Los S.1001 argentinos
La historia de nuestros aviones tiene protagonistas tan disímiles como el Vaticano, un par de industriales aeronáuticos italianos, dos raidistas italianos muy mediáticos y la enorme colectividad italiana de Argentina. Cario Gnocchi nació en la región rural cercana a Milán, Italia, en 1902, y se ordenó sacerdote católico en 1924. Durante la Segunda Guerra Mundial le tocó ser capellán del Batallón Alpino del Ejército entre 1941 y 1945, de manera que presenció personalmente la tragedia, tanto en el frente de batalla como en sus consecuencias para la población civil. Desde el mismo inicio de la contienda quedó espantado por la gran cantidad de niños que eran víctimas de la lucha, y para ayudar a aquellos que quedaban mutilados o discapacitados mental o físicamente, en 1942 creó la "Fondazione Pro Juventute" (actualmente "Obra Don Gnocchi"). Al año siguiente, tras ponerla en marcha, la presentó formalmente ante el Papa Pio XII, quien le brindó su apoyo sin restricciones, pero cuando en 1945 terminó la guerra la cantidad de chicos mutilados que buscaron refugio en la Fundación excedió su capacidad financiera, pues eran más de quince mil. Don Gnocchi, como lo llamaban, inició entonces una campaña de recolección de fondos, pero la posibilidad de obtener suficiente dinero en la Italia destruida era escasa, pues todo el país estaba abocado a su reconstrucción. Por eso pensó en pedir ayuda a los millones de compatriotas que habían emigrado por décadas a América, y puso sus ojos en el cono sur del continente, aunque hasta mayo de 1948 no supo cómo encarar el petitorio. ¿Por qué mayo de 1948? Pues porque los primeros días de ese mes Don Gnocchi vio de pronto la posibilidad de utilizar un ángel. Y no se trató de una visión mística. Maner Lualdi era un piloto raidista italiano que se había hecho famoso en marzo de 1939, cuando voló con un bombardero Fiat BR.20L sin escalas entre Roma yAdis Abeba, la capital de Etiopía. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial Italia ya había perdido el control de los territorios que había colonizado en el norte de África, pero sus intentos de influenciar políticamente algunas de esas regiones aún persistían. Cuando Ambrosini lanzó su nuevo modelo S. 1001 Grifo, Lualdi vio en este avión la capacidad de hacer vuelos de largo aliento, pues tenía un amplio espacio en el lugar de los asientos traseros para instalar un tanque de combustible. Esto permitiría llevar la capacidad de 160 litros de los tanques normales a un total de 800 litros, y si bien de esta manera se excedía el peso máximo de despegue por mucho, si había espacio suficiente para despegar, el avión pasaba a tener una autonomía de más de veinte horas de vuelo. Lualdi propuso utilizar un Grifo para hacer un raid de largo alcance uniendo Roma con el puerto de Massawa, en Eritrea, a orillas del Mar Rojo, un total de de 4650 kilómetros, lo que fue aceptado. Pero si bien contaba con el apoyo del gobierno italiano y del propio Ambrosini, que suministraría el avión, necesitaba un patrocinador para cubrir los gastos del vuelo. Quien asumió este papel fue el abogado y conde Leonardo Bonzi, quien propuso cubrir los costos del viaje con la condición de acompañarlo a Lualdi. En cuanto al avión proporcionado por Ambrosini, fue el S.1001 Grifo número de serie 04, ya modificado con los tanques mencionados y matriculado l-ASSI. Lualdi y Bonzi partieron del aeródromo de Campoformido, en Udine, en el norte de Italia, el 28 de abril de 1948 y aterrizaron en Massawa al día siguiente, batiendo el récord mundial de vuelo sin escalas para aviones de su categoría. La trascendencia mediática de este vuelo fue enorme y por supuesto llegó a oídos de Don Gnocchi, quien tuvo la idea de utilizar el avión para un nuevo raid, transformándolo en una especie de ángel de buena voluntad para visitar las colectividades italianas residentes en América del Sur, con el objeto de recolectar donaciones destinadas a ayudar a los quince mil niños mutilados por la guerra que estaban al amparo de su Fundación.
La respuesta de todos los involucrados fue afirmativa gracias al apoyo personal del Papa Pio XII, cuya influencia tuvo efecto en las empresas vinculadas con el avión, Ambrosini y Alfa Romeo principalmente, y en el propio gobierno de Italia, que instruyó a sus embajadores destacados en América Latina para organizar las recepciones y las colectas en sus respectivas áreas de influencia. El avión a utilizar sería el mismo l-ASSI que se había usado en el vuelo a Massawa, incluyendo sus tripulantes, Maner Lualdi y Leonardo Bonzi, quien una vez más aceptó pagar los gastos directos del vuelo con la condición de ser un tripulante. Inmediatamente la célula y el sistema de combustible fueron recorridos en los talleres de Ambrosini, mientras Alfa Romeo entregaba un motor nuevo, tan necesario para el largo cruce del Atlántico, y también se le cambió la hélice de madera por una metálica, más segura para volar en las fuertes lluvias tropicales. El avión estuvo terminado en diciembre de 1948, y como no podía ser de otra manera, fue don Cario Gnocchi quien eligió el nombre del avión y lo bautizó "Angelo dei Bimbi" (Ángel de los Niños). Lualdi y Bonzi partieron del aeropuerto de Malpensa, Milán, el 6 de enero de 1949, hacia Madrid, y luego de aterrizar en casablanca y Port Etienne llegaron a Dakar, en la costa atlántica de Senegal, desde donde pensaban iniciar el cruce del océano. Allí quedaron a la espera de meteorología adecuada, mientras tropezaban con la oposición de las autoridades francesas, que juzgaban inadecuado el avión para semejante trayecto. Por eso, tras alivianarlo de todo equipo no imprescindible, incluso el equipo de radio y los paracaídas, iniciaron el cruce el 19 de enero desde Yoff, una localidad al norte de Dakar fuera de la vista de las autoridades. Tras casi diecisiete horas de vuelo y 3360 kilómetros de océano arribaron a la localidad de Parahiba, Natal, Brasil, cumpliendo un raid que, aún en esta época ya moderna, fue considerado una verdadera hazaña. Y así fue publicitado, para beneficio de la misión. A todo esto, Don Cario Gnocchi había llegado a Rio de Janeiro en un vuelo de línea y se había dedicado a difundir la finalidad del raid, de manera cuando el "Angelo dei Bimbi" arribó a esa ciudad la recepción fue multitudinaria, dando inicio formal a la campaña de recolección de donaciones para su obra. El sacerdote y ambos pilotos, acompañados por el Embajador de Italia, fueron recibidos por el presidente Dutra, y el 28 de enero el Papa PióXII envió un mensaje personal de felicitación por el éxito del vuelo, lo que contribuyó al éxito de la campaña pues se trataba del apoyo directo del Vaticano al trabajo de Don Gnocchi. El "Angelo dei Bimbi" llegó al Aeroparque de Buenos Aires procedente de Montevideo el 12 de febrero de 1949, siendo escoltado desde la Isla Martín García por dos anfibios Republic Seabee de nuestra Escuela Oficial de Hidroaviación, y la bienvenida fue realmente apoteósica. La estadía de Don Gnocchi y los pilotos en nuestro país fue bastante larga. Nuestra Dirección General de Aeronáutica Civil puso a disposición de ellos un bimotor De Havilland Dove, que los acompañó en toda la gira que hicieron por el interior visitando ciudades con colectividades italianas importantes, entre ellas La Plata, Mar del Plata, Mendoza y Córdoba. Así, la campaña de recolección de fondos fue asombrosamente exitosa, pues se juntaron nada menos que quinientos millones de liras.
Como agradecimiento, el ingeniero Angelo Ambrosini viajó a Buenos Aires y junto con Don Gnocchi sugirió que el "Angelo dei Bimbi" debía quedar en Argentina, como una muestra del agradecimiento del pueblo de Italia hacia esta segunda patria. Aceptado formalmente, el avión fue recibido por la DGAC, y en el mismo acto se nombró a Maner Lualdi y a Leonardo Bonzi "Aviadores Civiles Argentinos Honoris Causa".
Don Gnocchi (y presumiblemente Ambrosini, Lualdi y Bonzi) regresó a Italia el 9 de marzo, con la satisfacción del deber cumplido. Lo que le fue reconocido al año siguiente por el propio Papa PióXII, que lo recibió en una audiencia privada especial. Así culminó la primera gira del "Angelo dei Bimbi", con el avión ya propiedad del Estado argentino. Pero la historia no termina aquí.
Aunque no había tomado parte en la organización del vuelo, lo cierto es que Ambrosini tenía un representante en Buenos Aires, la empresa STICA. Así, tras el arribo del "Angelo dei Bimbi" al país sus directivos habían intervenido en todos los eventos y se habían contagiado del entusiasmo, hasta que la gira terminó con la donación del avión y el regreso a Italia de toda la delegación, a principios de marzo. Pero la trascendencia del vuelo y el éxito económico habían sido de tal magnitud que los directivos de STICA pensaron que era una lástima no aprovecharla visitando el resto de los países americanos, todos ellos con nutridas colectividades italianas. Así, a fines de marzo propusieron continuar con la gira de buena voluntad presentando un proyecto que incluía un recorrido de más de 30.000 kilómetros, y para hacerlo solicitaron la autorización para utilizar el l-ASSI "Angelo dei Bimbi", que ya era propiedad del Estado. La autorización les fue otorgada y de esta manera se inició un nuevo raid, ahora protagonizado por un avión civil argentino que estaba en una situación un tanto extraña, pues no estaba inscripto en el Registro y volaba con tripulación argentina pero con matrícula extranjera. El 20 de abril de 1949 el "Angelo dei Bimbi", tripulado por el Cnel. (R) Ricardo Roveda y el doctor Giovanni Vittore, partió de Buenos Aires, visitó Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Panamá, hasta que el 11 de junio se estrelló en medio de la selva cerca de San José de Costa Rica, destruyéndose por completo y falleciendo sus tripulantes. Así culminó, con una tragedia, la historia del primer "Angelo dei Bimbi". La consternación en toda la colectividad italiana de América fue enorme, e inmediatamente se iniciaron las gestiones para repatriar los restos de los pilotos, que en una primera etapa fueron llevados a Lima, Perú. Allí, por orden de nuestras autoridades aeronáuticas, fueron embarcados en el C-54 matrícula T-43 de la Fuerza Aérea que se envió a ese efecto y el 24 de junio de 1949 llegaron a Buenos Aires, donde recibieron sepultura. Pero hubo un segundo "Angelo dei Bimbi". La consternación por la tragedia del primero en Costa Rica llegó a Italia, y también a Angelo Ambrosini, quien ya a fines de ese año decidió donar un nuevo avión a la Argentina, para que sea preservado en un museo en recuerdo de la hazaña del original. El avión elegido fue el número de serie 12, que se pintó exactamente como lo había estado su antecesor, incluyendo la matrícula l-ASSI, y fue enviado desarmado y encajonado por barco, arribando al puerto de Buenos Aires a fines de marzo de 1950. Este segundo Ambrosini Grifo fue aceptado formalmente por Resolución de la DGAC (Ministerio de Aeronáutica) N° 7058/50 de fecha 31 de marzo de 1950 y fue guardado en un depósito en el entonces Taller Regional de Quilmes, a la espera de poder ser exhibido en un futuro museo. Cosa que nunca sucedió, pues jamás fue armado y las muchas décadas de abandono terminaron destruyendo su estructura de madera.
Actualmente aún sobreviven algunos restos, y sería un verdadero acto de justicia limpiarlos y exponerlos. Curiosamente en Italia existe un tercer "Angelo dei Bimbi" con la matrícula I-ASSI. Los italianos, más conscientes que nosotros sobre la importancia histórica del vuelo y del avión que lo protagonizó, tomaron el S.1001 Grifo previamente matriculado l-RANN (c/n 11) y lo repintaron con la matrícula I-ASSI y el esquema del avión de Lualdi y Bonzi. Actualmente está expuesto en el Museo de Alfa Romeo en Árese, Milán, de manera que si queremos ver el "Angelo dei Bimbi" tendremos que viajar a Italia. Pese a haber tenido el original, destruido fatalmente en un accidente, y pese a haber tenido la réplica original, destruida por nuestra desidia. A modo de epílogo, diré que la importancia de la obra de don Cario Gnocchi y del vuelo de Lualdi y Bonzi fue de tal magnitud que en 2002 el gobierno italiano emitió un sello postal conmemorativo, que la RAÍ (Radio Televizione Italiana) hizo en 2004 una película titulada "II Angelo dei Bimbi", y que Gnocchi fue beatificado el 25 de octubre de 2009 por el Papa Benedicto XVI.
Así de rica es la historia de nuestra aviación civil. LV