Hola Panzer, tenés razón, Hartmann falleció en 1993.-
Acá pongo una información mas detallada sobre el Gran Erich:
EL Club de los 300
Pilotear un caza es la culminación de la carrera de todo piloto.
Mayor General Barry Goldwater, Reserva de la USAF.
El Club más exclusivo del mundo tiene solamente dos miembros y es probable que nadie más llegue a calificarse para ingresar. El nepotismo, la riqueza y la herencia no pueden forzar las puertas del club. Los dos miembros exclusivos son Erich Hartmann y Gerhard Barkhorn, únicos pilotos de caza en la historia que derribaron más de trescientos aviones en combate aéreo.
A Hartmann se le atribuyen 352 victorias y su cosecha incluye siete Mustangs piloteados por norteamericanos. Derribó cinco Mustangs en dos misiones sobre Rumania en un mismo día y abatió a otros dos cazas norteamericanos en una misión en el sur de Checoslovaquia, poco antes del término de la guerra. Sus otras 345 victorias fueron contra la Fuerza Aérea Soviética.
Las 301 victorias de Barkhorn fueron todas sobre aviones piloteados por rusos en el frente oriental. Voló en el frente occidental durante la batalla de Inglaterra y también durante los meses finales de la guerra, pero no pudo confirmar una sola victoria contra los aliados occidentales.
Durante mucho tiempo, los dos pilotos de caza más exitosos de todas las guerras volaron juntos con la JG52, en Rusia. En 1944 Hartmann llegó a ser líder de escuadrilla en el II/JG-52, que estaba al mando de Barkhorn. Cuando el segundo dejó la JG52, para convertirse en Kommodore de la JG5, Hartmann lo sucedió como Gruppenkommandeur del II/JG-52. Ambos sobrevivieron a la guerra y han sido amigos durante un cuarto de siglo. También se admiran mutuamente.
Hartmann y Barkhorn tienen muchos paralelismos en sus carreras pero son personalidades contrastantes. Cada uno tiene un enfoque distinto e individual de la vida, el deber y el mundo que los rodea. Los dos miembros del "Club de los 300" son ejemplos de alta calidad de hombría que fue elemento primario de la fuerza de caza de la Luftwaffe.
Erich Hartmann, en su apariencia física, es el prototipo del alemán como se lo concibe en Inglaterra y Norteamérica. Tiene una espesa pelambre rubia y facciones rudamente hermosas, con un marcado aspecto nórdico. Mide alrededor de 1,70 y es un hombre musculoso, atlético, de unos 70 kilos, que se mueve con un vigor que desmiente sus cincuenta y cuatros años, de los cuales pasó más de diez en prisiones rusas después de la guerra.
Sus amigos y camaradas lo llaman "Bubi", que en alemán significa "muchacho" o "chico". Para el cadete juvenil, rubio y esbelto de los años 40, este era un apodo natural y desde entonces ha quedado con él. Hoy parece por lo menos diez años más joven que sus contemporáneos y ellos todavía siguen llamándolo "Bubi". Pero cuando uno le estrecha la mano, es evidente que no lo hace con un muchacho.
Sus ojos azules miran directamente y es posible sentir la fuerza de un brazo nervudo, una fuerza que usaba muy bien cuando pegaba su Me109 a la cola de un avión ruso. Durante la guerra era bastante fuerte como para exigir el máximo de su máquina y, como saben todos los pilotos experimentados de aquel conflicto, la fuerza física era tan vital como una buena vista para ser un piloto exitoso.
Es un hombre que no vacila, sino que reflexiona y decide rápidamente y entonces se atiene firmemente a esa decisión. Ya sea organizando una cena o expresando sus opiniones sobre la actual Fuerza Aérea Alemana, Hartmann es directo, brusco, decidido y no inclinado a transar. De pies a cabeza, en mente y corazón y por instinto y entrenamiento, es un combatiente.
"Gerd" Barkhorn es unos cinco centímetros más alto que Hartmann y pesa tal vez cinco o seis kilos más. Si los pilotos de caza vinieran en medidas, Barkhorn sería la medida inmediata más grande que el presidente del Club de los 300. Barkhorn es moreno como Hartmann es rubio, y su tez olivácea forma un marco contrastante para un par de penetrantes ojos de color azul acerado. Nacido en 1919, Barkhorn es tres años mayor que "Bubi", pero como Hartmann, no aparenta la edad que tiene ni muestra huellas de sus ordalías.
También Gerd Barkhorn es un hombre amistoso, pero tiene una personalidad más reservada que Hartmann. Entrenado en la Luftwaffe de antes de la guerra, Barkhorn lleva hasta hoy la marca de fábrica de ese entrenamiento. Según la experiencia de los autores, esos hombres exhiben un notable equilibrio en sus personalidades; Barkhorn es un ejemplo típico.
Es bilingüe, se interesa en el mundo fuera de Alemania y está familiarizado con él. Se entiende y lleva bien con hombres y mujeres de cualquier nacionalidad y su conducta social y profesional es ejemplar. Es más que modesto acerca de sus proezas como piloto de caza, pero le gusta cooperar con los historiadores sinceros. Es un hombre de familia, tranquilo y sólido, un caballero.
Hartmann es una personalidad con los pies en la tierra que puede hablar todo el día de sus experiencias si se lo entusiasma y se lo interroga adecuadamente. Pero habla de sí mismo casi cínicamente. Discute a sus antiguos contemporáneos de la Luftwaffe con equidad y desapasionadamente, como un profesional hablando de otros. Casi las únicas veces que "Bubi" se enfervoriza es cuando habla de Gerd Barkhorn, y entonces salen a la luz una admiración y entusiasmo sinceros. El presidente del Club de los 300 es probablemente el más cálido admirador del vicepresidente.
Nacido en Stuttgart en 1922, Erich Hartmann pasó parte de su infancia en China, donde su padre médico ejerció su profesión en los años 20. Su madre, Elisabeth Machtoff, fue pionera de la aviación en Alemania y la responsable del temprano contacto de su hijo con los aviones. Frau Hartmann era originariamente aviadora deportiva, pero, después de la llegada de Hitler, los clubes de planeadores fueron alentados. Ella ayudó a establecer un club e planeadores en Weil, Schoenbuch, cerca de Stuttgart, en 1936.
El joven Erich aprendió a volar en planeadores en su adolescencia y en 1938 ya estaba plenamente calificado como instructor de planeadores. Hoy, él dice que sus tempranos contactos con el vuelo contribuyeron a desarrollar en él un sexto sentido para el mal funcionamiento de los aviones:
-Si algo anda mal en un avión que estoy piloteando, yo lo sé antes de que me lo digan los instrumentos o de percibir otra señal física directa e irregularidades.
Esta situación lo salvo muchas veces durante la guerra y le fue ventajosa cuando se desempeñó como experto de evaluación táctica de la Fuerza Aérea Alemana.
Cuando era un escolar de quince años, en 1937, el rubio Erich puso los ojos en una muchacha de trece, morena, llamada Ursula Paetsch. El futuro as no era tan agresivo entonces como lo sería después. Hasta dos años más tarde, en septiembre de 1939, no estuvo listo para atacar.
Ursula y una amiga caminaban por una calle hacia la escuela en Korital-Stuttgart cuando Erich se les acercó en su bicicleta. El muchacho se apeó de un salto y se puso junto a las dos muchachas. miro directamente a los ojos de Ursula y dijo tímidamente:
- ¡Erich Hartmann!
Este incidente inició una historia de amor que, si fuera presentada como ficción, sería rechazada por las editoriales y los estudios cinematográficos como producto de una imaginación anticuada.
"Usch", como la llama Hartmann, se convirtió en su novia. Pero no se casaron hasta el 10 de noviembre de 1944, después que Erich hubo derribado su avión enemigo número 301. Los ases Gerd Barkhorn y Willi Batz fueron testigos de la ceremonia. Durante sus períodos de separación, él pintaba un corazón sangrante en el fuselaje de su Me 109 como símbolo de su dolor, pero vendría una separación todavía peor.
En abril de 1945, después del colapso del Reich, Hartmann se dirigió con su Gruppe al oeste hacia una unidad avanzada de tanques del ejército 3 del general Patton, fue hecho prisionero de guerra, pero por el acuerdo entre Roosevelt y Stalin, poco después fue transferido por los norteamericanos a la custodia de los rusos. Estuvo encarcelado en prisiones rusas diez años y medio, despojado hasta los derechos más elementales.
Recibía de Alemania un correo esporádico de ocasionales tarjetas postales y a veces una carta. Estas cartas eran usadas frecuentemente en sutiles esfuerzos soviéticos para quebrantar su voluntad. En 1948, cuando estaba prisionero, su hijo Peter Erich, de tres años, murió en Alemania. Hartmann no se enteró de esa pérdida hasta 1950. Cuando finalmente fue liberado en 1955, casi un tercio de su vida se le había ido en ese confinamiento ilegal. Su hijo y su padre habían muerto. Pero su amada Usch lo esperaba.
La fe que ella tenía en que él sobreviviría y regresaría nunca la abandonó. Hoy él dice que lo sostuvo su confianza en ella. Hombres alemanes decentes confinados en esas bestiales cárceles rusas a menudo eran reducidos a ruinas humanas diciéndoles que sus esposas se habían divorciado in absentia. A fines de la década del 40 y principios la del 50, con la guerra terminada hacía media década, o más, no había garantías de que ningún alemán prisionero volvería a ver a su familia o su patria. Difícilmente podría culparse a sus mujeres por tratar de empezar nuevas vidas, pero Usch Hartmann dio un inspirados ejemplo de fe.
Pese al gran vacío producido en sus vidas, Erich y Usch empezaron de nuevo. Su segundo retoño es hoy una hermosa muchacha de 18 años llamada Ursula, como su madre, pero apodada "pequeña Usch".
Hartmann es hoy coronel retirado de la Fuerza Aérea Alemana. La ambición de su vida era ser médico, como su padre, pero los largos años en prisión lo dejaron demasiado gastado para comenzar un estudio tan exigente.
El amor entre Erich y Usch es el fondo de su excitante carrera de combatiente y de la épica historia de su década en cárceles rusas. La carrera de Hartmann no se trata en detalle en este libro puesto que los autores han escrito su biografía oficial titulada "El Caballero Rubio de Alemania". En Alemania, el título del libro es "Holt Hartmann Von Himmel". Por el momento, bastará con el siguiente breve bosquejo de su brillante desempeño en la guerra.
Hartmann fue el afortunado destinatario de un entrenamiento completo de piloto de caza de la Luftwaffe, que empezó el 15 de octubre de 1940, cuando se unió al regimiento 10 de entrenamiento militar de la Luftwaffe, en Nuekuhrn, cerca de Könisberg, Prusia Oriental. Los vuelos de entrenamiento no empezaron hasta marzo de 1941 en la Academia Escuela del Aire de Berlín Gatow. Fue entonces que sus instructores decidieron que él estaba mejor dotado para convertirse en piloto de caza.
Graduado casi un año más tarde, corrió a Stuttgart para asegurarse que nadie se había enamorado de su novia. Tranquilizado al comprobar que ella seguía siendo fiel, pidió a Usch que lo esperara. Quizás las cosas se arreglarían pronto y las condiciones serían más favorables para el matrimonio. La joven de pelo oscuro aceptó.
Fue enviado a al Escuela de Caza Nº 2, en Zerbst, ahora en la zona oriental de Alemania. Cuando cumplió 20 años empezó a volar en Me 109. En agosto de 1942 fue destinado a la JG 52, en Rusia. Esta ala operaba al oeste de Mostock, en la parte norte del Cáucaso, al mando del temible Kommodore Dietirch Hrabak.
Hartmann quedó impresionado con Hrabak, uno de los sobresalientes comandantes de ala de la Luftwaffe, quien lo destinó a la escuadrilla 7. Siguió la familiarización con las condiciones del frente y con la táctica práctica. Para esto Hartmann fue asignado al teniente Edmund "Paule" Rossmann, reconocido como uno de los mejores Schwarmführers del frente oriental. Rossmann se anotó noventa y tres victorias aéreas antes de que un aterrizaje forzoso en suelo ruso lo convirtieran en prisionero de guerra.
En su tercera misión con Rossmann, Hartmann vio acción. Rossmann avisó por radio de la presencia de algunos cazas enemigos y condujo su Rotte en un picado desde 1.500 metros. Recordando es acción Hartmann dice:
"Yo no veía ningún avión enemigo. Sin embargo, al nivelar a alta velocidad vi dos aviones de color verde oscuro adelante y un poco más arriba que nosotros, a una distancia de 3.000 metros. Mi primer pensamiento fue: "Ahora debo conseguir mi primera victoria". Aceleré al máximo, me adelanté a mi jefe y traté de ponerme en posición de fuego".
"Me acerqué demasiado rápido y abrí fuego a una distancia de 1.000 metros. Vi que todas mis municiones pasaban encima o por la izquierda del blanco sin hacer un solo impacto. El blanco aumentaba de tamaño tan rápidamente que tiré la palanca hacia atrás y ascendí. Inmediatamente me vi rodeado por todos lados de aviones de color verde oscuro que rápidamente se lanzaron en pos de mí. Empecé a sentirme bastante mal. Había perdido a mi jefe. Subí a través de una capa de nubes y me quedé solo".
"Entonces me llegó por la radio la voz de Rossmann: No te apures. Te he visto. Ahora te he perdido. Baja de la capa de las nubes para que puedas encontrarte".
"Bajé de la capa de nubes y vi que un avión venía hacia mí desde unos 1.200 o 1.500 metros. Estaba paralizado de miedo. Seguí descendiendo hacia el oeste, llamando a gritos a mi jefe y diciéndole que un avión desconocido me seguía. Me respondió la voz de Rossmann: Gira a la derecha para que pueda acercarme. Giré a la derecha pero el aparato que me seguía se cruzó en mi trayectoria. Ahora de veras sentí pánico. Bajé a toda potencia y me dirigí al oeste. Ya no podía entender las palabras de Rossmann. Apretaba mi cabeza bajo la plancha blindada de la cabina, como un avestruz, esperando y temiendo los impactos de los proyectiles enemigos en mi avión".
"El avión seguía detrás de mí y después de un momento oí nuevamente la voz de Rossmann que me decía que el avión que me seguía se había alejado. Subí nuevamente para determinar mi posición. Avisté el montes Elbrus a mi izquierda y volví a orientarme. Entonces vi la luz roja de advertencia que se encendió en el tablero. Cinco minutos de vuelo y el motor se detuvo. Se me había acabado el combustible".
"Abajo había un enorme campo de girasoles y un camino con camiones militares. El suelo se acercaba rápidamente. Aterricé de barriga en medio de una monstruosa nube de polvo. Abrí la cabina y saqué mi equipo personal. Unos soldados del ejército me llevaron de regreso a la base de soldatskaya, a unos treinta kilómetros de allí".
"Esa noche hubo una ruidosa, prolongada y muy incómoda lección a cargo del mayor Bonin, el Gruppenkommandeur, y después de Rossmann, sobre tácticas de Rotte. Yo había cometido todos los pecados capitales de un piloto de caza bisoño, que fueron enumerados con enfática precisión:
Me separé de mi jefe.
Volé a su posición de fuego en vez de protegerlo mientras él se encargaba de disparar.
Ascendí a través de una capa de nubes.
Después de descender de las nubes, escapé de mi jefe: era el avión de Rossmann el que me había seguido.
No seguí sus órdenes.
Perdí mi orientación.
Destruí mi propio avión sin tener nada que mostrar a cambio.
Me tuvieron en tierra tres días y durante ese tiempo debí trabajar con la gente de mantenimiento. Me sentía terriblemente mal".
Ese período de trabajo de mantenimiento probablemente enriqueció sus conocimientos sobre apoyo mecánico. Años más tarde, como Kommodore de la JG 711 en Ahlorn, en 1959 62, Hartmann presidió el desarrollo y perfeccionamiento de un sobresaliente sistema de mantenimiento. Sin embargo, el "Caballero Rubio" reconoce la asistencia de "mi viejo amigo el coronel Toliver, del ala 20 de bombarderos, en Wethersfield" en la organización del afamado servicio de mantenimiento de la JG 71.
La carrera de combate del piloto que se convertirá en el as más exitoso del mundo empezó, así, con una nota negativa. Esta experiencia, además de humillante, resultó beneficiosa. Cuando Hartmann volvió a volar, estaba decidido a no repetir sus errores.
Durante dos semanas y media continuó volando como compañero de ala, esperando su oportunidad y perfeccionando sus aptitudes para el combate aéreo. Su momento llegó el 5 de noviembre de 1942. A mediodía, el Schwarm de cuatro cazas en el que volaba como compañero de ala se trabó en combate con diez caza lagg-3 y dieciocho cazas bombarderos IL-2.
Atte.
Miguel
Continúa.-