Los rusos vuelven a jugar al imperio con los números que les deja Putin

Shandor

Colaborador
Colaborador
A los analistas y también a la gente común les gusta compararlo con varios zares, desde Iván el Terrible a Nicolás I. Sin embargo, él clava la vista en Occidente cuando dice que lo suyo se parece en realidad a lo hecho por Franklin D. Roosevelt, el presidente que rescató a EE.UU. del pozo de la Gran Depresión en la década del 30. Vladimir Putin sabe que su mayor legado es haberle devuelto a Rusia -el país más extenso del planeta- su orgullo nacional y un lugar estratégico como potencia en el mundo, después del colapso del 98 y la ola de sucesivas humillaciones internacionales.

Mañana hay elecciones presidenciales y él deja -es un decir, ya que todos saben que pasará a ocupar la silla de primer ministro- un país que redujo drásticamente la castastrófica deuda externa heredada del comunismo y con un crecimiento del PBI de 7% anual que hoy anda por los 987 mil millones de dólares; con las terceras reservas internacionales del mundo (casi US$ 500 mil millones) y lo que el gobierno llama por estos días "una isla de estabilidad", en medio una posible recesión en EE.UU.

Con la recuperación de la confianza en el rublo y el aumento significativo en los ingresos, la primera radiografía del país es la que muestra que la pobreza se redujo en un 50%, que un quinto de la población pertenece a la clase media y que la Rusia pujante de hoy sólo es superada por EE.UU. y Alemania en número de multimillonarios (aunque sin dudas, los rusos se muestran más). La satisfacción sólo se interrumpe cuando llega la amarga queja de los pensionados, que extrañan la URSS, cuando lo que cobraban servía para vivir sin desear nada más en materia de consumo... ¡¡¡porque tampoco había!!!

Tanta estabilidad y crecimiento aceptados como "economía de mercado" llegó de la mano del compromiso de EE.UU. de facilitar el demorado ingreso de Rusia a la OMC y de un aumento de la inversión extranjera directa, que fue de los US$ 14.600 millones de 2005 a los 45 mil millones de 2007. Y para ver hacia dónde apunta el tándem que conducirá los destinos de este país, basta escuchar lo que dijo hace unos días Dimitri Medvedev, candidato de Putin y a quien todos ven liderando el Kremlin desde el lunes: "Queremos hacer de Rusia uno de los grandes centros financieros del mundo", para lo que se comprometió a mantener un cambio estable, a hacer una reforma tributaria y a sostener un fuerte sector bancario.

Lo que a nadie queda claro -en realidad, en la calle se palpa que tampoco importa demasiado- es cómo harán para terminar con el imperio de la corrupción estatal y la práctica de "presión" que muchos empresarios susurran en privado, aunque pagan religiosamente y callan en público.

Los negocios entre el Estado y los privados no tienen aún límites precisos. Es común que en esta ciudad recomienden ir a comer buenos "blinis" y baratos a alguno de los locales de la cadena "Russkoe Bistro", que busca disputarles terreno a los McDonald's. La recomendación siempre viene acompañada del dato: el dueño de esa cadena es el alcalde de Moscú. Para ser rigurosos, en los papeles el alcalde Luzhov sólo es dueño de un piso y un auto, y la que es una de las mujeres más ricas de Rusia es su esposa, a nombre de quien están las propiedades y empresas que posee la familia.

Otras modalidades tienen que ver con lo que muchos denuncian como juego sucio. Es el caso de la petrolera Yukos, que era propiedad de quien fue el hombre más rico del país y que hoy está en manos de la estatal Rosneft. El proceso fue largo, complejo, e incluye la pena de 8 años que purga Mijail Jodorkovsky, el ex dueño de Yukos, en una prisión de mala muerte de Siberia, luego de haber sido detenido en 2003 a bordo de un avión, acusado de fraude y evasión de impuestos. Además de ser uno de los más emblemáticos "oligarcas" (los empresarios que se enriquecieron comprando propiedades del Estado por centavos durante las privatizaciones de Yeltsin), Jodorkovsky apoyaba partidos liberales opositores a Putin y pintaba como candidato, en un paisaje chato y falto de personajes que puedan competirle a una personalidad como la del presidente ruso.

Los altos precios del gas y del petróleo vienen dando una mano a tanta prosperidad. El coloso estatal Gazprom es el más grande productor e importador de gas del mundo. Sus cifras son apabullantes. De las ganancias de US$ 670 millones del 98 pasó a obtener 25 mil millones en 2007.

Putin se prepara para partir, y ayer se despidió por TV pidiendo que fueran a votar. El gobierno ofrece descuentos en boliches a los más jóvenes y otros incentivos para escépticos o apáticos, como la venta de alimentos a bajos precios en las mesas de votación. En otras ciudades se han denunciado presiones más "desprolijas", como amenazas de despido en caso de que los empleados no voten. Necesitan una alta tasa de participación para callar a opositores, observadores y a la mayor parte de la prensa internacional, que ponen en duda la limpieza del proceso electoral.


"Primavera adelantada"
Habla con las manos tomadas adelante, mientras sonríe con dientes que brillan como luna llena. Lipan-Bare (21) es recepcionista de uno de esos locales de comida étnica que huyen de la ortodoxia y mezclan gastronomías, de modo que es posible pedir indistintamente un kebab o sushi (el nuevo furor de los rusos, dicen que la mujer de Medvedev aprendió incluso a hacerlo).

Alto y delgado, piel negra, pelo ensortijado, lleva dos años y medio aquí, vino a estudiar desde Somalia, huyendo de guerras tribales y miseria. Trabaja todos los días de 11 a 23 salvo los domingos, cuando descansa en el departamento que comparte con otros chicos rusos. Hacía apenas meses que se había instalado cuando supo que a su padre, de 70 años, lo habían asesinado por resistirse a entregar su campo. "Fueron una vez, y él les dijo que 'no'. Cuando regresaron le dispararon sin una palabra, delante de mami y mi hermanita". Vuelve a sonreír, sabe actuar para seducir clientes. Gran movimiento en la peatonal Kamergerski, zona de teatros en el país que es cuna del teatro. Viento filoso y copitos de nieve en lo que los moscovitas llaman "primavera adelantada". Sobre la puerta de Akademi, un bar y restaurante, una estatua de Anton Chejov con las manos en los bolsillos mira hacia la sala que él creó.
 
Muy interesante la info. Se agradece.


Y voy a decir que Putin sabe que hacer cuando lo tiene que hacer.
 
Arriba