Experiencias espaciales Argentinas en la Antartida

cawan 5

Forista Sancionado o Expulsado
EXPERIENCIAS ESPACIALES ARGENTINAS EN LA ANTÁRTIDA
por el Brigadier (R) Ing. Miguel SÁNCHEZ PEÑA
Instituto Nacional Newberiano

1 - INTRODUCCIÓN

La Fuerza Aérea Argentina ha realizado numerosas actividades e investigaciones espaciales en el continente blanco, a través de organismos e instituciones que le dependían como la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), El Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE), el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la Fuerza Aérea de Tareas Antárticas (FATA) y otros.
Los meteorólogos sostienen que las condiciones atmosféricas y los fenómenos que ocurren en la Antártida tienen efectos sobre el clima mundial. Dicha región es considerada como un gran laboratorio de la naturaleza.
Ya en la década de los años 60 la comunidad científica mundial disponía de mucha información sobre datos atmosféricos y del espacio exterior, a través de experiencias realizadas mediante cohetes sonda, globos estratosféricos de gran tamaño y satélites, principalmente para el Hemisferio Norte. Pero en el hemisferio Sur y especialmente en su extremo más meridional - la Antártida-, se disponía de muy poca información al respecto.
Asimismo la Argentina disponía de varias bases científicas y de observación en este continente blanco y en particular la Fuerza Aérea contaba con los medios operativos y la experiencia para realizar vuelos hasta esas alejadas latitudes.
Todo ello y con el afán de contribuir al conocimiento de la atmósfera que nos rodea, realizar modestos aportes al saber universal y obtener datos útiles para la vida del hombre en países del cono sur, (Ej.: mediciones en la capa de ozono); influyó para que se fueron concibiendo y planificando, experiencias científicas, en las décadas del 60 y del 70. Se utilizaron las plataformas o vectores disponibles, como ser balones estratosféricos y cohetes-sonda, algunos de los cuales habían sido desarrollados y fabricados en Argentina, como el cohete Gamma Centauro, el Orión y el Castor y otros.
Algunas de dichas experiencias serán analizadas en este trabajo.

2 - OPERACIÓN MATIENZO

En el mes de Septiembre de 1963 comenzó a tomar forma, en el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE) de Córdoba, la idea de realizar una experiencia científica en la Antártida. Se había trabajado intensamente en el diseño de cohetes; sus laboratorios de electrónica de radiaciones, de materiales, sus túneles de viento y bancos de ensayo, darían el soporte técnico necesario.
Se contaba además con un equipo veterano en planificar y realizar tareas de lanzamiento de cohetes, tanto nacionales como extranjeros, a través de la intensa actividad de lanzamientos realizados en Chamical, como las experiencias Nube de Sodio, Ion-Aer y otras, realizadas algunas en colaboración con equipos Franceses y Norteamericanos.
La Fuerza Aérea Argentina, realizaba desde hacia muchos años vuelos sobre la Antártida y ya en ese entonces contaba con la Base Aérea Teniente Matienzo desde la cual operaban aviones pequeños como los Beaver (monomotores) y a dicha base se podía llegar con aviones bimotores tipo Douglas C-47 equipados con esquíes.

2.1 - OBJETIVOS Y ALCANCE

El objetivo de la “Operación Matienzo” consistió en medir radiación cósmica mediante cohetes, en forma simultánea en la Base Matienzo (Antártida ) y en el Centro de Experimentación y lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados -CELPA- de Chamical, provincia de La Rioja, distantes 3950 Km. entre si. Las cargas útiles fueron desarrolladas por el Laboratorio de Radiaciones y los cohetes por el Departamento de Diseño y Producción Espacial, ambos del IIAE.
Asimismo se efectuaron lanzamientos de globos de neoprene instrumentados para medición de radiación gamma, tanto en Chamical como en la Base Matienzo. La carga útil consistió en un cristal y fototubo, cumpliendo similar función que la carga útil de los cohetes.
Las cargas útiles para lo globos fueron desarrolladas por la Universidad Nacional de Tucumán y ambos cedidos para ser lanzados por el equipo técnico del IIAE.

2.2 - PLANIFICACIÓN DE LA EXPERIENCIA

Dijimos que desde el año 1963 fue madurando la idea de realizar este operativo y se analizó que era necesario contar con:
1. Vehículo portador (cohete)
2. Carga útil para la medición de los parámetros deseados
3. Equipos de apoyo terrestre especiales para los lanzamientos
4. Equipo de personal entrenado
5. Apoyo logístico de una base, ej. meteorología, comunicaciones, alojamiento, etc.
6. Transporte necesario para llegar desde el continente a la península antártica (Base Matienzo)

Cada uno de estos problemas se fueron solucionando en forma paulatina y coordinada.
Como vehículo portador se pensó en el cohete Gamma Centauro, diseñado y construido en el Grupo Desarrollos Espaciales del IIAE en Córdoba. Es un cohete sencillo, confiable y ya probado en numerosas oportunidades en el CELPA de Chamical.
La carga útil fue desarrollada por los Laboratorios de Radiaciones y Electrónica del IIAE. La misma fue montada en la parte delantera del cohete, cubierta de una ojiva de plástico y formando una sola unidad con el paracaídas alojado en un recipiente cilíndrico de aluminio. Este conjunto unido por un aro especial al motor del cohete se separaba en el ápice de la trayectoria.
Los equipos de apoyo terrestre fueron diseñados y ensayados especialmente para las condiciones de bajas temperaturas en que debían operar y además cumplir con el requerimiento de ser livianos, portátiles y fáciles de transportar por vía aérea.
La rampa de lanzamiento estaba constituida por cinco tramos de estructura tubular soldada, tipo aeronáutica, apoyada en zapatas aptas para ser instaladas sobre la nieve. Se diseñó un tipo especial de calefacción para la rampa y un cajón aislado térmicamente y calefaccionando para mantener los motores cohetes previo al lanzamiento a la temperatura adecuada entre +20 y + 30 grados centígrados.
Estos elementos junto con la estación telemétrica, el tablero de disparo y equipos de prueba de la carga útil, constituyeron una base transportable apta para ser enviada por avión y con capacidad de operar en zonas frías.

El personal bajo las órdenes de un Director de lanzamientos estaba organizado en los siguientes grupos de trabajo:
* Equipo de montaje
* Equipo de cálculo de trayectoria y seguridad
* Equipo de telemetría
* Equipo de comunicaciones

Como un ensayo general de todos los equipos y para entrenamiento del personal a efectos de operar en zonas frías, se planificó y ejecutó un ensayo con lanzamientos reales en el mes de Julio de 1964 en las cercanías de Puente del Inca, en la quebrada de Los Orcones, Mendoza.

2.3 - BASE AÉREA TENIENTE MATIENZO

Fue fundada en febrero de 1961, y comenzó a funcionar el 15 de Marzo de dicho año. Está ubicada en los 64º58" de latitud Sur y 60º04" de longitud Oeste en el islote Larsen perteneciente a un conjunto de islas volcánicas que forman el Nunatak Foca; todo en medio de densas masas de hielo (“pack”) y zonas de presión. La barrera de hielo en los meses de verano, está a unos 30 Km. hasta donde pueden llegar los navíos del tipo rompehielos.
En esa época era una de las bases Argentinas en la Antártida mejor dotadas pues contaba con buen alojamiento, radioestación, estación meteorológica, laboratorio fotográfico, taller automotor y vehículos tipo Sno-Cat y otras facilidades.
La base era asiento de una unidad aérea formada por dos aviones deHavilland-Canada DHC-2 Beaver, y poco después fue (1970) dotada con aviones bimotor DHC-6 Twin Otter, todos equipados con esquíes.
Dichos aviones muy aptos para operar en la zona desarrollaron una amplia labor de observación, reabastecimiento de otras bases, evacuación de personal, etc. Ellos sirvieron de apoyo para la primera expedición Argentina al polo Sur que se concretó el verano siguiente a la experiencia espacial que estamos describiendo.
Todas estas razones hicieron imperativo usar esta base y contar con apoyo aéreo para trasladar, desde el continente, al personal y material necesarios para la experiencia científica a realizar. Tengamos en cuenta que hasta esa fecha, Argentina no contaba con bases en donde los aviones pudieran aterrizar sobre ruedas; solamente con esquíes.

2.4 - DESARROLLO DE LA OPERACIÓN

La Fuerza Aérea de Tareas Antárticas (FATA) prestó su decidida colaboración. Se había preparado un avión Douglas C-47 con esquíes, tanques de combustibles especiales en el fuselaje y el agregado de potencia adicional mediante una turbina Astazou instalada en la cola del mismo.
La revista Aviation Week & Space Technology en su número del 8 de Febrero 1965, describe esta original idea argentina para vuelos de largo alcance. Se realizaron dos vuelos previos en septiembre de 1.964 a fin de transportar gran parte de la carga necesaria para la experiencia.
El 5 de Febrero de 1965 arribó a la base Matienzo el avión Douglas C-47, matrícula TA-05 con el resto del material y del personal técnico-científico responsable de esta Operación Matienzo. Simultáneamente, otro equipo de lanzamiento con una organización similar, pero con otras temperaturas, operaba desde el CELPA Chamical a 3950 km. de distancia.
Luego del arribo del avión TA-05, comenzó en la Base Matienzo una actividad inusitada; debían aprovechare las condiciones de buen tiempo que se habían observado durante el cruce del estrecho del Drake. Merced al trabajo ya cumplido por el grupo adelantado y a la colaboración del personal permanente de la base, las tareas se desarrollaron con toda celeridad. Así fue que a menos de 24 horas del aterrizaje del TA-05 ya se habían efectuado el lanzamiento de un cohete Gamma Centauro y otro de un globo estratosférico.
En anexo 1 se indica un esquema con medidas del cohete “Gamma Centauro” y una vista del lanzador utilizado.
Los lanzamientos realizados fueron:
6 Febrero 1965 a las 11:30 hs. cohete gamma # 014 IIAE experiencia Rayos X
6 Febrero 1965 a 19:00 hs. Cohete gamma # 016 IIAE experiencia Rayos X
7 Febrero 1965 14:00 hs. Balón G.1 Univ. Nac. Tucumán experiencia rayos X
8 Febrero 1965 14:00 hs. Balón G.2 Universidad Nac. Tucumán experiencia rayos X
8 Febrero 1965 19:03 hs. Cohete gamma # 015 IIAE experiencia rayos X

2.5 - CONCLUSIONES

Algunas de las conclusiones técnico-científicas de las experiencias se pueden sintetizar así:
1. La carga útil del cohete fue suficientemente confiable para soportar vibraciones, choques y cambios de temperatura y presión.
2. La transmisión de pulsos no fue interrumpida por el cambio brusco de aceleración del cohete durante su ascenso.
3. La actividad de radiación electromagnética a una altura aproximada de 40 km., es unas cinco veces superior a la que se observa en tierra.

Asimismo el personal involucrado en estos experimentos pudo adquirir gran experiencia en áreas tales como:
- Planificación de campañas de lanzamiento.
- Preparación de vuelos en regiones con pocas facilidades de aterrizaje.
- Trabajo en climas severos con bajas temperaturas.
- Desarrollo de sistemas y componentes para experimentos espaciales.
- Planificación de soluciones alternativas en caso de fallas.

Con la satisfacción experimentada y con el concepto de Misión cumplida, dejamos en forma simbólica, inaugurado allí el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados - CELPA ANTARTICO-, como quedó expresado en el cartel allí colocado. Dicha idea, romántica en ese entonces, quedó prácticamente concretada años mas tarde, cuando siendo Presidente de la CNIE, tuve el honor de inaugurar una Base de Lanzamientos semipermanente en la Base Vicecomodoro Marambio, según se verá mas adelante en este trabajo.
Como anécdotas dignas de recordar podemos mencionar que durante el cruce, desde Río Gallegos hacia la Antártida y en medio del estrecho de Drake comenzó a formarse hielo en los esquíes del C-47 y el exceso de peso nos llevaba a un descenso apresurado y peligroso. Pudimos salir de esa situación gracias a la pericia del Comandante del TA-05 Comandante de la Fuerza Aérea. D. Mario Luis Olezza y del Ingeniero de a bordo (autor de este trabajo) quien puso en marcha la turbina de cola para incrementar la potencia disponible.
Otra digna de mencionar, es la siguiente: Debido a fallas en el C-47 y a condiciones de la nieve estuvimos a punto de tener que permanecer varios meses en la Base Matienzo.
Felizmente pudimos volar, luego de un difícil decolaje con esquíes, en los dos aviones Beaver (monomotor) P-05y P-06, piloteados por los entonces 1er. Tenientes D. Eduardo Fontaine y Alfredo Cano, anevizando en la base Esperanza. Desde allí regresamos en el Buque Bahía Aguirre de la Armada Argentina hasta el continente.
Estos aviones Beaver y el TA-05 se encuentran actualmente en el Museo Aeronáutico Nacional.
Cabe mencionar que el personal participante fue el siguiente:

EQUIPO QUE REALIZÓ LOS LANZAMIENTOS
Vicecomodoro Ing. Miguel SÁNCHEZ PEÑA Director de Lanzamiento
Capitán Ing. Raúl Pedro FLORES Auxiliar del Director
Capitán Ing. Luis A. CUETO Jefe de Montaje
1er. Teniente Ing. Juan C. LÓPEZ ESCALA Jefe de Electrónica
Señor Ernesto CASARI Técnico
Señor José ABAD Técnico
Todos ellos eran personal del IIAE Córdoba
TRIPULACIÓN DEL AVIÓN TA-05
Vicecomodoro Mario Luis OLEZZA Comandante
1er. Teniente Antonio R. MARINO Piloto
1er. Teniente Roberto MELA Navegador
Suboficial Mayor Luis V. CORBALÁN Mecánico
TRIPULACIÓN DE LA BASE MATIENZO
1er. Teniente Eduardo FONTAINE
1er. Teniente Alfredo CANO

Esta Operación Matienzo sirvió de entrenamiento, capacitación y experiencia para todo el personal, involucrado en estas actividades espaciales y con espíritu antártico.
Permitió realizar, en años futuros, otras de mayor envergadura con mejores materiales para el lanzamiento, cohetes de mayor capacidad en carga útil y en altura; desde otra base en donde se pudo aterrizar sobre ruedas con aviones Hércules C-130.
Con estas ideas in mente se planificó y realizó en el año 1975 el operativo que pasamos a describir.

3 - INVESTIGACIÓN ESPACIAL EN LA BASE AEREA VICECOMODORO MARAMBIO

Experiencias en aeronomía se venían realizando desde el año 1962 en el CELPA Chamical para la medición de vientos en altura y la determinación de la dinámica de la atmósfera neutra, usando la técnica de nubes alcalinas. Fueron las experiencias conocidas como “Nube de sodio” utilizando cohetes Belier-Centaure de fabricación francesa. Consistían en la eyección de sodio en forma de iones generados por la ignición de una mezcla durante la parte superior de la trayectoria del cohete portador. En años posteriores se usaron mezclas con trimetil-aluminio y en algunos casos estroncio, bario y europio. La traza o estela de iones, al cabo de algunos minutos, adopta la forma de una nube.
Dicho programa sería modificado años mas tarde, de acuerdo con nuevas técnicas y que permitieron a los científicos argentinos mantenerse en la avanzada de la física de la alta atmósfera, extrayendo importantes conocimientos acerca de las condiciones de propagación y su influencia sobre las comunicaciones.
A través de un convenio entre la CNIE y el Instituto Max Planck, de Alemania Federal, celebrado en 1972, comenzaron a realizarse las llamadas experiencias EGANI (Experiencia Germano Argentina con Nubes Ionizadas). Luego fueron experiencias EANI (Experiencia Argentina con Nubes Ionizadas). Se utilizaron cohetes de diseño y fabricación argentina, por el IIAE, entre ellos el RIGEL de dos etapas, capaz de alcanzar una altitud de 270 km. con una carga útil de 32 kg. La carga útil la desarrolló el instituto Max Planck.
La EGANI no sólo permitió medir vientos neutros, sino también determinar principalmente los desplazamientos de la ionosfera en los períodos de inversión (crepúsculos matutino y vespertino) y la distribución de los campos eléctricos y magnéticos en altura, aspectos hasta entonces casi imposibles de realizar, especialmente en las bajas latitudes magnéticas.
En 1972 y 1973 se realizaron estas experiencias con el cohete Rigel desde Chamical en forma exitosa. Ello despertó la inquietud de los técnicos y científicos para planificar un operativo mas ambicioso, utilizando un lanzador de mayor porte y mejores performances: el CASTOR. Asimismo, realizar las experiencias en latitudes magnéticas más favorables, bien al sur, o sea en la Antártida.
Ya la Fuerza Aérea contaba con una Base en la cual podían aterrizar sobre ruedas, aviones de mayor capacidad: La Base Aérea Vicecomodoro Marambio.

3.1 - BASE MARAMBIO

La Fuerza Aérea Argentina en sus numerosos sobrevuelos en la Antártida había observado la existencia de un islote llamado Seymour, ubicado al Este de la Península de Palmer sobre el paralelo de los 64 Sur aproximadamente. El islote tenía en su extremo Este una meseta bien nivelada a 200 m. sobre el nivel del mar y era de extensión suficiente como para construir un aeródromo con pistas hasta casi 3.000 metros de longitud, con la singular característica de permanecer casi siempre libre de nieve, aun en invierno.
El Vicecomodoro Olezza, pionero de los vuelos polares, había aterrizado allí en 1968 con un helicóptero UH-1H de la Fuerza Aérea Argentina. En el invierno de 1969 anevizó con el Douglas TA-05 en la base Petrel que la Armada poseía en la isla Dundee, 90 km. al Norte de dicho islote. Luego con el avión Beaver P-03 anevizó sobre el mar helado al costado del islote. Ello le permitió colocar un grupo de hombres que treparon al mismo y en incansables jornadas pudieron limpiar el terreno y preparar una modesta pista de 300m en la cual pudo aterrizar sobre ruedas con el avión Beaver el 25 de septiembre de 1969.
De esta forma se estableció un puente aéreo con las Bases Petrel y Matienzo y en pocos días más pudo aterrizar en TA-05. Un grupo de oficiales y suboficiales, viviendo en carpa y soportando temperaturas de 30 grados bajo cero y vientos de hasta 170 km por hora, pudieron construir una calle de 800 metros apta para otros tipos de aviones. Así nacía la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, única en la cual podían aterrizar sobre ruedas en la Antártida aeronaves de diferente porte.
El 29 de Octubre de 1969 el Fokker F-27 piloteado por el Vicecomodoro D. Ervin Roberto Kern posó sus ruedas en el suelo antártico. Olezza los esperaba allí junto con su grupo de tareas.
Con la presencia de las autoridades que viajaron en este vuelo, en el silencio de un paisaje imponente, como tributo al esfuerzo de pioneros y al trabajo mancomunado de las Fuerzas Armadas, se izó el pabellón nacional y así quedó inaugurada oficialmente la Base Aérea Vicecomodoro Marambio.
La misma esta ubicada en el islote del mismo nombre a una Latitud de 64º 14’ Sur y a una Longitud de 56º 43’ Oeste, en el mar de Weddell.
A partir de esta inauguración se la fue equipando con las instalaciones adecuadas para establecer dotaciones permanentes: vivienda del personal, talleres, laboratorios, estación meteorológica, comunicaciones, etc.
El mejoramiento de la pista y dotarla de radioayudas a la navegación aérea fueron tareas prioritarias.
Todo ello permitió planificar futuras actividades espaciales en Marambio ejecutadas por la Fuerza Aérea, la CNIE, el IIAE y el SMN, tales como:
- Experiencia EGANI 1975 con el cohete Castor.
- Establecer una Base semi-permanente para mediciones puntuales de Ozono mediante cohetes. (1979- 1982)
- Instalación de una antena para comunicaciones satelitales en 1981, utilizando el satélite Symphonie.

3.2 - COHETE CASTOR

Desde aquellos modestos lanzamientos con el Gamma Centauro (1965), se continuó trabajando en el IIAE para el desarrollo de cohetes-sonda y pudo concretarse toda una familia constituida por los cohetes a combustible sólido: ORION y CANOPUS de una etapa; RIGEL y CASTOR de dos etapas. Con los dos primeros, o sea uno ensamblado a continuación del otro se fabricó el Rigel. Un racimo de cuatro Canopus formaron la primera etapa o “booster” del Castor, cuya segunda etapa estaba formada por otro Canopus ensamblado con un cono de acople.
Fueron diseñados y fabricados en el IIAE en Córdoba.
El cohete Castor fue ensayado y puesto a punto con los lanzamientos en el CELPA (Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados) Atlántico de Mar Chiquita, cerca de Mar del Plata (provincia de Buenos Aires).
El Castor es un cohete a propulsante sólido de dos etapas, su performance nominal es para una carga útil de 50 a 65kg alcanzando alturas pico entre 450 a 500 km.
Dimensiones:
* Longitud total 8,40 m
* Longitud y diámetro de la 1ra. etapa 3,36 m y 69cm
* Diámetro de la segunda etapa 28cm
* Longitud de la sección de carga útil 2,22m
* Peso al lanzamiento 1268kg
* Máxima altura pico 500km
* Velocidad al final de combustión de la 2ª. Etapa: 2.300 m/seg.

3.3 - DETALLES DE LA EXPERIENCIA

El personal participante, los cohetes, carga útil, rampa de lanzamiento y demás equipos fueron trasladados desde Córdoba y Buenos Aires hasta la base antártica Marambio en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. En ese año 1975 se efectuaron dos lanzamientos de cohetes Castor. Cabe destacar que la rampa de lanzamiento fue similar a la utilizada con cohetes americanos Nike-Cajun adaptada en los talleres del IIAE en Córdoba.
La base contaba con facilidades de meteorología, comunicaciones, soporte logístico, transporte terrestre con vehículos tipo “Sno-Cat” y facilidades de alojamiento. Aviones twin Otter y una pista preparada para recibir aviones tipo C-130.
Fue necesario instalar un radar, un equipo “Rawin Set” y mejorar las facilidades de comunicaciones para contactarse con los puestos de observación en el continente y con aviones de observación de la NASA sobrevolando en el Atlántico a la altura de Nueva York.

3.3.1 - OBJETIVOS DE LA EXPERIENCIA

El objetivo principal fue estudiar los campos eléctricos y magnéticos en altura, los puntos neutros, la temperatura y perfil de electrones.
Para ello se utilizó una carga útil desarrollada por el IIAE en cooperación con el Instituto Max Planck- MPE de Garching Alemania. Dicha carga consistió en una mezcla especial que incluyó una carga hueca (shape charge) capaz de formar una nube ionizada que producía un chorro de electrones viajando como en un tubo desde la antártida hasta el punto magnético conjugado en el hemisferio Norte a la latitud de Nueva York.
Todos estos datos fueron enviados por telemetría a la estación de recepción en tierra. Asimismo la nube ionizada fue observada y registrada por cámaras fotográficas desde los puntos de observación en Tandil (provincia de Buenos Aires), el observatorio de El Leoncito en la provincia de San Juan. Además dos aviones de la NASA con cámaras de TV registraron el pasaje de la nube ionizada, la cual fue observada directamente a simple vista por la tripulación del avión volando a la latitud de N. York.

3.3.2 - CONCLUSIONES

A no dudarlo, esta experiencia fue una valiosa contribución para mejorar el conocimiento de la física de la alta atmósfera en general y el conocimiento de los campos geomagnéticos y eléctricos en particular, probando en forma concreta la validez de modelos teóricos de la densidad atmosférica diseñados en aquella época.
Los resultados fueron altamente satisfactorios; el personal técnico y científico participantes de Argentina y Alemania obtuvieron valiosa experiencia a ser usada para un mejor conocimiento de parámetros físicos de la alta atmósfera y futuras aplicaciones en las comunicaciones espaciales.
Desde el punto de vista operacional y logístico esta campaña fue muy beneficiosa para el personal participante.

4 - PROGRAMA EXAMETNET

En agosto de 1965, representantes de Argentina, Brasil y EEUU se reunieron en Wallops Island, Base de la NASA (Virginia, EEUU) y establecieron la red meteorológica experimental interamericana (Experimental Inter-American Meteorological Network)- EXAMETNET PROGRAM.
El objetivo de este programa fue el de contribuir al estudio de la alta atmósfera en el hemisferio sur y las diferencias y similitudes entre el hemisferio norte y el hemisferio sur, lanzando cohetes-sonda con cargas útiles para medir temperaturas y vientos en altitudes entre 20 y 70 km.

La Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de Argentina fue la responsable de realizar lanzamientos de cohetes ARCAS, LOKI y JUDI. Lo realizó desde el CELPA Chamical (provincia de La Rioja) entre 1966 hasta abril de 1968 y desde el CELPA Mar Chiquita desde mayo 1966 hasta 1983.
Las mediciones de datos atmosféricos en forma complementaria entre radiosondas, cohetes y satélites han sido importantes. Un nuevo acuerdo entre la NASA y la CNIE fue firmado en 1981 para permitir una serie de lanzamientos de balones y de cohetes desde las bases de lanzamiento de Mar Chiquita y de Marambio en la Antártida.
Las experiencias en Marambio se realizaron entre Noviembre de 1980 y Marzo de 1982. A tal fin fue necesario instalar allí un lanzador especial, un equipo “Rawin Set”, un radar MPS 19 y otras facilidades, constituyendo una Base de lanzamientos semipermanente.
Las mediciones con cohetes debían ser capaces de correlacionar los campos de temperatura en altura con los obtenidos mediante los satélites NOAA/6 y NOAA/7 de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EEUU.
Las mediciones de Ozono mediante cohetes permitieron correlacionar los datos con aquellos obtenidos por los satélites NIMBUS/7 y SME.

5 - PRIMERA COMUNICACIÓN SATELITAL DESDE LA BASE MARAMBIO

La CNIE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) en la década del 70 se encontraba trabajando activamente en la preparación de la arquitectura de un sistema satelital doméstico de comunicaciones para la Argentina. Preparó un curso de post-grado en tecnología espacial en su Centro Espacial San Miguel, con profesores argentinos y extranjeros de NASA y del CNES (Centre National D’Études Spatiales) de Francia.
Además de las clases teóricas era necesario que los profesionales que se estaban capacitando adquirieran experiencia práctica con satélites de comunicaciones. Aprovechando los convenios de cooperación que mantenía con agencias espaciales del exterior, negoció con ellas la obtención de dos estaciones terrenas de comunicación satelital y para utilizar el satélite franco-alemán Symphonie. Una estación fue instalada en el Centro Espacial San Miguel (provincia de Buenos Aires) y la otra en la Base Marambio. Ello permitió que esos jóvenes profesionales adquirieran experiencia práctica.
En la navidad de 1981 se realizó con éxito la primera transmisión satelital entre la Antártida y el continente (provincia de Buenos Aires.)

6 - CONCLUSIONES FINALES

- La comunidad científica y técnica en Argentina ha demostrado una aceptable capacidad y preparación para desarrollar y construir cohetes de investigación y cargas útiles para realizar apropiadas experiencias espaciales.
- Estas personas han coordinado, preparado y ejecutado campañas para trabajar en zonas con severas condiciones, vivir y operar con relativo éxito.
- La Fuerza Aérea Argentina tuvo la capacidad para realizar operaciones aéreas en cooperación con la comunidad científica.
- Nuestro país ha sido pionero en actividades espaciales en la Antártida cumpliendo con los tratados internacionales para el uso pacífico del espacio.
- La cooperación internacional, en estas actividades de punta, ha demostrado ser de gran utilidad.

BIBLIOGRAFIA y REFERENCIAS

1. Sánchez-Peña M. Et al “Operación Matienzo” PE.1-65 IIAE report.
2. Jane’s 1971-1972 Research Rockets & Space Vehicles, Pág. 580
3. M. Sánchez-Peña , Sounding rocket in Argentina, publicación 1969
4. Benavides y Sánchez-Peña “Reseña histórica de bases científicas en la Antártida.
5. Bettle J.F. et al. NASA The establishment of the Experimental Inter-American Meteorological Rocket Network, Wallops Island Va. 1967
6. De la Peña A. Descripción y equipamiento del Centro de lanzamiento de Base Marambio
 
CAWAN, MUY, pero MUY buen aporte amigo, es mas, hay por ahi dando vueltas unas imagenes del castor si no me equivoco que son dignas de ser subidas.....Por otro lado, quien dice que no se pueden hacer cosas acá?, una pena que sigan con la venda en los ojos
 

cawan 5

Forista Sancionado o Expulsado
Gracias IL CHEFF , hace dos semanas atras estuve charlando con un ex funcionario de la epoca de Menem y me comento algo sobre el condor 1 y 2 ,lastima que como siempre terminamos o traicionados o vendidos , sino hubiera sido un gran aporte el tener semejantes artefactos , y oh coincidencia la semana pasada por aqui estuvieron unos amigazoz forisatas y en una charla de sobremesa salio el tema del condor el cual un querido amigo VGM estaba muy al tanto de ello y coincido mucho en con mi charla anterior...aca tenemos la materia prima que son los cerebros pero no tienen el apoyo que tendrian que tener de parte del estado o si desarrollan algo luego termina en manos equivocadas...que lastima Argentina ya nada nos queda , si hasta la Azul y Blanca se hace con telas importadas...un abrazo amigo...

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Un poco mas de historia , sobre lo que supimos conseguir

Revista Análisis
noviembre 1966

UNA MANCHA DE SOMBRA circular se arrastrará por América del Sur el 12 de noviembre, cruzando oblicuamente el continente, del noroeste al sudeste, desde las costas del Perú a las de Río Grande do Sul, en Brasil, para perderse en el océano Atlántico. La Luna, con su diámetro de apenas 3.476 km, cubrirá al sol, que posee uno de 1.392.000 km, y proyectará sobre la Tierra una sombra de unos 90 km de diámetro que se desplazará a la fantástica velocidad de casi 700 metros por segundo, y que durará en cada punto de su trayectoria algo menos de dos minutos.
Detrás de esa sombra, como los cazadores de una misteriosa mariposa negra, se movilizan desde hace ya un tiempo centenares de científicos y técnicos argentinos y extranjeros, con sus minuciosos programas de investigación.
Más de veinte estudios, en los que participarán varias universidades nacionales y las fuerzas armadas, a través de sus centros especializados, dicen de la intensa actividad científica que se desplegará en nuestro país para detectar las características relevantes de un fenómeno que no volverá a repetirse en los mismos lugares hasta dentro de 360 años.
En Las Palmas (Chaco) y Tartagal, (Salta) se fijará la atención principal. ¿Por qué allí y no en Corrientes, Resistencia, Tucumán, el océano Atlántico, Capital Federal, u Oran, en la misma Salta, lugares desde los cuales se seguirá de cerca el eclipse y donde se harán importantes verificaciones? La razón es sencilla: desde Tartagal y Las Palmas se lanzarán al espacio un total de 17 cohetes, lo que exigirá el mayor despliegue de recursos técnicos y humanos.
En el último de los lugares citados, la CNIE (Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales), de Argentina, y el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales), de Francia, colaborarán en la realización de un estudio dirigido por el profesor francés Jacques Emile BIaumont. Se lanzarán al espacio dos poderosos cohetes de fabricación francesa denominados Titus, de tres toneladas y media de peso total, con una carga de instrumentos (carga útil) de 325 kg, capaces de alcanzar 270 km de altura. Más de cien personas trabajarán febrilmente en Las Palmas, a 50 km al norte de Resistencia, preparando los radares de seguimiento y otros aparatos, además de la rampa que contendrá a los cohetes de 12 metros de longitud y de mas de medio metro de ancho.
En Tartagal, a pocos kilómetros de la frontera con Bolivia, se realizarán dos tipos de lanzamientos balísticos.
En uno de ellos, en el que colaborarán la CNIE y la NASA, de Estados Unidos, y que dirigirá el Dr. Willis Webb, del último país. se enviarán al espacio doce cohetes Arcas, de origen estadounidense- Cada uno de ellos pesa 34 kg. tiene una carga útil de 3 kg y un alcance de 60 km.
En el otro estudio, proyectado por el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE), dependiente de DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas) y dirigido por el científico argentino Dr. Horacio E. Bosch, se lanzarán tres cohetes íntegramente nacionales, de la serie Orion, de 130 kg de peso y 16 de carga útil. con un alcance de 110 km de altura,

IMPORTANCIA DE ESTOS ESTUDIOS

Estas experiencias y otras que tienen también enorme importancia, pese a su menor espectacularidad, forman parte de investigaciones que permitirán conocer más profundamente los factores que afectan la vida en nuestro planeta y que tiene relación directa con los fenómenos solares, las radiaciones cósmicas y la circulación estratosférica, entre otros.
Es alto el valor teórico (para el desarrollo de la ciencia pura, en nuestro país y en el mundo) y práctico (para el dominio del clima y las comunicaciones terrestres) de estas experiencias.
Muchas veces, frente a acontecimientos científicos como éste, el hombre común suele tener la actitud de quien cree que no le atañe. No percibe a veces que ese elemento nuevo que se agrega a su vida para hacerla más agradable o inclusive para salvársela, como en el caso de las vacunas, es el resultado de una larga tarea de generaciones de científicos y técnicos.
Algo de esta actitud hubo, y quizás hay, acerca de las investigaciones espaciales que realiza nuestro país. El lanzamiento de los cohetes Orion sirve para medir el camino recorrido por la Argentina en esa materia. Constituye la culminación de un proceso mucho más largo e intenso, realizado en el laboratorio y en la planta industrial. Los cohetes fabricados en nuestro país, según diseños propios, muestran elocuentemente la capacidad de nuestros científicos y la calidad ejecutiva de nuestra industria y nuestros técnicos.
Cuando el 1' de febrero de 1961 un cohete Alfa Centauro fabricado por el Instituto Aerotécnico, dependiente de DINFIA, abandonó su plataforma de lanzamiento en un páramo de la Pampa de Achala, a un centenar de kilómetros de Córdoba, pocos percibieron la trascendencia del acontecimiento. En aquella febril mañana plomiza, el entonces comandante Aldo Zeoli, jefe del departamento de armamentos y cohetes del Instituto Aerotécnico y director de la prueba, comenzó la cuenta en retroceso a cuya finalización un violento estampido indicó el despegue del proyectil espacial.
A aquel primer lanzamiento siguieron muchos otros, como lo ejemplifica la tabla anexa, en la que hacemos constar solo los cohetes íntegramente nacionales fabricados por DINFIA. En Chamical (La Rioja), donde existía un antiguo destacamento aeronáutico a punto de ser levantado, se creó el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA). La pequeña población, cuya vida dependía de la permanencia del destacamento citado, había pedido revisar la medida que disponía su liquidación. La creación de CELPA vino a satisfacer una necesidad de nuestra experimentación balística y a responder favorablemente a un pedido de los pobladores. La insignia de un cohete en la chapa de las automotores patentados en Chamical evidencia el orgullo que sienten por la nueva situación.

LO QUE ESTAMOS HACIENDO AQUÍ

La investigación espacial mediante cohetes requiere una alta capacidad en la construcción del proyectil en sí (envoltura exterior y motor propulsante), en la carga útil (instrumentos capaces de recoger y trasmitir datos a la base), en los aparatos situados en tierra, encargados de controlar el cohete y recibir sus datos, y en la preparación del personal que los proyecta y ejecuta. La Argentina es actualmente el único país latinoamericano que cubre todas estas exigencias de la exploración espacial. El diseño y la construcción de una carga útil propia supone, especialmente, un complicado y cuidadoso desarrollo de laboratorio antes de su puesta a prueba en el cohete.
La Universidad de Tucumán ha proyectado y construido cargas útiles completas para investigaciones ionosféricas (la ionósfera es una región eléctricamente conductora que se extiende de los 80 a los 400 kilómetros sobre la superficie terrestre) y estudios de radiación cósmica, entre otros. Esa misma universidad también construyó un equipo para recibir fotografías de satélites meteorológicos. En el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA) se creó el cohete "Prosón I", de 80 kg de peso total y 5 kg de carga útil, que fue probado con todo éxito el 23 de agosto de 1963, cuando superó los 40 km de altura.
Pero las construcciones y experiencias de cohetería más importantes en este momento se realizan en el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial, dependiente de DINFIA.

Allí se construyen las cargas útiles y varios de los artefactos terrestres indispensables para el seguimiento de las experiencias espaciales, además de los cohetes de mayor capacidad y alcance de Latinoamérica. La magnitud de la tarea realizada aparece ejemplificada en el viaje a Estados Unidos del vicecomodoro Miguel Sánchez, jefe del grupo de desarrollo aeroespacial del IIAE. Con un reducido grupo de especialistas argentinos tratará de certificar la calidad del cohete Orion II, fabricado por DINFIA. En Wallops Island (Virnia, Estados Unidos), donde la NASA posee una de sus bases de lanzamiento, se enviarán al espacio cuatro unidades del modelo citado.
La homologación de la operatividad del cohete por parte de la NASA significará la posibilidad de que pueda ser comprado por otros países interesados en realizar sus propias investigaciones.
El costo del Orion II se calcula en unos $ 500.000, incluida la carga útil. La compra de un cohete similar en el exterior demandaría un desembolso bastante mayor. Ya en la reunión Internacional celebrada en Varsovia en 1963 se recomendaba obtener un cohete confiable de unos 80 km de alcance y de 5 kg de carga, cuyo costo fuera inferior a los 2.000 dólares. El Orion II tiene aproximadamente ese costo, pero posee mayor capacidad y alcance (16 kg y 110 km, respectivamente). Para el año próximo el IIAE proyecta lanzar un cohete de unos tres metros, capaz de alcanzar los 180 km de altura.

NUESTRO LUGAR EN EL MUNDO

Como hicimos notar, la Argentina ocupa en lugar de privilegio en Latinoamérica en materia de exploración espacial: porque construimos nuestras propias cargas útiles y algunos de los avanzados instrumentos de tierra; porque poseemos cohetes de mayor capacidad y alcance y porque tenemos programas de investigación más amplios, de concepción propia.
Dentro del panorama mundial, la preeminencia de Estados Unidos y la Unión Soviética es más que indiscutible. Bastante lejos de esos dos colosos, pero en una posición de privilegio, pues ha llegado a enviar satélites propios, se ubica Francia. En un tercer lugar, a prudencial distancia de este último país, se hallan Inglaterra, Canadá, Japón e Italia; puede ubicarse a Alemania en el mismo grupo, aunque en un escalón inferior. En el puesto siguiente se ubican la Argentina y la India, y, un poco más lejos. Brasil y Pakistán.
La relevancia práctica de estos estudios es incalculable, aunque muchos de ellos no tengan concreción inmediata. Podemos dar ya, sin embargo, algunos ejemplos. Sobre la base de los conocimientos, los recursos humanos y la capacidad técnica de nuestros centros de investigación se está organizando un centro regional de comunicaciones espaciales que será único en Latinoamérica. Hará posibles, comunicaciones intercontinentales casi perfectas en el campo de la televisión, la telefonía y la radiotelefonía, para citar solo algunas. El Instituto Geográfico Militar, y las universidades de Cuyo y de Córdoba están elaborando un programa de geodesia espacial que permitirá un relevamiento cartográfico más perfecto, mediante la utilización de las señales que envía un satélite, del en apariencia modesto, hay que sumar un mas amplio conocimiento de nuestro clima, con la evidente posibilidad de una mejor previsión y de una mas amplia capacidad de modificarlo.
Simultáneamente con la obtención de estos beneficios, las investigaciones espaciales permiten crear una fuente de trabajo profesional de alto nivel científico cuya tarea se proyectará mucho más allá de esas actividades
 

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Fernet Lover
Colaborador
ARGENTINA Y LA CONQUISTA DEL ESPACIO

-Parte 1-

Por Alberto N. Manfredi (h)

En los años sesenta y setenta, Argentina desarrolló su propio programa espacial, iniciativa que la colocó después de los EE.UU., Rusia, Francia, Canadá y Gran Bretaña, entre las seis únicas naciones empeñadas en la exploración del cosmos. Eran tiempos de progreso e investigación en los que científicos nacionales deban prueba al mundo de su capacidad tecnológica


Científicos argentinos se disponen a lanzar el primer cohete Alfa Centauro en Pampa de Achala, provincia de Córdoba (Gentileza Juan Parczewski)

En 1956 técnicos del Instituto de Experimentaciones Espaciales dispararon desde la provincia de Buenos Aires un cohete Martín Fierro de fabricación nacional, que tras escasos segundos de vuelo, alcanzó los 1700 metros de altura. Se trataba de un pequeño cohete de combustible sólido, sin carga útil, sumamente elemental, de solamente 20 centímetros de largo por 2,5 de diámetro, que sirvió para demostrar a la opinión pública argentina que un grupo de civiles nucleados en una institución científica particular, trabajaban activamente en un proyecto al que muy pocas naciones se hallaban abocadas: la conquista del espacio exterior.

Con anterioridad, entre 1947 y 1948, técnicos del Instituto de Investigaciones Científicas de la Fuerza Aérea Argentina encabezados por el ingeniero Ricardo Dyrgalla, desarrollaron un motor cohete de combustible líquido destinado a impulsar proyectiles científicos y militares. El AN-1, tal el nombre del propulsor, tenía un empuje de 320 kg y un tiempo de combustión de 40 segundos, su propelente era ácido nítrico y anilina y para su ensayo se construyó un Banco de Pruebas desde el cual, se hicieron numerosas pruebas, todas ellas exitosas.

La gente del Ing. Dyrgalla trabajaba también en la construcción de un cohete llamado Tábano con la idea de probar el propulsante, disparándolo desde un avión.

El 20 de octubre del 1949 el motor AN-1 fue probado exitosamente adosándosele una cámara de combustión con camisa de refrigeración regenerativa, con la que se obtuvo un mayor rendimiento y una actividad más prolongada.

Cuando el 4 de octubre de 1957 los rusos colocaron en órbita el primer satélite artificial construido por el hombre, el entusiasmo y el interés por la exploración del espacio alcanzaron proporciones inusitadas. Ese interés también sacudió a los científicos de nuestro país quienes, a partir de 1961, pusieron en marcha un exitoso programa que habría de colocar a nuestro país entre las seis primeras naciones comprometidas en la carrera espacial, un hecho trascendente de nuestra historia que, sin embargo, muy pocos argentinos conocen.

Comienza la carrera espacial

El 28 de enero de 1960 el Poder Ejecutivo Nacional creó por decreto la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, designando presidente al ingeniero Teófilo M. Tabanera que en mucho había tenido que ver con aquella iniciativa.

Oriundo de la provincia de Mendoza, Tabanera obtuvo su diploma de ingeniero en la Universidad Nacional de La Plata, convirtiéndose, con el correr de los años, en importante empresario y uno de los hombres mejor informados de la época en materia de exploración espacial.
A principios de 1961, Tabanera organizó el Primer Simposio Interamericano de Investigaciones Espaciales con sede en Buenos Aires, que despertó el interés de casi todas las naciones de Latinoamérica e incluso de los EE.UU., representado por el vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias de ese país y otras personalidades del quehacer aeroespacial internacional.

El 2 de febrero de 1961 científicos y personal técnico de la Fuerza Aérea Argentina dirigidos por el comodoro ingeniero Aldo Zeoli, lanzaron desde la base militar Santo Tomás, en Pampa de Achala, provincia de Córdoba, el primer cohete APEX A1-02 Alfa Centauro, con la misión de efectuar estudios en la alta atmósfera. El vuelo se llevó a cabo de manera impecable, alcanzándose un éxito sin precedentes en la historia de América Latina.

El cohete de una sola etapa, 2,70 metros de largo, 9,4 centímetros de diámetro y 28 kilogramos de peso, trepó hasta una altura de 20 kilómetros de distancia y recogió información de gran valor analizada desde tierra.


El ingeniero aeronáutico Aldo Zeoli junto al R.P. López y personal de Fuerza Aérea tras el exitoso lanzamiento del Alfa Centauro en Pampa de Achala (Gentileza Juan Parczewski)

Presenciaron la experiencia ese día, un periodista del diario “Clarín”, oficiales de la FAA, el R.P. López y el presidente de DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas) brigadier mayor Juan Carlos Pereyra, quien se apresuró notificar el éxito a su par, el brigadier Ramón Amado Abrahin, secretario de Aeronáutica que, a su vez, se lo comunicó de manera inmediata al presidente de la Nación, Dr. Arturo Frondizi.

En lanzamientos posteriores, siempre con cohetes Alfa Centauro, se pudo verificar el comportamiento del complejo, el seguimiento de sus cargas útiles y la información recogida durante la experiencia. Según refiere Benjamín Meiojas, “A partir de ese momento nada detendría a los estudiosos, técnicos, científicos y hombres del arma aérea, empeñados en hacer realidad algo que parecía imposible”(1).

El éxito alcanzado impulsó a las autoridades nacionales a crear por decreto el Centro de Experimentación y Lanzamientos de Proyectiles Autopropulsados (CELPA), el 27 de junio de 1961.

El proyecto Beta del Centauro

A los Alfa Centauro seguirían los APEX-A1-S2-015 Beta Centauro de dos etapas y los Gamma Centauro, de más elevada performance, experiencias con las que se llevarían a cabo mediciones con sistemas telemétricos a bordo, en el caso de los Beta Centauro y pruebas de separación de las segundas etapas y recuperación de cargas útiles por medio de paracaídas. Todas estas pruebas estarían a cargo del comodoro ingeniero Aldo Zeoli y contarían con la bendición del R.P. López, presente en numerosos lanzamientos.

El primer disparo de un Beta Centauro tuvo lugar el 30 de septiembre de 1961 a las 14.30 desde Pampa de Achala, primer centro espacial argentino hasta la designación de Chamical, provincia de La Rioja, en 1962.

Se trataba de un proyectil de dos etapas mucho más sofisticado que el Alfa Centauro, cuyas dimensiones eran 3,81 metros de largo total por 79,5 centímetros de diámetro máximo y 47,3 kilogramos de peso al momento del lanzamiento. El largo de la primera etapa era de 1,79 metros con un diámetro de 0,094 y una envergadura de 0,50. El peso de la carga útil apenas superaba los 3 kg y el impulso específico del vector fue de 200 segundos, alcanzando una altura máxima de 25 kilómetros.

El experimento se llevó a cabo sin inconvenientes, cubriendo las expectativas de todo el equipo.

El 13 de octubre se produjo un segundo lanzamiento seguido por un tercero el 10 de mayo de 1962, todos ellos exitosos, hecho que permitió al Instituto de Investigaciones Científicas de las Fuerzas Armadas encarar proyectos de mayor envergadura, tal el caso del Gamma Centauro con el que nuestro país accedería a un nuevo escalafón en materia de desarrollo espacial.

Las misiones Gamma Centauro

A lo largo de todo el año, hasta el 12 de febrero de 1962, las experiencias fueron totalmente exitosas y los avances considerables, con un total de 18 lanzamientos que permitieron alcanzar los objetivos trazados.

El 19 de febrero de aquel último año, se efectuaron desde Pampa de Achala cinco nuevos lanzamientos en los que se utilizaron y probaron por primera vez motores Scar 2,65, recuperándose todas las cápsulas con sus respectivas cargas útiles que permitieron la medición de la altitud a la que se producía la separación, la verificación del encendido de la carga fumígena de 16 gramos puesta en el interior del explosor, el control del funcionamiento del equipo telemétrico de a bordo y el desempeño de la carga fumígena de 30 gramos (2).

Los avatares de la política argentina no entorpecieron el desarrollo del proyecto espacial. El 28 de marzo de 1962 un golpe militar destituyó al Dr. Frondizi para reemplazarlo por el presidente del Senado, Dr. José María Guido, lo que no impidió que durante todo ese año se efectuaran nuevos lanzamientos que determinaron la alta tecnología que científicos civiles y militares (estos últimos pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina), desarrollaban conjuntamente.

El 10 de mayo de 1962 el recientemente creado Centro Experimentación y Lanzamientos de Proyectiles Autopropulsados -CELPA (3) inició sus actividades en la base de Chamical, provincia de La Rioja, suerte de Cabo Cañaveral nacional desde donde se pondrían en marcha experiencias que llamarían la atención de las principales potencias del mundo.

El 15 de noviembre se disparó a modo de prueba el Gamma Centauro I, como parte de un proyecto mayor, a efectos de comprobar una vez más el comportamiento dinámico del proyectil. El cohete, con un total de 2,433 metros de largo, 0,134 de diámetro y 27,25 kilogramos de peso despegó en horas de la mañana para trepar hasta una altura máxima de 59 kilómetros, transportando una carga útil de 5 kilogramos de peso a un impulso específico de 225 segundos para la primera etapa y 212 para la segunda.

El peso del propulsante de la primer etapa fue de 11,05 kilogramos y el de la segunda de 3,68, siendo el tiempo de vuelo libre entre una y otra, de 18 segundos exactos.

Le siguieron, el 19 del mismo mes cinco lanzamientos más de Alfa y Gamma Centauro, con los que se trabajó el perfeccionamiento de las operaciones de despegue de cargas útiles y la medición de altitudes hasta 1964, año en que los científicos argentinos desarrollaron el Orión, vector de proporciones considerables, como veremos más adelante.

En el mes de agosto de 1963 el CELPA lanzó desde Chamical cuatro cohetes Gamma Centauro con finalidad de ensayos y pruebas, previo paso a proyectiles de mayores envergaduras, vuelos que finalizaron exitosamente igual que el del 27 de julio de 1964 disparado desde Puente del Inca, provincia de Mendoza, transportando hasta los 35 kilómetros de altitud una carga útil telemétrica destinada a medir la temperatura.

La experiencia Gamma Centauro continuó en 1965 con el lanzamiento conjunto de dos cohetes de esa familia desde Chamical, el 6 de febrero de 1965 y otros dos desde la Base Matienzo en la Antártida, siendo la Argentina el tercer país, después de Rusia y los EE.UU, en efectuar experiencias espaciales desde el continente blanco. Los resultados del experimento consistente en el análisis del vuelo y el estudio de los Rayos X en la atmósfera, resultaron exitosos.

La experiencia volvió a repetirse dos días después, con el lanzamiento de un Gamma Centauro desde Chamical y otro desde la Base Matienzo, completándose, de ese modo la serie de observaciones iniciadas el día 6 que pusieron a la Argentina en un nuevo primer lugar a nivel internacional con los primeros estudios científicos con cohetes en Latinoamérica.

La serie de estudios de Rayos X en la atmósfera continuaron en septiembre con el lanzamiento, desde Chamical, de otros dos Gamma Centauro previos al primer Orión. Para entonces, nuestro país se hallaba enfrascado en el proyecto Centaure francés, lanzando vectores de alta envergadura desde la misma Base CELPA Chamical, según veremos más adelante.

El cohete Orión

El siguiente proyecto de los científicos argentinos fue el Orión, consistente en vectores de mucha mayor envergadura, diseñados para efectuar estudios más elevados de la atmósfera terrestre y llevar a cabo experimentos biológicos de magnitud.

El primero de esta serie de cohetes, el Orión I, con casi tres metros de longitud por 0,206 de diámetro, fue lanzado en el mes de octubre de 1965 con el objeto de analizar su performance y evaluar los pormenores de su vuelo. El 1 de julio de 1966 se disparó un segundo artefacto de iguales características que portaba en su ojiva instrumental de mayor sofisticación y el 13 de agosto del mismo año se lanzó el primer Orión II con una carga útil de 16 kilogramos, alcanzando su máxima altitud a los 114 kilómetros de la superficie. Este segundo proyectil que medía 3,771 metros de largo por 0,206 centímetros de diámetro alcanzó los 100 kilómetros de altura, portando en su cabeza una carga útil de 25 kilos. Con ellos y con los DIM, la Argentina efectuó mediciones atmosféricas y de velocidad de los vientos hasta una altura de 8000 metros, obteniendo resultados exitosos en un 99% de los casos.


Cohete Orión

Hasta fines de octubre de 1966 la Fuerza Aérea Argentina y el CELPA lanzaron desde Chamical un total de tres Orión II siguiéndole las experiencias conjuntas con los técnicos de los EE.UU., disparando desde la misma base, el 3 de noviembre, cohetes Nike-Cajun 02 que treparon hasta los 130 km de altitud.

Desde 1963, el flamante Instituto Civil de Tecnología Espacial (ICTE) puso en marcha el operativo Programa Felino con el objeto de cubrir las necesidades de aprendizaje, adiestramiento y formación de personal, así como chequear materiales y elementos para trabajos más ambiciosos. Este programa llevó a cabo la friolera de 87 lanzamientos en un período de cinco años, de los que solo fracasaron 8, siendo de destacar cohetes como el Gato Negro A-1, el Tigre A-2, el Jaguar A-3, el Leopardo A-4 y el Sonda Pantera A-5. Las misiones lograron importantes avances en la detección y prevención del granizo, ayudando a prevenir un desastre nacional que al país le costaba millones de pesos anuales en pérdidas.

Lanzamiento de los primeros seres vivos (Experiencias biológicas)

Los científicos del ICTE llevaron a cabo las primeras experiencias biológicas argentinas, lanzando a bordo de un cohete dos pequeñas ratas de laboratorio, Alfa y Gamma, las que, después de alcanzar una altura de 8000 metros, aterrizaron suavemente a bordo de su cápsula, sostenida por un pequeño paracaídas, a solamente 100 metros del lugar de lanzamiento.

La Argentina no dejaba de crecer y desarrollar su tecnología en materia espacial. Y ese crecimiento tomó mayores impulsos a partir de julio de 1966, con la política de desarrollo tecnológico implementada por el gobierno del Tte. Gral. (RE) Juan Carlos Onganía.

Estudios astronómicos y de la alta atmósfera


Orión II en su rampa de lanzamiento (Gentileza Juan Parczewski)

Durante todo aquel año se lanzaron desde Chamical cohetes Orión y Judi para estudios meteorológicos, alcanzando el proyecto su punto máximo cuando el 4, 7 y 9 de noviembre la Fuerza Aérea disparó desde la base norteamericana de Wallops Island (Virginia), tres Orión de fabricación nacional, con el propósito de que técnicos de ambos países estudiasen su performance. En la oportunidad, los norteamericanos llevaron a cabo la primer recuperación de una carga útil en el aire, cuando un helicóptero de esa nacionalidad, capturó en pleno descenso, la carga útil de un Orión II argentino.

1966 finalizó exitosamente con la operación “Orión-Eclipse”, que se realizó de manera conjunta con Francia y los EE.UU. al dispararse desde una nueva base espacial improvisada en Tartagal, provincia de Salta, tres cohetes Orión II de combustible sólido (12 de noviembre) con el objeto de estudiar un fenómeno astronómico que comprometió a numerosas naciones del mundo. Ese día los científicos lanzaron también dos Titus franceses y un Arcas norteamericano desde un descampado a solo 9 kilómetros de aquella localidad, donde la Argentina montó una improvisada base portátil consistente en un furgón de recepción de telemetría, un grupo electrógeno, sistemas de radar y plataformas de lanzamiento. Las cargas útiles de los vectores nacionales, conjuntamente con los franceses y estadounidenses, obtuvieron resultados más que satisfactorios que permitieron un estudio profundo y exhaustivo del gran eclipse que sumió en penumbras a gran parte de América del Sur.

Nuevas experiencias

Siguieron al Orión, el Canpus I y el Canopus II, de 4,67 metros de largo por 28 de diámetro con 280 kilogramos de peso total y 50 de carga útil cada uno; el Rigel de 6,23 metros de largo por 21 cm. de diámetro, 330 kgs. de peso y una carga útil de 30 kgs., y el Castor, máximo logro de la ingeniería espacial argentina, de 8 metros de largo, por 68,55 centímetros de diámetro, 280 kgs. de peso total y una carga útil de 75 kgs., estos últimos, de dos etapas cada uno. Se trata de vectores de gran envergadura que hicieron de nuestra nación la sexta en desarrollo tecnológico y científico espacial del mundo y la primera en Latinoamérica. Proyectos menores, aunque no menos importantes fueron los del GLAG I, el GLAG II y el DIM.

El año 1967 fue de gran actividad para la Base Espacial de Chamical, con 19 lanzamientos, casi todos Judi y Orión. El último de ellos (14 de diciembre), un Orión II, llevó a cabo importantes análisis de los rayos cósmicos, demostrando la capacidad argentina en materia de estudios profundos del espacio exterior.

Base espacial de Mar Chiquita

Ese año se efectuaron también lanzamientos desde una nueva base ubicada en Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires, con varios lanzamientos simultáneos efectuados en el mes de septiembre dentro del marco del proyecto denominado “CELPA Atlántico”, destinado a desarrollar y experimentar nuevos proyectiles autopropulsados y analizar su adaptabilidad en la zona próxima al océano, a fin de establecer allí una base de estudios meteorológicos.

El 14 de septiembre de 1967 fue disparado desde ese punto un cohete meteorológico norteamericano Arcas 29,336 que a las 16.45 partió de su plataforma, a solo 100 metros de la costa, para ascender a 1200 metros por segundo. Al mismo tiempo se lanzó desde La Rioja un cohete Hasp, también norteamericano, que trepó exitosamente hasta los 70 km. de altura.

En las fronteras del espacio

Finalizando el año, la Argentina probó su primer proyecto suborbital de consideraciones, al lanzar desde Chamical, el 17 de diciembre de 1967, el poderoso Rigel R-01 de dos etapas, que en el lapso de 9 minutos trepó hasta los 295 km. de altitud comprobándose el exitoso comportamiento del instrumental de a bordo a pesar de los violentos cambios de temperatura y presión, de las vibraciones y la aceleración que experimentó la nave durante el trayecto. La dimensiones de este nuevo proyectil nos dan una idea de la envergadura del experimento.

1968 no fue diferente, intensificándose los lanzamientos de cohetes Judi, Orión II y Arcas norteamericanos.

Experiencias biológicas

Argentina fue también pionera en materia de experiencias biológicas.

El 11 de abril de 1967, mientras los ingenieros argentinos trabajaban febrilmente en el desarrollo de un combustible 100% nacional, se concibió el denominado proyecto BIO, consistente en lanzar al espacio a bordo de cohetes telemetrados, pequeños animales de laboratorio a recuperar.


Belisario, primer astronauta argentino en el interior de la cápsula que lo llevó al espacio

Para la denominada experiencia BIO I se seleccionó una camada de ratones blancos de raza Wistar, para los cuales se diseñaron cápsulas especiales dotadas del instrumental necesario para su análisis y control durante el trayecto. Los “astronautas” seleccionados fueron los ratones Alejo, Aurelio y Anastasio, quienes constituyeron el primer grupo, seguidos por Braulio, Benito y Belisario, en el segundo y Celedonio, Cipriano y Coco en el tercero (4).

Tras una serie de pruebas y estudios fisiológicos, el elegido para el primer vuelo fue Belisario, colocado y sujetado dentro de la cápsula, ubicada en la ojiva especialmente adaptada de un Orión II, disparado exitosamente desde la Escuela de Tropas Aerotransportadas de Córdoba, el 11 de abril de 1967. La ojiva, de 0,278 mm de diámetro, superaba en 0,072 mm a las de experiencias anteriores.

El vector, se elevó sin problemas y al cabo de un minuto separó su carga útil que, tras desplegar sin inconvenientes su paracaídas, comenzó a descender lentamente hasta tocar tierra. Los científicos comprobaron aliviados que Belisario se hallaba en perfecto estado de salud aunque sumamente nervioso y que durante el vuelo había perdido 8 gramos de peso.

El 19 de mayo de 1967 la carrera espacial argentina se cobró su primera víctima fatal. Ese día, el ratón Celedonio se elevó desde Chamical, a bordo de un Orión II que durante el trayecto funcionó correctamente, vaticinando un nuevo éxito tecnológico. Sin embargo, cuando la cápsula se separó, su paracaídas se enredó en el motor y al no poder desplegarse, provocó el desastre, impactando violentamente contra la superficie y provocando la muerte de su tripulante de manera instantánea.

Dos años después, el 30 de agosto de 1969, despegó, también desde Chamical, un nuevo Orión II llevando a bordo a la rata Dalila, del cuarto grupo de roedores espaciales, que alcanzó los 20 km. de altitud a una velocidad de 2850 km/h. Dalila viajó sedada aunque despierta, manteniendo su actividad y parámetros biológicos en perfecto estado, factor que permitió a los científicos del Instituto de Medicina Aeroespacial un minucioso análisis de su organismo en vuelo.

La cápsula que trajo a Dalila de regreso se posó suavemente en la copa de un árbol y fue rescatada 45 minutos después, a 17 kilómetros del punto de lanzamiento, por un equipo compuesto por un avión de detección y un helicóptero, ambos de la FAA, dos radares COTAL y un sistema de comunicaciones radioeléctricas de enlace (5). Esta misión, denominada Experiencia Bio II/2, presentó como particularidad una ojiva de mayores dimensiones que las anteriores (Experiencia Bio II/1) ya que su diámetro era de 0,320 mm.

http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm
 

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Fernet Lover
Colaborador
ARGENTINA Y LA CONQUISTA DEL ESPACIO

-Parte 2-

Por Alberto N. Manfredi (h)

Operación Navidad


Mono misionero de raza caí. A esta especie pertenecieron Juan y otros simios utilizados en nuestras experiencias espaciales

A comienzos de 1969 la Argentina comenzó a desarrollar las misiones Canopus y Rigel con el lanzamiento al espacio de cohetes de mucha mayor envergadura, de una y dos etapas.

La familia del Canopus I contaba con vectores de 4 metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y motores mucho más sofisticados. A estos proyectiles le siguieron los Canopus II, con un largo de 4,724 metros y a éstos una versión adaptada de 5,019.5 de longitud con una ojiva de 0,320, para experiencias biológicas.

Al igual que los Beta y Gamma Centauro, los Rigel disponían de dos etapas aunque de mayores proporciones, lo que les permitió alcanzar altitudes superiores a los 400 kilómetros (6).

Estas dos familias de cohetes fueron utilizadas para la realización de experiencias tecnológicas y biológicas de mayor envergadura que colocaron a nuestro país en un plano de desarrollo que solo ostentaban, hasta ese momento, EE.UU. Rusia y Francia.

El 23 de diciembre de 1969, en horas de la noche, la Fuerza Aérea Argentina junto a técnicos y científicos de la Universidad Nacional de Tucumán efectuaron el lanzamiento de un poderoso Rigel 04 de dos etapas, en el que viajaba un mono caí misionero cazado especialmente por la Gendarmería Nacional en plena selva. El simio, de dos años de edad, 1400 gramos de peso y 30 centímetros de altura, recibió el nombre de Juan.

Aquel día, ante científicos, autoridades y periodistas nacionales, los técnicos y asistentes del proyecto colocaron a Juan en el interior de la cápsula “Amanecer” y a las 06.30 de la madrugada dispararon el proyectil hacia los cielos, trepando exitosamente hasta una altura de 60 km. en un vuelo de 8 minutos de duración. El animal viajó en un ambiente rico en oxígeno y baja proporción de anhídrido carbónico y humedad; se controló su sistema respiratorio, se le efectuaron electrocardiogramas y se mantuvo la temperatura de su cuerpo en equilibrio, todo ello además de diversos controles hechos al vector mediante instrumental telemétrico de larga distancia. La cápsula y su tripulante fueron recuperadas sin problemas por un helicóptero de la Fuerza Aérea demostrando una vez más que la Argentina seguía dando pasos de gigante en el campo de la exploración espacial.

Debido al éxito alcanzado con la Operación Navidad, los científicos del Instituto Civil de Tecnología Espacial decidieron efectuar una segunda misión dentro del denominado Operativo Antropos, lanzando el 1 de febrero de 1970, desde Coronel Brandsen (PBA), un cohete Pantera X-1, a bordo del cual, fue instalada una monita hembra caí, a la que habían estado adaptando en días anteriores, a pruebas de fuerza centrífuga.

El vuelo se llevó a cabo sin problemas en lo referente al funcionamiento del vehículo y sus mecanismos de transmisión, pero al desacoplar la cápsula, el paracaídas no se abrió y la misma se precipitó a tierra, pereciendo su tripulante de manera instantánea.

Pese al parcial fracaso, la Argentina siguió experimentando sus cohetes científicos de manera exitosa por más de una década.

Del mismo modo que en 1968, en 1969 se concretaron numerosos lanzamientos de cohetes Orión, Canopus, Rigel, Centaure franceses y hasta un Nike Apache norteamericano, todos desde Chamical y con resultados satisfactorios.

Experiencias antárticas

Nuestro país fue la tercer nación, después de Rusia y EE.UU, en efectuar lanzamientos espaciales desde el continente antártico.

En septiembre de 1963 el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE) de Córdoba proyectó lanzamientos desde la Antártida, motivo por el cual se comenzó a trabajar activamente en el diseño de cohetes; montaje de laboratorios de electrónica de radiaciones y túneles de viento que brindarían el soporte técnico necesario para su concreción.


La Argentina fue la tercer nación del mundo en efectuar lanzamientos desde la Antártida

Se contaba además con un equipo veterano en materia de planificación y realización de lanzamientos, tanto nacionales como extranjeros, a través de la intensa actividad realizada en Chamical, entre las que son dignas de mención las experiencias Ion-Aer y Nube de Sodio, algunas de las cuales se desarrollaron en colaboración con equipos franceses y norteamericanos.

El objetivo de la misión consistía en medir la radiación cósmica, en forma simultánea desde la Base Matienzo (Antártida) y el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA) de Chamical, provincia de La Rioja, distantes a 3950 km. uno de otro. Las cargas útiles, es decir, el instrumental de a bordo, fueron desarrolladas por el Laboratorio de Radiaciones y los cohetes por el Departamento de Diseño y Producción Espacial del IIAE.

El 5 de febrero de 1965 llegó a la Base Matienzo, sobre el islote Larsen del archipiélago volcánico Munatak Foca, un avión Douglas matrícula TA-05, transportando parte del instrumental necesario para el desarrollo de la experiencia y del personal calificado que habría de llevarla a cabo, encabezado por el vicecomodoro ingeniero Miguel Sánchez Peña. El resto ya había sido trasladado desde el mes de septiembre del año anterior en un C-47 especialmente preparado para vuelos de apoyo sin escala desde Río Gallegos. El experimento consistía en un lanzamiento conjunto de cohetes y globos sonda con el objeto de estudiar las condiciones de radiación Roentgen y meteorológicas en la alta atmósfera.

El 6 de febrero de 1965 se lanzó desde Matienzo el primero de los tres Gamma Centauro transportando en su carga útil un delicado cristal plástico montado sobre un fototubo, que debía convertir la energía electromagnética de los rayos de la alta atmósfera en energía lumínica a efectos de dar mayor impulso a sus propulsantes. Ese efecto se analizaría desde tierra con un transmisor telemétrico, almacenándose en grabadores fotomagnéticos. El 7 se disparó el segundo vector y el día ocho el último, seguidos por un globo sonda con el mismo instrumental cada uno mientras la base espacial de Chamical hacía lo propio disparando en simultáneo otros dos Gamma Centauro. La operación fue coronada por el éxito (7).

Alcanzando el espacio exterior

La coronación de la carrera espacial argentina llegó con el desarrollo del poderoso cohete Castor con el que los ingenieros argentinos alcanzaron las fronteras mismas del espacio exterior, a cuyo límite habían llegado, oportunamente, con los Rigel.


Cohete Castor (Gentileza Juan Parczewski)

El Castor pesaba 280 kg, su carga útil 75 kg y su peso propulsante total 852 kg, distribuidos en 680 los de su primera etapa y 172 los de la segunda. Las dimensiones de la nave eran de una longitud total de 8,40 m, de los que 3,36 pertenecían a la primera etapa con un diámetro de 69 cm, siendo su impulso específico de 220 seg. Lo que comúnmente se dice, un cohete de envergadura.

La primera etapa del complejo estaba compuesta por cuatro poderosos cohetes Canopus y la segunda por otro similar, que en su ojiva portaba la carga útil.

El primer lanzamiento tuvo lugar el 22 de diciembre de 1969 desde Chamical, dentro del denominado proyecto “Experiencia Navidad”, unas horas antes del viaje del mono Juan, oportunidad en la que solo se utilizó la primera etapa, sin ponerse en marcha la segunda. Por ese motivo, el complejo solo alcanzó los 70 km. de altura pero con los resultados esperados, dejando conformes a los técnicos del IIAE y de la Fuerza Aérea Argentina.

Un año después, el 16 de diciembre la Fuerza Aérea disparó otro Castor X-2, en cuya ojiva llevaba instrumental fotográfico para tomas de gran altura, seguido ese mismo día por dos Canopus dentro de lo que se dio en llamar Operativo Ñahí. El vehículo trepó exitosamente hasta los 500 km de altitud, un record histórico para América Latina, superando la que en años posteriores tendrían las estaciones orbitales soviéticas y la Estación Espacial Internacional, que gira en torno a la Tierra a 354 km de altura. Solo para darnos una idea de la magnitud de la misión, vaya como referencia que los vuelos suborbitales de los dos primeros astronautas norteamericanos, Alan Sheppard y Virgil I. Grissom, solo alcanzaron los 187 kilómetros, con una duración de 15 minutos cada uno.

Una experiencia similar tuvo lugar el 22 de diciembre de 1973, con otro cohete de idénticas características lanzado también desde Chamical, para el estudio de la alta atmósfera.

Nuevos lanzamientos desde la Antártida

En 1975 se puso en marcha el Operativo Experiencia EGANI con el lanzamiento de dos Castor desde la Base Antártica Marambio, desplazándose al personal técnico, los cohetes, carga útil, rampa de lanzamiento y demás equipos desde Córdoba y Buenos Aires, en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. La rampa de lanzamiento fue similar a la utilizada por cohetes americanos Nike-Cajun en Chamical, adaptada en los talleres del IIAE de Córdoba. Aviones Twin Otter y una pista preparada para recibir aeronaves tipo C-130 fueron acondicionados para el proyecto, montándose un equipo de radares “Rawin set” para facilitar el seguimiento y la comunicación con los cohetes y los puestos de observación en el continente, así como también con dos aviones de observación de la NASA que sobrevolarían el Atlántico a la altura de Nueva York.


El proyecto Castor llegó a ser el de mayor envergadura de toda Latinoamérica (Gentileza Juan Parczewski)

El principal objetivo de la experiencia fue el estudio de los campos eléctricos y magnéticos en altura, los puntos neutros, la temperatura y el perfil de electrones, para lo que fue empleada una carga útil desarrollada por el IIAE en cooperación con el Instituto Max Planck- MPE de Garching, Alemania, consistente en una mezcla especial que incluyó una carga hueca capaz de formar una nube ionizada que produciría un chorro de electrones viajando como en un tubo desde la Antártida hasta el punto magnético fijado en el hemisferio Norte a la altura de Nueva York. Los datos serían enviados por telemetría a la estación de recepción en tierra, en tanto la nube ionizada sería visualizada y registrada por cámaras fotográficas desde puntos de observación en Tandil (Prov. de Buenos Aires) y desde el observatorio de El Leoncito en la provincia de San Juan. Los aviones de la NASA registrarían con cámaras de TV el pasaje de la nube que, como dato de interés, fue observada directamente por su tripulación cuando volaba próxima a la isla de Manhattan.

El 30 de septiembre de 1975 se lanzó desde Marambio el primero de los vectores, seguido por el segundo el 3 de octubre del mismo año. El éxito fue rotundo y sirvió para que las potencias del mundo se interesasen en los proyectos realizados por nuestro país.

Experiencias conjuntas

La Argentina fue mucho más allá de lo esperado al disparar otros dos Castor desde la base aeroespacial peruana de Punta Lobos, el 21 y 22 de marzo de 1979 respectivamente, efectuando ambas naciones importantes estudios de las nubes de iones.

Argentina frena su avance en materia espacial


Cóndor II. El proyecto que no fue

El desarrollo tecnológico y científico espacial argentino tuvo su apogeo entre los años 1966 y 1970, cuando se destinaron al mismo amplias partidas presupuestarias, demostrando el gobierno de turno especial interés por tales actividades. Las experiencias siguieron con notable impulso hasta 1973 y comenzaron a decaer, lentamente hasta principios de los ochenta. El 10 de diciembre de 1981 despegó desde Chamical el último cohete científico de fabricación nacional, el Tauro, misión que selló una etapa de dos décadas de desarrollo y éxito tecnológico sin precedentes en América del Sur. Esta nueva serie de proyectiles dotados de sofisticados equipos de medición e instrumental fotográfico llevó a cabo con éxito, bajo la dirección del comodoro ingeniero Ricardo Vicente Maggi, misiones de relevamiento de los recursos naturales muy provechosos para el estudio geográfico y económico del país. Los Tauro T-01 medían casi ocho metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y disponían de dos etapas, la primera de 2,487 metros y la segunda de 5,179.8. Los Tauro T-09, de las mismas características, sufrieron algunas modificaciones en su estructura que les permitieron mayor dinámica de vuelo. El proyecto alcanzó su auge en 1981 siempre bajo la dirección del Com. Ing. Maggi, continuando el camino emprendido por los ingenieros Tabanera y Zeoli.

En esos años la Fuerza Aérea Argentina emprendió con especial dedicación el ambicioso proyecto de los poderosos misiles Alacrán y Cóndor II desarrollados en la base aérea de Falda del Carmen hasta 1993 año en que el gobierno nacional decidió desactivarlo.

La Argentina había sido pionera latinoamericana en materia de desarrollo espacial. Cuando Brasil, que hoy la ha superado ampliamente, lanzó desde Barreira do Inferno su primer cohete Sonda (16 de diciembre de 1965) hacía casi cinco años que el Alfa Centauro había surcado nuestros cielos; habían quedado atrás las experiencias Beta y Gamma Centauro y se iniciaba la puesta en marcha del proyecto Orión con el que se alcanzaron las mismas fronteras del espacio exterior. Los restantes países de la región comenzarían sus carreras mucho tiempo después. El tímido intento chileno del cohete Rayo desarrollado a partir de 1985 “bajo gran secreto”, terminó en el más estrepitoso fracaso, tal como lo señalaron en su momento importantes medios de prensa de aquel país (9). Perú recién lanzaría el Paulet I su primer cohete científico, el 26 de diciembre de 2005 y México marchaba a la zaga, con lanzamientos esporádicos entre 1963 y 1979
Como dice el ingeniero Pablo de León, presidente de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial, hoy científico de la NASA: “Lamentablemente por las deficientes políticas de los diversos gobiernos argentinos, su inoperancia, su falta de interés en el desarrollo nacional, su miopía y su falta de visión, la Argentina perdió su capacidad aeronáutica y espacial tan duramente conseguida. El punto llegó a su nivel más bajo a principios de los ’90 cuando se canceló el Proyecto Cóndor, se desmantelaron las instalaciones de Falda del Carmen, se cerró el IIAE, se cedió la Fabrica Militar de Aviones a una empresa extranjera, se disolvió la CNIE, etc.”

Una vez más, la Argentina había demostrado al mundo su capacidad científica y tecnológica. Sus propios gobiernos, sobre todos los surgidos a partir de 1983, se encargaron de frenar tan extraordinario impulso.

Ing. Teófilo M. Tabanera


Ing. Teófilo M. Tabanera por Ramón Columba

Nacido en Mendoza en 1912, Teófilo Melchor Tabanera fue, sin ninguna duda, uno de los principales impulsores del desarrollo y la tecnología espacial argentina. Graduado de ingeniero electromecánico en la Universidad Nacional de La Plata en 1936, efectuó viajes de estudio a los EE.UU. y Europa. Con anterioridad, se había desempeñado como dibujante en la empresa del ferrocarril y en YPF.

Tras desempeñarse eficazmente como profesional en YPF y Gas del Estado, trabajo en la construcción del oleoducto Mendoza-San Lorenzo y el gasoducto La Plata- Buenos Aires. Siendo gerente de la empresa Electrodinie, dirigió la construcción de la primera línea de alta tensión entre Buenos Aires y Santa Fe.

Pero donde Tabanera habría de destacar sería en el campo de la tecnología espacial. Siendo profesor titular de Física y Matemáticas de la Universidad de La Plata, dio forma a la Comisión Nacional del Espacio de la que fue su primer presidente, suerte de antecesora de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de la que también fue titular por espacio de una década.

En 1945 fue designado miembro de la Sociedad Británica Interplanetaria y de la Sociedad Americana de Cohetes de los EE.UU. y posteriormente representó a nuestro país en el Congreso Mundial de Energía celebrado en La Haya, Holanda, en 1947.

El afán de estudio y exploración del ingeniero Tabanera lo llevó a fundar entre 1948 y 1949 la Asociación Argentina Interplanetaria, prestigiosa entidad científica que presidió hasta 1959 y que habría de convertirse en la
Asociación de Ciencias Espaciales de la Argentina. Desde ahí se dedicó con afán a impulsar el desarrollo de un programa espacial propio, hecho que le valió no solo el reconocimiento de otras naciones latinoamericanas que lo llamaron a integrar los directorios de sus nacientes instituciones sino de las principales potencias del mundo, conocedoras de su capacidad y talento. El mismo año en que fundó la Asociación Argentina Interplanetaria fue invitado al Primer Congreso Internacional de Astronáutica, organizado por la prestigiosa Universidad de La Sorbona, en París. Durante el mismo, quedó constituida la Federación Internacional de Astronáutica (FAI) de la que Tabanera fue designado vicepresidente por cinco períodos consecutivos.

En 1969 el ingeniero Tabanera organizó y fue anfitrión del congreso de la FAI en la ciudad de Mar del Plata, al que se dieron cita los más importantes científicos de Occidente, incluyendo los de EE.UU. y Francia.

Tabanera no solo se dedicó a organizar y enseñar sino también a difundir. Además de dirigir por más de diez años la única revista especializada en ciencia espacial y astronáutica de Latinoamérica, fue autor de varios libros especializados, destacando entre ellos La exploración del Espacio, La Astronáutica, Qué es la Astronáutica, Satélites y Educación, El hombre ante el Espacio, Argentina ante el reto del tercer milenio y un apéndice en la obra Cohetes, proyectiles dirigidos y hombres en el Espacio de Willy Ley (Ediciones Pomaire). Fue autor de numerosos artículos publicados en revistas especializadas (el primero de ellos en 1931, cuando tenía 19 años de edad) y conferencias dictadas en el país y en el exterior, una de las más importantes en la sesión de las Naciones Unidas en 1969 celebrada en Viena, donde habló de la educación a distancia a través de satélites para toda Latinoamérica.
Según refiere Juan Parczewski en su completo site, de donde hemos obtenido algunos de los datos aquí expuestos, en 1971 Tabanera propuso un estudio detallado de cómo organizar mejor la educación en áreas remotas a través de la televisión vía satélite. También asistió a todos los lanzamientos lunares del programa Apolo y al primer lanzamiento, en 1981, del trasbordador espacial, a poco de producirse su fallecimiento.

“Teófilo Tabanera trajo la era espacial a Argentina, y la puso en contacto con las personas y las organizaciones internacionales dedicadas a la promoción de la exploración espacial” (10).

En honor a la memoria de tan distinguido científico, le fue impuesto su nombre al Centro Espacial de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CNAE), situado a 30 kilómetros de la ciudad de Córdoba.

Comodoro ingeniero Aldo Zeoli

El otro gran artífice de la carrera espacial argentina fue, sin ninguna duda, el comodoro ingeniero Aldo Zeoli, militar y profesional nacido en Rosario, provincia de Santa Fe, el 3 de junio de 1916.

Graduado en la Escuela Industrial de la Nación en 1938, ingresó al año siguiente en la histórica Universidad Nacional de Córdoba, donde se recibió de ingeniero aeronáutico en 1943, especializado en proyectos y cálculos.


Ing. Aeronáutico Comodoro Aldo Zeoli (Gentileza Juan Parczewski. Fotografías de Adrián Aldo Zeoli)

Dada su probada capacidad y mientras se desempeñaba en el Instituto Aerotécnico, el brigadier mayor Juan I. San Martín, ministro de Aeronáutica, lo invitó a incorporarse a la Fuerza Aérea Argentina con el grado de primer teniente, efectuando viajes de instrucción a Inglaterra. A su regreso, tras varios destinos en diferentes puntos del país, fue ascendido a vicecomodoro, incorporándose a la Fábrica Militar de Aviones en 1960, cuando se lo designó jefe de Armamento y de Vehículos Espaciales. Desde ese puesto daría impulso al programa espacial de la Fuerza Aérea con apoyo de personal del Instituto Aerotécnico con el que desarrollaría el cohete Alfa Centauro, verdadero logro de la tecnología nacional.

Tras ser lanzado con éxito el primero de aquella serie de cohetes, el ingeniero Zeóli viajó a los EE.UU. para firmar convenios con las autoridades de la NASA, que a corto plazo habrían de redundar positivamente en el programa espacial argentino.

A partir de ese momento, el ingeniero Zeóli se abocó de lleno al desarrollo del proyecto espacial dando impulso a las misiones Alfa, Beta y Gamma Centauro, Orión, Canopus, Rigel y Castor con los que nuestro país estuvo a la cabeza de la carrera espacial en América Latina.

Designado presidente del Instituto Aeroespacial, brindó asesoramiento a la Fuerza Aérea Argentina en materia de combustible autopropulsante para cohetes, en un intento por que nuestra nación lograse desarrollar un vehículo capaz de colocar un satélite en órbita, cosa que muchos años después se conseguiría con el Proyecto “Cóndor”. Es de destacar el apoyo que siempre buscó en las distintas universidades del país y la labor intelectual que llevó a cabo dictando conferencias.

Com. Ing. (R) Ricardo Vicente Maggi

Militar y técnico aeroespacial argentino, integrante de la Fuerza Aérea, graduado de ingeniero aeronáutico tuvo a su cargo el Proyecto Tauro entre los años setenta y ochenta, proyectiles dotados de instrumental fotográfico y equipos de medición con los que se efectuaron estudios y relevamientos de los recursos naturales de nuestro país hasta 1981.

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Notas

1- Benjamín Meiojas, “Cohetes en la Argentina”, parte II; Biblioteca de la Fuerza Aérea Argentina, 623.451-519 (82), p. 84

2- Idem

3- Creado por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 27 de junio de 1961

4- Benjamín Meiojas, Op. sit, parte I, 629.19, p. 50 (82)

5- Niotti, Hugo F. L. “Recordando la experiencia Bio I”, Revista “Aeroespacio” Nº 533; enero/febrero de 2000

6- Las medidas del cohete Rigel eran: Longitud total: 6,237 metros; 1ª Etapa: 2,155 metros; 2ª Etapa: 4,082 metros. Diámetro 1ª Etapa: 0,278 metros; 2ª Etapa: 0,206 metros

7- Benjamín Meiojas, op. cit. parte I, 629.19 (82). P.53

8- Los dos primeros viajes norteamericanos, el de los astronautas Alan Sheppard (5 de mayo de 1961) y Virgil “Gus” Grissom (21 de julio del mismo año) solo fueron vuelos suborbitales, es decir, simples saltos de 187 kms en los que apenas se alcanzaba el espacio exterior. Durante muchísimos años se creyó que el primer hombre en el espacio había sido el ruso Yuri Gagarin, que el 12 de abril de 1961 a bordo del Vostok 1 dio una vuelta completa a la Tierra y regresó sano y salvo seguido el 6 de agosto de 1961 por Germán Titov en el Vostok II, primer hombre en permanecer más de veinticuatro horas en el cosmos. Sin embargo, tras la caída del régimen soviético, se supo que cinco días antes Rusia había enviado a otro hombre al espacio, Sergei Vladimir Ilyushin, portador de un apellido emblemático en materia de desarrollo aeronáutico por ser su padre el famoso diseñador de aviones. Ilyushin orbitó tres veces la Tierra pero una falla en el sistema de descenso a su regreso, hizo que su nave efectuase un aterrizaje de emergencia en China. De una cápsula prácticamente destrozada, las autoridades chinas extrajeron a un cosmonauta moribundo al que tuvieron un año internado en un hospital militar bajo estricto secreto de Estado. Los soviéticos lograron recuperar a su hombre al cabo de muchas negociaciones y mantuvieron en el más absoluto secreto el vuelo. Las torpes autoridades comunistas creyeron perjudiciales para su prestigio, las vicisitudes del vuelo.

9- “La Nación”, Santiago de Chile, domingo 17 de agosto de 2003

10- Juan Parczewski, www.jpcoheteria.com.ar/web/Personalidades/Tabanera/tabanera.htm

http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm
 

cawan 5

Forista Sancionado o Expulsado
Bien Argie , me ganaste de mano , estaba por subirlo pero cada vez que lo ponia las fotos no salian por eso estaba viendo de como hacer , me ahorraste el rompe bocho , gracias , muy buen aporte...saludos
 

cawan 5

Forista Sancionado o Expulsado
www.grupoartax.com.ar...en esa pagina se hbla de los cohetes argentinos y hay fotos pero no desde la antartida...yo saco info de la fundacion Marambio pero alli tampoco hay fotos de lanzamientos solo info...saludos.
 

argie

Fernet Lover
Colaborador
No, todo esto pertenece a la prehistoria coheteril... Con los nuevos de combustible líquido como el Tronador II es con lo que se reescribe la historia. :sifone:
 
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