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Area Militar General
Malvinas 1982
Entrevistas y Relatos - Pilotos FAA y ARA
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<blockquote data-quote="Pedraso" data-source="post: 1326628" data-attributes="member: 10150"><p><span style="font-size: 15px"><strong><span style="font-family: 'Verdana'">Tnte Vicente Luis Autiero (26 años) (Potro):</span></strong><span style="font-family: 'Verdana'"> <strong>1)-</strong> 21/5, Leo, <span style="color: red">C-240</span>. <strong>2)- </strong>23/5, Tejo, C-244. <strong>3)- </strong>25/5, Marte, C-221.<strong> 4)- </strong>27/5, Trueno, C-212. <strong>5)- </strong>8/6, Mastín, <span style="color: red">C-237 (Regreso, fallas)</span>.</span></span></p><p> </p><p><span style="font-size: 15px"><strong><span style="font-family: 'Verdana'">Ataque a la Fragata HMS Argonaut (Entrevista 2007)</span></strong></span></p><p><a href="http://imgur.com/MTwJB1q" target="_blank"><img src="http://i.imgur.com/MTwJB1q.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><span style="font-size: 15px"><strong><span style="font-family: 'Verdana'">“</span></strong><span style="font-family: 'Verdana'">Eran, en realidad, dos escuadrillas de tres aviones cada una, los cuales respondían a los indicativos de Leo y Orión, respectivamente. Uno de los aviones regresó a tierra por un desperfecto mecánico, así que quedamos solamente cinco. Ya en el aire se nos dijo que no íbamos a tener un vuelo tranquilo; íbamos a encontrar grandes masas de nubes en el camino. Pero nos indicaban —también— que teníamos buenas probabilidades de encontrar la zona donde se encontraban los buques ingleses en condiciones meteorológicas aceptables para el ataque. El trío Orión volaba por delante y nosotros, Leo, lo seguíamos ordenadamente. Volábamos bien alto y bien bajo, alternativamente, para economizar combustible. El primer tramo lo cumplimos prácticamente al tope de las nubes, en medio de un silencio total de radio. Cuando faltaban unos 80 kilómetros para llegar a las Malvinas picamos para iniciar el segundo tramo del vuelo. A muy baja altura, empezamos a volar en medio de una atmósfera brumosa. Arriba teníamos una cerrada capa de nimbus, abajo un mar cuyas olas se curvaban y parecían que querían atraparnos. Volábamos a no más de 3 a 5 m sobre las ondas del estrecho San Carlos.</span></span></p><p><span style="font-family: 'Verdana'"><span style="font-size: 15px">Unos tres minutos antes de llegar a los objetivos ingleses, nuestro jefe nos ordenó acelerar la velocidad y preparar la corrida de bombardeo. Como volábamos tan bajo sobre la bahía Roca Blanca, una alta lengua de tierra se interponía entre nuestros aparatos y los blancos ingleses. Por eso debí levantar mi Skyhawk algunos metros para poder mirar del otro lado de esa lengua de tierra, mientras el resto seguía volando casi paralelamente a la pequeña península. Lo que vi fue lo siguiente: dos buques de guerra muy cerca entre sí, ya casi en la boca de la bahía San Carlos, y un tercero, la fragata Argonaut, que navegaba muy pegado a la costa Este. La veía como una postal, recostada contra un acantilado de algo más de 200 metros. Ante semejante descubrimiento, regresé a mi puesto en la escuadrilla y no tuve más alternativa que quebrar el silencio de radio para gritarle a mi jefe: “¡A la derecha!”. El jefe, en acto reflejo, volcó su avión 90º en la dirección indicada y logró saltar sobre la lengua de tierra con una gran inclinación de las alas. Pero los ingleses detectaron nuestra presencia y estalló el infierno.</span></span></p><p><span style="font-family: 'Verdana'"><span style="font-size: 15px">En determinado momento veo en la costa de la península lo que en principio parecían palomas que volaban. Pero no eran palomas. Las dos fragatas que habíamos dejado a la derecha, y la fragata Argonaut, nos estaban tirando. Lo que yo creía que eran palomas que volaban eran tierra que se levantaba por el impacto de las municiones de los cañones antiaéreos enemigos. Pronto el aire se pobló de explosiones de granadas y de rastros luminosos rojos que nos buscaban. Empezamos a ver misiles que pasaban por entremedio de nuestros aviones. Sobre mi avión apareció una concentración de fuego y mi jefe creyó que me habían dado. Pero no era fuego de mi avión sino un chorro de fuego formado por la concentración de las municiones que nos disparaban desde la fragata enemiga. Éramos blancos de toda clase de armas montadas en los buques enemigos, hasta que nosotros también comenzamos a hacer el trabajo que habíamos ido a hacer: lanzamos nuestras bombas, que bajaban a unos mil kilómetros por hora.</span></span></p><p><span style="font-family: 'Verdana'"><span style="font-size: 15px">El guía de nuestra formación lanzó una bomba de 450 kilos sobre esa fragata, levantando un muro de agua muy cerca de su línea de flotación, pero casi choca con la inmensa mole que era la fragata. No le quedaba más recurso que intentar sobrevolarla, y así, con una destreza que a veinticinco años de distancia todavía me emociona, pasó por en medio de antenas y mástiles. El saldo fue una antena derribada con un golpe del tanque auxiliar derecho del avión. Esa antena derribada fue providencial para salvar mi propia vida, porque aproveché el hueco libre para sobrepasar al buque, haciendo un ligero viraje a la derecha. Al mismo tiempo desprendí otra bomba sobre la fragata, pero me quedaban solamente unos segundos para salvar el acantilado hacia el cual me iba a una velocidad transónica. Felizmente también lo logré, recibiendo las felicitaciones de mis compañeros.</span></span></p><p><span style="font-family: 'Verdana'"><span style="font-size: 15px">Lo único que recuerdo es que puse mi mano derecha sobre mi corazón y dije: “Bombea, porque ésta me parece que es la última”. Pero, como le dije, me salvé del acantilado, giré y volví a ubicarme a un costado del barco enemigo. El jefe de la escuadrilla la atacó por el lado derecho y yo por el izquierdo. Logramos colocar dos bombas sobre la fragata, las cuales no estallaron, pero sí estallaron las municiones y la sala de máquina de la fragata. El barco inglés comenzó a cambiar de color por el fuego declarado a bordo. El clásico gris perlado de la pintura naval iba dejando paso rápidamente a un color marrón rojizo opaco, lo cual confirmaba la amplitud del daño que habían causado nuestras bombas. Un humo gris acerado y negro brotaba desde el flanco que habíamos bombardeado y fuimos también testigos de explosiones secundarias en la cubierta. Vimos también gente saltando a las aguas debido a la temperatura insoportable del barco.</span></span></p><p><span style="font-family: 'Verdana'"><span style="font-size: 15px">El objetivo ya había sido batido, pero no estaba dicha la última palabra. Todavía teníamos que regresar sanos y salvos a nuestra base, pero el primer tramo de nuestro viaje tenía reservado serios peligros para todos. Sorpresivamente fuimos atacados cuando ya emprendíamos el regreso. Las armas antiaéreas de esos barcos nos lanzaron una cortina de granadas con espoletas de proximidad. El ataque nos obligó a virar hacia la izquierda para buscar la protección de los acantilados. Escapábamos a una altura peligrosamente baja, así que podíamos ver claramente que en la superficie de la isla Soledad explotaban proyectiles que dejaban un espeso humo blanco. Eran los misiles superficie-aire de las embarcaciones inglesas que, al no alcanzarnos, se autodestruían por el impacto.”</span></span></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pedraso, post: 1326628, member: 10150"] [SIZE=4][B][FONT=Verdana]Tnte Vicente Luis Autiero (26 años) (Potro):[/FONT][/B][FONT=Verdana] [B]1)-[/B] 21/5, Leo, [COLOR=red]C-240[/COLOR]. [B]2)- [/B]23/5, Tejo, C-244. [B]3)- [/B]25/5, Marte, C-221.[B] 4)- [/B]27/5, Trueno, C-212. [B]5)- [/B]8/6, Mastín, [COLOR=red]C-237 (Regreso, fallas)[/COLOR].[/FONT][/SIZE] [SIZE=4][B][FONT=Verdana]Ataque a la Fragata HMS Argonaut (Entrevista 2007)[/FONT][/B][/SIZE] [URL='http://imgur.com/MTwJB1q'][IMG]http://i.imgur.com/MTwJB1q.jpg[/IMG][/URL] [SIZE=4][B][FONT=Verdana]“[/FONT][/B][FONT=Verdana]Eran, en realidad, dos escuadrillas de tres aviones cada una, los cuales respondían a los indicativos de Leo y Orión, respectivamente. Uno de los aviones regresó a tierra por un desperfecto mecánico, así que quedamos solamente cinco. Ya en el aire se nos dijo que no íbamos a tener un vuelo tranquilo; íbamos a encontrar grandes masas de nubes en el camino. Pero nos indicaban —también— que teníamos buenas probabilidades de encontrar la zona donde se encontraban los buques ingleses en condiciones meteorológicas aceptables para el ataque. El trío Orión volaba por delante y nosotros, Leo, lo seguíamos ordenadamente. Volábamos bien alto y bien bajo, alternativamente, para economizar combustible. El primer tramo lo cumplimos prácticamente al tope de las nubes, en medio de un silencio total de radio. Cuando faltaban unos 80 kilómetros para llegar a las Malvinas picamos para iniciar el segundo tramo del vuelo. A muy baja altura, empezamos a volar en medio de una atmósfera brumosa. Arriba teníamos una cerrada capa de nimbus, abajo un mar cuyas olas se curvaban y parecían que querían atraparnos. Volábamos a no más de 3 a 5 m sobre las ondas del estrecho San Carlos.[/FONT][/SIZE] [FONT=Verdana][SIZE=4]Unos tres minutos antes de llegar a los objetivos ingleses, nuestro jefe nos ordenó acelerar la velocidad y preparar la corrida de bombardeo. Como volábamos tan bajo sobre la bahía Roca Blanca, una alta lengua de tierra se interponía entre nuestros aparatos y los blancos ingleses. Por eso debí levantar mi Skyhawk algunos metros para poder mirar del otro lado de esa lengua de tierra, mientras el resto seguía volando casi paralelamente a la pequeña península. Lo que vi fue lo siguiente: dos buques de guerra muy cerca entre sí, ya casi en la boca de la bahía San Carlos, y un tercero, la fragata Argonaut, que navegaba muy pegado a la costa Este. La veía como una postal, recostada contra un acantilado de algo más de 200 metros. Ante semejante descubrimiento, regresé a mi puesto en la escuadrilla y no tuve más alternativa que quebrar el silencio de radio para gritarle a mi jefe: “¡A la derecha!”. El jefe, en acto reflejo, volcó su avión 90º en la dirección indicada y logró saltar sobre la lengua de tierra con una gran inclinación de las alas. Pero los ingleses detectaron nuestra presencia y estalló el infierno.[/SIZE][/FONT] [FONT=Verdana][SIZE=4]En determinado momento veo en la costa de la península lo que en principio parecían palomas que volaban. Pero no eran palomas. Las dos fragatas que habíamos dejado a la derecha, y la fragata Argonaut, nos estaban tirando. Lo que yo creía que eran palomas que volaban eran tierra que se levantaba por el impacto de las municiones de los cañones antiaéreos enemigos. Pronto el aire se pobló de explosiones de granadas y de rastros luminosos rojos que nos buscaban. Empezamos a ver misiles que pasaban por entremedio de nuestros aviones. Sobre mi avión apareció una concentración de fuego y mi jefe creyó que me habían dado. Pero no era fuego de mi avión sino un chorro de fuego formado por la concentración de las municiones que nos disparaban desde la fragata enemiga. Éramos blancos de toda clase de armas montadas en los buques enemigos, hasta que nosotros también comenzamos a hacer el trabajo que habíamos ido a hacer: lanzamos nuestras bombas, que bajaban a unos mil kilómetros por hora.[/SIZE][/FONT] [FONT=Verdana][SIZE=4]El guía de nuestra formación lanzó una bomba de 450 kilos sobre esa fragata, levantando un muro de agua muy cerca de su línea de flotación, pero casi choca con la inmensa mole que era la fragata. No le quedaba más recurso que intentar sobrevolarla, y así, con una destreza que a veinticinco años de distancia todavía me emociona, pasó por en medio de antenas y mástiles. El saldo fue una antena derribada con un golpe del tanque auxiliar derecho del avión. Esa antena derribada fue providencial para salvar mi propia vida, porque aproveché el hueco libre para sobrepasar al buque, haciendo un ligero viraje a la derecha. Al mismo tiempo desprendí otra bomba sobre la fragata, pero me quedaban solamente unos segundos para salvar el acantilado hacia el cual me iba a una velocidad transónica. Felizmente también lo logré, recibiendo las felicitaciones de mis compañeros.[/SIZE][/FONT] [FONT=Verdana][SIZE=4]Lo único que recuerdo es que puse mi mano derecha sobre mi corazón y dije: “Bombea, porque ésta me parece que es la última”. Pero, como le dije, me salvé del acantilado, giré y volví a ubicarme a un costado del barco enemigo. El jefe de la escuadrilla la atacó por el lado derecho y yo por el izquierdo. Logramos colocar dos bombas sobre la fragata, las cuales no estallaron, pero sí estallaron las municiones y la sala de máquina de la fragata. El barco inglés comenzó a cambiar de color por el fuego declarado a bordo. El clásico gris perlado de la pintura naval iba dejando paso rápidamente a un color marrón rojizo opaco, lo cual confirmaba la amplitud del daño que habían causado nuestras bombas. Un humo gris acerado y negro brotaba desde el flanco que habíamos bombardeado y fuimos también testigos de explosiones secundarias en la cubierta. Vimos también gente saltando a las aguas debido a la temperatura insoportable del barco.[/SIZE][/FONT] [FONT=Verdana][SIZE=4]El objetivo ya había sido batido, pero no estaba dicha la última palabra. Todavía teníamos que regresar sanos y salvos a nuestra base, pero el primer tramo de nuestro viaje tenía reservado serios peligros para todos. Sorpresivamente fuimos atacados cuando ya emprendíamos el regreso. Las armas antiaéreas de esos barcos nos lanzaron una cortina de granadas con espoletas de proximidad. El ataque nos obligó a virar hacia la izquierda para buscar la protección de los acantilados. Escapábamos a una altura peligrosamente baja, así que podíamos ver claramente que en la superficie de la isla Soledad explotaban proyectiles que dejaban un espeso humo blanco. Eran los misiles superficie-aire de las embarcaciones inglesas que, al no alcanzarnos, se autodestruían por el impacto.”[/SIZE][/FONT] [/QUOTE]
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