Otra vez Sopa.

Derruido

Colaborador
Preocupación en EE.UU.
El rearme trae el fantasma de la Guerra Fría

Fuerte aumento del gasto militar de Rusia y China

PARIS.– El mundo se encamina, al parecer, hacia una nueva Guerra Fría, como la que mantuvo al planeta al borde del cataclismo nuclear entre 1946 y 1989. Pero esta vez Estados Unidos tendrá que velar dos frentes al mismo tiempo: la rivalidad con Rusia, en el escenario europeo, y la amenaza de China, en el Pacífico.

Los dos países, que anhelan rivalizar con Estados Unidos, insinuaron sus ambiciones en los últimos días, cuando anunciaron sus proyectos en materia militar.

Utilizando como pretexto el refuerzo del dispositivo militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa Oriental, Moscú admitió que prepara una nueva doctrina militar para reemplazar la que rige desde 2000. La elite militar rusa interpreta las intenciones norteamericanas de instalar una parte de su escudo antimisiles en la República Checa y Polonia como una peligrosa intrusión en su antigua área de influencia.

El responsable de la defensa estratégica aérea rusa, teniente general Igor Khovorov, mostró la semana pasada su hostilidad hacia ese proyecto, cuando dijo que no sería difícil para los bombarderos rusos destruir los misiles del escudo norteamericano. La aviación rusa, aseguró, contará en abril próximo con dos bombarderos estratégicos modernizados Tu-160.

Desde junio de 2006, Rusia también acelera la construcción de cohetes móviles Topol-M y Bulava (para la marina), con un alcance de 10.000 kilómetros, capaces de perforar el escudo antimisiles. Por su parte, el general ruso Vladimir Mikhailov declaró que su país debía prepararse para sostener en el futuro "guerras en el espacio".

La amenaza norteamericana, invocada por el Kremlin, permite justificar el lanzamiento de una carrera armamentista que persigue dos objetivos. Por un lado, Moscú confía en aprovechar el actual debilitamiento internacional de Estados Unidos para recuperar el prestigio que tenía en épocas de la Unión Soviética y restablecer un mundo bipolar.

La segunda razón es que, fiel a un método que se emplea desde la época de Stalin, Putin desea que el "complejo militar-industrial" sea el motor de la "modernización y diversificación" de la economía rusa.

Putin confió al primer viceprimer ministro Serguei Ivanov, que aparece como su probable delfín, la tarea de promover en los próximos ocho años un programa de armamentos de "quinta generación", principalmente de antimisiles y de defensa espacial. Para financiar esas ambiciones el Kremlin cuenta con los recursos que le dejan las exportaciones de gas y petróleo.

El presupuesto militar de 2007 asciende, oficialmente, a 30.700 millones de dólares. Pero los expertos estiman que en la realidad llega a más de 40.000 millones de dólares. En el período 2007-2015, Rusia consagrará 190.000 millones de dólares a modernizar su arsenal, según admitió Putin.

Para Estados Unidos, el riesgo de esa escalada reside en que -al mismo tiempo- deberá enfrentar la carrera armamentista de China.

La semana pasada, Pekín anunció que su presupuesto militar para 2007 ascendería a casi 45.000 millones de dólares. Ese aumento del 17,8% con respecto al año anterior, dijo el gobierno chino, se justifica por la reciente venta de centenares de misiles norteamericanos a Taiwan. Pero las autoridades omitieron decir que, desde hace años, China mantiene 800 cohetes balísticos apuntados hacia la isla.

El incremento del presupuesto traduce más bien las ambiciones geopolíticas chinas.

"El centro de gravedad de las prioridades estratégicas norteamericanas está situado en el Pacífico", sostiene el discutido ensayista Robert Kaplan.

El ex secretario de Defensa norteamericano Donald Rumsfeld expuso en 2005 la inquietud que suscitan "el ritmo y los alcances de la expansión militar de China".

Oficialmente, el presupuesto militar chino es de 40.000 millones de dólares, pero los expertos norteamericanos estiman que, en realidad, asciende a más 100.000 millones. Programa espacial

Programa espacial

La primera inquietud procede de la capacidad china de lanzar un ataque nuclear con misiles de largo alcance. China posee un millar de cohetes con un radio de acción de 8500 kilómetros. En 2010, según el Pentágono, tendrá unos 2000 misiles capaces de transportar cabezas nucleares a 12.500 kilómetros, es decir, hasta el corazón de Estados Unidos.

La otra gran preocupación es el programa espacial. China demostró su capacidad tecnológica en enero pasado, cuando destruyó un satélite obsoleto a 864 kilómetros de altura. De esa forma demostró la vulnerabilidad de los satélites espías de Estados Unidos, que vuelan a esa altitud.

China también puede desplegar una red de microsatélites dotados de rayos láser, capaces de neutralizar los satélites norteamericanos e inmovilizar a las fuerzas terrestres, aéreas y navales de Estados Unidos.

Esa doble carrera armamentista, capaz de desembocar en una Guerra Fría en dos frentes, provoca temor en Estados Unidos y desconcierta a Europa. La canciller alemana, Angela Merkel, dio a entender la semana pasada que la Unión Europea (UE) no quiere convertirse en escenario de una nueva confrontación que no buscó: las tensiones con Rusia por el "escudo antimisiles", dijo, "no deben ser tratadas por la UE en Bruselas, sino por la OTAN".

Por Luisa Corradini
Para LA NACION
 
Arriba