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El Heroe Olvidado

Derruido

Colaborador
Un soldado

El General Lucio Norberto Mansilla (1792-1871) era el prototipo del guerrero, con una impresionante foja de servicios prestados a su país y a su ejército. Combatió en las invasiones inglesas en el Tercio de Gallegos ( por ser criollo descendientes de oriundos de Galicia); siguió la carrera militar como Cadete del Regimiento de Patricios; cruzó los Andes con San Martín como 2º Jefe de la Primera División de Vanguardia del Ejército Libertador participando en la Batalla de Chacabuco; en la guerra contra Brasil al mando de 350 hombres atacó una brigada brasilera en el combate de El Ombú y se destacó en la gran Batalla de Ituzaingó; fue Comandante de la Reserva del Ejército, y fue el jefe militar en la guerra de defensa ante la invasión de la poderosa escuadra naval anglo-francesa. Fue gobernador de Entre Ríos (1821-1824) y diputado en el Congreso de 1824, además de legislador bonaerense.

Siempre brilló en el combate por su coraje y decisión, recibiendo a lo largo de su prolongada carrera militar, menciones, distinciones, ascensos y condecoraciones.

Casado con Polonia Duarte, con quien tuvo tres hijos, al enviudar contrajo matrimonio con Agustina Rosas y López de Osornio, hermana de Juan Manuel de Rosas, a quien se consideraba “la mujer más hermosa de la Confederación”. Dos circunstancias que contribuían a que Mansilla recibiera odios y envidias a granel, a pesar de ser respetado y admirado por sus camaradas y subalternos. Con Agustina Rosas tuvo cuatro hijos: Lucio Victorio, Eduarda, Lucio Norberto y Carlos.

El escritor unitario José Mármol, en su novelón “Amalia”, intenta denigrar a Mansilla, presentándolo como un hombre sin carácter, dominado por la bella y autoritaria Agustina Rosas. Nada más lejos de la realidad. Mansilla era un hombre sereno, pero con una gran firmeza de carácter y don de mando, hasta el punto de llegar a contradecir puntos de vista de Rosas en temas militares.

La casa de los Mansilla estaba ubicada en la calle Potosí esquina Tacuarí, en Buenos Aires, y era un lugar de referencia de la sociedad porteña.

Vuelta de Obligado y Quebracho

En 1845, las dos mayores potencias mundiales de la época, Inglaterra y Francia, coaligadas contra la Argentina, envían una moderna y poderosa flota de guerra, equipada con el armamento más sofisticado de su tiempo, para intentar penetrar en territorio nacional remontando el Río Paraná.

Rosas ordena a Mansilla, jefe de la guarnición militar de San Nicolás desde 1843, que se haga cargo de la misión de enfrentar la flota invasora.

En un tramo del Paraná, donde el río hace un recodo y se estrecha, paraje conocido como “Vuelta de Obligado”, a la altura de la localidad de San Pedro (provincia de Buenos Aires), Mansilla montó su dispositivo de defensa librando el célebre y glorioso combate del 20 de Noviembre.

Al avistar la flota enemiga, Mansilla arengó a sus tropas con estas palabras:

“Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que corre por el territorio de nuestro país. ¡Pero no lo conseguirán impunemente! ¡Tremole en el Paraná el pabellón azul y blanco y debemos morir todos antes que verlo bajar de donde flamea!”.

Ordenó a la banda militar del Regimiento de Patricios que ejecute el Himno Nacional, y dio la señal de fuego a las baterías con el grito de “¡Viva la Patria!”

Mansilla había cruzado gruesas cadenas sobre pontones, que impedían el paso de las naves invasoras y defendió la posición con las baterías de su artillería montadas sobre los promontorios de la costa, ocasionando al enemigo gravísimas pérdidas. Luego, tras largas horas de durísimo combate, Mansilla encabezó el ataque por tierra contra los infantes de marina enemigos que lograban desembarcar e intentaban consolidar una cabecera de playa, rechazándolos. En esa acción, el jefe argentino recibió fuego de metralla y cayó herido.

Para Enero de 1846, Mansilla ha instalado una posición de artillería en El Quebracho (provincia de Santa Fe) con el escaso armamento que logra reunir, cañoneando a 58 barcos mercantes protegidos por buques de guerra ingleses, procedentes de Asunción y en viaje a Montevideo (16-01-1846).

El 21 de Febrero vuelve a atacar a los invasores desde su posición.

Y el 4 de Junio, libra el tercer combate en ese mismo lugar, atacando a 95 barcos mercantes y a la flota de guerra inglesa, a los que produce enormes destrozos, utilizando viejas piezas de artillería, algunas de ellas empleadas en las guerras de la Independencia.

Las heroicas acciones de Obligado y Quebracho, obligaron a los invasores a desistir de su plan, replegándose vencidos a Europa.

Luego de Caseros, viajó con su familia al exilio en Francia, donde residió 16 años hasta 1868, año en que regresó a Buenos Aires. Murió en 1871, durante la epidemia de fiebre amarilla.

El olvido

La historia oficial, escrita a partir de Caseros (1852), olvidó a Lucio N. Mansilla ex profeso. Es que, para el bando triunfante, había cometido pecados imperdonables: era pariente de Rosas, y había derrotado a los ingleses. Para los “padres” de la Constitución de 1853, que consagraba “la libre navegación de los ríos a los buques de cualquier bandera”, había que olvidar rápidamente al héroe que luchó por la soberanía argentina sobre sus ríos.

En cambio, sí se hizo un lugar en la historiografía autorizada para el hijo del héroe: Lucio Victorio Mansilla Rosas (1831-1913), conocido como “Lucio V. Mansilla”, militar valiente, play boy, dandy, escritor, e impulsor de la candidatura presidencial de Domingo F. Sarmiento.

Lucio V. Mansilla, fue el jefe militar de la expedición a los indios ranqueles, apadrinó numerosos indios y mestizos, a los que dio su apellido, y tuvo varios hijos de otros tantos romances de ese tiempo en que guerreaba en el sur de la provincia de Córdoba, multiplicando su descendencia.

Recién en 1998, la Legislatura bonaerense sancionó la Ley 12.107, que reza:

“Art. 1º) - Declárase al General Lucio Norberto Mansilla prócer benemérito de esta Provincia , en razón de su ejemplar actuación tanto en la vida cívica como en las luchas por la independencia, la unidad y la soberanía nacional.”


Dr. Rodriguez Mansilla
 

Yamamoto

Forista Perseguido
MILITAR ARGENTINO Protagonista de Cancha Rayada y Maipú

Las Heras: el héroe olvidado de las guerras de Independencia

Por primera vez un historiador acomete la empresa de escribir una biografía íntegra de Juan Gregorio Las Heras. Sergio Martínez Baeza lo pudo hacer bajo el alero de la Academia de la Historia de Argentina.

DANIEL SWINBURN

Pieza clave en la batalla de Cancha Rayada en marzo 1818, ayudó a que el ejército patriota no se disolviera tras ese infortunado evento, y pudiera llegar casi íntegro a la batalla final en Maipú, tres semanas más tarde. Ahí, volvió a brillar la maestría del estratega, pero al igual que en Cancha Rayada, el papel de Las Heras fue opacado por la posteridad, que ha resaltado a O'Higgins y San Martín.

Sergio Martínez Baeza estudia la vida de Juan Gregorio de Las Heras hace 50 años. En 1960 publicó fragmentos de su diario en la Revista Chilena de Historia y Geografía. Pero su esfuerzo no cesó hasta ver editada, recién este año, la primera biografía íntegra del general, protagonista clave en la guerra de independencia de Argentina, Chile y Perú. Y lo pudo hacer gracias a la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, a la que pertenece en calidad de Miembro Correspondiente en Chile, por haber asumido la publicación de este libro.

-Curiosamente, según se dice en el prólogo, este sería el primer libro que trata la figura de Juan Gregorio Las Heras en forma íntegra, tanto en Chile como en Argentina. ¿Cómo se explica tamaña omisión históriográfica en 200 años?

"La explicación de esta omisión historiográfica debe buscarse en el hecho de que Las Heras resolviera exiliarse definitivamente en Chile, a partir de 1826, al término de su gobierno, para no regresar más a su patria. En Argentina, varias localidades, plazas y avenidas llevan su nombre, pero muy pocos conocen su aporte a la Nación. En Chile, se le quiso y se manifestó generosamente nuestra gratitud a su memoria, hasta la década de 1960, en que, a causa de las tensiones provocadas por nuestros problemas limítrofes con Argentina, se empieza a desdibujar su figura por no ser nacido en nuestro suelo. Llama la atención que, habiendo sido Las Heras Inspector General de nuestro Ejército, cargo equivalente al de Comandante en Jefe, su nombre no aparezca en la nómina oficial; o que se haya quitado su nombre al regimiento de Infantería 'Tucapel' con sede en Temuco. Ello resulta injusto para con un prócer que quiso tanto a Chile, que lo sirvió tan bien, que aquí vivió casi toda su larga vida, donde formó su hogar y donde dejó a toda su descendencia."

-¿Pero cómo se explica que en Argentina tampoco lo hayan estudiado a fondo?

"Como dije antes, la prolongada ausencia de Las Heras de su país, y el haber ocupado siempre un lugar secundario al lado de San Martín y O´Higgins, creo que es una de las causas de su olvido. Pero hay otras. La acción de Cancha Rayada sorprendió a los dos grandes Libertadores y los puso en posición de tener que abandonar el campo y remontar desde Talca hasta San Fernando, creyendo que todo estaba perdido, mientras Las Heras, un oficial de rango bastante menor, salvaba intacto al ejército que habría de triunfar en Maipú. Los biógrafos de ambos próceres han creído conveniente, sin duda, bajar el perfil del verdadero héroe de la jornada, en beneficio del de aquéllos. También debe tenerse en cuenta el distanciamiento de Las Heras del Ejército del Perú. Es claro que, en su fuero interno, al igual que casi todos los otros altos oficiales, no estuvo de acuerdo con la política pacifista del Libertador, que perdió varias ocasiones de alcanzar la Independencia por las armas. Las Heras llegó a ser comandante en jefe del Ejército Expedicionario por nombramiento del Gobierno de Chile, al asumir San Martín el Protectorado, lo que lo puso en una situación muy difícil frente a su jefe y amigo. Ante un conato de conspiración para deponer a San Martín, Las Heras, que estaba siendo presionado para sucederlo, por simple lealtad y demostrando carecer de ambiciones de poder, optó por denunciar el hecho, solicitar su retiro y regresar a Chile, a la tranquilidad de su hogar. Lo cierto es que Las Heras y San Martín continuaron siendo buenos amigos y manteniendo contacto epistolar hasta la muerte del segundo en 1850. Las Heras presidió en Chile la comisión para erigir una estatua a su jefe y amigo y pronunció un encendido discurso en su inauguración en la Alameda de Santiago en 1863. Hoy, los restos de ambos próceres reposan juntos en la Catedral de Buenos Aires...¡unidos en la vida y en la muerte!".

-¿Es probable también que durante el siglo XIX su figura, haya sido semiolvidada por la historiografía, por haber pertenecido al bando liberal derrotado en 1830?

"Es cierto que Las Heras fue un hombre de ideas liberales y que ellas debieron perjudicarle. Al ser requerido para reconocer al Gobierno de Prieto y jurar la Constitución de 1833, señaló que, como militar de una sola palabra, le era imposible faltar al juramento anterior de lealtad al depuesto Presidente Pinto y a la Constitución de 1828. Fue dado de baja en el ejército y por una década estuvo fuera del servicio, hasta ser reincorporado por el Presidente Bulnes en 1841. Más tarde, a pesar de su edad, sería nombrado Inspector General del Ejército, el más alto grado en el mismo, equivalente al actual de Comandante en Jefe y, aunque quiso renunciarlo por sus achaques de salud, el propio Presidente Prieto le visitó en su casa y le pidió conservar el cargo, por ser la última gloria viviente de la gran época".

-Su labor en la batalla de Cancha Rayada fue clave para salvar al ejercito de Chile, en marzo de 1818. Fue básicamente una retirada rápida, ordenada y sigilosa de buena parte del ejército.

"La retirada de Las Heras de Cancha Rayada, paradojalmente, aunque ha sido vista como un desastre para las armas patriotas, es el principal timbre de gloria para Las Heras, por la extraordinaria sangre fría y don de mando que exhibió en esa jornada. Cabe recordar que no sólo salvó al grueso del ejército imponiendo una férrea disciplina para evitar las deserciones, sino que, además, en su tránsito hacia el norte, fue recogiendo a los dispersos y las armas, municiones y bastimentos abandonados por los que huían, hasta recuperar todo lo que se creía perdido y que sirvió para dar la batalla de Maipú, pocos días después. Es decir, Las Heras cambió ese día el curso de nuestra historia, pues sin su intervención, no se habría podido dar la batalla final de nuestra Independencia. Confirmaba así las dotes militares que había mostrado al mando de los auxiliares de las Provincias Unidas en nuestra Patria Vieja, en el Paso de los Andes al mando de la División de Vanguardia y al mando del Ejército del Sur que persiguió a los realistas hasta Talcahuano, tras la batalla de Chacabuco".

Fuente "El Mercurio, 04/07/2010

Historicos saludos
 
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