Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Temas de Defensa General
Noticias de Palestina
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 835203" data-attributes="member: 7964"><p><strong><span style="font-size: 18px"><span style="font-family: 'verdana'">La apuesta perdida de la Autoridad Palestina.</span></span></strong></p><p></p><p><strong><em>La apuesta perdida de la Autoridad palestina. / Le pari perdu de l'Autorité palestinienne.</em></strong></p><p></p><p>Por haberse jugado todo al diálogo con Israel y al sostén de los Estados Unidos, el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, no encuentra resultados concretos de lo que hay que realizar para hacer valer la opinión palestina. Él amenazó con tirar la toalla, a riesgo de dejar el vacío después de él.</p><p>La Autoridad palestina está en crisis. Una crisis tan grave como ésta podría no sobrevivir. El gobierno de los territorios autónomos, establecido en 1993 por los acuerdos de Oslo, ya atravesó períodos críticos, consiguiendo superar la segunda intifada y la muerte de Arafat. Pero el callejón sin salida donde se encuentra el proceso de paz levanta hoy preguntas existenciales que amenazan ver desmoronarse una entidad a la cual la diplomacia internacional se jugó todo. Su presidente, Mahmoud Abbas, anunció su intención de echar el guante y de no presentarse en las elecciones próximas palestinas, previstas para enero o junio próximo, o tal vez vueltas a poner para el día del juicio final. Los israelíes denuncian una maniobra de Abbas que invocó ya muchas veces su salida antes de cambiar de opinión, pero la perspectiva de una retirada del sucesor de Arafat aparece muy real.</p><p>“Tengo miedo que esto sea más que una simple amenaza”, declaró Bernard Kouchner, después de haberse encontrado con Mahmoud Abbas el lunes en Ammán e intentado hacerle cambiar de opinión. “El apoya en sus hombros una carga pesada y no comprende por qué, después de todos los esfuerzos cumplidos, las cosas son todavía más difíciles que antes”.”Mahmoud Abbas lo tiene difícil, confirma uno de los allegados del presidente palestino, está profundamente consternado porque todavía cree en el proceso de paz. Es por otra parte su principal debilidad, porque este proceso murió”.</p><p>Abbas se había jugado todo a la negociación con Israel. Aprendiendo las lecciones del fracaso de Arafat, había hecho una sentencia doble: la lucha armada y el recurso del terrorismo fueron contraproducentes a la causa palestina, proporcionando a la derecha israelí sus mejores argumentos para rechazar todo acuerdo suscitando la reprobación de la opinión internacional. Considerando que sólo los americanos se hallaban en estado de hacer presión sobre Israel, él alineó desde su llegada al poder, a la política palestina con las peticiones de Washington.</p><p></p><p><em>Ruptura con las ambigüedades de Arafat.</em></p><p></p><p>El cambio fue radical. Dando la espalda a los defectos del viejo jefe histórico, la corrupción, su actitud ambigua frente al terrorismo, sus prórrogas y su vanidad, Abbas, desde su elección en 2005, ha jugado hasta el final la carta americana. Aplicando la hoja de ruta de 2003, subyugando las actividades de Hamas y de las organizaciones islamistas, abandonando la lucha armada, él restableció la seguridad en Cisjordania, volvió a lanzar la economía y construyó en las zonas palestinas un proto-estado sostenido de la mano de las ayudas financieras internacionales. Si el diagnóstico era sin duda bueno, el balance de esta política es cero. Abbas no obtuvo hasta ahora nada como contrapartida, ni de Israel, ni de los americanos. Peor, el dominio estrecho que había heredado se redujo a cero. Cisjordania es roída día tras día por la proliferación de las colonias israelíes. La continuidad territorial de un Estado eventual palestino se encuentra allí seriamente comprometida.</p><p>Las ciudades palestinas de Cisjordania están cercadas. Jerusalén Este, anexionada por Israel sin reconocimiento de la comunidad internacional, está siendo lenta pero firmemente absorbida por un plan ambicioso urbano israelí. La franja de Gaza, el otro territorio palestino, cayó bajo el signo de “hermanos enemigos” entre Fatah y Hamas. Ambas entidades palestinas se entregan a una agria guerra subterránea.</p><p>Sobre el plano diplomático, Abbas es tomado entre el árbol y la corteza. Mimado por Washington y la Unión Europea, está sometido a violentos ataques de sus adversarios de Hamas al mismo tiempo que a las críticas de sus partidarios. Cada vez que él cede a las peticiones americanas, aceptando encontrarse con Nétanyahou en New York en septiembre pasado o, más recientemente, consintiendo en el aplazamiento del examen del informe del juez Goldstone sobre las violaciones del derecho internacional durante la operación contra la franja de Gaza, se desacredita un poco más frente a los palestinos. Enojándose, como él trata de hacerlo negándose a negociar sin que se congele la colonización israelí, se transforma en el promotor de confusión que bloquea el proceso de paz.</p><p>Sin salida, Mahmoud Abbas se ve a punto de renunciar. La hipótesis de su salida es tanto más inquietante ya que ningún sucesor potencial goza del sostén de la opinión palestina, quedando aceptable para los israelíes y la comunidad internacional Salam Fayyad, el primer ministro; es un tecnócrata sin caudal electoral. Mohammed Dahlan y Djibril Rajoub, que mantienen buenas relaciones con los americanos e Israel, están ampliamente desacreditados. Marwan Barghouti, que goza al contrario de una popularidad inmensa entre los palestinos, tiene la gruesa desventaja de estar en el fondo de una prisión israelí, condenado a perpetuidad.</p><p>Mahmoud Abbas puso todos sus huevos en la cesta americana, dice Hani al-Masri, un allegado del presidente palestino, que dirige el centro de reflexión estratégica Badael-Alternatives, en Ramallah. “Él hizo junto la Autoridad palestina en su totalidad, que las negociaciones alcanzaran un callejón sin salida. Si él acepta recuperar las negociaciones mientras que Israel continúa como si nada la colonización, está cometiendo un suicidio político”.</p><p>Mientras que la diplomacia internacional se esfuerza por instalar una reanudación de las negociaciones, como un médico que da cuidados a un cadáver, otras ideas comienzan a germinar del lado palestino.</p><p></p><p><em>Fuente</em>: Corresponsal de Le Figaro en Jerusalem. Adrien Jaulmes 18 11 2009</p><p>Traducción propia.</p><p></p><p>Le pari perdu de l'Autorité palestinienne.</p><p></p><p>Pour avoir tout misé sur le dialogue avec Israël et le soutien des États-Unis, le président de l'Autorité autonome, Mahmoud Abbas, se retrouve sans aucun résultat concret à faire valoir auprès de l'opinion palestinienne. Il menace de jeter l'éponge, au risque de laisser le vide après lui.</p><p>L'Autorité palestinienne est en crise. Une crise si grave qu'elle pourrait n'y pas survivre. Le gouvernement des Territoires autonomes, établi en 1993 par les accords d'Oslo, a déjà traversé des périodes critiques, réussissant à surmonter la seconde intifada et la mort d'Arafat. Mais l'impasse où se trouve le processus de paix soulève aujourd'hui des questions existentielles, qui menacent de voir s'effondrer une entité sur laquelle la diplomatie internationale a tout misé.</p><p>Son président, Mahmoud Abbas, a annoncé son intention de jeter le gant et de ne pas se représenter aux prochaines élections palestiniennes, prévues en janvier - ou en juin prochain, ou peut-être remises aux calendes grecques. Les Israéliens dénoncent une manœuvre, d'autres rappelent qu'Abbas a déjà plusieurs fois évoqué son départ avant de se raviser, mais la perspective d'un retrait du successeur d'Arafat reste bien réelle.</p><p>«J'ai peur que cela ne soit pas qu'une simple menace», a déclaré Bernard Kouchner, après avoir rencontré Mahmoud Abbas lundi à Amman et tenté de le faire changer d'avis. «Il porte sur ses épaules un lourd fardeau et ne comprend pas pourquoi, après tous les efforts accomplis, les choses sont encore plus difficiles qu'avant.» «Mahmoud Abbas en a assez, confirme un des proches du président palestinien, il est profondément désespéré parce qu'il croit encore au processus de paix. C'est d'ailleurs sa principale faiblesse, car ce processus est mort.»</p><p>Abbas avait tout misé sur la négociation avec Israël. Tirant les leçons de l'échec d'Arafat, il avait fait un double constat : la lutte armée et le recours au terrorisme ont été contre-productifs pour la cause palestinienne, fournissant à la droite israélienne ses meilleurs arguments pour rejeter tout accord et suscitant la réprobation de l'opinion internationale. Considérant que seuls les Américains étaient en mesure de faire pression sur Israël, il a aligné dès son arrivée au pouvoir la politique palestinienne sur les demandes de Washington.</p><p></p><p>Rupture avec les ambiguïtés d'Arafat</p><p></p><p>Le changement a été radical. Tournant le dos aux travers du vieux chef historique, sa corruption, son attitude ambiguë vis-à-vis du terrorisme, ses atermoiements et sa vanité, Abbas a, dès son élection en 2005, joué jusqu'au bout la carte américaine. Appliquant la feuille de route de 2003, jugulant les activités du Hamas et des organisations islamistes, abandonnant la lutte armée, il a rétabli la sécurité en Cisjordanie, relancé l'économie et construit dans les zones palestiniennes un proto-État soutenu à bout de bras par les aides financières internationales. Si le diagnostic était sans doute bon, le bilan de cette politique est nul. Abbas n'a jusqu'à présent rien obtenu en contrepartie, ni d'Israël, ni des Américains. Pis, l'étroit domaine dont il avait hérité s'est réduit comme peau de chagrin. La Cisjordanie est jour après jour grignotée par la prolifération des colonies israéliennes. La continuité territoriale d'un éventuel État palestinien s'en trouve sérieusement compromise.</p><p>Les villes palestiniennes de Cisjordanie sont enclavées. Jérusalem-Est, annexée par Israël sans la reconnaissance de la communauté internationale, est en train d'être lentement mais sûrement absorbée dans un ambitieux plan urbain israélien. La bande de Gaza, l'autre territoire palestinien, est tombée sous la coupe des frères ennemis du Hamas. Les deux entités palestiniennes se livrent une âpre guerre souterraine.</p><p>Sur le plan diplomatique, Abbas est pris entre l'arbre et l'écorce. Cajolé par Washington et l'Union européenne, il est soumis aux violentes ¬attaques de ses adversaires du Hamas en même temps qu'aux critiques de ses partisans. Chaque fois qu'il cède aux demandes américaines, en acceptant de rencontrer Nétanyahou à New York en septembre dernier ou, plus récemment, en consentant au report de l'examen du rapport du juge Goldstone sur les violations du droit international pendant l'opération contre Gaza, il se discrédite un peu plus auprès des Palestiniens. En se cabrant, comme il essaie de le faire en refusant de négocier sans gel de la colonisation, il devient le fauteur de trouble qui bloque le processus de paix.</p><p>Sans issue, Mahmoud Abbas se dit sur le point de renoncer. L'hypothèse de son départ est d'autant plus inquiétante qu'aucun successeur potentiel ne jouit du soutien de l'opinion palestinienne, en restant acceptable pour les Israéliens et la communauté internationale. Salam Fayyad, le premier ministre, est un technocrate sans assise électorale. Mohammed Dahlan et Djibril Rajoub, qui entretiennent de bonnes relations avec les Américains et Israël, sont largement discrédités. Marwan Barghouti, qui bénéficie à l'inverse d'une large popularité chez les Palestiniens, a le gros désavantage d'être au fond d'une prison israélienne, condamné à perpétuité. «Mahmoud Abbas a mis tous ses œufs dans le panier américain», dit Hani al-Masri, un proche du président palestinien, qui dirige le centre de réflexion stratégique Badael-Alternatives, à Ramallah. «Il réalise à présent, et l'Autorité palestinienne avec lui, que les négociations ont atteint une impasse. S'il accepte de reprendre les pourparlers alors qu'Israël poursuit comme si de rien n'était la colonisation, il commet un suicide politique.»</p><p>Alors que la diplomatie internationale s'efforce d'amorcer une reprise des négociations, comme un médecin donnant des soins à un cadavre, d'autres idées commencent à germer du côté palestinien.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 835203, member: 7964"] [B][SIZE=5][FONT=verdana]La apuesta perdida de la Autoridad Palestina.[/FONT][/SIZE][/B] [B][I]La apuesta perdida de la Autoridad palestina. / Le pari perdu de l'Autorité palestinienne.[/I][/B] Por haberse jugado todo al diálogo con Israel y al sostén de los Estados Unidos, el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, no encuentra resultados concretos de lo que hay que realizar para hacer valer la opinión palestina. Él amenazó con tirar la toalla, a riesgo de dejar el vacío después de él. La Autoridad palestina está en crisis. Una crisis tan grave como ésta podría no sobrevivir. El gobierno de los territorios autónomos, establecido en 1993 por los acuerdos de Oslo, ya atravesó períodos críticos, consiguiendo superar la segunda intifada y la muerte de Arafat. Pero el callejón sin salida donde se encuentra el proceso de paz levanta hoy preguntas existenciales que amenazan ver desmoronarse una entidad a la cual la diplomacia internacional se jugó todo. Su presidente, Mahmoud Abbas, anunció su intención de echar el guante y de no presentarse en las elecciones próximas palestinas, previstas para enero o junio próximo, o tal vez vueltas a poner para el día del juicio final. Los israelíes denuncian una maniobra de Abbas que invocó ya muchas veces su salida antes de cambiar de opinión, pero la perspectiva de una retirada del sucesor de Arafat aparece muy real. “Tengo miedo que esto sea más que una simple amenaza”, declaró Bernard Kouchner, después de haberse encontrado con Mahmoud Abbas el lunes en Ammán e intentado hacerle cambiar de opinión. “El apoya en sus hombros una carga pesada y no comprende por qué, después de todos los esfuerzos cumplidos, las cosas son todavía más difíciles que antes”.”Mahmoud Abbas lo tiene difícil, confirma uno de los allegados del presidente palestino, está profundamente consternado porque todavía cree en el proceso de paz. Es por otra parte su principal debilidad, porque este proceso murió”. Abbas se había jugado todo a la negociación con Israel. Aprendiendo las lecciones del fracaso de Arafat, había hecho una sentencia doble: la lucha armada y el recurso del terrorismo fueron contraproducentes a la causa palestina, proporcionando a la derecha israelí sus mejores argumentos para rechazar todo acuerdo suscitando la reprobación de la opinión internacional. Considerando que sólo los americanos se hallaban en estado de hacer presión sobre Israel, él alineó desde su llegada al poder, a la política palestina con las peticiones de Washington. [I]Ruptura con las ambigüedades de Arafat.[/I] El cambio fue radical. Dando la espalda a los defectos del viejo jefe histórico, la corrupción, su actitud ambigua frente al terrorismo, sus prórrogas y su vanidad, Abbas, desde su elección en 2005, ha jugado hasta el final la carta americana. Aplicando la hoja de ruta de 2003, subyugando las actividades de Hamas y de las organizaciones islamistas, abandonando la lucha armada, él restableció la seguridad en Cisjordania, volvió a lanzar la economía y construyó en las zonas palestinas un proto-estado sostenido de la mano de las ayudas financieras internacionales. Si el diagnóstico era sin duda bueno, el balance de esta política es cero. Abbas no obtuvo hasta ahora nada como contrapartida, ni de Israel, ni de los americanos. Peor, el dominio estrecho que había heredado se redujo a cero. Cisjordania es roída día tras día por la proliferación de las colonias israelíes. La continuidad territorial de un Estado eventual palestino se encuentra allí seriamente comprometida. Las ciudades palestinas de Cisjordania están cercadas. Jerusalén Este, anexionada por Israel sin reconocimiento de la comunidad internacional, está siendo lenta pero firmemente absorbida por un plan ambicioso urbano israelí. La franja de Gaza, el otro territorio palestino, cayó bajo el signo de “hermanos enemigos” entre Fatah y Hamas. Ambas entidades palestinas se entregan a una agria guerra subterránea. Sobre el plano diplomático, Abbas es tomado entre el árbol y la corteza. Mimado por Washington y la Unión Europea, está sometido a violentos ataques de sus adversarios de Hamas al mismo tiempo que a las críticas de sus partidarios. Cada vez que él cede a las peticiones americanas, aceptando encontrarse con Nétanyahou en New York en septiembre pasado o, más recientemente, consintiendo en el aplazamiento del examen del informe del juez Goldstone sobre las violaciones del derecho internacional durante la operación contra la franja de Gaza, se desacredita un poco más frente a los palestinos. Enojándose, como él trata de hacerlo negándose a negociar sin que se congele la colonización israelí, se transforma en el promotor de confusión que bloquea el proceso de paz. Sin salida, Mahmoud Abbas se ve a punto de renunciar. La hipótesis de su salida es tanto más inquietante ya que ningún sucesor potencial goza del sostén de la opinión palestina, quedando aceptable para los israelíes y la comunidad internacional Salam Fayyad, el primer ministro; es un tecnócrata sin caudal electoral. Mohammed Dahlan y Djibril Rajoub, que mantienen buenas relaciones con los americanos e Israel, están ampliamente desacreditados. Marwan Barghouti, que goza al contrario de una popularidad inmensa entre los palestinos, tiene la gruesa desventaja de estar en el fondo de una prisión israelí, condenado a perpetuidad. Mahmoud Abbas puso todos sus huevos en la cesta americana, dice Hani al-Masri, un allegado del presidente palestino, que dirige el centro de reflexión estratégica Badael-Alternatives, en Ramallah. “Él hizo junto la Autoridad palestina en su totalidad, que las negociaciones alcanzaran un callejón sin salida. Si él acepta recuperar las negociaciones mientras que Israel continúa como si nada la colonización, está cometiendo un suicidio político”. Mientras que la diplomacia internacional se esfuerza por instalar una reanudación de las negociaciones, como un médico que da cuidados a un cadáver, otras ideas comienzan a germinar del lado palestino. [I]Fuente[/I]: Corresponsal de Le Figaro en Jerusalem. Adrien Jaulmes 18 11 2009 Traducción propia. Le pari perdu de l'Autorité palestinienne. Pour avoir tout misé sur le dialogue avec Israël et le soutien des États-Unis, le président de l'Autorité autonome, Mahmoud Abbas, se retrouve sans aucun résultat concret à faire valoir auprès de l'opinion palestinienne. Il menace de jeter l'éponge, au risque de laisser le vide après lui. L'Autorité palestinienne est en crise. Une crise si grave qu'elle pourrait n'y pas survivre. Le gouvernement des Territoires autonomes, établi en 1993 par les accords d'Oslo, a déjà traversé des périodes critiques, réussissant à surmonter la seconde intifada et la mort d'Arafat. Mais l'impasse où se trouve le processus de paix soulève aujourd'hui des questions existentielles, qui menacent de voir s'effondrer une entité sur laquelle la diplomatie internationale a tout misé. Son président, Mahmoud Abbas, a annoncé son intention de jeter le gant et de ne pas se représenter aux prochaines élections palestiniennes, prévues en janvier - ou en juin prochain, ou peut-être remises aux calendes grecques. Les Israéliens dénoncent une manœuvre, d'autres rappelent qu'Abbas a déjà plusieurs fois évoqué son départ avant de se raviser, mais la perspective d'un retrait du successeur d'Arafat reste bien réelle. «J'ai peur que cela ne soit pas qu'une simple menace», a déclaré Bernard Kouchner, après avoir rencontré Mahmoud Abbas lundi à Amman et tenté de le faire changer d'avis. «Il porte sur ses épaules un lourd fardeau et ne comprend pas pourquoi, après tous les efforts accomplis, les choses sont encore plus difficiles qu'avant.» «Mahmoud Abbas en a assez, confirme un des proches du président palestinien, il est profondément désespéré parce qu'il croit encore au processus de paix. C'est d'ailleurs sa principale faiblesse, car ce processus est mort.» Abbas avait tout misé sur la négociation avec Israël. Tirant les leçons de l'échec d'Arafat, il avait fait un double constat : la lutte armée et le recours au terrorisme ont été contre-productifs pour la cause palestinienne, fournissant à la droite israélienne ses meilleurs arguments pour rejeter tout accord et suscitant la réprobation de l'opinion internationale. Considérant que seuls les Américains étaient en mesure de faire pression sur Israël, il a aligné dès son arrivée au pouvoir la politique palestinienne sur les demandes de Washington. Rupture avec les ambiguïtés d'Arafat Le changement a été radical. Tournant le dos aux travers du vieux chef historique, sa corruption, son attitude ambiguë vis-à-vis du terrorisme, ses atermoiements et sa vanité, Abbas a, dès son élection en 2005, joué jusqu'au bout la carte américaine. Appliquant la feuille de route de 2003, jugulant les activités du Hamas et des organisations islamistes, abandonnant la lutte armée, il a rétabli la sécurité en Cisjordanie, relancé l'économie et construit dans les zones palestiniennes un proto-État soutenu à bout de bras par les aides financières internationales. Si le diagnostic était sans doute bon, le bilan de cette politique est nul. Abbas n'a jusqu'à présent rien obtenu en contrepartie, ni d'Israël, ni des Américains. Pis, l'étroit domaine dont il avait hérité s'est réduit comme peau de chagrin. La Cisjordanie est jour après jour grignotée par la prolifération des colonies israéliennes. La continuité territoriale d'un éventuel État palestinien s'en trouve sérieusement compromise. Les villes palestiniennes de Cisjordanie sont enclavées. Jérusalem-Est, annexée par Israël sans la reconnaissance de la communauté internationale, est en train d'être lentement mais sûrement absorbée dans un ambitieux plan urbain israélien. La bande de Gaza, l'autre territoire palestinien, est tombée sous la coupe des frères ennemis du Hamas. Les deux entités palestiniennes se livrent une âpre guerre souterraine. Sur le plan diplomatique, Abbas est pris entre l'arbre et l'écorce. Cajolé par Washington et l'Union européenne, il est soumis aux violentes ¬attaques de ses adversaires du Hamas en même temps qu'aux critiques de ses partisans. Chaque fois qu'il cède aux demandes américaines, en acceptant de rencontrer Nétanyahou à New York en septembre dernier ou, plus récemment, en consentant au report de l'examen du rapport du juge Goldstone sur les violations du droit international pendant l'opération contre Gaza, il se discrédite un peu plus auprès des Palestiniens. En se cabrant, comme il essaie de le faire en refusant de négocier sans gel de la colonisation, il devient le fauteur de trouble qui bloque le processus de paix. Sans issue, Mahmoud Abbas se dit sur le point de renoncer. L'hypothèse de son départ est d'autant plus inquiétante qu'aucun successeur potentiel ne jouit du soutien de l'opinion palestinienne, en restant acceptable pour les Israéliens et la communauté internationale. Salam Fayyad, le premier ministre, est un technocrate sans assise électorale. Mohammed Dahlan et Djibril Rajoub, qui entretiennent de bonnes relations avec les Américains et Israël, sont largement discrédités. Marwan Barghouti, qui bénéficie à l'inverse d'une large popularité chez les Palestiniens, a le gros désavantage d'être au fond d'une prison israélienne, condamné à perpétuité. «Mahmoud Abbas a mis tous ses œufs dans le panier américain», dit Hani al-Masri, un proche du président palestinien, qui dirige le centre de réflexion stratégique Badael-Alternatives, à Ramallah. «Il réalise à présent, et l'Autorité palestinienne avec lui, que les négociations ont atteint une impasse. S'il accepte de reprendre les pourparlers alors qu'Israël poursuit comme si de rien n'était la colonisation, il commet un suicide politique.» Alors que la diplomatie internationale s'efforce d'amorcer une reprise des négociations, comme un médecin donnant des soins à un cadavre, d'autres idées commencent à germer du côté palestinien. [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Temas de Defensa General
Noticias de Palestina
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba