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Malvinas 1982
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<blockquote data-quote="Brunner" data-source="post: 231624" data-attributes="member: 70"><p><strong> A 25 años de la guerra =Entre la estrategia oficial y los reclamos de los ex combatientes La Casa Rosada infló la causa malvinense con aire de campaña</strong></p><p> </p><p>Serán mínimos los alcances de la suspensión de los acuerdos sobre hidrocarburos</p><p> </p><p>Néstor Kirchner pareció sobreponerse al temor por eventuales manifestaciones en contra de él y presidiría hoy el acto central del Día del Veterano de la Guerra de las Malvinas, en Ushuaia. Desde la medianoche de ayer comenzó allí la vigilia de todos los años. </p><p></p><p><strong>Hasta ahora, el Presidente se viene mordiendo la lengua frente a la cantera retórica que ofrece la causa de las Malvinas. Sobre todo para alguien como él, nacido en el extremo de la Patagonia y propenso a explotar mitos nacionalistas como el de la ruptura con el Fondo Monetario y la recompra de YPF. Si se lee el flamante libro de Vicente Palermo Sal en las heridas se comprende el status superior que tiene la reivindicación de las islas frente a modulaciones similares: es la única prueba de que la sociedad argentina es víctima de una patraña exterior. Fantasía muy frecuente en asuntos mucho más discutibles. </strong></p><p>Sin embargo, Kirchner vino interpretando esa melodía sólo en tres ocasiones: en la apertura de sesiones del Congreso, en la Asamblea General de la ONU y en conmemoraciones como la de hoy. Bastante poco para alguien cuya única foto con militares durante la dictadura fue registrada el 3 de abril de 1982, en un acto de adhesión al desembarco del día anterior. </p><p></p><p>Por las dudas, el canciller Jorge Taiana se hizo asesorar para la liturgia de hoy por un ex combatiente: Martín Balza, el embajador en Colombia y jefe del Ejército con Carlos Menem. </p><p></p><p><strong>En un largo dictamen, Balza recomendó sacar las ceremonias de los cuarteles, exaltar la paz y recordar que se peleó por un sentimiento y no para sostener a un gobierno militar. Impecable adaptación de este escenógrafo para que Kirchner recuerde hoy, junto al Beagle, que los británicos llevan 174 años de usurpación sobre el archipiélago y 25 años de negativa sistemática a discutir el problema. </strong></p><p></p><p>Pero toda efemérides es ideológica. Condensa en una fecha una interpretación de la historia. Para el Reino Unido, 2007 es el 25° aniversario de una victoria bélica gracias a la cual se liquidó para siempre el conflicto por la soberanía sobre las islas Malvinas. Por eso habrá una celebración tras otra en Londres y en las Malvinas. Entre el 14 y el 15 de junio, regimientos británicos desfilarán, entorchados, entre Whitehall y Buckingham Palace. </p><p></p><p>Irónico o cínico, el Foreign Office puso en apuros al embajador Federico Mirré al convidarlo a compartir una discreta ceremonia en ese calendario triunfal. El argentino prefirió aceptar otra invitación: la que le cursó lord Montgomery para conmemorar los 200 años de la segunda invasión inglesa a Buenos Aires. Igual de estrafalaria, esta propuesta era, por lo menos, elogiosa. </p><p></p><p>Los entredichos que se expresan en el ceremonial quedaron también cifrados en los documentos diplomáticos. El Gobierno denunció el martes pasado la Declaración Conjunta sobre Hidrocarburos de 1995. </p><p></p><p>En realidad, las tratativas por petróleo y gas habían sido suspendidas por Adalberto Rodríguez Giavarini en 2000, en vista de las autorizaciones que entregaban los isleños por su cuenta. "Abrimos un período de reflexión", se dijo entonces. Es la manera que tienen los diplomáticos de dejar de dialogar. </p><p></p><p>El final era obvio y llegó el martes pasado, cuando el vicecanciller Roberto García Moritán convocó al embajador John Hughes. Este galés fue informado de la decisión después de divagar durante media sobre bueyes perdidos. Es que en la Casa Rosada todavía no le habían bajado el martillo a la ruptura, entretenidos en los beneficios mediáticos que le sacarían al anuncio. </p><p></p><p>Todavía se ríen de esta escena en el entorno de Kirchner. Los británicos, prensa y gobierno, trataron de reducir el "lamentable episodio" a un acto de la campaña electoral del Presidente. La presencia de la senadora Cristina Kirchner en la foto que registró el momento de la decisión colaboró, hay que admitirlo, con esa impresión. </p><p></p><p><strong>Es cierto que los resultados prácticos de la cancelación del acuerdo serán mínimos. Hay pocas perspectivas de que en torno de las Malvinas exista un gran negocio para las petroleras. Los pocos estudios promisorios están referidos a aguas no disputadas de la Argentina. Es posible, como especulan algunos expertos locales, que al recrearse un clima de tensión se desalienten las inversiones allí. Los acuerdos que ahora se desmontan servían para mejorar la atmósfera en toda el área. Por eso habría que ver si la Argentina no se está pegando un pequeño tiro en el pie con estas decisiones. </strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>El próximo paso de la Cancillería será la suspensión del acuerdo sobre pesca, que también ronca en su "período de reflexión". Desde 2005, los kelpers comprometen recursos del área en disputa por los próximos 25 años. Por eso Kirchner podría haber denunciado el pacto la semana pasada. Pero se contuvo y fue lógico. Hace apenas 20 días estuvo en Buenos Aires Leigh Turner, el director de Territorios de Ultramar del Foreign Office para hablar del problema. </strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Además, como muchas de las empresas que accedieron a los permisos de captura de los kelpers son españolas, el paso podría inquietar al facilitador Juan Carlos de Borbón. Pero ese objetivo del gobierno ya está logrado con las amenazas contra Repsol. </strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Es muy probable que el reclamo por las Malvinas abandone el terreno de la relación bilateral con el Reino Unido y se circunscriba al Comité de Descolonización de la ONU. Allí están apagando las luces. Apenas si quedan un par de casos en trámite. En junio próximo, Taiana viajará a Nueva York acompañado por varios nativos de las Malvinas que viven en Santa Cruz. Atestiguarán lo mismo que el malvinense Alexander Betts dijo anteayer a LA NACION: que en las islas no hay ningún estilo de vida que merezca ser conservado y que si lo hubiera es menos apetecible que el de Córdoba, donde él se radicó. </strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>No habría que hacerse ilusiones. La retirada de las potencias coloniales de sus territorios ocupados fue el gran motor que encontró la causa argentina entre 1965 y 1982. En tres ocasiones se estuvo al borde de un acuerdo en ese lapso. Hoy, esa bandera casi no flamea. Al contrario, en 2004, Londres elevó el rango militar de las fuerzas militares destacadas en las islas al de un Comando del Atlántico Sur. Su sentido no es garantizar la seguridad de los kelpers sino ofrecer un servicio al orden global. Londres sueña, desde la intervención en Irak, con la recuperación de su protagonismo internacional. Como en 1833, vuelve a encontrar estratégico el archipiélago. </strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Este dispositivo de defensa se sostiene en una versión intelectual. El Foreign Office encomendó a Lawrence Freedman que elaborara la "historia oficial" de las Malvinas. El autor de esa edición canónica acaba de decir al diario El Mercurio de Chile que su país jamás volverá a negociar. </strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Para justificar esa indiferencia, Gran Bretaña recurrirá, de manera oblicua, a los argumentos que expuso Margaret Thatcher en los dos capítulos de sus memorias dedicados a las Malvinas: en la Argentina existe un régimen aislacionista y agresivo y debemos evitar que los kelpers caigan en sus garras. </strong></p><p>Sería de una injusticia imperdonable comparar a Kirchner con Galtieri. Pero a los británicos les debe resultar tentador aprovechar el momento. La Argentina no cuenta hoy con ningún aliado del Reino Unido que pueda ejercer alguna abogacía en su favor. Al contrario, se entretiene en fantasías de ingeniería bolivariana, como la de asociarse a Hugo Chávez y su Pdvsa para, con la fantasmagórica Enarsa, realizar exploraciones al borde de la zona de exclusión. </p><p></p><p>Por Carlos Pagni </p><p>Para LA NACION </p><p></p><p></p><p></p><p>Link permanente: <a href="http://www.lanacion.com" target="_blank">http://www.lanacion.com</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Brunner, post: 231624, member: 70"] [B] A 25 años de la guerra =Entre la estrategia oficial y los reclamos de los ex combatientes La Casa Rosada infló la causa malvinense con aire de campaña[/B] Serán mínimos los alcances de la suspensión de los acuerdos sobre hidrocarburos Néstor Kirchner pareció sobreponerse al temor por eventuales manifestaciones en contra de él y presidiría hoy el acto central del Día del Veterano de la Guerra de las Malvinas, en Ushuaia. Desde la medianoche de ayer comenzó allí la vigilia de todos los años. [B]Hasta ahora, el Presidente se viene mordiendo la lengua frente a la cantera retórica que ofrece la causa de las Malvinas. Sobre todo para alguien como él, nacido en el extremo de la Patagonia y propenso a explotar mitos nacionalistas como el de la ruptura con el Fondo Monetario y la recompra de YPF. Si se lee el flamante libro de Vicente Palermo Sal en las heridas se comprende el status superior que tiene la reivindicación de las islas frente a modulaciones similares: es la única prueba de que la sociedad argentina es víctima de una patraña exterior. Fantasía muy frecuente en asuntos mucho más discutibles. [/B] Sin embargo, Kirchner vino interpretando esa melodía sólo en tres ocasiones: en la apertura de sesiones del Congreso, en la Asamblea General de la ONU y en conmemoraciones como la de hoy. Bastante poco para alguien cuya única foto con militares durante la dictadura fue registrada el 3 de abril de 1982, en un acto de adhesión al desembarco del día anterior. Por las dudas, el canciller Jorge Taiana se hizo asesorar para la liturgia de hoy por un ex combatiente: Martín Balza, el embajador en Colombia y jefe del Ejército con Carlos Menem. [B]En un largo dictamen, Balza recomendó sacar las ceremonias de los cuarteles, exaltar la paz y recordar que se peleó por un sentimiento y no para sostener a un gobierno militar. Impecable adaptación de este escenógrafo para que Kirchner recuerde hoy, junto al Beagle, que los británicos llevan 174 años de usurpación sobre el archipiélago y 25 años de negativa sistemática a discutir el problema. [/B] Pero toda efemérides es ideológica. Condensa en una fecha una interpretación de la historia. Para el Reino Unido, 2007 es el 25° aniversario de una victoria bélica gracias a la cual se liquidó para siempre el conflicto por la soberanía sobre las islas Malvinas. Por eso habrá una celebración tras otra en Londres y en las Malvinas. Entre el 14 y el 15 de junio, regimientos británicos desfilarán, entorchados, entre Whitehall y Buckingham Palace. Irónico o cínico, el Foreign Office puso en apuros al embajador Federico Mirré al convidarlo a compartir una discreta ceremonia en ese calendario triunfal. El argentino prefirió aceptar otra invitación: la que le cursó lord Montgomery para conmemorar los 200 años de la segunda invasión inglesa a Buenos Aires. Igual de estrafalaria, esta propuesta era, por lo menos, elogiosa. Los entredichos que se expresan en el ceremonial quedaron también cifrados en los documentos diplomáticos. El Gobierno denunció el martes pasado la Declaración Conjunta sobre Hidrocarburos de 1995. En realidad, las tratativas por petróleo y gas habían sido suspendidas por Adalberto Rodríguez Giavarini en 2000, en vista de las autorizaciones que entregaban los isleños por su cuenta. "Abrimos un período de reflexión", se dijo entonces. Es la manera que tienen los diplomáticos de dejar de dialogar. El final era obvio y llegó el martes pasado, cuando el vicecanciller Roberto García Moritán convocó al embajador John Hughes. Este galés fue informado de la decisión después de divagar durante media sobre bueyes perdidos. Es que en la Casa Rosada todavía no le habían bajado el martillo a la ruptura, entretenidos en los beneficios mediáticos que le sacarían al anuncio. Todavía se ríen de esta escena en el entorno de Kirchner. Los británicos, prensa y gobierno, trataron de reducir el "lamentable episodio" a un acto de la campaña electoral del Presidente. La presencia de la senadora Cristina Kirchner en la foto que registró el momento de la decisión colaboró, hay que admitirlo, con esa impresión. [B]Es cierto que los resultados prácticos de la cancelación del acuerdo serán mínimos. Hay pocas perspectivas de que en torno de las Malvinas exista un gran negocio para las petroleras. Los pocos estudios promisorios están referidos a aguas no disputadas de la Argentina. Es posible, como especulan algunos expertos locales, que al recrearse un clima de tensión se desalienten las inversiones allí. Los acuerdos que ahora se desmontan servían para mejorar la atmósfera en toda el área. Por eso habría que ver si la Argentina no se está pegando un pequeño tiro en el pie con estas decisiones. El próximo paso de la Cancillería será la suspensión del acuerdo sobre pesca, que también ronca en su "período de reflexión". Desde 2005, los kelpers comprometen recursos del área en disputa por los próximos 25 años. Por eso Kirchner podría haber denunciado el pacto la semana pasada. Pero se contuvo y fue lógico. Hace apenas 20 días estuvo en Buenos Aires Leigh Turner, el director de Territorios de Ultramar del Foreign Office para hablar del problema. Además, como muchas de las empresas que accedieron a los permisos de captura de los kelpers son españolas, el paso podría inquietar al facilitador Juan Carlos de Borbón. Pero ese objetivo del gobierno ya está logrado con las amenazas contra Repsol. Es muy probable que el reclamo por las Malvinas abandone el terreno de la relación bilateral con el Reino Unido y se circunscriba al Comité de Descolonización de la ONU. Allí están apagando las luces. Apenas si quedan un par de casos en trámite. En junio próximo, Taiana viajará a Nueva York acompañado por varios nativos de las Malvinas que viven en Santa Cruz. Atestiguarán lo mismo que el malvinense Alexander Betts dijo anteayer a LA NACION: que en las islas no hay ningún estilo de vida que merezca ser conservado y que si lo hubiera es menos apetecible que el de Córdoba, donde él se radicó. No habría que hacerse ilusiones. La retirada de las potencias coloniales de sus territorios ocupados fue el gran motor que encontró la causa argentina entre 1965 y 1982. En tres ocasiones se estuvo al borde de un acuerdo en ese lapso. Hoy, esa bandera casi no flamea. Al contrario, en 2004, Londres elevó el rango militar de las fuerzas militares destacadas en las islas al de un Comando del Atlántico Sur. Su sentido no es garantizar la seguridad de los kelpers sino ofrecer un servicio al orden global. Londres sueña, desde la intervención en Irak, con la recuperación de su protagonismo internacional. Como en 1833, vuelve a encontrar estratégico el archipiélago. Este dispositivo de defensa se sostiene en una versión intelectual. El Foreign Office encomendó a Lawrence Freedman que elaborara la "historia oficial" de las Malvinas. El autor de esa edición canónica acaba de decir al diario El Mercurio de Chile que su país jamás volverá a negociar. Para justificar esa indiferencia, Gran Bretaña recurrirá, de manera oblicua, a los argumentos que expuso Margaret Thatcher en los dos capítulos de sus memorias dedicados a las Malvinas: en la Argentina existe un régimen aislacionista y agresivo y debemos evitar que los kelpers caigan en sus garras. [/B] Sería de una injusticia imperdonable comparar a Kirchner con Galtieri. Pero a los británicos les debe resultar tentador aprovechar el momento. La Argentina no cuenta hoy con ningún aliado del Reino Unido que pueda ejercer alguna abogacía en su favor. Al contrario, se entretiene en fantasías de ingeniería bolivariana, como la de asociarse a Hugo Chávez y su Pdvsa para, con la fantasmagórica Enarsa, realizar exploraciones al borde de la zona de exclusión. Por Carlos Pagni Para LA NACION Link permanente: [url]http://www.lanacion.com[/url] [/QUOTE]
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