPUBLICA recoge algunos episodios.
José Ripoll |
Brigadistas. Destaca Mendiondo el papel cumplido en defensa de la República. "Al ser egresado de la Escuela Militar del Uruguay, el gobierno español lo designa como profesor de la Escuela de Ametralladoras de Valencia, posteriormente como instructor de la 82ª Brigada Mixta, oficial de Estado Mayor de la 46ª Brigada Mixta, jefe de Estado Mayor de la misma brigada, jefe de la sección de Operaciones de la 29ª División, oficial y jefe de la sección de Operaciones del Ejército de Extremadura y director de la Escuela de Guerrilleros Divisionaria de Extremadura", puede leerse en Internet, en referencia al brillo del desempeño militar del "Tape" López Silveira durante la Guerra Civil Española (1936-1939).
Todo eso da una dimensión de su capacidad profesional, de su desempeño como militar y de su eficacia en el campo de guerra, en circunstancias extremadamente adversas como las que le tocó enfrentar en el marco de su actuación en defensa de la 2ª República Española (1934-1939).
Pero con certeza que su dimensión humana y la grandeza de su espíritu, están recogidos en su propio relato, de hombre derrotado, en penoso exilio a través de los Pirineos, camino a Persignan: sometido al frío y a la escarcha que "helaban los huesos y limaban los últimos vestigios de nuestra resistencia física".
"En lugar de fusiles cargábamos valijas rotas, maletines, mochilas deshilachadas y mugrientas. Tan mugrienta la carga como despareja la vestimenta (...) ****jirones gloriosos, dijeron en un discurso de despedida**** (...) Y todo el atavío tenía, tal vez, menos suciedad que nuestros cuerpos, comidos por los piojos".
Tres años de guerra, la contundencia de una derrota, la búsqueda desesperada de un refugio, se suman en esa circunstancia padecida al límite, que a pocos días de su ingreso a Francia pondrá a Juan José al borde mismo de la muerte, de la que escapó poco menos que por un milagro.
Sólo la intervención providencial de un diplomático uruguayo, que no llegó con el tiempo necesario para salvar también a Román, el hermano que murió en sus brazos, haría posible que López Silveira regresara al país, previo pasaje por Buenos Aires, puesto que en San Isidro se desempeñó al cuidado de caballos de carrera, otra de sus pasiones.
Su retorno estaría lleno de complicaciones y entre otras cosas le depararía el sinsabor de ser rechazado por el Ejército. Pese a esa contrariedad, recuerda Mendiondo que "no se quiebra, inicia estudios universitarios y se recibe de contador, en la Universidad de la República".
"Se instala y escribe un libro: 'La Guerra de Guerrillas'. Es periodista de 'Marcha', le siguen animando ideales marxistas; convencido, mantiene relación con el Partido Comunista de Arismendi y Enrique Rodríguez con el cual tiene un trato considerable, íntimo; su persona trasmite optimismo y fe en las luchas", agrega el mensaje del presidente de la Junta Departamental.
Las raíces
"Para comprender qué fue lo que lo lanzó a alistarse para combatir en defensa de la 2ª República Española hay que tener en cuenta sus antecedentes", dijo a LA REPUBLICA Román López, su hijo, en medio de un apasionado relato que atraviesa épocas, océanos y circunstancias, al tiempo que vincula la aridez del paisaje extremeño con el amor por la libertad de la tropa saravista.
El relato es minucioso, pormenorizado, denso. También tremendamente ameno y lleno de sorpresas. Es un cuento de familia, pero siempre próximo a instancias de poder, de conducción, de compromiso.
Asoma por allí el abuelo José López Aguerre, enviado a completar sus cursos en España, después de una desavenencia con el rector de los jesuitas en Montevideo. Inicia una vida llena de contactos con los ambientes liberales que lo llevan incluso a París a pedir la colaboración del barón de Rothschild con la revolución cubana de fines del siglo XIX.
Otro de los personajes más llamativos que tendrán indudable influencia en la formación de Juan José es el tío Filinto, instalado en la estancia Curtume, en Tacuarembó, desde la derrota de Aparicio. A más de 30 años de la muerte de Saravia, el viejo guerrero experimentará el reverdecer de sus pasiones cuando sus sobrinos ****Juan José y Román**** vayan a visitarlo al campo, a contar sus planes, a pedir algunas lecciones de cómo cargar con lanza.