La tormenta que viene

Mekorig dijo:
España, Rusia, China y cantidades de otros paises, varios dentro de la misma Union Europea.


España-El Pais Vasco, Rusia-Chechenia, China-Taiwan, me parece que se oponen porque quieren evitar que les suceda lo mismo que a Serbia con sus territorios en conflicto.

Un abrazo
 
maginot1918 dijo:
España-El Pais Vasco, Rusia-Chechenia, China-Taiwan, me parece que se oponen porque quieren evitar que les suceda lo mismo que a Serbia con sus territorios en conflicto.

Un abrazo
Hombre, el caso chino es totalmente opuesto, puesto que China (China Popular) se independizó de la República China (Taiwan) hace mucho tiempo.

SALUDOS
 
Bushmaster dijo:
Hombre, el caso chino es totalmente opuesto, puesto que China (China Popular) se independizó de la República China (Taiwan) hace mucho tiempo.

SALUDOS

Si amigo pero China todavía no acepta esa independencia.

Un abrazo
 
maginot1918 dijo:
Si amigo pero China todavía no acepta esa independencia.

Un abrazo
No, claro, tampoco Taiwan acepta la independencia de China, que estaturiamente la considera dentro de sus territorios.

SALUDOS
 
Justamente amigo, acpetar la independencia de Kososvo por parte de China le daría a los Taiwaneses un motivo más para seguir considerandose independientes.

Un abrazo
 
No creo. El caso taiwanés es diferente al serbio, por lo pronto, como te he dicho, fue China la que se independizó de Taiwan, y no viceversa. Por tanto, no encuentro motivo adicional alguno, puesto que no hay comparación posible.

SALUDOS
 

Shandor

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Desolación, miseria y tanques militares en la frontera entre Serbia y Kosovo
La enviada de Clarín visitó la zona limítrofe donde conviven policías kosovares y tropas de la OTAN.
PROTESTAS. LA INDEPENDENCIA DE KOSOVO PROVOCO EL RECHAZO DE MILES DE NACIONALISTAS SERBIOS.

El cielo es un enorme cielo raso celeste apenas arañado por rayones que dibujan los aviones militares que pasan en una y otra dirección. En medio de la ruta, el checkpoint es una modesta escenografía abrazada por enormes montañas con laderas que se animan al verde luego de un invierno ríspido. Una caseta sencilla de madera, tanques militares con la sigla de la KFOR, la fuerza de paz de la OTAN que custodia Kosovo desde el fin de los bombardeos del 99 y unos diez soldados de distintos países que integran la alianza atlántica yendo y viniendo completan el paisaje algo desolador. Vestidos de azul y en inglés dificultoso saludan dos policías kosovares y se pasan el pasaporte uno al otro. El más bajo hace un gesto de desconfianza, que podría resultar gracioso si no fuera porque ocurre en medio de una situación tan tensa. Dice que está prohibido tomar fotos y pide la acreditación de prensa. Después de consultar con un superior reclama otra, que en realidad es una autorización que sólo se entrega en Pristina, la capital, y que permite trabajar como periodista. En el fondo de la mochila duerme un carné otorgado por el Ministerio de Cultura serbio con el mismo fin, pero naturalmente allí se queda. "No va a poder ser", dice el policía en serbio al chofer que condujo desde Belgrado, 330 kilómetros al norte.

No fue exactamente una sorpresa no poder ingresar a Kosovo desde Serbia, con un auto con chapa de Belgrado y un pasaporte argentino, que proviene de uno de los países que no reconoce la flamante independencia de la ex provincia autónoma serbia. Las consultas previas habían chocado contra el mismo vaticinio: no se va a poder entrar. Si antes era complejo y riesgoso -de hecho no hay ni hubo vuelos desde la capital serbia a la capital kosovar-, luego de la violencia desatada por la declaración de independencia el 17 de febrero, las fronteras y los checkpoints se convirtieron en polvorines y espacio continuado de protestas contra la voluntad de la mayoría albano-kosovar, que integra el 92% de la población pese a que Kosovo representa para la mitología serbia el alma de su nacionalidad.

Días atrás, dos puestos fronterizos fueron incendiados y un par de vehículos de las KFOR destruidos y arrojados barrancas abajo por iracundos manifestantes, lo que derivó en su cierre temporal. De vuelta en Serbia, queda por soportar la sonrisa irónica de los policías serbios, que habían sugerido un lacónico "fifty and fifty" cuando se les preguntó si era peligroso ingresar a Kosovo por Podujevo, una zona sin poblaciones serbias, por lo que -de ser autorizado- hay que arriesgarse a pasar por hostiles aldeas de albano-kosovares, resentidos con los ortodoxos serbios por guerras de limpieza étnica y desprecio de siglos por su religión musulmana.

El camino hacia la frontera había sido una sucesión de postales increíbles; una alternancia entre pequeñas ciudades de provincia, aldeas modestísimas y enormes territorios de campos segados, con sus clásicas figuras geométricas y tan parecidos a los cuadros impresionistas. Se ven depósitos de chatarra y montañas de autos que ya no son. Alguna taberna olvidada. Mujeres vestidas de negro y de cabeza cubierta que van del brazo a visitar una tumba familiar al cementerio del pueblo. A un costado de la ruta, un hombre vestido con rezagos militares y un sombrero singular parecía extraído de una película de Kusturica. Conducía un carro desvencijado y azuzaba a un caballo que no daba más. "Gitanos", dijo el chofer, "revendedores de cobre".

En Belgrado, la pregunta general era "¿A Kosovo, para qué? Ahí no hay nada para ver..." La imagen asociada al prejuicio por lo que se cree robado: el territorio propio convertido en la patria del crimen, la mafia y el tráfico. Una economía desquiciada, un 80% de desempleo. Un protectorado en el paraíso del delito y la ocupación militar por las grandes potencias.

Hora de volver al auto, estacionado a un costado de la ruta para que los camiones que llevan mercaderías a Kosovo puedan circular. Un auto destartalado con chapa de Pristina pasa la frontera. Lo ocupan cuatro jóvenes. No puedo asegurarlo, pero pudo ser un fuck you lo que se adivinaba en el dedo medio derecho del acompañante.

Una última y obligada mirada hacia atrás, a Podujevo: fue apenas a unos kilómetros de aquí que, en marzo de 1999, un elenco de skorpions, la policía "especial" de Slobodan Milosevic, asesinó a mansalva en el jardín de una casa a 14 civiles, todos mujeres y niños. Este caso llevó a la Corte serbia a varios agentes responsables de "limpiar" Kosovo de albaneses. Fue también muy cerca de Podujevo que, dos años después, guerrilleros albano-kosovares atacaron un ómnibus que iba al antiguo monasterio de Gracanica con un saldo de 12 muertos.

Miseria, ancestral odio religioso y grandes intereses estratégicos de Occidente. El futuro de la golpeada Kosovo es un enorme signo de interrogación que de ninguna manera se cierra con una insensata declaración de independencia.

El economista que "quebró" al desaparecer Yugoslavia
Para Aleksandar es muy fácil: la Unión Europea tiene la llave para solucionar el gran conflicto sangrante de los Balcanes. Así como aprobó el ingreso de Croacia y Eslovenia o el de Rumania y Bulgaria cuando aún estaban muy lejos de los estándares deseados, ahora debe hacer entrar a Serbia y a Kosovo y así no va a importar si son uno o dos países, porque van a estar sumergidos en una entidad mayor. Lo dice como al pasar, mientras maneja su taxi. Son las 6 de la mañana y parece un chico cuando muestra la bolsa de refrescos y bananitas dolca serbias que trajo para enfrentar el viaje incierto a la frontera.

Aleksandar Popovic (50) es economista, pero desde 1993 no ejerce. Fue cuando el desmembramiento de la ex Yugoslavia llevó a la quiebra a varias empresas exportadoras, entre ellas la distribuidora de diarios y libros donde trabajaba. Luego vinieron oficios temporarios como vendedor de bijouterie y tinturas para dama, pero la inflación le comía lo poco que ganaba. "Usted sabe de qué le hablo" -dice en perfecto inglés europeo del este y buscando la complicidad argentina.

Ya hace varios años que conduce su propio auto (su tarjeta personal es un prodigio de marketing para cualquier pyme) y con lo que gana vive con su esposa y su hija menor, que estudia aquí, y también ayuda a la mayor, que estudia en Florencia.

Recuerda el socialismo "no alineado" de Tito como la era de la gran Yugoslavia, cuando el mundo respetaba a su país. Dice que lo que se avecina en esta Serbia cuestionada internacionalmente "y con mala prensa" es, como decían los punk, "No future". Se agitan levemente sus anteojos cuando ríe.

La secesión kosovar
Kosovo proclamó su independencia de Serbia, de la que fue por siglos una de sus provincias, el domingo 17 de febrero. A fines de los 90, los nacionalistas serbios (cristianos ortodoxos) emprendieron una "limpieza étnica" contra la mayoría albanokosovar, de religión musulmana. La secesión fue alentada por EE.UU. y apoyada por las grandes potencias europeas, aunque contó con el rechazo de Rusia y, obviamente, de Serbia, que considera a Kosovo como la cuna de su identidad nacional. España y otros países desconocieron la independencia kosovar por temor a que la secesión alimente separatismos en sus propios Estados.
 

Shandor

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Finlandia reconoció independencia de Kosovo


Helsinki - La presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, reconoció hoy oficialmente la independencia de Kosovo y aprobó el establecimiento de relaciones diplomáticas bilaterales.

Finlandia anunció su decisión de reconocer a Kosovo poco después de que declarase su independencia, el pasado 17 de febrero, pero tuvo que posponer la declaración formal hasta el regreso de la presidenta finlandesa de un viaje por el extranjero.

A su vez hoy el gobierno de Islandia, que no pertenece a la UE, anunció que su país "ha formalmente reconocido a Kosovo como estado independiente y soberano".

Tras estos dos reconocimientos, entre los países nórdicos sólo Noruega (que tampoco es miembro de la UE), no ha reconocido a Kosovo su independencia.

Ya son más de 26 los países que han reconocido la soberanía de Kosovo, incluyendo a EE.UU. y a las principales naciones de la Unión Europea, con excepción de España
 
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