El submarino español de Isaac Peral, historia de traiciones...

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El submarino español de Isaac Peral, historia de traiciones...​

La nave que desarrolló en 1888 el inventor cartagenero, en fase de rehabilitación

Los estudios permitirán conocer cómo era el precedente de los sumergibles que hoy navegan
Antonio Romero estaba entre los elegidos. Junto al otro ayudante de máquinas, José López, era el integrante menos cualificado de la dotación del submarino, compuesta por 10 hombres. Todos estaban a las órdenes de aquel genio, Isaac Peral y Caballero, inventor de una máquina capaz de sumergirse. La Armada española estaba lista para desarrollar un arma que le daría más seguridad y capacidad de amedrentar al enemigo. Sin embargo, todo se vino abajo rápidamente. El proyecto del submarino quedó arrumbado. No volvió a navegar. Han tenido que pasar 125 años para recordar aquella historia y remozar el invento que Peral construyó en 1888.
Hoy, en un antiguo taller de calderería del Arsenal de Cartagena, de finales del XIX, se oyen martillazos con el mar de fondo. El submarino de Peral descansa en un carro de varadero para su rehabilitación. Tras pasar años a la intemperie en el paseo marítimo de Cartagena y sufrir el daño de la lluvia, el salitre y el agua de las fuentes que lo adornaban, elInstituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, "recomendó ponerlo a cubierto ante su deterioro", explica el director del Museo Naval de Cartagena, Pablo Zárate. "En unos años probablemente se habría echado a perder", dice la restauradora especializada en arqueología Ioanna Ruiz de Torres. "Aunque para su edad no estaba muy mal, es sorprendente".

El submarino, el día de su botadura, el 8 de septiembre de 1888. / MUSEO NAVAL

"Lo primero ha sido detener la oxidación, que había atacado varias zonas, en especial las que estaban sobre los apoyos" que lo alzaban en el paseo, señala Zárate, capitán de navío. Ahora se están quitando las capas de pintura que lo envolvían —"hasta 21 hemos encontrado y eso que solo hemos retrocedido en el tiempo hasta 1930"—. La mayor sorpresa del decapado llegó con las hélices. "Estaban pintadas de purpurina, así que pensamos que eran una copia de las originales pero descubrimos en ellas unas letras que indicaban los astilleros donde Peral las había comprado en Inglaterra". La misión es recuperar el aspecto similar, el color plateado, al que lució la nave cuando se botó en La Carraca (San Fernando) el 8 de septiembre de 1888.
Durante la restauración se ha descubierto que las hélices eran las originales
Aquel día miles de personas se congregaron para el gran acontecimiento. A las mujeres se les regaló un abanico con dibujos del rostro de Peral y su submarino. El cartagenero, nacido en 1851, había hecho realidad el sueño de Julio Verne en 20.000 leguas de viaje submarino.
A pesar del precedente del Ictíneo,el sumergible del catalán Narcís Monturiol botado en 1859, el director del Museo Naval de Madrid, el almirante José Antonio González Carrión, asevera que el de Peral “fue el primer submarino convencional en España y el mundo porque tenía propulsión eléctrica, con baterías que había diseñado Peral; poseía capacidad de inmersión y podía lanzar torpedos”.
En la cima

"De repente, la Armada y el Gobierno le dieron la espalda a Peral"
Peral estaba en la cima de su carrera, iniciada cuando ingresó en la Armada con 14 años. En 1885 había ofrecido al Gobierno desarrollar su "aparato de las profundidades", como lo llamaba, ante la posibilidad de guerra contra Alemania, que había atacado las islas Carolinas, en el Pacífico, propiedad de la corona española. El conflicto se resolvió por la vía diplomática sin embargo Peral pudo proseguir su sueño gracias al apoyo de la regente María Cristina. Tras su botadura, el submarino de acero superó sucesivas pruebas para certificar su viabilidad, siempre capitaneado por Peral, al que acompañaban 10 hombres. Una placa en la proa recuerda sus nombres, el primer de ellos, el de Don Isaac Peral, teniente de navío, inventor y proyectista. Peral pasó a ser héroe nacional y fenómeno mundial: vinos, aceites y puros llevaron su nombre; cuando visitaba Madrid tenía que salir al balcón del hotel para saludar; se compuso un vals y en Cuba se escribió la opereta El submarino en su honor.
Todo iba viento en popa, así que "Peral pensaba construir un sumergible más grande que el primero". Este tenía 22 metros de eslora, alcanzaba 7,7 nudos de velocidad y pesaba 77 toneladas, como cerciora una inscripción redescubierta bajo las capas de pintura del casco. Sin embargo, "envidias, presiones extranjeras y disputas políticas" torpedearon el submarino. La historia apunta, entre otros, al ministro de Marina, José María Berenguer. "Lo cierto es que la Armada y el Gobierno le dieron la espalda". Varios informes de una comisión de seguimiento tildaron de repente al sumergible de inútil, por lo que se dejó varado en Cádiz. Lo que España desechó fue desarrollado poco después por otros países. Desengañado, Peral pidió la baja en la Armada y se dedicó a seguir inventando, también contribuyó a la extensión del tendido eléctrico en España. Murió con 43 años, en 1895 en Berlín, tras una operación de un cáncer de piel.
En 1929 Cartagena reclamó el submarino, que procedente de aguas gaditanas se dejó en el arsenal. En un traslado posterior en la ciudad se llegó a trocear en tres partes, cortes con soplete bien visibles. Hasta hace unos meses se hallaba en el paseo marítimo. En todos estos años perdió sus piezas externas: candeleros, torre óptica… que ahora dos institutos de formación profesional de Cartagena están fabricando. Zárate destaca que en la recuperación del Peral colaboran, además del IPCE y la Armada, el Ayuntamiento de Cartagena, las fundaciones Juanelo Turriano y Repsol, la Universidad Politécnica de la ciudad y voluntarios (profesores de historia, ingenieros…) que aportan ideas sobre cómo era el submarino por dentro y por fuera.
"El casco es una fuente de estudio para investigadores", apunta González Carrión. Mientras que el interior es un estrecho esqueleto de acero y polvo, caluroso y sin rastro de los aparatos que albergó, ya que se desmantelaron cuando el proyecto encalló. Al menos ahora se reconstruirá en 3D cómo era por dentro la nave y unos paneles explicaran en la nueva casa del submarino —acristalada para que pueda verse desde la calle— su azarosa historia. Ya han comenzado unas visitas guiadas y el objetivo es acabar en septiembre, para que coincida con el 125 aniversario de la botadura. González Carrión asegura que, a pesar de que el Peral está vacío, entre sus paredes ha tenido "las mismas sensaciones" que en los submarinos en los que ha navegado. El Peral revive.

ELPAIS.ES
 
Estuve mirando en internet las fotos del submarino, era una pieza excepcional, contruido en 1888¡¡¡ increíble. Unos visionarios lo de la marina española... por eso abandonaron el proyecto...
 

bagre

2º inspector de sentina
estimado licastro
el visionario fue Don Isaac Peral, la Armada fue por intermedio del Ministro respectivo quien en lugar de apoyar el proyecto, lo suspendio.
cordiales saludos
bagre
 

fepago

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lo suspendieron por maquinaciones de Basil Zaharoff, mercador ingles, ofendido por un problema de coimas que no lo favorecian

Sabotaje al inventor del submarino y sus turbios negocios españoles[editar]

Durante los años de 1886 a 1889, coincidiendo con las maniobras para hacerse con la ametralladora Maxim, también tuvieron lugar acciones de Zaharoff para conseguir hacerse con el submarino de Isaac Peral; aunque estos hechos son menos conocidos. Zaharoff y Noredenfelt trataban, por aquellos años, de desarrollar un submarino para incrementar sus negocios. Con la colaboración del reverendo inglés Garrett, construyeron unos defectuosos aparatos que, con una hábil campaña de prensa, hicieron pasar por submarinos y consiguieron estafar a los gobiernos griego, turco y ruso respectivamente. Los aparatos, con propulsión de vapor; por tanto, totalmente inadecuados para la navegación submarina, fracasaron estrepitosamente cuando fueron probados por las respectivas marinas que los adquirieron. Además de los problemas derivados del defectuoso sistema de propulsión, adolecían de un grave problema de inestabilidad y, de hecho, el turco se desniveló al disparar un torpedo de ensayo, se puso vertical y se hundió de popa.
Paralelamente, y en los mismos años, el inventor español desarrollaba el primer submarino, propiamente dicho, de la historia: resolvió al mismo tiempo, los retos que suponía dicha invención, en materia de propulsión, estabilidad y armamento. Isaac Peral diseñó y construyó el primer submarino de la historia que navegó sumergido, con buen gobierno y que disparó torpedos, dentro y fuera del mar. El submarino de Isaac Peral estaba dotado de propulsión eléctrica, periscopio, aparato de punterías, aguja compensada, giroscopio, corredera eléctrica, tubo lanzatorpedos y servomotor para mantener la estabilidad y el trimado del buque en toda circunstancia: en inmersión y durante la delicada maniobra de disparo de torpedos.
Zaharoff, tuvo conocimiento, con asombrosa rapidez, de los trabajos del joven inventor y oficial de la Armada española. Previamente a la autorización de las obras, ya había inspeccionado en persona, los planos y la memoria que el inventor había entregado al ministerio de Marina español, en las dependencia del propio ministerio. Más adelante, y coincidiendo con la presencia de Isaac Peral en Londres, trató, infructuosamente, de entrevistarse con él, valiéndose de uno de sus agentes y compañero de Cuerpo del inventor. Peral rehusó por dos veces, pero ante la insistencia, accedió a entrevistarse con el dueño, Nordenfelt, quién le propuso asociarse con ellos o que le vendiera, por separado, la patente del servomotor de estabilidad. Isaac Peral rechazó ambas ofertas y firmó, sin saberlo, su sentencia en ese mismo instante.
Zaharoff, se empleó a fondo y con sus típicos ardides en su contra. El inventor español, al igual que Maxim, sufrió cuatro sabotajes durante las pruebas (el primero de ellos, en la prueba previa, en presencia de la jefatura del estado español), pero, Peral, más precavido que el norteamericano, salió airoso de todos ellos. Pese a ello, Zaharoff, que iniciaba sus pervertidos métodos empresariales (conocidos, más adelante, como Sistema Zaharoff), consiguió interponerse entre el inventor y su propio gobierno, y obtuvo, al final, un fallo del gobierno español en contra del invento del submarino, con lo que el mencionado gobierno desarmó a su nación para un futuro conflicto bélico que ya se perfilaba en el horizonte (la Guerra entre españoles y americanos de 1898).
Zaharoff, viajó a España en repetidas ocasiones durante los años de 1886 a 1890, con un triple objetivo: boicotear el submarino de Peral, vender armas a los ejércitos españoles y adquirir una fábrica de armas española. Tuvo éxito en todos ellos, principalmente, porque estableció una relación amorosa con María del Pilar de Muguiro y Beruete, que le franqueó muchas puertas. Pilar era hija del poderoso banquero Fermín Muguiro, hombre fuerte del régimen y amigo personal del jefe del partido conservador español y sobrina de Segismundo Moret, caudillo del progresismo español y mano derecha del jefe del partido liberal. Además, estaba casada -mal casada- con un primo, deficiente mental, del rey Alfonso XII: Francisco de Borbón, duque de Marchena y Grande de España; título que le permitía acceso, sin previo aviso, a Palacio. Durante uno de estos viajes se detectó la presencia de Zaharoff en los astilleros donde se construía el submarino español, pero las autoridades españolas “taparon” el asunto.
Mediante la compra de una de las mejores empresas de armamento española (Euscalduna), situada en el norte del país, a la que rebautizaron como The Placencia de las Armas Co. Ltd; y gracias a su peculiar relación amorosa (él atribuyó, siempre, una de las calves de su éxito profesional al mencionado affaire amoroso), creó un núcleo poderoso dentro de España, de influyentes políticos, periodistas y altos funcionarios militares que le sirvieron de manera perfecta en sus poco escrupulosos propósitos. Gracias a este frente, que rápidamente, tomó partido en contra del desarrollo del submarino de Isaac Peral, consiguió que el Gobierno español, a pesar del notorio éxito de las pruebas oficiales del mismo, desestimara oficialmente el invento.
Después de The Placencia de la Armas Co. Ltd; empresa con la que estafó al Gobierno español vendiéndole armas inservibles y de escasa, o más bien nula, utilidad para España, durante la guerra del 98 (además, dicha empresa, proporcionó a Maxim información relevante y “sensible” que pasó a su gobierno durante el conflicto), vino la Constructora Naval y, pocos años después, la Sociedad Española de Construcciones Navales, filial de Vickers en España y a la que se adjudicó, por parte del Gobierno español, el monopolio de la construcción naval y de todos los astilleros españoles. La sombra de la estafa, la prevaricación y el cohecho sobrevolaron sobre este fabuloso negocio para el peligroso traficante de armas. Un oficial jurídico de la Armada española denunció al propio gobierno por dos presuntos delitos de prevaricación. El gobierno actuó expeditivamente y con especial crueldad contra los oficiales de la Marina española hostiles al decreto: fueron destituidos el Jefe del Estado Mayor Central y el Jefe de la Asesoría Jurídica de la Armada y cientos de oficiales fueron encarcelados y separados del Cuerpo. El poder de Zaharoff sobre España se prolongó hasta su muerte, que coincidió con el comienzo de la Guerra Civil de 1936. Además, como quedó acreditado durante la Comisión Nye del Senado americano de 1934, Zaharoff cobró cuantiosas comisiones en las transacciones que se hicieron entre empresas extranjeras y el gobierno español (por ejemplo, cobró entre un 5 y un 7% de los submarinos americanos vendidos a España, durante todos estos años).

Aunque se haya podido documentar muy poco, Zaharoff aparece como un maestro del soborno y la corrupción. Los pocos casos que llegaron a hacerse públicos, como las extraordinarias comisiones pagadas al almirante Fuji del Japón, sugieren que tuvieron lugar muchos más de forma oculta. En 1890 la asociación Maxim-Nordenfelt se rompió, y Zaharoff decidió unirse a Maxim. Con sus comisiones, Zaharoff compró acciones de la empresa de Maxim, hasta que pudo comunicarle a Maxim que ya no era su empleado, sino su socio paritario.
Hacia 1897 la compañía de Maxim había crecido lo suficiente como para tener una oferta de compra por parte de la empresa británica Vickers, uno de los gigantes de la industria de armamentos. La venta supuso un ingreso importante para Maxim y Zaharoff, tanto en efectivo como en acciones de la nueva propietaria. Desde entonces y hasta 1911, mientras Maxim perdía entusiasmo por el negocio, crecía el peso y la participación accionarial de Zaharoff en la Vickers. Con la jubilación de Maxim, Zaharoff entró en el consejo de administración de la Vickers.
Para muchos ejércitos europeos, la primera década del siglo XX fue una época de reconstrucción y modernización. Alemania y el Reino Unido percibieron la necesidad de mejorar sus unidades navales. Y Vickers y Zaharoff estaban allí, deseosos y capaces de satisfacer a ambas partes. Tras la desastrosa derrota ante Japón en 1905, Rusia también vio la necesidad de renovar su armada, pero en el país se vivía una ola de nacionalismo que impulsaba la participación de la industria nacional en dicha reconstrucción. La respuesta de Zaharoff consistió en establecer un gran complejo industrial armamentístico en Tsaritsin, subsidiario de la Vickers. La apertura de los archivos de la Rusia zarista después de la Primera Guerra Mundial mostró algunas tácticas de la industria de armamentos en la época. Una carta de 1907, escrita desde la fábrica Paul von Gontard (una compañía alemana controlada secretamente por la Vickers) a un asociado de la Vickers en París, pedía que se transmitieran comunicados de prensa a la prensa francesa con la sugerencia de que los franceses debían mejorar su ejército para igualar la creciente amenaza alemana. Los artículos de prensa franceses fueron luego leídos en el Reichstag y dieron lugar a un voto a favor del incremento del gasto militar. Todo esto benefició lógicamente a la Vickers.
 

bagre

2º inspector de sentina

Imagen de la botadura del submarino.

  • Tras 20 años dedicados a la acción, se centra en el trabajo científico
  • En 1887 comienza a fabricar el submarino; se puso la quilla en 1888
  • Tras una campaña de boicot, pidió la baja en el Cuerpo de la Armada
  • Montó una fábrica de acumuladores y varias empresas eléctricas
Javier Sanmateo (*) | Madrid

Actualizado jueves 05/09/2013 17:08 horas
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Tesón, perseverancia, celo profesional, audacia, acendrado patriotismo, firmeza y amor por su profesión fueron las principales características de este marino de guerra, hijo y nieto de marinos, nacido en Cartagena el 1 de junio de 1851. Isaac Peral y Caballero ingresó con apenas 14 años en el muy exigente Cuerpo General de la Armada, al que se reserva el mando de los buques de la flota.

El Cuerpo poseía una sección de notables científicos desde que, en 1783, Antonio Valdés creara la Academia de Ampliación de Estudios con el objeto de proporcionar a la Armada hombres de elevada cualificación que asegurasen el progreso técnico de la navegación y el conocimiento para comprender y someter a un medio tan hostil como el mar. A este fin se reservaban los oficiales más competentes de cada promoción, lo que explica, que incluso en pleno siglo XIX, cuando España, por la ceguera de las distintas facciones políticas que la gobernaron, dio la espalda al progreso científico, la Marina mantuviera un plantel de gran prestigio entre los que sobresalen, además de Peral, otros inventores como González Hontoria, Bustamante o Fernández de Villaamil y especialistas muy notables como Díez Pérez-Muñoz, Pujazón, Viniegra...


Isaac Peral.

Tras una veintena de años dedicados a la acción, en los que Peral transitó por todos los mares y océanos en todas las embarcaciones de la época (buques de vapor, de vela, de madera, blindados, protegidos y sin proteger) y en los que no faltaron meritorios hechos de armas, Isaac Peral es reclamado por el Director del Observatorio de la Marina y de la Academia de Ampliación de Estudios para que se hiciera cargo de las cátedras de física, química y alemán. El 1 de enero de 1883 recibe el nombramiento definitivo.

La Armada y el Ejército llevaban años de oscura y abnegada lucha en los confines de lo que quedaba del Imperio. Con cada vez menos recursos, por la cicatera y negligente política de los sucesivos gobiernos liberal-burgueses que asolaron España en la segunda mitad del XIX, se batían con singular eficacia, a base de grandes dosis de valor y profesionalidad, contra la insurgencia cubana, el filibusterismo amparado desde Washington y los permanentes ataques de la piratería malaya.

En estas campañas la Marina se distinguió hasta el punto de que EEUU, con infinitos mayores recursos, nunca obtuvo los éxitos de la Armada en la durísima lucha contra los piratas joloanos, en la que tenían que hacer frente a los primeros ataques de terroristas suicidas, llamados entonces 'juramentados' (antecedente de los yihadistas actuales).

1884 supone un hito dramático para la Armada, tras años de abandono en lo que a la dotación material y presupuestaria se refiere por todos los gobiernos desde la caída de Narváez, el ministro de Marina se vio obligado a suspender el ingreso de cadetes en el Colegio Naval de San Fernando por falta de buques de guerra. Apenas se construían nuevos y los viejos se iban quedando obsoletos. La situación se agravó el año siguiente con la medida suicida de cerrar los Arsenales de La Habana, dejando a merced de los ingleses en Jamaica y de los norteamericanos el mantenimiento de nuestra flota de las Antillas.

Isaac Peral, testigo y protagonista de las hazañas de la Armada, y de la desastrosa situación a la que estaba abocada, no pudo permanecer al margen y decidió hacer algo grande para atajar el problema: la invención del arma submarina. No fue casualidad que el proyecto fuera acabado, en el plano teórico, precisamente ese 1884. A la única persona a la que se lo comunicó fue a su mujer Carmen, quién sintió el presentimiento de que no traería nada bueno, por lo que le pidió que no se lo comunicara a nadie más.


A la dcha., el ministro Beránger. A su izquierda, el 'Mercader de la Muerte'.

La situación cambió de repente cuando un enfrentamiento con Alemania por la posesión del archipiélago de Las Carolinas amenazó con llevar a España a la guerra. La tensión fue creciendo entre ambas naciones durante los meses de agosto y septiembre de 1885 y el inventor sintió que era su deber poner en conocimiento de sus superiores que había inventado el submarino y lo ofrecía a su patria para su mejor defensa.

En agosto de 1885, en plena crisis prebélica, comunica su invento a sus superiores Pujazón y Viniegra, directores respectivamente del Observatorio Astronómico y de la Escuela de Ampliación. Pujazón le contesta que por decírselo persona a la que tiene en gran consideración, le cree. Viniendo de otra, hubiera pensado que se trataba de una locura. Se nombró de urgencia una junta con las personas más capacitadas de ambas instituciones para que Peral defendiera su invento. Salió airoso y sus superiores le rogaron que lo comunicara al entonces ministro de Marina, Manuel de la Pezuela. El 9 de septiembre de 1885 le envía la carta y el ministro acoge con gran interés el proyecto, dictando varias órdenes para que se efectuaran pruebas preliminares y declarando el asunto alto secreto militar. La suerte, sin embargo, cambió muy pronto para el inventor, ya que con la muerte de Alfonso XII se produjo el relevo del Gobierno lo que implicó el cambio en la cartera de Marina.

Una historia de complots y zancadillas
Al general Pezuela le sustituyó otro de talante bien distinto: el vicealmirante Beránger, intrigante cacique bien relacionado con el trust industrial británico, principal responsable del inadecuado desarrollo del Programa Naval que nos condujo al desigual enfrentamiento con la Marina de EEUU. El ministro de Marina más nefasto del siglo XIX. El 15 de diciembre de 1885 se hace cargo del ministerio y con su llegada, el proyecto del submarino queda aparcado durante siete meses y sufre la primera violación del secreto. En las propias dependencias del ministerio tuvo acceso a los planos y la memoria depositados por el inventor uno de los peores traficantes de armas que ha habido en la Historia: Basil Zaharoff, conocido como el 'Mercader de la Muerte'. según sus biógrafos Allfrey y McCormick, Zaharoff había sido reclutado por el espionaje británico en la década de 1870.

Periodistas extranjeros y buques de guerra de todas las marinas del mundo acudieron a presenciar las pruebas en Cádiz, pero ninguna autoridad se dignó a visitar la ciudad
No fue hasta finales de junio de 1886 que Beránger, actuando bajo presión, decidió dar continuidad a lo previsto por el anterior ministro. A finales de octubre dimitió por discrepancias con el presidente Sagasta. Le sustituyó en el cargo Rafael Rodríguez de Arias, que venía de la capitanía general de Cádiz, pero tampoco era partidario del submarino. La intervención personal de la reina regente a favor de Peral le obligó a cambiar de actitud.

El proyecto del submarino siguió adelante, no sin dificultades. Aún tuvo que pasar otras dos pruebas previas a la autorización definitiva; en una de las cuales, precisamente la que tenía que verificarse en presencia de la Reina y de los dos ministros militares, sufrió un sabotaje que recuerda mucho a los que efectuó Zaharoff, el Mercader de la Muerte, contra sus competidores. El día de la prueba, Peral acudió antes de la celebración para hacer un ensayo previo. Se llevó una desagradable sorpresa al comprobar que las pilas no funcionaban porque habían sacado el bicromato de potasa y lo habían sustituido por tinta roja. Afortunadamente, descubrió a tiempo la añagaza y pudo subsanarla. La prueba fue un éxito.

No debemos olvidar que por estas fechas la empresa Maxim & Nordenfelt que dirigía este peculiar individuo trataba de vender falsos submarinos a varios países y estafó a los gobiernos griego, turco y ruso con tres artefactos, diseñados por Garret y el propio Nordenfelt, que se hundieron en las primeras pruebas efectuadas.


A la izquierda, Isaac Peral con 21 años. Junto a él, Cecilio Pujazón.

El 20 de abril de 1887 se firma la Real Orden por la que se facultaba al inventor para que, con la "mayor urgencia", proceda a la fabricación de su submarino y decreta "máximo secreto". Ni lo uno ni lo otro se observaron como exigía la Jefatura del Estado. Después de recorrer varios países europeos para adquirir el material necesario, en septiembre de 1887 comienza la fabricación del submarino al que se puso la quilla el 1 de enero de 1888 y se botó el 8 de septiembre.

Durante 1889 y 1890 Isaac Peral junto con los otros diez tripulantes del submarino efectuaron cuantas pruebas se le exigieron: navegó dentro y fuera del agua, en la bahía y en alta mar, disparó torpedos sumergido y sin sumergir, realizó ejercicios tácticos de ataque y defensa; diurnos y nocturnos. De todos salió exitoso. A presenciar las pruebas en la bahía de Cádiz acudieron periodistas españoles y extranjeros y buques de guerra de todas las marinas del mundo que saludaron con honores militares la gesta. Pero ninguna autoridad civil ni militar española se dignó a visitar Cádiz en aquellos días.

El submarino incorporaba elementos totalmente novedosos y que luego han incorporado todos los submarinos convencionales posteriores: propulsión eléctrica, tubo lanzatorpedos, periscopio, corredera eléctrica, aguja compensada... Todos los testigos de esta hazaña enmudecieron de asombro. Por desgracia, desde el inicio de sus trabajos se venía tejiendo en su contra un poderoso complot que acabaría por destruir su obra. Desde antes incluso de la botadura ya se había iniciado una campaña muy hostil hacia el submarino y su inventor.

Al final de las pruebas oficiales, en julio de 1890, se reunió una Junta Técnica para dictaminar sobre la utilidad militar del invento y emitió un riguroso informe sobre sus características, concluyendo que el programa submarino debía seguir adelante y confirmando que Isaac Peral había inventado el submarino y había logrado lo que nunca antes había hecho hombre alguno.


A la izquierda, Manuel de la Pezuela. A su derecha, el presidente Cánovas.

Fracaso forzado
En septiembre de 1890, el nuevo Gobierno debía tomar una decisión. Habían vuelto al poder Cánovas y Beránger y era claro que ninguno de los dos tenía la menor intención de seguir adelante con el proyecto. Tampoco Sagasta lo hubiera hecho. Políticamente la situación era compleja debido a que el informe de la Junta Técnica era favorable y la mayoría del pueblo apoyaba al inventor. Pero la solución era sencilla y el periódico 'El Correo' (cercano al partido de Sagasta) la predijo con exactitud: se ocultaría el informe de la Junta, se involucraría a otras instituciones y se perdería tiempo para enfriar el entusiasmo popular.

Beránger constituyó un Consejo Superior de la Marina a la medida de lo que se buscaba, bajo su presidencia y con hombres de su confianza. Se nombró secretario al capitán de fragata Emilio Ruiz del Árbol, espía al servicio de EEUU. El Gobierno, infringiendo lo dispuesto en la Real Orden vigente, le encomendó que examinara el asunto, cuando lo previsto es que fuera el propio Consejo de ministros quien lo resolviera. Para facilitar más la manipulación se estableció que las reuniones comenzaran a partir de las nueve de la noche.

Montó una fábrica de acumuladores en Madrid y varias empresas por toda España para electrificar municipios, empresas e instalaciones
El 4 de octubre, el Consejo emitió un informe muy ambiguo que se dedicaba más a descalificar la personalidad del inventor que a juzgar técnicamente su obra, pero del que se concluía que "no había invento ni en el conjunto del submarino ni en ninguno de sus elementos" y, además, atribuía a la "casualidad" sus más que evidentes logros. Luego se descubrió que el informe presentaba adulteraciones y enmiendas respecto del original, tal y como acreditó la prueba notarial requerida por el inventor. Se remitió el informe adulterado al Consejo de ministros que lo suscribió al 100% y se hizo creer a la opinión pública que era el informe de la Junta Técnica el que suscribía. El Gobierno cometió un grave error, por decirlo de manera benevolente, que pagó la nación entera.

En noviembre se instó a Isaac Peral a que entregara bajo inventario su submarino y, con ello, se dio muerte definitiva al primer programa submarino del mundo. Peral cumplió escrupulosamente y, acto seguido, pidió la licencia absoluta que suponía su baja definitiva en el Cuerpo. El inventor se trasladó a Madrid para operarse de un cáncer que se le había manifestado en octubre de 1889 y que le había perjudicado durante el periodo final de las pruebas. No quedó curado, pero le dio tiempo a crear la primera industria eléctrica de importancia que hubo en el mundo.

Montó una fábrica de acumuladores en Madrid y varias empresas diseminadas por toda la geografía nacional para electrificar municipios, empresas e instalaciones de todo tipo. Además, montó las primeras centrales eléctricas que hubo en España. Sólo por estos hechos merecería reconocimiento universal pues fue pionero de la Segunda Revolución Industrial. Su salud se fue deteriorando muy deprisa y desde 1891 hasta 1895 sufrió cuatro graves intervenciones quirúrgicas. No sobrevivió al postoperatorio de la última, que le fue practicada en Berlín, cuando estaba a punto de cumplir 44 años.

Su obra, en materia eléctrica, fue continuada por el ingeniero belga Tudor. Y, precisamente con las baterías Tudor, volvieron a navegar los submarinos. ¡La Armada y sus marinos trataron de evitar el desastre que se avecinaba; los políticos la condenaron!

Javier Sanmateo (*) es economista y bisnieto de Peral. Ha publicado el libro 'El submarino Peral. La gran conjura', Editorial: Áglaya. Todas las imágenes del artículo pertenecen al libro que publicará en septiembre, 'Isaac Peral; la gran ocasión traicionada'
Publicado en el mundo, periodico español, cualquier parecido con otras realidades de otras latitudes...
Cordiales saludos
bagre
 

Julian5000

Colaborador
Estaba webeando y encontré este artículo sobre el Peral.
Tiene una buena info y además consta de un informe multimedia muy interesante.
La persona que lo hizo es el tataranieto de Isaac Peral.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/graficos/sep/s1/portada/submarino_peral_125_aniversario.html

Creo que va acá, si no es este el lugar correcto les pido a los Moderadores que lo reubiquen donde corresponda.


ESPECIAL | 125º aniversario del invento

Así construyó Peral su submarino

Plano de disposición general del submarino. | Imagen cedida por Javier Sanmateo

  • Adquirió lo último en tecnología y donde ésta no llegaba, la mejoraba
  • Su submarino fue el primero en llevar instalado un tubo lanzatorpedos
  • El logro más importante fue realizar la primera navegación submarina
Juan Ignacio Chacón Bulnes (*) | Madrid

Actualizado viernes 06/09/2013 02:16 horas
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Hace cinco años inicié una investigación cuyo mayor hallazgo fue encontrar más de 300 planos originales del submarino dibujados por Isaac Peral. Estos planos, que se creían destruidos, se encuentran en el Archivo Histórico Nacional desde 1972 y gracias a ellos podemos saber cómo funcionaba este logro de la ingeniería naval de finales del siglo XIX.

Ahora sabemos que Isaac Peral adquirió lo último en tecnología de su época, y donde ésta no llegaba, la perfeccionaba o inventaba. Así diseñó los dos motores de propulsión de 30 caballos cuando el motor eléctrico más potente de la época era de siete y se usaba para mover un tranvía.

La electricidad era el corazón del submarino. Hasta esa fecha, nunca se habían alimentado equipos o motores a 500 voltios y 50 amperios, siendo Peral el primero en conseguirlo. Utilizó para ello 613 baterías compradas en Bruselas.


Pruebas realizadas el 5 diciembre de 1889. | Imagen cedida por Javier Sanmateo

Esta batería ganó la medalla de oro en la Exposición Internacional de Paris, aunque Peral la perfeccionó cambiando las cajas de madera por otras hechas de ebonita, modificó las placas positivas haciéndolas más gruesas para aumentar su duración, sustituyó los ácidos y colocó limitadores que evitaban la sobrecarga y la generación de gases nocivos.

Pero su mayor invento, y secreto, fue su aparato de profundidades. Era un aparato mecánico-eléctrico que, funcionando en automático, permitía que el submarino en movimiento o reposo se sumergiese a la profundidad deseada. Más de una potencia extranjera ofreció a Peral comprarle el invento por grandes sumas de dinero, a lo que él siempre contestaba que su invento no estaba en venta, pues pertenecía a todos los españoles.

El submarino Peral también fue el primero en llevar instalado un tubo lanzatorpedos que se podía recargar desde su interior y disparar hasta tres torpedos.

Éxito en las pruebas
El logro más importante fue realizar la primera navegación submarina de la Historia. El 7 de junio de 1890, el submarino se sumergió a 10 metros, navegó a esa profundidad durante una hora y emergió en unas coordenadas ya preestablecidas. Este triunfo pudo realizarse gracias a que estaba equipado con todos los aparatos necesarios, como la corredera eléctrica, que medía la distancia recorrida; la aguja náutica o brújula, que ayudaba a orientar al submarino en inmersión y, ante todo, el aparato de profundidades, que permitía que alcanzara la profundidad deseada en automático.

Cuatro depósitos y un purificador de aire permitían que una tripulación de 12 hombres pudieran respirar con autonomía más de 50 horas. Disponía de otros equipos imprescindibles como su torre de visión indirecta que, asomándola a superficie y por medio de un prisma, proyectaba lo que ocurría en el exterior sobre una mesa que se regulaba en altura para enfocar la imagen. Con este aparato se calculaba la distancia a la que se encontraba el objetivo con el fin de realizar el disparo de torpedos.

Otra sorpresa es que el submarino disponía de jardín, que es como en la Armada se denomina al retrete. Funcionaba por medio de válvulas, agua y aire comprimido para vencer la presión exterior. Todo este conjunto de aparatos y equipos que configuraban el submarino de Isaac Peral marcó la base de los submarinos actuales.

Juan Ignacio Chacón Bulnes (*) obtuvo el primer premio de la Fundación Juanelo Turriano tras escribir el libro 'Submarino Peral'.

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La fuente: elmundo.es
 
Para complementar esta información quiero compartir estas fotografías del sumergible obtenidas en mi visita al museo naval de Cartagena hace unos días



Donde esta ubicada la placa de latón con las características del sumergible es la puerta del tubo lanzatorpedos.



Vista desde la altura de su cubierta



Detalle de su "vela". A la izquierda de la imagen se observa la escotilla de acceso de la tripulación y embarque de torpedos


Y por ultimo uno de los dos torpedos, de origen alemán, que podía llevar abordo.



Un saludo.
 
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