Prefectura naval - Impresionante rescate a un niño del agua

Iconoclasta

Colaborador
Impresionante el salvataje realizado por estos dos prefectos, impresionante.

miren el espectacular video
http://youtube.com/watch?v=LbKQ6y_S8zs

El nene que cayó a un río congelado se reencontró con los efectivos de Prefectura que lo rescataron

Gustavo Quintana, de ocho años, fue visitado en el Hospital Regional de Río Grande por los agentes que participaron en el dramático salvataje. El nene permanece internado luego de haber caído el domingo pasado a las aguas heladas del río Chico, en Tierra del Fuego.

Tras el milagroso rescate de las heladas aguas de un río de Tierra del Fuego, el chico de 8 años que se encuentra recuperándose en el hospital, recibió esta tarde la visita de los agentes de la Prefectura Naval que lo salvaron el domingo pasado.

Gustavo Quintana presenciaba una carrera de autos junto a su familia en el paraje La Arcillosa, cuando se alejó unos metros y cayó al río Chico que estaba congelado. La corriente se lo llevó y quedó bajo el hielo.

Un amigo advirtió la situación y dio aviso a los agentes de Prefectura que se encontraban en el lugar. El ayudante Mauricio Alvarado, el cabo primero Héctor Rojo y el marinero Diego Cañas Ferro rescataron a Gustavito. Esta tarde, lo visitaron en el hospital y Alvarado le regaló su birrete. Fue él quien se sumergió y lo sacó del agua.

En tanto, Andrea Artigas, la mamá del chico relató la experiencia que le contó su hijo, "apenas se cayó se sintió desesperado, empezó a golpear el hielo desde abajo con las manos y después intentó a los cabezazos".

No obstante, según Gustavito no fueron solo los efectivos de Prefectura los que colaboraron en su rescate: "el abuelo me salvó, me sacó del río", dice Artigas que le aseguró el nene. Aparentemente, mientras estaba bajo el agua, habría visto la cara de su abuelo 'Pipo' Quintana, que había fallecido justo un año antes.


En Río Grande, Tierra del Fuego: sobrevivió gracias a un rápido operativo de la Prefectura

Rescatan a un niño de las aguas heladas

Había ido a ver un rally; caminó sobre un río congelado, pero éste se quebró; sufrió un paro cardíaco

Las lágrimas volvían a caer fácil de sus ojitos cada vez que lo repetía una vez que todo había pasado: cuando ya sentía que no podía más, que no aguantaría, allí dentro de las aguas heladas, debajo de una capa de hielo que no alcanzaba a quebrar del todo para salir, sintió el envión salvador que desde abajo le daba el abuelo, justo ese día en que se cumplía un año de su muerte. Seguramente, cuando sea viejo, este recuerdo de sus ocho años permanecerá incólume en su memoria, tan vívido como ayer.

Eso repite, una y otra vez, Gustavo Quintana en la cama del hospital de Río Grande, de Tierra del Fuego, que él quiere abandonar cuanto antes, sorprendentemente sobrepuesto en tan sólo dos días, tras haber pasado dentro de las aguas heladas del Río Chico cinco minutos, tres de ellos sumergido, y luego de haber regresado de un paro cardiorrespiratorio gracias a la rápida acción de tres hombres de la Prefectura que estaban cerca del lugar donde ocurrió el accidente.

La voz de Valeria Artigas, la madre del chico, tiene ahora una nota de felicidad que, seguramente, nada tiene que ver con la angustia que se apoderó de ella el domingo, al enterarse de que, a las 13.15, su hijo casi había encontrado la muerte en el paraje La Arcillosa. "La verdad es que lo de Gustavito es un milagro. Si hasta los médicos están sorprendidos de que evolucione tan bien", dijo a LA NACION Valeria, la infidente de aquella visión mística que tiene su hijo sobre su salvación.

También la voz del jefe de la Prefectura en Río Grande, prefecto Aníbal Taborda, debe de haber sonado ayer distinta que otras veces. Lo que en palabras definió como "satisfacción por haber salvado la vida del chiquito" se notaba, al otro lado de la línea telefónica, en el diálogo con LA NACION, como un inocultable orgullo.

Con ese sentimiento habla del reconocimiento que los cientos de testigos del difícil y exitoso rescate les dieron a los tres rescatistas: el suboficial Mauricio Alvarado, el cabo 1º Héctor Alejandro Rojo y el marinero Diego Cañas Ferro, los tres hombres que se arrojaron a las gélidas aguas para rescatar al chico.

El domingo, la zona era una fiesta. Mucha gente se había apostado a la vera del Río Chico para ver pasar los autos que participaban de la XXXIV edición de la Carrera de la Hermandad Argentino-Chilena, un rally que cada año se corre entre Río Grande y Puerto Porvenir, en Chile.

El pequeño estaba acompañando a su padre, Gustavo Quintana. Le habían dicho que no se alejara. Y el chico, como cualquier otro chico de su edad, no hizo caso: quiso cruzar el río, caminar sobre las aguas congeladas. Fue así como se alejó del lugar donde se había agrupado el grueso del público, sobre el puente, en La Arcillosa. No contó con que el hielo era demasiado delgado, aun para su peso, ya no tuvo soporte bajo sus pies y desapareció. Eran las 13.15 del soleado domingo.

Un amigo del chico dio la primera alerta, cuando Gustavo se debatía para tratar de sujetarse del hielo, ya con casi todo su cuerpo dentro del agua. Y un taxista que estaba cerca corrió en busca de ayuda hacia donde se encontraban todos los demás. La Prefectura estaba apostada preventivamente en el área del puente, ya que en ediciones anteriores hubo autos que cayeron a las aguas mientras corrían el rally.

Arrastrado por la corriente

Gustavo padre era uno de los curiosos que corría detrás de los tres hombres de la Prefectura que, vestidos con trajes de neoprene de alta exposición, iban a intentar el salvataje. Sólo cuando oyó que el otro chiquito gritaba "Gustavito, Gustavito", el padre supo que era su hijo el que se debatía entre la vida y la muerte, ahora ya debajo de la fina capa de hielo, arrastrado unos pocos metros por la correntada.

El suboficial Alvarado fue el primero en llegar al lugar del accidente. Rompió la capa de hielo y pudo izar al chico. Desde la orilla, con una soga y un malacate del Unimog de la Prefectura, el suboficial y el niño fueron arrastrados hasta estar a salvo.

Pero no terminó todo ahí: el pequeño, que había estado tres minutos bajo el agua, había sufrido un paro cardiorrespiratorio. La rápida maniobra de resucitación cardiopulmonar dio resultado. Ya en camino hacia el hospital, el niño recuperó la conciencia; hizo lo que hubiera hecho cualquier otro a su edad: llamó a su mamá.
 
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