Yucaste
Forista Sancionado o Expulsado
Cuando las luchas intestinales de las Provincias Unidas del rió de la Plata, comenzaron a fines de 1819, ensangrentaron las pampas y los caudillos federales de Santa Fe y Entre Ríos amenazaron a buenos Aires, el gobierno del general Martín de Pueyrredón llamo a San Martín, que se encontraba en Chile, para que concurriera a sofocar la guerra civil.
La sublevación del Ejército de Tucumán en Arequito el 7 enero de 1820 y del Regimiento de Infantería N 1 de cazadores en San Juan, dos días después, terminaron con las fuerzas que el directorio de las Provincias Unidas disponía para enviar con San Martín al Perú. Ya nada podía aportar el director Supremo Rondeau, ni el Congreso de las Provincias Unidas. Ni siquiera enviar dinero que se había prometido a San Martín.
"En tal situación, el general San Martín dirigióse oficialmente al director Ohiggins (28 de enero), interrogándolo si después de los sucesos de Cuyo podría aún expedicionarse al Perú con 6.000 hombres, que eran los que siempre había considerado necesarios, o al menos con 4OOO hombres que eran los estrictamente suficientes, y propuso a la vez varias medidas para remontar el Ejército Unido. OHiggins se mostró a la altura de la situación, y contestó decididamente que podía contarse con 4.000 hombres y con los recursos necesarios al efecto. Al ser interrogado San Martín bajo qué bandera se llevaría invasión contestó decididamente que bajo la chilena, puesto que ella la cubría con su responsabilidad nacional, además que representaba los mayores elementos navales y pecuniarios". (Mitre. Historia de San Martín).
Chile se quitó el pan de la boca en los difíciles momentos en que recrudecía la guerra en la región del BíóBío, para organizar la Expedición Libertadora del Perú. Sus soldados, naves y dinero se volcaron todos al mismo objetivo y fue Chile, el que contribuyó con el mayor esfuerzo a hacer posible esta magna obra americana y los jefes y oficiales trasandinos, que figuraron en las filas de esas fuerzas, entraron al servicio de Chile, como lo hizo el propio San Martín, luego de su desobediencia y le llamada Acta dé Rancagua, en la que sus fuerzas lo reconocieron como su jefe, con independencia de Buenos Aires. (Mitre. Historia de San Martín).
La tarea realizada por 0'Higgins, es el mayor monumento de su gloria como Libertador y a su tesón y al de su colaborador, el general José Ignacio Zenteno, se debe qué la Expedición Libertadora del Perú haya sido una realidad. Sin la obra de 0'Higgins, San Martín no habría tenido la oportunidad de proclamar la independencia de esa nación y sin las naves chilenas, qué comandó el almirante Lord Tomás Alexander Cochrane, no se habría obtenido la supremacía del Pacífico y la posibilidad de trasladar las tropas al territorio del Virreinato.
La bandera de Chile cubrió la expedición y San Martín, con el título de Capitán General del Ejército dé Chile mandó en Jefe las fuerzas que se organizaron en el territorio nacional. El ejército fue formado en su mayoría por chilenos y su composición puede desprenderse de lo dicho por el general Bartolomé Mitre en el Tomo III de la "Historia de Belgrano", página 159, cuando al hablar de la anarquía, expresa: "Sería empero muy pobre criterio histórico aquel que atribuyera el resultado definitivo de la guerra social, en que las provincias argentinas estaban empeñadas entonces, a la ausencia de 2.000 argentinos (gran parte de ellos chilenos que vestían su uniforme) que con San Martín liberaron el Bajo Perú en unión con otros 2.000 chilenos".
De la cita del eminente biógrafo del general San Martín puede deducirse la composición de las tropas que partieron a la gran hazaña de dar libertad al Perú. Es por esta razón que consignamos como una de las más grandes glorias alcanzadas por el General 0'Higgins, la de haber organizado, en medio de los mayores quebraderos de cabeza económicos, ese ejército, que tanta falta hacía para aplastar la ufania de Benavides en el sur, pero que es su pedestal de celebridad ante América y que muchas veces, por razones que muchos conocemos, la pluma de los historiadores deja en el fondo de un tintero.
Junto al Ejército la naciente Marina de Guerra, sintió al viento del Pacífico batir los pliegues de sus banderas en lo alto de los mástiles de sus naves y mientras Blanco Encalada rendía a la María Isabel, Lord Cochrane tomaba por asalto a la Esmeralda en el Callao, escribiendo sobre las olas del océano, la tradición que, un día más lejano, se haría epopeya en la rada de Iquique.
Los batallones 2, 4 y 5 de gran figuración en la Campaña Libertadora, pertenecían al Ejército de Chile, al paso que el 7, 8 y 11 eran del Ejército de los Andes, pero en estas unidades más de la mitad de los soldados eran chilenos que vestían el uniforme de los Andes. Según las listas de revistas y el Estado de Fuerza del 15 de julio de 1820 el ejército contaba con 296 oficiales de los cuales el 40% eran trasandinos y 4.118 soldados, de los cuales 642 eran de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Durante el desarrollo de la campaña, San Martín, desarticuló muchas de las unidades del Ejército de Chile y repartió sus soldados en las unidades del Ejército de los Andes y del Perú con lo cual mermó la eficiencia de las tropas chilenas, pero en cambio hizo que sus soldados estuvieran presentes en todas las batallas que se libraron más tarde, incluidas las de Junín y Ayacucho, pues muchos de los soldados que militaban en el Húsares de Junín eran chilenos.
Chile entregó a San Martín esfuerzo y gloria y recibió en cambio su indiferencia y olvido. "Como el Gral. San Martín tuviese el cuidado de poner a la cabeza de los cuerpos del Perú jefes porteños, ha sido muy fácil a éstos después de haber causado las desgracias del Ejto. expedicionario, complotarse los que habían en el Ejto. del centro y precipitar todas las ruinas y desgracias imaginables sobre este país. Nosotros qué hemos estado constantemente a discreción del que ha querido mandarnos, y ellos han tenido el más vivo interés en que desaparezca hasta el nombre de Chile en la campaña del Perú. Hemos padecido lo que no es calculable y lo más triste de todo es, que las beneméritas reliquias del Ejto. de Chile van a sufrir el último golpe de su destrucción y a desaparecer muy en breve". “Estas son las ¡deas de todo chileno que sirve en el Ejército. No son los trabajos los que nos inducen a mirar con horror el servicio, son los insultos y vejaciones que hemos probado, y que de golpe van otra vez a precipitarse sobre nosotros".(Informe del general Francisco Antonio Pinto, que había asumido el comando del Ejército de Chile en el Perú y que se transcribe en la Colección Documental De La Independencia Del Perú, Comisión Nacional del sesquicentenario de la Independencia del Perú. Lima 1971. Tomo II. El Ejercito Libertador del Perú. )
El mando de San Martín había resultado un fracaso, pero afortunadamente la conducta de los soldados de Chile se había elevado en las batallas de cerro de Pasco o de Torata.
Las reliquias del Ejército de Chile regresaron del Perú, al mando del general Francisco Antonio Pinto, más tarde Presidente de la nación. Sus soldados realizaron interminables marchas y se batieron innumerables veces, y Santa Cruz, el futuro protector de la Confederación Perú-Boliviana los vio batirse, con el arrojo y la gallardía, con que lucharon en las memorables campañas de 1818 en Chile, y, es por ello, que jamás quiso tenerlos por adversarios, y cuando la suerte se los colocó al frente en los campos de batalla, los encontró tenaces y valientes, despreciando la muerte por cumplir como hombres su deber.
Fuente: Academia de Historia Militar
La sublevación del Ejército de Tucumán en Arequito el 7 enero de 1820 y del Regimiento de Infantería N 1 de cazadores en San Juan, dos días después, terminaron con las fuerzas que el directorio de las Provincias Unidas disponía para enviar con San Martín al Perú. Ya nada podía aportar el director Supremo Rondeau, ni el Congreso de las Provincias Unidas. Ni siquiera enviar dinero que se había prometido a San Martín.
"En tal situación, el general San Martín dirigióse oficialmente al director Ohiggins (28 de enero), interrogándolo si después de los sucesos de Cuyo podría aún expedicionarse al Perú con 6.000 hombres, que eran los que siempre había considerado necesarios, o al menos con 4OOO hombres que eran los estrictamente suficientes, y propuso a la vez varias medidas para remontar el Ejército Unido. OHiggins se mostró a la altura de la situación, y contestó decididamente que podía contarse con 4.000 hombres y con los recursos necesarios al efecto. Al ser interrogado San Martín bajo qué bandera se llevaría invasión contestó decididamente que bajo la chilena, puesto que ella la cubría con su responsabilidad nacional, además que representaba los mayores elementos navales y pecuniarios". (Mitre. Historia de San Martín).
Chile se quitó el pan de la boca en los difíciles momentos en que recrudecía la guerra en la región del BíóBío, para organizar la Expedición Libertadora del Perú. Sus soldados, naves y dinero se volcaron todos al mismo objetivo y fue Chile, el que contribuyó con el mayor esfuerzo a hacer posible esta magna obra americana y los jefes y oficiales trasandinos, que figuraron en las filas de esas fuerzas, entraron al servicio de Chile, como lo hizo el propio San Martín, luego de su desobediencia y le llamada Acta dé Rancagua, en la que sus fuerzas lo reconocieron como su jefe, con independencia de Buenos Aires. (Mitre. Historia de San Martín).
La tarea realizada por 0'Higgins, es el mayor monumento de su gloria como Libertador y a su tesón y al de su colaborador, el general José Ignacio Zenteno, se debe qué la Expedición Libertadora del Perú haya sido una realidad. Sin la obra de 0'Higgins, San Martín no habría tenido la oportunidad de proclamar la independencia de esa nación y sin las naves chilenas, qué comandó el almirante Lord Tomás Alexander Cochrane, no se habría obtenido la supremacía del Pacífico y la posibilidad de trasladar las tropas al territorio del Virreinato.
La bandera de Chile cubrió la expedición y San Martín, con el título de Capitán General del Ejército dé Chile mandó en Jefe las fuerzas que se organizaron en el territorio nacional. El ejército fue formado en su mayoría por chilenos y su composición puede desprenderse de lo dicho por el general Bartolomé Mitre en el Tomo III de la "Historia de Belgrano", página 159, cuando al hablar de la anarquía, expresa: "Sería empero muy pobre criterio histórico aquel que atribuyera el resultado definitivo de la guerra social, en que las provincias argentinas estaban empeñadas entonces, a la ausencia de 2.000 argentinos (gran parte de ellos chilenos que vestían su uniforme) que con San Martín liberaron el Bajo Perú en unión con otros 2.000 chilenos".
De la cita del eminente biógrafo del general San Martín puede deducirse la composición de las tropas que partieron a la gran hazaña de dar libertad al Perú. Es por esta razón que consignamos como una de las más grandes glorias alcanzadas por el General 0'Higgins, la de haber organizado, en medio de los mayores quebraderos de cabeza económicos, ese ejército, que tanta falta hacía para aplastar la ufania de Benavides en el sur, pero que es su pedestal de celebridad ante América y que muchas veces, por razones que muchos conocemos, la pluma de los historiadores deja en el fondo de un tintero.
Junto al Ejército la naciente Marina de Guerra, sintió al viento del Pacífico batir los pliegues de sus banderas en lo alto de los mástiles de sus naves y mientras Blanco Encalada rendía a la María Isabel, Lord Cochrane tomaba por asalto a la Esmeralda en el Callao, escribiendo sobre las olas del océano, la tradición que, un día más lejano, se haría epopeya en la rada de Iquique.
Los batallones 2, 4 y 5 de gran figuración en la Campaña Libertadora, pertenecían al Ejército de Chile, al paso que el 7, 8 y 11 eran del Ejército de los Andes, pero en estas unidades más de la mitad de los soldados eran chilenos que vestían el uniforme de los Andes. Según las listas de revistas y el Estado de Fuerza del 15 de julio de 1820 el ejército contaba con 296 oficiales de los cuales el 40% eran trasandinos y 4.118 soldados, de los cuales 642 eran de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Durante el desarrollo de la campaña, San Martín, desarticuló muchas de las unidades del Ejército de Chile y repartió sus soldados en las unidades del Ejército de los Andes y del Perú con lo cual mermó la eficiencia de las tropas chilenas, pero en cambio hizo que sus soldados estuvieran presentes en todas las batallas que se libraron más tarde, incluidas las de Junín y Ayacucho, pues muchos de los soldados que militaban en el Húsares de Junín eran chilenos.
Chile entregó a San Martín esfuerzo y gloria y recibió en cambio su indiferencia y olvido. "Como el Gral. San Martín tuviese el cuidado de poner a la cabeza de los cuerpos del Perú jefes porteños, ha sido muy fácil a éstos después de haber causado las desgracias del Ejto. expedicionario, complotarse los que habían en el Ejto. del centro y precipitar todas las ruinas y desgracias imaginables sobre este país. Nosotros qué hemos estado constantemente a discreción del que ha querido mandarnos, y ellos han tenido el más vivo interés en que desaparezca hasta el nombre de Chile en la campaña del Perú. Hemos padecido lo que no es calculable y lo más triste de todo es, que las beneméritas reliquias del Ejto. de Chile van a sufrir el último golpe de su destrucción y a desaparecer muy en breve". “Estas son las ¡deas de todo chileno que sirve en el Ejército. No son los trabajos los que nos inducen a mirar con horror el servicio, son los insultos y vejaciones que hemos probado, y que de golpe van otra vez a precipitarse sobre nosotros".(Informe del general Francisco Antonio Pinto, que había asumido el comando del Ejército de Chile en el Perú y que se transcribe en la Colección Documental De La Independencia Del Perú, Comisión Nacional del sesquicentenario de la Independencia del Perú. Lima 1971. Tomo II. El Ejercito Libertador del Perú. )
El mando de San Martín había resultado un fracaso, pero afortunadamente la conducta de los soldados de Chile se había elevado en las batallas de cerro de Pasco o de Torata.
Las reliquias del Ejército de Chile regresaron del Perú, al mando del general Francisco Antonio Pinto, más tarde Presidente de la nación. Sus soldados realizaron interminables marchas y se batieron innumerables veces, y Santa Cruz, el futuro protector de la Confederación Perú-Boliviana los vio batirse, con el arrojo y la gallardía, con que lucharon en las memorables campañas de 1818 en Chile, y, es por ello, que jamás quiso tenerlos por adversarios, y cuando la suerte se los colocó al frente en los campos de batalla, los encontró tenaces y valientes, despreciando la muerte por cumplir como hombres su deber.
Fuente: Academia de Historia Militar