Poderío Aéreo Argentino en Malvimas

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
Poderío Aéreo Argentino en Malvinas

Poderío Aéreo Argentino en la Guerra de las Islas Malvinas-Una Panorámica Operacional

Dr. James S. Corum
Las ideas y opiniones expresadas en este artículo reflejan la opinión exclusiva del autor, elaboradas y basadas en el ambiente académico de libertad de espresión de la Universidad del Aire. Por ningún motivo reflejan la posición oficial del Gobierno de los Estados Unidos de América o sus dependencias, el Departamento de Defensa, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos o la Universidad del Aire. El contenido de este artículo ha sido revisado en cuanto a su seguridad y directriz y ha sido aprobado para la difusión pública según lo estipulado en la directiva AFI 35-205 de la Fuerza Aérea.
La Guerra de las Malvinas/Malvinas en 1982 es una de especial interés para los aviadores. La batalla decisiva que determinó el destino de las islas se peleó en el aire. De hecho, la guerra terrestre fue principalmente un espectáculo secundario. Si la Marina Real no hubiese sido capaz de repeler los ataques aéreos Argentinos y de proteger su flota, ninguno de los desembarcos Británicos en las costas de las Malvinas habrían sido posibles. Sin el dominio aéreo, la gran guarnición Argentina de tierra, que dependía del abastecimiento aerotransportado de largo alcance desde el territorio Argentino en el continente, se habría visto aislada y forzada a rendirse en todo caso.
La Guerra de las Malvinas enfrentó a dos modernas y capaces fuerzas aéreas y los componentes navales aéreos uno en contra del otro. Desde luego, la fuerza aérea de Argentina se clasificaba como la mejor en Sudamérica. Era la primera guerra de Argentina en más de un siglo y su gran oportunidad de ocupar el centro de atención pública como un poder militar serio. Es notable ver que las unidades aéreas Argentinas fueron las que aguantaron el impacto de batalla durante la guerra de seis semanas e infligieron pérdidas y serios daños sobre las fuerzas del Reino Unido, cuyas pérdidas en contra de la gran fuerza terrestre Argentina fueron bastante menores.

Este artículo examina la conducta de las unidades aéreas Argentinas en la Guerra de las Malvinas en la referencia a su eficacia operacional y táctica. Vamos a poner atención en varios puntos incluyendo el efecto de decisiones estratégicas hechas por la junta Argentina respecto a las operaciones aéreas, los problemas de comando en el nivel operacional y el efecto que el adiestramiento, equipo y la organización tuvieron sobre las operaciones de combate.

Primera Fase: Argentina Ocupa las Malvinas. La Fuerza Aérea-Argentina se Alista para la Guerra del 2 de Abril al 30 de Abril


El acto de enviar una fuerza militar a ocupar las Islas Malvinas el 1 de abril de 1982, aparentemente fue una decisión espontánea tomada por la junta militar que regía a Argentina. Las Malvinas habían sido una problemática llaga desde que la Gran Bretaña se apoderó de ellas (en forma muy ilegal) en los 1830s. Negociaciones entre Argentina y Bretaña estaban en proceso. Sin embargo, la junta temió que la Gran Bretaña enviaría una guarnición militar a las islas después de que se sucediera un incidente con un barco pesquero de arrastre Argentino en las también disputadas islas de Georgia del Sur.1 Viendo una ventana de oportunidad para actuar antes de que los Ingleses enviaran una fuerza importante a las Malvinas, en Marzo 1982 la junta ordenó la ocupación de las islas. ampliar imagen


Sea Harrier Britanico

El 1º de Abril, 500 tropas Argentinas aterrizaron y rápidamente capturaron la guarnición de los Marinos Reales y sus 84 hombres en Puerto Argentino, inmediatamente lo renombraron Puerto Argentino. En ese momento la junta esperaba abrir negociaciones que ofrecieran la oportunidad a la Gran Bretaña para ceder la soberanía de las islas. Las Malvinas albergaban una colonia pequeña con una población de unos dos mil encurtidos pastores y criadores de ovejas. Era, francamente, una carga estratégica Británica y sostener la colonia era una carga para los contribuyentes en la Gran Bretaña. Sin embargo, fue una sorpresa para la junta, que los ingleses respondiesen con un ultimátum para el retiro inmediato Argentino y la clara amenaza de guerra. Cuando Argentina rechazó las demandas de la Primer Ministro Margaret Thatcher, el gobierno Británico simplemente anunció que las islas serían recuperadas por la fuerza y comenzó la movilización a gran escala para organizar una fuerza expedicionaria naval y la fuerza terrestre para invadir las Malvinas. El gobierno Argentino, aunque dirigido por soldados profesionales, consideraron su ocupación de las Malvinas, como un acto político y una carta de juego diplomático para negociación--no como un acto de guerra. De hecho, la junta estaba tan segura de que la Gran Bretaña aceptaría su “fiat accompli” que no hizo planes o preparaciones especiales para defender las islas o repeler una fuerza expedicionaria Británica. Con una poderosa fuerza expedicionaria Británica siendo organizada para llegar en tres o cuatro semanas, las fuerzas armadas Argentinas tuvieron que apilar una fuerza y crear el plan de defensa de las Malvinas. Era verdaderamente una “guerra de venga como se encuentre”.

Los Arreglos de Comando
Encarados con una guerra, la Junta estableció un arreglo complicado de comando para dirigir las operaciones de combate. Un comando de teatro (Teatro de Operaciones Atlántico Sur--TOAS) se creó bajo el vicealmirante Juan Lombardo para comandar las unidades navales Argentinas y la guarnición en las Malvinas. Las unidades del ejército, la fuerza aérea y la marina desplegadas a las Malvinas (que sumó más de 10,000 hombres al fin de Abril) se pusieron bajo el comando de Brigadier General Mario Benjamín Menéndez. El 5 de Abril el cuartel general de operaciones de la Fuerza Aérea (Comando Estratégico de Aire--TOAS) estableció una fuerza especial que denominó Fuerza Aérea Sur (Fuerza Aérea Sur--FAS) bajo el comando del Brigadier General de Fuerza Aérea Ernesto Horacio Crespo. El General Crespo, comandante de la 4ª Brigada aérea, era un piloto y comandante altamente experimentado y se le dio lo mejor de lo mejor de las fuerzas de ataque de la Fuerza Aérea Argentina con la principal misión de atacar la flota Británica. La fuerza aérea estaba fuera de la autoridad del comando de teatro y se reportaba directamente a la Junta, aunque se suponía que coordinaría todos sus esfuerzos con los otros comandos. No era un arreglo efectivo de comando para conducir estrategia u operaciones.2
Fuerza Aérea Argentina/
Componente Naval Aéreo
Argentina poseía, de acuerdo a las normas de clasificación de una potencia mediana, una fuerza aérea grande, relativamente moderna y capaz. La Fuerza Aérea Argentina (FAA) contaba con aviones de combate de primera línea iguales a los de cualquier país del mundo--incluyendo interceptores Mirage III. El componente naval aéreo se encontraba en el proceso de adquirir un escuadrón de Super Etendard de caza de Francia. Una década antes la FAA había adquirido aviones de caza Mirage 5 de manufactura Israelí--(llamados Daggers), un avión de mach 2, efectivo en ambos encuentros de aire a aire o misiones de ataque. El pricipal avión de ataque de ambos la FAA y la marina eran varias docenas de A-4 Skyhawks comprados como sobrantes de la marina de los Estados Unidos en 1972. Los A-4S eran viejos (construidos en la década de 1960) pero todavía muy capaces. En 1982 eran usados todavía por muchas fuerzas aéreas (las unidades de aviación del USMC todavía los utilizaban) y se les reconocía por su agilidad, resistencia y exactitud como bombarderos en picada. Esta última característica era importante ya que la FAA, a diferencia de sus adversarios en la RAF y el Componente Aéreo de la Flota, no tenía capacidad para dejar caer bombas guiadas de precisión. Todas las bombas dejadas caer por la FAA en la guerra eran “bombas tontas” que necesitaron de la habilidad del piloto para dar en el blanco.
Además, la FAA tenía 8 viejos bombarderos Canberra, una fuerza pequeña de transporte y varios escuadrones de IA-58 Pucarás. El Pucará era el orgullo de la industria aeronáutica Argentina, diseñado y fabricado en Argentina. Era un avión de ataque de dos motores de turbohélice construido para las misiones de contrarrebeldía. Se podría armar con un cañón de 30mm y una variedad de bombas. Era lento, pero recio y tenía la ventaja que era capaz de operar desde pistas de aterrizaje ásperas. El Componente Naval Aéreo tenía unos Aeromacchi 339 entrenadores de jet, un avión pequeño que podía configurarse como un avión de combate ligero para ataque. Los pilotos de ambos la FAA y el Componente Naval Aéreo estaban bien preparados y los dos servicios tenían buenas infraestructuras de base y equipos de tierra que podían reparar efectivamente y mantener las aeronaves.4
Sobre el papel la FAA se veía formidable. Sin embargo, una fuerza aérea moderna es una cosa cara y las naciones medianas y chicas tienen necesidad financieramente de adaptar sus fuerzas aéreas para hacerle frente a la amenaza más probable. En el caso de Argentina, el enemigo era Chile (que también tenía una fuerza aérea formidable y moderna), de mucho tiempo rival de Argentina. Las dos naciones disputaron la propiedad del Canal de Beagle en la punta de Sudamérica y Argentina y Chile repetidamente estuvieron al borde de la guerra sobre ese terreno. En 1978 las tensiones con Chile provocaron un alerta militar total en Argentina. Por décadas, la FAA se había equipado y entrenado en anticipación a una guerra con Chile. En una guerra de ese tipo, la FAA habría volado misiones de corto alcance desde bases cercanas a la larga frontera terrestre con Chile. Las aeronaves de ataque de la FAA estaban bien preparadas para dar apoyo cercano a las tropas de tierra.

La FAA nunca había considerado la posibilidad de verse envuelta en una campaña aeronaval importante de muy largo alcance. Además, la FAA no había contemplado pelear contra una importante potencia de la OTAN que poseía tecnología superior. La FAA solo tenia 2 aviones nodriza (KC-130s) para dar servicio a toda la fuerza aérea y la marina. Mientras que los A-4 Skyhawks de la FAA y la Marina estaban preparados para el reabastecimiento aéreo, los Mirages IIIs y los Daggers no tenian esa facilidad, lo que redujo en forma dramática su capacidad como aviones de ataque en el desempeño de su misión de dar cobertura de combate. Otro problema era la carencia de observación de largo alcance. Los únicos aviones capaces de realizar tal misión eran dos antiguos P-2 Neptuno de hélice de la Marina. La FAA también se encontraba anticuada en tales fundamentos como la aviónica para la navegación. Los A-4S habían sido programados para recibir el sistema Omega 8 de navegación de larga distancia pero, en Abril de 1982, solamente una tercera parte de los aviones habían sido modificados. Para la FAA la deficiencia más seria era en el armamento. La principal arma de aire a aire de la FAA era el Matra 530 de manufactura Francesa, un proyectil infrarrojo de aire a aire. Era una buena arma para su tiempo con un alcance de 6 millas.5 Sin embargo, como un proyectil de aire a aire de esa temprana generación, tenía un campo de visión muy estrecho (30–40 grados) y su sensor infrarrojo solo podía anclar sobre su blanco si el combatiente podía colocarse directamente atrás del enemigo. El Componente aéreo de la Flota y los Harriers de la RAF con los que la FAA entraría en batalla podían ser armados cada uno con cuatro proyectiles con sensores que buscan el calor AIM-9L Sidewinder, de manufactura estadounidense. El AIM-9Ls eran de una generación más moderna y adelantada que los Matras de la FAA. El AIM-9 que portaban los Británicos tenía un campo muy amplio de visión (90–120 grados) y un buscador infrarrojo mucho más sensible que puede anclar sobre al calor de la fricción que se produce por el frente del avión de enemigo en el vuelo. En suma, los pilotos de los Harrier no tenían necesidad de colocarse directamente atrás de sus adversarios para hacer un disparo mortífero, podían apuntar sus AIM-9s hasta de frente al enemigo.6

El General Crespo de inmediato se puso a trabajar para organizar y preparar su fuerza de ataque. Con solo unas pocas semanas adiestró su fuerza en forma implacable. La Marina Argentina proveyó un moderno destructor Tipo 42, con modernas baterías de proyectiles antiaéreos y sistemas de radar parecidos a los que estaban montados sobre las naves de la Marina Real, para los ejercicios de adiestramiento con los Daggers y A-4s de la FAA. Los Skyhawks y los Daggers hicieron simulacros de bombardeo contra el destructor mientras el navío simuló una defensa a base de misiles y hacía maniobras evasivas. Los resultados no fueron alentadores. La Marina concluyó que los pilotos de la FAA sufrirían un 50% de bajas mientras atacaban un buque con modernos sistemas de defensa antiaérea.

Mientras se entrenaban, la Fuerza Aérea Sur fue desplegada a cuatro bases aéreas al alcance de las Malvinas. Del Sur al Norte: Río Grande (437 millas náuticas desde Puerto Argentino) Grupo 6 de Caza con 10 Daggers y el 2º escuadrón de combate de la Marina con 4 Super Etendards y el 3er Escuadrón de Combate con 8 A-4Q Skyhawks; Río Gallegos (500 millas de Puerto Argentino) Grupo 5 de Caza con 24 A-4Bs y Grupo 8 de Caza con 10 Mirage III; San Julián con 10 Daggers del Grupo 6 y Grupo 4 de Caza con 15 A-4Cs; Comodoro Rivadavia (a más de 500 millas de Puerto Argentino) con un destacamento de Mirage III del Grupo 8 y 20 Pucarás del Grupo 4 de Ataque. Además, Grupo 2 de Bombardeo, más arriba en la costa en la base naval aérea Trelew, contaba con 8 bombarderos Canberra disponibles que podían alcanzar las Malvinas.7 En total, la Fuerza Aérea Sur tuvo aproximadamente 110 aviones de combate (incluyendo los Pucarás) con base en la Argentina continental con unas 12 aeronaves de ataque adicionales de la naval disponibles.

A lo largo de la campaña la Junta hizo decisiones operacionales y estratégicas sobre la defensa de las Malvinas, sin consultar a los comandantes principales de cada arma, aparentemente, sin estudio concienzudo de la situación. Unos días después de la invasión era claro que la Gran Bretaña pelearía y la Junta comenzó reforzando la guarnición de las Malvinas. En Abril 9 el presidente y comandante del ejército, Teniente General Leopoldo Galtieri, sin consultar al estado mayor o a los oficiales responsables por la defensa de las Malvinas, ordenó a la entera X Brigada Mecanizada a las islas. El 22 de Abril, después de visitar las Malvinas, Galtieri ordenó la III Brigada del ejército a las islas. A finales del mes de Abril más de 10,000 defensores Argentinos se encontraban desplegados a lo largo de las Malvinas, con la fuerza más grande (7,000 hombres) en la Isla Oriental Malvinas (llamada Soledad por los Argentinos) en la vecindad de Puerto Argentino. El problema para dar refuerzos a las islas era complicado por un bloqueo naval Británico de las Malvinas, que mantenían en vigor 3 submarinos nucleares de ataque de la Marina Real desplegada al Atlántico Sur. Argentina no osaba enviar ningunos refuerzos o abastecimientos por mar ante las fauces de tal amenaza. Así, desde el comienzo, las fuerzas Argentinas en las Malvinas dependían del transporte aéreo de la FAA.

El primer problema era la longitud de la pista de aterrizaje en el aeropuerto de Puerto Argentino. La única pista de superficie dura, construida en las Malvinas era la del campo aéreo de Puerto Argentino. Era bastante corta, 4,500 pies, apta para aviones de transporte civil de turbohélice y para aviones tales como el C-130 con su capacidad de campo corto. Sin embargo, ni los aviones civiles grandes de propulsión a chorro ni cualquier aeronave militar de ataque de alto rendimiento podrían operar desde la corta pista de aterrizaje de Puerto Argentino. Así, la totalidad del esfuerzo Argentino de logística y refuerzo dependía de un pequeño aeropuerto.

La FAA contaba con una pequeña fuerza de transporte de 7 C-130s y unos pocos transportes livianos Fokker F-27 de dos motores. Todos los aviones de las aerolíneas nacionales que eran capaces de aterrizar en Puerto Argentino fueron obligados a dar servicio para transportar las tropas y el equipo que el General Galtieri ufanamente había ordenado a las islas. La fuerza de transporte aéreo de la FAA se desempeñó sumamente bien, dadas sus limitaciones. Desde luego, el esfuerzo de transporte aéreo de la FAA para apoyar las fuerzas desplegadas en las Malvinas duró implícitamente hasta el último día de la campaña. Sin embargo, la fuerza limitada de transporte y el pequeño tamaño del campo aéreo limitó drásticamente las fuerzas que podían enviarse a las islas. La X Brigada Mecanizada se envió a las Malvinas sin su batallón de artillería o sus vehículos. En la práctica todas las unidades de ejército desplegadas a las islas (de hecho después de la invasión todos fueron transportados por aire) solo pudieron llevar armas y vehículos ligeros, dejando la mayoría del equipo rezagado en sus bases originales en el territorio continental.8

Una considerable fuerza aérea se desplegó también a las Malvinas bajo el comando del General Menéndez--y no bajo el comando de la Fuerza Aérea Sur. Diecinueve helicópteros del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina fueron enviados a las Malvinas, principalmente para servir en tareas de reconocimiento y aerotransporte de tropas.9 En Abril veinticuatro Pucarás del 3er Grupo de Ataque recibieron ordenes de transferirse a las islas. El componente Naval aéreo envió 6 aviones Aeromachi 339 livianos de ataque y 6 T-34B Mentors. El avión a propulsión de chorro Aeromachi necesitaba una superficie dura – en la pista de aterrizaje, por lo tanto se radicaron en el Puerto Argentino. Los Pucarás, sin embargo, se construyeron para operar en condiciones ásperas y la mayoría de estos se enviaron a una pequeña pista de aterrizaje de pasto en el Pradera del Ganso (Goose Green)--un miserable campo que se convertía en un cenagal después de cualquier lluvia. Algunos otros Pucarás, transportes livianos y los 6 T-34 se desplegaron a una minúscula pista de tierra en Isla de Borbón (Pebble Island).

Segunda Fase: Mayo 1– Mayo 20.Las Batallas InicialesLas Operaciones Aéreas: Primer Día
Los verdaderos disparos que iniciaron las hostilidades de la guerra sucedieron el 1º de Mayo de 1982. El primer destacamento de la fuerza Británica de invasión llegó a aguas de las Malvinas y se ubicó aproximadamente a 70 millas náuticas (mn) al este de Puerto Argentino. La fuerza expedicionaria Británica, bajo el comando del Almirante John Woodward, se configuró teniendo como centro dos portaaviones livianos (HMS Hermes y HMS Invincible), más de 20 destructores y fragatas y una multitud de buques de transporte militar y las naves de apoyo necesarias que llevaban una brigada Británica con su equipamiento total y completo. Cada uno de los dos portaaviones contaba con un complemento de aviones a propulsión de chorro Harrier de la Marina Real y helicópteros. En suma, el primer destacamento Británico consistió de 65 buques protegidos por un conjunto de modernos radares y docenas de sistemas de proyectiles antiaéreos que incluían los nuevos Sea Darts (efectivos a largo alcance y altas altitudes), Sea Wolves (para amenazas de baja altitud) y un conjunto de cañones de 20 y 40mm para defensa cercana.10 Sin embargo, la principal arma Británica de ataque y defensa a través de la mayor parte del conflicto fueron los 21 aviones Harrier. La pequeña fuerza de Harrier de la Marina Real pronto sería reforzada por un conjunto adicional de 14 Harriers de la Real Fuerza Aérea que luego a bordo de dos grandes barcos de carga, el Atlantic Conveyor y el Atlantic Causeway, que habían sido modificados con cubiertas de vuelo para operaciones de despegues y aterrizajes verticales (VTOL) de los Harrier. En las postrimerías de la campaña cuatro Harriers más volaron desde la Isla Ascensión, siendo reabastecidos en vuelo numerosas veces, para reforzar a los Británicos.11 El Harrier era un avión más moderno que cualquier de los que voló la FAA y, aunque tenía una corta autonomía, podía volar como CAP (Patrulla Aérea de Combate) sobre la flota de 40 minutos a una hora, una ventaja importante de tiempo sobre los atacantes Argentinos, quienes de la mejor suerte contaban con solo unos cuantos minutos para encontrar sus blancos y acometer al enemigo. Durante el día, la Marina Real trató de mantener un CAP de dos Harriers armados con mortales misiles AIM 9L Sidewinder de aire a aire sobre la flota. El número limitado de Harriers disponibles hizo difícil mantener la cobertura defensiva y la mejor oportunidad de los Argentinos fue meter sus aviones de combate contra la flota mientras los Harriers eran distraídos o se encontraban sobre la cubierta para repostar. ampliar imagen


La batalla comenzó antes del amanecer cuando un bombardero Vulcan de largo alcance de la RAF, volando desde la base Británica en la Isla Ascensión a miles de kilómetros de distancia, bombardeó el aeropuerto de Puerto Argentino, dejando muchos cráteres en la pista y dañando algunas de sus instalaciones de apoyo. Poco después de las 8 de la mañana, 10 Harriers, armados con bombas y cañón, dieron asalto a ambos campos aéreos el de Pradera del Ganso (Goose Green) y el de Puerto Argentino en un ataque de bombardeo de baja altitud. Una bomba dio sobre un Pucará y murieron el piloto y el personal de tierra. Por lo menos otros dos Pucarás fueron dañados y los aeropuertos sufrieron daños moderados. El fuego antiaéreo Argentino era intenso y las fuerzas Argentinas fueron vitoreadas por la reivindicación de que habían derribado por lo menos cuatro de los Harriers que había atacado Puerto Argentino y que los cuatro habían caído al agua. De hecho, solo un Harrier había recibido daño menor, la perforación de una bala de 20mm que dejó un hoyo, que fue reparado en dos horas. Al bombardeo de las instalaciones de Puerto Argentino se unieron 3 barcos Británicos que se estacionaron a seis millas de la costa y comenzaron a hacer fuego con sus cañones.12

La FAS, atenta a la flota Británica en aguas de las Malvinas, comenzó por enviar grupos de aviones de ataque, protegidos por interceptores, para atacar los buques Británicos. La Fuerza Aérea Sur nunca tuvo la opción de enviar en una fuerza de ataque grande y usar su ventaja en números para abrumar las defensas aéreas Británicas. A fin de llevar una carga de bombas de una tonelada (4 bombas de 500lb o 2 de 1,000lb) por 600 millas náuticas los Skyhawks necesitaban reabastecimiento aéreo. Contando con solo dos aviones nodriza para toda la fuerza, la FAS se vio limitada a mandar vuelos pequeños, generalmente cuatro aviónes a la vez. Cada vuelo tuvo que ser planeado cuidadosamente y programado a fin de realizar los encuentros de reabastecimiento requeridos.13

Mientras que los Skyhawks y los cuatro Super Etendards de la Marina Argentina eran capaces de realizar reabastecimiento en vuelo, los Daggers y los Mirages no podían hacerlo. Aún con dos tanques arrojadizos de combustible de 1,700 litros, los Daggers y los Mirages volaron en el límite absoluto de su autonomía. Los aviones de combate enviados a atacar los Harriers en CAP y los que servían en misión de cubierta a las aeronaves de ataque no contaban con más de cinco minutos sobre el área de blanco (mientras los Harriers podían merodear por una hora más o menos y podían repostar combustible rápidamente en los portaaviones cercanos). El factor de alcance para los Argentinos, se complicó más por la táctica Británica de mantener su flota de 70–100 millas náuticas al este o noreste de las Islas Malvinas lo que agregaba otras 150–200 millas a las misiones Argentinas. Además, los aviones caza de escolta Argentinos, Mirages y Daggers, que podían alcanzar velocidades de Mach-2, no se atrevían a encender los posquemadores y utilizar su enorme ventaja de velocidad contra los Harriers subsónicos Británicos. Si los pilotos de combate Argentinos utilizaran su velocidad supersónica hubieran consumido tanto combustible que no les alcanzaría para regresar a su base.

El 1º de Mayo casi todas las fuerzas de ataque de la FAS entraron en acción. Los primeros dos vuelos de cazas volaron a una altitud mediana sin encontrar la fuerza Británica y tuvieron que devolverse. A media tarde el tercer vuelo de cuatro Mirages enviado a entablarse con los Harriers encontró su presa. El vuelo de dos Harriers en CAP supero tácticamente a los Mirages y de inmediato los derribaron con sus misiles Sidewinder. Un tercer Mirage había consumido demasiado combustible siendo imposible volver a la base, y trató de hacer un aterrizaje forzoso en el campo aéreo de Puerto Argentino. Los defensores antiaéreos se confundieron pensando que su avión era un Británico que les atacaba y derribaron el Mirage, matando al piloto.

Los tres barcos Británicos (1 destructor, 2 fragatas) que bombardeaban Puerto Argentino fueron atacados por un grupo de Daggers bombardeando y con ráfagas de fuego de sus cañones sobre las embarcaciones. Esto resultó en daños menores a una embarcación. Sin embargo, los eufóricos pilotos Argentinos informaron que un buque había sido dañado seriamente y que dos otros habían recibido daños de varios grados.de la flota y el ataque a tierra y finalmente estaban preparados para desembarcas fuerzas en la Isla Este Malvina.
 

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Tercera Fase:El Desembarco en laBahía San Carlos, 21-26 Mayo

Los Británicos escogieron un lugar para el desembarco de sus tropas en la Bahía San Carlos al otro lado de Puerto Argentino en la Isla Este Malvina. Se escogió la Bahía San Carlos como el punto de desembarco porque los riscos y las altas colinas que circundan la bahía encubrirían los buques de desembarco de los radares de los proyectiles Exocet. En verdad, el Exocet era un sistema de armas al que los Británicos le tenían verdadero miedo y la posibilidad de que los Argentinos usaran sus Exocets dictó la conducción de las operaciones Británicas en su totalidad. Los Ingleses asestaron fuertes ataques aéreos sobre los campos aéreos e instalaciones Argentinas en las Malvinas en la mañana del 21 Mayo y perdieron por fuego terrestre un Harrier y 2 helicópteros Gazelle de la Infantería de la Marina Real. Los Argentinos, que ahora habían sido puestos en alerta al desembarco Británico, prácticamente lanzaron toda la fuerza aérea de la FAS a atacar los buques Británicos durante el día--más de 75 aviones. En vuelos de 4 aeronaves, los Skyhawks y los Daggers Argentinos bajaron a 100 pies de altitud por las últimas 100 millas a la Bahía San Carlos. Mientras las altas colinas resguardaron los buques Británicos de los Exocets, también resguardaron a los aviones Argentinos de ser detectados hasta el último momento. Los Daggers y Skyhawks Argentinos aparecieron sobre las colinas y penetraban directo hacia los buques Británicos. Los Británicos tenían docenas de proyectiles de defensa aérea (Sea Wolves, Sea Darts, Sea Slugs, Sea Cats y Rapiers emplazados en la costa), también contaban con numerosos cañones antiaéreos para defender los buques. Sin embargo, viniendo a bajo nivel sobre las colinas, los Británicos solo tenían de 20 a 30 segundos para reconocer y derribar los combatientes Argentinos antes de que dejaran caer sus bombas y los aviones se volviesen en camino a su casa.
Fue un día de combate extraordinario. La fragata HMS Ardent sufrió daños en un primer ataque y hundido por un segundo ataque Argentino en la tarde de ese día. Otros cuatro buques fueron dañados (daños serios: HMS Antrim; daños moderados: HMS Brilliant,Argonaut y Broadsword) por bombas Argentinas, algunas de las cuales misericordiosamente no estallaron. Los Argentinos pagaron un precio horrendo el 21 de Mayo por su moderado éxito. Los Ingleses derribaron nueve aviónes de la FAS (5 Daggers, 4 Skyhawks). De las unidades aéreas Argentinas ubicadas en las Malvinas, 2 Pucarás y 2 helicópteros fueron derribados. Conforme el desembarco Británico continuaba, la FAS montó ataques adicionales. El 23 de Mayo la Fragata HMS Antelope fue hundida por bombas de los Skyhawks que volaron desde Río Gallegos. El 24 de Mayo cuatro Daggers del Grupo 4 encontraron dos Harriers, que destruyeron tres de ellos con misiles Sidewinder en cuestión de momentos. Ese día se perdió otro Dagger mientras los barcos de desembarque Sir Galahad y Sir Lancelot sufrían dañados por bombas sin detonar y el Sir Bedivere fue dañado ligeramente.

El 25 de Mayo, Día de la Independencia Argentina y la más grande fiesta nacional, vió un esfuerzo aéreo importante montado por la FAS. Un segundo ataque con Exocet fue montado por la 2ª Escuadrilla a las 4:30 PM y se apuntó contra el HMS Invincible estacionado al norte del lugar de desembarque. Igual que antes, un Exocet se extravió, posiblemente abatido por fuego antiaéreo Británico. El radar del segundo, apuntó al Invincible pero fue desviado por grandes cantidades de tirillas de metal y ancló su radar sobre el barco de carga Atlantic Conveyor--que no tenía la protección del señuelo de las tirillas metálicas. El Atlantic Conveyor recibió el impacto y fue severamente dañado (después se hundió). Además de 12 muertos, los Ingleses sufrieron la seria pérdida de 10 helicópteros que se encontraban aún a bordo del Atlantic Conveyor. La pérdida de los helicópteros, incluyendo un Chinook para carga pesada, hizo mucho más difícil la logística para el Ejército Real ya que en las Malvinas había pocos caminos y terreno lodoso, y que para cruzarlo contaban con el apoyo de los helicópteros de carga pesada para el reabastecimiento.

La FAS perdió tres aviones en la mañana tratando de llegarle a la flota Británica. Sin embargo, en la tarde Skyhawks del Grupo hicieron blanco con tres bombas en el destructor HMS Coventry, que lo hundieron en media hora. Mayo 25 fue el peor día para los Británicos en la campaña. Sin embargo, para ese tiempo la mayoría de las dos brigadas de fuerza terrestre se encontraban desembarcadas y a tierra con su equipo y abastecimiento listo para montar la ofensiva final contra las fuerzas terrestres Argentinas.

Cuarta Fase: Mayo 26 a Junio 14
Los Británicos se asentaron bien en tierra en el área de la Bahía San Carlos el 26 de Mayo y estaban listos para comenzar su avance en repliegue de las posiciones del Ejército Argentino. En esta situación en la campaña era poco lo que la FAS podía hacer para contener una inevitable victoria Británica. Aún cuando la FAS hubiese puesto fuera de comisión uno de los portaaviones Británicos, los Ingleses podían haber (y de hecho lo hicieron) operado los VTOL Harriers desde terreno escabroso para aterrizaje sobre la isla. El General Menéndez había colocado sus fuerzas en una extensa línea de defensa que ocupaba posiciones sobre el terreno alto a través del terreno oriental de la isla a fin de defender Puerto Argentino. Ninguno de las posiciones de defensa de batallón y regimiento Argentinos estaba en posición de apoyar las otras. Mientras el aerotransporte de la FAA había sido efectivo en traer 10,000 tropas a la guarnición en las Malvinas, el transporte aéreo disponible había sido capaz solamente de llevar un número pequeño de vehículos y armas pesadas. Las fuerzas bajo las órdenes de Menéndez contaron solamente con 10 carros blindados ligeros y un total de 159 vehículos de toda clase.22 La mayoría de la artillería se había quedado atrás en y las tropas Argentinas tenían poca reserva de municiones. Las dos bien armadas brigadas Británicas comenzaron su ofensiva el 28 de mayo cuando rodearon y forzaron la rendición de la aislada guarnición Argentina en Darwin. De ahí en adelante, los Ingleses metódicamente fueron replegando al Ejército Argentino, posición tras posición, hasta que para el 8 de Junio, los últimos reductos fueron arrinconados en un perímetro alrededor de Puerto Argentino.
No obstante que las cosas fueron malas para las fuerzas Argentinas y las unidades aéreas habían sufrido mucho desgaste, el espíritu y el valor de los pilotos que volaron contra la flota Británica se mantuvieron muy en alto. Una razón para que la moral de las fuerzas Argentinas se mantuviese en alto fue que continuamente sobrestimaron el daño y bajas que habían infligido contra las fuerzas Británicas. El Alto Comando Argentino anunció, y aparentemente creyó, que al 25 de mayo habían hundido o incapacitado 19 de los buques Británicos y derribado 14 de los Harriers. De hecho, los Británicos habían perdido 5 buques hundidos y tres con daños severos - menos de la mitad de lo que los Argentinos, sin recursos precisos de BDA (Evaluación de Daño de Batalla), aseveraban. En vez de los 14 Harriers que los artilleros antiaéreos Argentinos afirmaban haber derribado, solamente cuatro se habían perdido. Con tales cifras, debe haberle parecido a la Fuerza Aérea Argentina que la Marina Real pronto tendría que retirarse a juzgar por el desgaste de guerra sufrido.23 El 30 de mayo la 2ª Escuadrilla hizo su último ataque con Exocet, seguido por un vuelo de Skyhawks contra el transporte Invincible, como blanco. Las fuerzas Argentinas en ese día anunciaron haber dado en el blanco y averiado el Invincible con ambos el Exocet y las bombas de los Skyhawk. Aparentemente, el Exocet fue derribado por el fuego antiaéreo de la Marina Real y el casco del Atlntic Conveyor fue confundido con el Invincible y atacado por los Skyhawks. A pesar de las aseveraciones de los Argentinos, no hubo daños resultantes del último ataque con Exocet.24

En esta etapa de la campaña los Harriers realizaron numerosas misiones de apoyo aéreo cercano en el apoyo de las tropas Británicas. Los 24 Pucarás de la FAA basados en las Malvinas habían sido reducidos por los ataques Británicos al aeropuerto de Puerto Argentino y en combates aéreos. Sin embargo, unos pocos podían volar desde Puerto Argentino y trataron de hacer ataques contra las tropas del ejército Británico. Los Pucarás por lo general fueron ineficaces y varios fueron derribados por fuego terrestre de los Británicos, proyectiles de los Harriers y por misiles portátiles antiaéreos (Blowpipes). Sin embargo, un Pucará se anotó la única victoria de pelea en el aire de la guerra cuando derribó con su cañón, un helicóptero Británico que hacía vuelo de patrullaje. La FAS, aunque severamente desgastada, todavía estaba dispuesta a entrar en la pelea y se encontraba lista para asestar golpes contra la flota Británica cuando el clima lo permitiese. El 8 de Junio los buques de transporte Sir Galahad y Sir Tristram se encontraban desembarcando tropas de la Welsh Guards (Guardia de Gales) en el puerto de Fitzroy, más cerca de Puerto Argentino, cuando 5 Daggers del Grupo 6 y 5 Skyhawks del Grupo 5 aparecieron sobre el Estrecho de las Malvinas. La fragata HMS Plymouth cubría las embarcaciones de carga cuando los cazas Argentinos rugieron. El Plymouth recibió daños por fuego de cañón y por cuatro bombas que no detonaron mientras los Skyhawks dejaron caer bombas en ambos el Sir Galahad y el Sir Tristram. Los dos buques se incendiaron y fueron abandonados, causando 50 bajas a bordo del Sir Galahad. Luego esa tarde 4 Skyhawks del Grupo 4 sorprendieron la embarcación de desembarque LCU F4 en camino de Green Goose a Fitzroy con vehículos Británicos. Pronto la embarcación fue hundida causando la baja de seis hombres a bordo. El CAP de los Harrier llegó con prontitud y atrapó a los Skyhawks derribando a tres de ellos con Sidewinders.

La FAS se comportó agresivamente hasta el final. Conforme la resistencia en tierra se derrumbaba en el área de Puerto Argentino, los Skyhawks del Grupo 5 y los Canberras desde Trelew intentaron volar misiones de apoyo cercano aéreo para el abatido ejército Argentino. Los ataques CAS fueron ineficaces pero un Canberra fue derribado, probablemente por un Sea Dart. Con muy poca artillería a la mano y ninguna esperanza de refuerzos, el General Menéndez se rindió con más de 8,000 hombres en Puerto Argentino el 14 de junio. Los Británicos habían ganado la guerra.

Conclusión
La Guerra de las Malvinas nos ofrece algunas lecciones importantes para la conducción de una guerra aérea moderna. Los Británicos aprendieron la importancia de un sistema tempranero de alerta aéreo de largo alcance para proteger la flota. Los ataques con Exocet pusieron sobre aviso a todas las Armadas del mundo entero de los peligros de que representan los proyectiles antibuque. El derribo de 20 aviones de aire a aire de los Harriers que estaban armados con FIN--9L Sidewinders enseño a la Gran Bretaña la importancia de mantener un adelanto tecnológico sobre el adversario en la tecnología de proyectiles y sistemas de guía. Aunque sea un breve adelanto (y los Sidewinders eran más que un breve adelanto sobre los Matra 530s) se puede traducir en superioridad aérea decisiva.25
Para los Argentinos fue menos un asunto de lecciones que aprender que como superar la vergüenza de la derrota. El Alto mando militar fue culpable de una serie de pobres decisiones que resultaron en la muerte de muchos valientes y leales soldados, aviadores y marineros Argentinos--hombres que merecían mucho mejores líderes que los que tenían. El General Galtieri y la junta militar se tropezaron con una guerra sin tener un plan o estrategia. Desde el comienzo la estrategia de la junta de capturar las Malvinas fue delirante. Inmediatamente después de la ocupación Argentina de las Malvinas y el anuncio Británico de que montarían una campaña para recobrar las islas, los militares Argentinos se pusieron en contacto con el gobierno de los Estados Unidos y pidieron que EE.UU. proveyese a Argentina con el pleno apoyo de inteligencia en su conflicto con la Gran Bretaña. Cuando los funcionarios Estadounidenses de inteligencia negaron los pedidos Argentinos e indicaron que los EE.UU. estaban de lado de sus aliados Británicos, el liderazgo Argentino se quedó mudo de asombro.26 Tan convencidos estaban de la nobleza de su causa que simplemente supusieron que EE.UU. y el resto del mundo se uniría a las ambiciones nacionales Argentinas. Los Argentinos se amargaron por el desaire, pues la junta pensó seriamente que los EE.UU abandonarían de todo corazón a su aliado más cercano, por una dictadura Argentina.

Galtieri demostró una notable carencia de comprensión del funcionamiento de las modernas operaciones militares insistiendo en que las Malvinas serían defendidas por una fuerza terrestre grande, principalmente compuesta de conscriptos adiestrados a medias, con pocas armas pesadas, sin posibilidad de abastecimiento por la vía marítima y completamente dependiente de un exiguo transporte aéreo. Galtieri y la mayoría de los principales dirigentes militares parece carecían del concepto del uso de tecnología moderna en la guerra. Por ejemplo, el Ejército y Fuerza Aérea Argentinos pudieron haber alargado la pista de aterrizaje en Puerto Argentino por 2,000 pies y asentar su Skyhawks y Daggers en las Malvinas. Los Argentinos tenían, en su territorio, los zapadores, el equipo y las planchas de acero taladrado necesarias para haber extendido la pista de aterrizaje en una semana más o menos.27 Sin embargo, para transportar zapadores, material y equipo a Puerto Argentino hubiese sido necesario utilizar la mayoría de la capacidad limitada de aerotransporte y la decisión de Galtierí para defender las islas con una gran fuerza terrestre eliminaron esa posibilidad. Simplemente no había suficiente transporte aéreo para considerar tal opción, no obstante que todos los oficiales profesionales de fuerza aérea y navales tanto en los Estados Unidos como en Europa y en Abril 1982 pensaron que era la cosa obvia que hacer.

El Vicealmirante Lombardo, comandante del teatro, no corre mejor suerte que el General Galtieri como comandante operacional y estratega. Su decisión para instalar una fuerza aérea grande de 24 Pucaras, 6 Aeromacchi 339s y 6 T-34s en las Malvinas es difícil de entender para un soldado profesional. Qué le hizo pensar que una fuerza de aviones livianos de aplicación específica a la lucha contra rebeldes podría funcionar bien en un ambiente aéreo pleno de Harriers con Sidewinders, buques Británicos armados con gran abundancia con cohetes antiaéreos de última palabra y fuerzas terrestres armadas con misiles Rapier y Blowpipe antiaéreos? Era un entorno excepcionalmente mortal para aviones concebidos para condiciones moderadas de lucha contra la insurgencia. Muchas de las operaciones de las unidades aéreas Argentinas basadas en las Malvinas poseen en sí un toque de novela de la “Carga de la Brigada Liviana”. Los T-34 Mentor eran los aviones de aprendizaje básico, armados con una ametralladora liviana y algunos cohetes apropiados para el señalamiento de artillería. Los Aeromacchis también estaban armados ligeramente y no eran apropiados para ataques antinavales. Sin embargo, esto no previno que un Aeromacchi 339 de la Marina realizara un pase valeroso contra la flota Británica y que con su ametralladora dañara ligeramente una embarcación. En realidad ese fue todo el daño que el total de 36 aviones de ala fija y 19 helicópteros desplegados en las Malvinas infligió sobre la flota Británica. Los T-34s volaron unas pocas misiones de reconocimiento y se la ingeniaron para sobrevivir ocultándose entre las nubes. Los Pucarás pelearon valientemente pero sin efectividad y al fin de la campaña casi todos habían sido destruidos o incapacitados.

Otra de las importantes decisiones operacionales del Almirante Lombardo fue dejar zarpar el anticuado General Belgrano (43 años de servicio) hacia la flota Británica sin una defensa adecuada contra submarinos. El hundimiento del General Belgrano representó la más grande pérdida de vidas en la guerra--y sin ningún otro logro que forzar a la Marina Argentina a permanecer en puerto sin riesgo alguno por el resto de la guerra.

El General Menéndez, comandante de la guarnición en las Malvinas, demostró una notable ausencia de entendimiento de los elementos esenciales del arte operacional. Desplegó sus tropas de infantería, pobremente preparadas, sin armamento adecuado en una línea de defensa desparramada y mal ubicada. Los Británicos fácilmente invadieron y rebasaron las posiciones de Menéndez una por una. En realidad, el clima miserable y los problemas de logística ocasionaron a las brigadas del Ejército Británico e Infantes de la Marina Real mucho más problemas que el Ejército Argentino. Uno se recuerda del General Galtieri. Cómo se imaginó que unas tropas mal adiestradas, soldados armados a la ligera podrían hacer frente en la batalla contra una infantería de lo mejor en el mundo--los Gurkas, el Regimiento de Paracaidistas, los Infantes de la Marina Real? Aparentemente Galtieri y la junta creyeron que el patriotismo y la valentía serían suficientes para superar todas las desventajas militares.

En realidad, el único comandante mayor Argentino que demostró competencia y profesionalismo en la Guerra de las Malvinas fue el General Crespo, comandante de la FAS. Dada la inferioridad tecnológica de la Fuerza Aérea Argentina y el Componente Aéreo Naval, los problemas de alcance, la carencia de aviones nodriza y la carencia de recursos de reconocimiento, Crespo hizo muy buen trabajo con las fuerzas disponibles. Tuvo tres semanas para organizar y entrenar una fuerza de ataque para una campaña naval-aérea un tipo de operaciones para las cuales sus dos pequeñas unidades de aeronavales se prepararon. Aprendió de sus errores--aparentemente el único comandante mayor Argentino capaz de hacerlo. Después del 1º de mayo, evitó los ataques de altitud mayor y usaron la mejor táctica de atacar por lo bajo. Su improvisado escuadrón “Fenix” fue una manera imaginativa de poner un señuelo a las CAP Británicas. La capacidad de su cuartel general para programar el apoyo de reabastecimiento en vuelo y los numerosos ataques aéreos en operaciones de larga distancia habla muy por alto de la competencia profesional y el buen trabajo de su estado mayor.

La historia de la FAS en la Guerra de las Malvinas es impresionante. Los pilotos de los escuadrones de Skyhawk, Dagger, Mirage y Etendard demostraron notables habilidades de navegación y de pilotaje duarante las seis semanas que duró la campaña. Los ataques de baja altitud eran excepcionalmente peligrosos y tensos. Un vuelo de Skyhawks voló tan baja altura para alcanzar a la flota Británica que, en el vuelo de regreso, tuvieron que hacer aterrizajes por instrumento en su base propia porque las cubiertas de cabina estaban obscurecidas por una capa de sal producida por el rocío del agua de mar. Mientras los historiadores oficiales Argentinos continúan afirmando que los aviadores Argentinos infligieron mucho más daño sobre la flota Británica de lo que oficialmente admitieron, el registro documentado de pérdidas Británicas es considerable e impresionante tomando en cuenta que la FAA no se había adiestrado para operaciones antinavales antes de la guerra. Los destructores Sheffield y Coventry, las fragatas Ardent, Antelope, el buque de apoyo Atlantic Conveyor, la nave de desembarque Sir Galahad el lanchón de desembarco LCU F4 todos fueron hundidos por bombas y Exocets Argentinos. Los destructores Glasgow y Antrim, las fragatas Argonaut y Plymouth y la nave de desembarco Sir Tristram todos sufrieron daños mayores y otros seis buques recibieron daños de menor importancia. En suma, los daños mayores y las bajas infligidas sobre la fuerza expedicionaria Británica fueron causadas por la Fuerza Aérea Sur. Pero para mostrar esos resultados, la FAS pagó un precio muy alto. Los Grupos 4 y 5 de la fuerza de Skyhawk de la FAA perdieron 19 aviones en la guerra. El pequeño escuadrón naval de Skyhawks perdió tres aviones. El Grupo 8 perdió 2 Mirages. El Grupo 6 perdió 11 de sus 30 Daggers y se perdieron 2 Canberras del 2º Escuadrón de Bombardero. En total, durante el curso de las operaciones la FAS perdió 41% de sus aviones en combate y accidentes operacionales. Este es una tasa de desgaste inaudita, pero el entusiasmo y el espíritu de pelea nunca decayeron. El Comando de Transporte de la FAA también se desempeñó en forma admirable. Durante el mes de Abril la pequeña fuerza de transporte movilizo todo lo que podía volar para aerotransportar casi 8,000 tropas y 5037 toneladas de pertrechos: armas, vehículos y abastecimientos hacia las Malvinas.28 Aún después de la llegada de la flota Británica y la declaración de un bloqueo aéreo total de las Malvinas por los Británicos, los transportes siguieron volando a Puerto Argentino por la noche llevando pertrechos y sacando a los heridos. Hasta el último día de la campaña los aerotransportes de la FAA se les colaron a los Británicos. Estas operaciones también eran altamente peligrosas y un transporte C-130 fue derribado con un sidewinder por un Harrier.

Los artilleros antiaéreos y los operadores de radar de la Fuerza Aérea Argentina desempeñaron sus trabajos con valor y muy competentemente a lo largo de la campaña. Siete aviones Británicos, incluyendo 4 Harriers, fueron derribados por las defensas antiaéreas de tierra de los Argentinos.29 Los operadores de radar de la FAA en Puerto Argentino fueron el único recurso eficiente de los Argentinos para localizar los aviones y buques Británicos. Durante los ataques de los Skyhawk y los Daggers los operadores de radar en Puerto Argentino vigilaron los movimientos de los Harrier y mantuvieron informados a los Argetinos de la proximidad de los Harriers. Varias vidas y aviones de la FAS se salvaron debido a la magnifica actuación de los operadores de radar estacionados en Puerto Argentino
.

Para terminar, la Fuerza Aérea Argentina encaró grandes desventajas y se desempeño sorprendentemente bien. Palabras de antiguo como: valor, gallardía, y honor son las únicas que se pueden usar para describir el desempeño de combate del personal de la Fuerza Aérea Argentina y Naval Aéreo quienes pelearon en la guerra. Mientras la junta y la mayoría de los principales dirigentes militares Argentinos ofrecen un modelo de como NO hacer la guerra, los aviadores Argentinos nos dan un modelo positivo de competencia impresionante al nivel táctico y operacional de guerra.

Notas

1. Para una revista general de los reclamos Argentinos sobre las Malvinas ver Mariano César Bartolomé, El Conflicto del Atlántico Sur, Buenos Aires: Circulo Militar, 1996 ver también Carlos Augusto Landaburu, La Guerra de las Malvinas, Buenos Aires: Círculo Militar, 1988.

2. Para una muy buena descripción de los arreglos Argentinos de Comando y los problemas que ellos ocasionaron a los Argentinos ver Alejandro Corbacho, “Improvisación sobre la Marcha: La Estructura Argentina de Comando y su impacto sobre las Operaciones Terrestres durante la Guerra de las Malvinas (1982)”, Ensayo presentado ante la Society for Military History Conference: Quantico VA Abril 2000
 

SuperEtendard

Colaborador
Colaborador
Interesante, yo tengo un estudio de un Almirante de la USN que dice exactamente todo lo contrario:D

Saludos
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
SuperEtendard dijo:
Interesante, yo tengo un estudio de un Almirante de la USN que dice exactamente todo lo contrario:D

Saludos

Subelo al foro..que esperas?
 
yo tengo uno de un español pero lo tengo en papel...que hago le saco foto con la digital y lo subo? como? se llama asi "contribucion de la guerra de las malvinas a la doctrina aerea moderna" del gral de aviacion jose sanchez mendez
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
Si no hay otro remedio(yo hice eso mismo con los articulos de LEticia y Marañon.)
 

SuperEtendard

Colaborador
Colaborador
Brunner dijo:
Subelo al foro..que esperas?

Dame tiempo a que lo encuentre:D

Siendo un Almirante de la USN, el destaca la actuacion de la ARA y critica bastante duramente a la FAA. Lo contrario del autor de este trabajo, que calculo es un aviador.

Saludos
 
SuperEtendard dijo:
Dame tiempo a que lo encuentre:D

Siendo un Almirante de la USN, el destaca la actuacion de la ARA y critica bastante duramente a la FAA. Lo contrario del autor de este trabajo, que calculo es un aviador.

Saludos


A mi parecer q el mayor poder lo tuvo el coan ,con muy pocos aviones hicieron tner mucho miedo a la royal navy , si se hubieran escogido mejor los blancos ,otros como el atlantic conveyor se hubieran quedado sin suministros , todo esto sin desmerecer a las faa
 
www.airpower.maxwell.af.mil/apjinternational/apj-s/prima94/sanchesz.html

igual voy a tratar de bajarlo o reescriirlo o bajo las fotos nose que sera mejor
 
La contribución de la Guerra de las Malvinas a la doctrina aérea moderna*

General de Aviación José Sánchez Méndez,
Fuerza Aérea Española

(*Republicado cortesía de La Revista de Aeronáutica, Octubre 1992 y el autor)

Han transcurrido ya diez años desde la primavera del 1982, cuando británicos y argentinos se enfrentaron en el conflicto que pasó a ser conocido como la Guerra de las Malvinas, por lo que podría ser ya un buen momento para hacer una valoración del mismo desde el punto de vista aéreo y el mis o tiempo analizar que significado ha podido tener en la evolución de la guerra y del pensamiento y doctrine aeronáuticos.

Este conflicto ha sido probablemente el único en la Historia en el que ambas partes tuvieron que compartir en los lfmites de sus capacidades de proyección del poder militar respective. Las Malvinas se encuentran a unos 700 kilómetros de la Argentina continental y a 7,000 de la base británica de la isla de la Ascensión y aunque los dos países disponían en aquel momento de unas fuerzas armadas relativamente modernas, sin embargo se encontraron con gravísimos problemas para su despegue y no pudieron emplear la capacidad aérea táctica disponible en toda su dimensión. La guerra fue más bien un enfrentamiento entre la fuerza fuerza aérea argentina con base en tierra, que una batalla entre dos ejércitos, pues la marina de guerra de Buenos Aires nunca supuso una amenaza para la fuerza aeronaval del Reino Unido ni tampoco el ejército de tierra argentina dio muestras de poseer la agresividad y la determinación necesaria para negar a los británicos la recuperación del archipiélago.

Conducción de la Crisis y Sistema C3I

La guerra de las Malvinas sirvió para poner de relieve la necesidad de disponer a nivel nacional de un sistema para producir una crisis, sea del tipo que fuere, y en este caso una crisis bélica. En este sentido Gran Bretaña llevó una gran ventaja a Argentina, y sus experiencias han servido para que otras muchas naciones hayan constituido posteriormente gabinetes o equipos para prevención y gestión de la crisis. En Londres fue creado un grupo de crisis presidido por la entonces primera ministro y del que formaban parte un reducido número de ministros y el Jefe del Estado Mayor de Defensa como asesor militar principal, asistiendo a veces, cuando su presencia era necesaria, el Fiscal General como asesor legal. Este grupo aseguraba la coordinación interministerial y las medidas de carácter diplomático, políticas y económicas que hubo que adoptar, sí como la aprobación de aquellas directrices militates que requerían la conducción de las operaciones, pero sin intentar en ningún momento dirigirlas directamente ni interferir en la estructura operativa. La estructura orgánica del mando que se constituyó fue la más corta y clara posible, de forma que facilitase una rápida reacción ante cualquier hecho o situación imprevisible y permitió al contraalmirante Sir John Woodward ejercer el mando técnico de las fuerzas navales y terrestres hasta que el cuartel general de las fuerzas de desembarco fue establecido en la Bahía de San Carlos, pero retuvo en todo momento el control táctico de los Harrier y de los 200 helicópteros de la fuerza operativa conjunta británica.

Elemento esencial para el desarrollo de las operaciones militares fue el sistema C3I, de*Republicado cortesía de La Revista de Aeronáutica, octubre de 1992 y el autor.mando, control, comunicaciones e inteligencia. Por parte británica se tuvo acceso a los satélites de comunicaciones de los Estados Unidos y la ganarantía del secreto de su propia red, que pudo ser utilizada en un ambiente favorable y con una superioridad tecnológica notable, además de contar con el apoyo norteamericano para descriptar los códigos argentinos. Esta inferioridad por parte de uno de loas contendientes, no quiere decir que no hubiese una actividad electrónica notable, puesto que el sistema C3I británico estubo siempre vigilando por la entonces Unión Soviética, tanto por satélites de la serie Cosmos, como por barcos de obtención de información de la clase Primori y los aviones Bear que operaban desde Cuba y Angola. De todas las formas sin covertura norteamericana, la fuerza operativa británica se hubiese visto en dificultades, tal como se reconoció posteriormente en el informe a los comunes del Secretario de Estado de la Defensa del Reino Unido.

Por parte argentina no existió un único sistema C3I, sino que funcionaron cuatro estructuras de forma separada. La primera fue de carácter político-militar y operó con criterios muy politizados; el ejército de tierra constituyó en las Malvinas un Mando centralizado pero de pobre dirección y organización y unas comunicaciones de teatro y tácticas muy débiles; el sistema naval no estuvo adaptado ni aen tamaño ni en tecnología a las exigencias del conflicto por último, el que disposo la fuerza aérea fue el major de los cuatro, con personal muy cualificado y de gran profesionalidad, pero con una cobertura de sensores y de comunicaciones insuficiente.

Defensa Aérea

Quizás el factor más importante y que prácticamente decidiría el curso de la guerra, fue la decisión argentina de no ampliar la pista de 1,200 metros, del aeródromo de Puerto Argentino para que pudiesen actuar desde el mismo los Mirage III EA, los Dagger, Super Standard y A-4. De haber podido operar algunos enterceptadores desde la isla, Argentina no hubiese perdido la superioridad aérea, pues disponía en tierra de un radar AN/TPS-43F de largo alcance, otro AN/TPS-44 y un Super Fledermaus para la de artillería antiaérea. Por ello la defensa aérea quedó realmente circunscrita a la acción antiaérea de los cañones de 20 y 35 mm., y misiles superficie-aire Tigercat, Skyguard, Roland y Blowpipe, responsables de la mayor parte de las pérdidas británicas de Sea Harrier, Harrier GR3 y de helicópteros, aunque su efectividad no fue tan alta como cabría esperar. Se supone que ello fue debido a las contramedidas electrónicas británicas. La ausencia de misiles SAM de gran alcance, junto a la de los interceptadores tendría una gran repercusión en la defensa de las islas.

La cobertura radar baja cota de los buques británicos estaba limitada a unas 35 millas náuticas, cobertura que se agrava para los modelos 965 R de búsqueda cuyo alcance era menor y para los 992K que estaban limitados al alcance visual dei horizonte, por lo que el tiempo de reacción era muy corto. La falta de un sistema de detección y alerta previa, AEW, fue crucial para la defensa de la flota, por lo que hubo que emplear a los Sea Harrier en misiones de patrulla aérea de combate para aumentar el tiempo de reacción, utilizando para ello un radar Blue Fox. Sin embargo la reducida autonomía de estos cazas y también la falta de capacidad de búsqueda hacia abajo, junto al escaso número de Sea Harrier, solamente 28 unidades, limitaban enormemente sus posibilidades de éxito.

Los británicos intentaron paliar esta deficiencia utilizando algunos barcos, como picket-radar desplegándolos por delante a unas 100 millas, pero ninguno de ellos había sido diseñado para desempeñar estos cometidos, careciendo de la conveniente mezcla de sensores y de la capacidad de supervivencia para resistir un ataque múltiple. Hubo que recurrir, al igual que los argentinos, a la defensa antiaérea, utilizando una amplia variedad de misiles superficie-aire como los Blowpipe, Rapier, Stinger, Sea Cat, Sea Dart y Sea Wolf,, que llegaría a derribar a 52 cazabombarderos argentinos.

La guerra de las Malvinas volvió a demostrar la eficacia de los SAM y de la AAA y por consiguiente de la necesidad de disponer de una apropiada combinación de tales ingenios, hecho que se confirmaría en la reciente Guerra del Golfo, para impedir las penetraciones de las defensas por los cazabombarderos a acotas bajas o ultra bajas.



Supresión de las Defensas



La progresiva eficacia de las defensas antiaéreas, a partir de la Guerra del Vietnam, obligó a revisar el concepto de la Batalla Aérea, en la que la supresión de aquellas pasó a ser una condición esencial para la conquista del dominio del aire y para la batalla aérea contra superficie y cuyo cometido consistió en la reducción, destrucción o neutralización temporal de los sistemas antiaéreos y de mando, control y comunicaciones mediante ataque físico y guerra electrónica, de manera que las operaciones aéreas se puedan realizar con mayor flexibilidad y pérdidas mínimas. La supresión de las defensas debe por consiguiente dirigirse a una degradación temporal de determinados objetivos y a la destrucción total o parcial de elementos esenciales de los sistemas antiaéreos enemigos.

Mediante el empleo de la perturbación electrónica en diferentes modalidades y aplicaciones, es decir lo que se conoce como armas blandas o "Soft Kill Weapons," Gran Bretaña trató con cierto éxito de neutralizar a las defensas argentinas, propósito que al parecer obtuvo con el radar de tiro Fledermaus. Sin embargo no pudo alcanzar al radar TPS-43 con el empleo de los bombarderos Vulcan, a pesar de lanzar misiles anti-radiación Shrike, probablemente porque dichos misiles se blocaban sobre los radares de las baterías antiaéreas.

Las modernas tácticas de ataque en la supresión exige que se efectúe a muy baja cota y alta velocidad, lo cual reduce los tipos de cazabombarderos a emplear. Los pilotos argentinos descendían en el tramo final de la aproximación a las Malvinas a cotas increíbles, hasta el punto de que se llenaban de sal sus parabrisas y también dificultaba la navegación al no poder identificar los accidentes costeros. De todas formas las velocidades utilizadas no eran excesivamente altas, al estar limitadas a baja cota por los tipos de aviones disponibles. Malvinas fue un pequeño anticipo y nueve años más tarde se vino a confirmar como hay que suprimir las defensas, tal como la forma magistral en que se efectuó en la Guerra del Golfo.

El Combate Aéreo

No hubo oportunidad de destruir a la aviación enemiga en tierra o embarcada, con excepción de los Pucará que lo fueron por la acción del Special Air Service en la operación efectuada el 14 de mayo en Isla de Borbón (Pebble Island) o Isla de Guijarros (costa norte de Malvinas) pues Gran Bretaña carecía de la capacidad estratégica convencional para atacar las bases del adversario del continente y Argentina no pudo hundir ni al Hermes ni el Invencible.

La guerra en el aire fue esencialmente un combate entre los cazabombarderos argentinos que atacaban continuamente a la fuerza naval británica a muy bajas altitudes y con un mínimo de escolta de la caza y los Harrier que efectuaban misiones de defensa aérea y ataques contra superficie. Los pilotos argentinos faltos de radares apropiados, de equipos de autoprotección de sus aviaciones y del armamento aire-aire adecuado para contrarrestar el misil Sidewinder AIM-9L, carecían de la autonomía suficiente para enfrentarse en el aire a la caza británica. Ello explica el balance final de las pérdidas habidas en combate aéreo. Para los Harrier los objetivos aéreos primarios fueron las tres variantes de los A-4B Skyhawk, cuyo número permitía a los argentinos emplearlos reiteradamente contra la flota británica. Ello explica el balance final de las pérdidas habidas en combate aéreo. Para los Harrier los objetivos aéreos primarios fueron las tres variantes de los A-4B Skyhawk, cuyo número permitía a los argentinos emplearlos reiteradamente contra la flota británica. Por otra parte, si bien los Mirage III y Dagger eran más rápidos y maniobreros que los Harrier a media y alta cota, sin embargo la situación se invertía a altitudes bajas, pues además de carecer de la aviónica y armamento aire-aire idóneos, el combustible disponible solo les permitía permanecer alrededor de dos minutos en la zona. La eficacia del misil AIM-9L estuvo del 80%, porcentaje muy similar al que alcanzaría en la aviación israelí por las mismas fechas en el valle de la Bekaa. Esto sirvió para demostrar que hay que hay que poseer armamento aire-aire basado en misiles guiados por infrarrojos o por radar, capaces de ser disparados sin restricciones en la dirección de ataque que se desee y conservar el cañón para posibles combates próximos. Pero hay una condición fundamental, el piloto de caza debe conocer las características de combate del avión enemigo y sus vulnerabilidades, así como las tácticas del combale aéreo utilizadas por el adversario.

La batalla contra superficie

La fuerza aérea argentina carecía de experiencia en el ataque a unidailes navales, por lo que los aviones argentinos tuvieron que crear, inventar e improvisar tácticas, técnicas y procedimientos y aprender cada día a costa de mucho sufrimiento. Como dijo el que fue jefe de su estado mayor, el general Ernesto Crespo, "Para aprender, hay que pagar primero." Y así fue, que los pilotos argentinos pagaron un alto precio, con la pérdida de muchas tripulaciones, pero enriquecieron con sus fallos y aciertos las historias y las doctrinas aéreas. Solamente 81 aviones argentinos tenían la capacidad suficiente para alcanzar a la flota británica desde sus bases en el continente y de ellos, los únicos que disponían de sistemas para ser reabastecidos de combustible en el aire eran los A-4B y A-4C, pero desgraciadamente solo había dos KC-130 en el inventario. A estos aviones había que añadir los cinco Super Etendar, que podían trasvasar combustible en vuelo entre sí, pero a costa de reducir notablemente su carga militar el que hiciese de nodriza.

Este conflicto vino a confirmar la importancia estratégica el reabastecimiento en vuelo. Los británicos instalaron en todos sus aviones y helicópteros equipos para recibir combustible en el aire, toda vez que tenían que operar sobre el mar. Durante el movimiento y despliegue aéreo hacia la zona de operaciones, más de 600 misiones de reabastecimiento fueron voladas por los aviones cisternas de la RAF, de las que solo en un por ciento fueron abortadas debido a los fuertes vientos de cara.

Otra de las mejores lecciones de esta guerra fue que es posible destruir desde el aire a una fuerza naval defendida con misiles superficie-aire y AAA incluso aunque los cazabombarderos solamente empleen armamentos convencional, tengan una aviónica poco sofisticada y no cuenten con medios adecuados de autoprotección, y ello a pesar de hacerlo prácticamente en el límite de su autonomía. Si los argentinos hubieran podido reabastecer en el aire a los Mirage y Dagger y emplear un armamento de mayor fiabilidad y precisión, las Malvinas hubiesen sido una tumba para la flota británica. Conviene recordar que dos destructores modelos 42 y dos fragatas tipo 21, un buque contenedor y una lancha de desembarco fueron hundidos, pero barcos más resultaron seriamente dañados y otros en número indeterminado también fueron alcanzados. Dichos resultados habrían sido más dramáticos si las bombas hubiesen explotado siempre al alcanzar el objetivo, circunstancia que no sucedió al no haber podido armarse la espoleta.

Muy notable fue el éxito obtenido por la munición guiada, por una parte con los misiles Exocet y por el lado británico con los AS-12 y Sea Skua lanzados desde helicópteros Lynx. Los Harrier utilizaron bombas guiadas laser, cluster y lisas y aunque alcanzaron mayor letalidad que los aviones argentinos, tuvieron también problemas similares, fallando algunas veces en el lanzamiento y en el armado de la espoletas. La campaña puso de relieve la eficacia de la munición guiada y sobre la necesidad de disponer de este tipo de armamento en el inventario de una fuerza aérea moderna.

Guerra Electrónica

Una de las experiencias más provechosas del conflicto fue la conclusión de que la victoria pasa forzosamente por la Superioridad Aérea Electrónica. Los cazabombarderos argentinos carecieron en el Atlántico Sur de equipos de autoprotección y como se ha dicho anteriormente causaron importantes pérdidas a la fuerza aeronaval británica, aunque al precio de importantes pérdidas, a la fuerza aeronaval británica, aunque al precio de importantes pérdidas. ¿Qué hubiese sucedido si hubiesen podido disponer de modernos dispositivos de decepción electrónica y e infrarrojos? Al carecer de estos sistemas se vieron obligados a mantener un estricto silencio electrónico, de radio y radar y a efectuar sus incursiones a la mínima altitud posible, con el fin de evitar o al menos retrasar su detección por los buques británicos, cuyos sensores no encontraban en el cielo emisiones que captar. Es cierto que ensayaron tácticas de ataques contra un mismo objetivo, mediante formaciones de 4 a 10 aviones de diferentes modelos para intentar saturar las capacidades del radar y demás sistemas electrónicos de la nave dificultando la reacción de los operadores de vigilancia, identificación y de las armas, pero quizás los resultados hubieran podido aumentar en efectividad si los ataques hubieran sido con un mayor número de aviones simultáneamente. Quizás la gran distancia del continente, las adversas condiciones meteorológicas, la ausencia de un moderno y racional sistema C3I y otras dificultades logísticas y operativas, impidieron un empleo masivo de la aviación de combate.

Los Estados Unidos habían facilitado a Gran Bretaña misiles anti-radiación Shrike e informes detallados de las frecuencias de los radares y del orden de batalla electrónico de los argentinos, con lo que los británicos disponían del elemento sorpresa tecnológica. Por otra parte, si bien los buques de la Royal Navy gozaban de una protección electrónica aceptable, no ocurría lo mismo con los Harrier, que se mostraron altamente vulnerables a las defensas del adversario, por lo que hubo que improvisar sobre la marcha y con toda rapidez un equipo de autoproteccíón denominado Blue Eric para ser instalado en un pod modificado del cañón Aden, pero dicho perturbador llegaría demasiado tarde para ser empleado. Los pod de Marconi británica Sky Shadow y los americanos ALQ-101D de la firma Westinghouse eran demasiado pesados para los cazas, siendo instalados en los bombarderos Vulcan, por lo que los Harrier contaron tan solo con los dispositivos de contramedidas de infrarrojos y los de chaff ALE-40.

En Malvinas se puso relieve que la moderna guerra aérea al estar basada en sistemas de avanzada tecnología, exige que todos los aviones, no solo los de combate, deben llevar medios de autoprotección activos y pasivos, que incluyen a los receptores de avisos de amenazas, interceptadores y perturbadores electrónicos y dispositivos de contramedidas de infrarrojos y de chaff.

Logística

Ambos contendientes tuvieron que hacer frente a graves y grandes problemas de carácter logístico. Argentina, tras la imposición británica de la zona de exclusión total, solo pudo contar con el transporte aéreo para abastecer al cuerpo expedicionario que había ocupado las islas, trasladando a 9,729 hombres y 5,442 toneladas de material diverso y víveres. Es de destacar la eficacia de esta forma de empleo del poder aéreo, en particular entre el 1 de mayo y el 14 de junio, período de desarrollo de la batalla, durante el cual las misiones hubo que hacerlas en condiciones operativas muy duras bajo el fuego de la artillería y de los misiles superficie-aire británicos y el hostigamiento de los Harrier. Lanzamientos de cargas, evacuación de heridos y transporte de repuestos y equipo esencial, fueron las misiones más destacadas.

lndependientemente de la gran ayuda prestada por los Estados Unidos a Gran Bretaña, el envío de las fuerzas operativas conjunta a una distancia de 15,000 kilómetros fue una de las operaciones más complicadas y difíciles que se han realizado en la guerra moderna. Los británicos tuvieron que utilizar todos los recursos disponibles para establecer y mantener un continuo puente aéreo entre la isla de Ascensión y la flota y el concluir las hostilidades los C-130 y VC-10 de la RAF había realizado 17,000 horas de vuelo y los Hércules efectuaron 40 misiones d abastecimiento desde el aire a los buques situados en la zona de operaciones.

Hubo que derrochar en los dos bandos capacidad de imaginación y de improvisación para poder hacer frente a un sin fin de problemas y dificultades. La ausencia de unos medios aéreos apropiados para alcanzar y mantener la superioridad aérea exigió a los británicos emplear a los Sea Harrier y Harrier GR-3 en misiones para las que no habían sido concebidos, lo que obligó a introducir una serie de modificaciones técnicas en dichos aviones, no previstas hasta entonces. Así por ejemplo, los técnicos de British Aerospace hicieron posible que los Harrier de la RAF pudiesen utilizar los misiles Sidewinder AIM-9L y los cohetes que llevaban los Sea Harrier, así como ingeniar tratamientos anticorrosivos para proteger a los cazas que permanecían en estado de alerta en la cubierta de los portaaeronaves.

Comentario final

La Guerra de las Malvinas fue un conflicto atípico que enfrentó a dos naciones occidentales y desarrollada en un escenario también muy particular, pero es indudable que contribuyó a enriquecer el pensamiento aéreo y a confirmar una más que el poder aéreo puede por si mismo decidir el desenlace final, a pesar de la lejanía en el que tuvieron que actuar los medios disponibles.

Todas las formas de empleo del poder aéreo tuvieron la oportunidad de ser utilizadas, unas con mejor resultado que otras debido a las características del teatro de operaciones y al desarrollo tecnológico e industrial y capacidad económica de cada una de las partes, pero también fue evidente que ninguna de las dos había estado preparada para dicha guerra. El conflicto sirvió para que los contendientes demostrasen su capacidad de innovación e imaginación más que la de previsión y planeamiento. Con un poco más de suerte por parte de Argentina, podría haber tenido un final totalmente diferente, a pesar de que sus pilotos no estaban adiestrados en el ataque a unidades navales, sus cazas eran de tecnología anticuada y emplearon un armamento inadecuado.

Pero en las Malvinas además de las contribuciones antes comentadas destacó la importancia de la profesionalidad de los combatientes sobre cualquiera otra consideración, independientemente de la entidad de una fuerza de los sistemas de armas disponibles, el profesional bien motivado y adiestrado siempre será un factor multiplicador. Finalmente, conviene tener presente que la victoria británica radicó en su experiencia, dentro de la OTAN, del empleo de la doctrina para la acción unificada y en la constitución de mandos de iguales características, lo fue vino a confirmar la aproximación a la dirección de la guerra moderna, nacida en la II Guerra Mundial.
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