Amores y odios en los negocios bilaterales

Shandor

Colaborador
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Del pacto Roca-Runciman a la llegada de Richard Branson.
Crónica de una historia pendulante que se remonta al siglo pasado.
Qué se exporta desde Londres y qué se envía hacia allá.
Quiénes invierten en el país.

Sir Richard Branson cruzó dos océanos -Atlántico y Pacífico- en globo. También, intentó dar la vuelta al mundo. Y, por estos días, prepara su postergado viaje al espacio, agendado para la próxima Navidad. Sin embargo, a los 61 años, el recientemente nombrado caballero de la corona británica emprende un desafío aún más complejo: aterrizar con sus empresas en la Argentina. Para ello desembolsará unos u$s 150 millones en la llegada de su operadora de telefonía celular Virgin Mobile y la aerolínea Virgin Atlantic. Branson tiene una fortuna personal calculada en u$s 4.200 millones y controla un imperio de 300 empresas con ventas anuales por unos u$s 18.000 millones, además de ser el cuarto hombre más rico de Gran Bretaña. Su cruzada se encuadra en un contexto en el que las relaciones comerciales entre la Argentina y Londres lejos están de su mejor momento.
"Después de la crisis argentina los países centrales perdieron importancia. Ocurrió con los inversores estadounidenses pero también con los europeos que replegaron su presencia", grafica Mauricio Claveri, especialista en comercio exterior de Abeceb. De acuerdo a los datos de Prosperar, a partir del Banco Central, el Reino Unido representó sólo el 3,2% del flujo de inversión extranjera directa en 2010. Lejos del 16,1% de Brasil, el 12,4% de Chile o el 11,3% de España. Claveri sostiene que: "tampoco se produjeron compras significativas de empresas. La última operación de importancia fue cuando el laboratorio Glaxo adquirió Phoenix". Ocurrió en junio de 2010 cuando se pagaron u$s 253 millones por la firma de la familia Sielecki.
Hoy existen en la Argentina unas 100 compañías de capitales ingleses -no todas 100% británicas en sus composiciones accionarias-. Entre otras British Petroleum, British American Tobacco, Diageo, Glaxo SmithKline, Unilever, WPP Group y Xstrata, sólo por citar algunas.
Fuego cruzado

En la guerra entre las exportaciones y las importaciones, la Argentina sigue ganando. En 2011 se produjeron envíos por unos u$s 779,95 millones contra las importaciones por u$s 664,18 millones. Es decir que el saldo comercial fue positivo en unos u$s 115,77 millones. Los bienes agrícolas (u$s 704,91 millones) representaron el 90% de lo que exporta la Argentina. En tanto, la situación es bastante más atomizada al momento de evaluar qué productos llegan desde la tierra del premier británico David Cameron. A la cabeza figuran los productos químicos (u$s 164 millones), seguidos muy de cerca por los bienes de capital (u$s 153,12 millones) y en tercera posición el rubro farmacéutico que, patentes mediante, envía productos por unos u$s 63,6 millones. Aunque menos significativo desde el número final hay otro negocio que tampoco pasa inadvertido para los productores locales: la Argentina es el decimo tercer mayor proveedor de vinos del Reino Unido y los envíos a ese país representan aproximadamente el 15% del total de las exportaciones de vino de la Argentina. "De las primeras diez economías del mundo es totalmente excepcional que no tengamos déficit y es paradójico que uno de los más afectados en la relación bilateral sea en el que tenemos superávit", describe Marcelo Elizondo, titular de la consultora DNI.
De ahí que cuando el Ministerio de Industria planteó a un grupo de al menos 20 empresas, entre nacionales y extranjeras, que desistieran de importar bienes británicos y los reemplazaran por productos de terceros países, la decisión estaba muy lejos de justificarse en el terreno de los negocios. "La ministra de Industria argentina Débora Giorgi instó a bloquear importaciones británicas en un nuevo intento para que Gran Bretaña negocie la soberanía de las Islas Malvinas, mientras crece la tensión ante el 30º aniversario de la guerra de 1982", concluyeron los principales medios británicos e instaron al gobierno local a tomar medidas afines.
Tu pasado te condena

La historia de las relaciones comerciales entre la Argentina y el Reino Unido es cuanto menos curiosa. Más antigua que cualquier otra para nuestro país -se remonta a los años '20 del siglo XIX- atravesó cíclicamente por períodos de amor y de odio.
Hasta 1890 la Argentina pudo colocar sus excedentes de materias primas y alimentos de origen agropecuario, y financiar su rápido crecimiento. Entonces la primera crisis de deuda externa del país llevó a Baring Brothers a acordarse de hasta el último funcionario local. Con el tiempo todo volvió a la normalidad hasta que en los años '30 tuvo su mejor momento cuando el vicepresidente Julio Roca declaró al país en estado de socios naturales con el Reino Unido. "La Argentina, por su independencia recíproca, es desde el punto de vista económico, una parte integrante del imperio británico", fue la polémica frase en los tiempos del pacto Roca-Runciman. Un par de años después estalló en el Senado el escándalo de las carnes y ahí el amor se convirtió en odio nuevamente. Los avatares de la Segunda Guerra Mundial enfriaron los vínculos. Aunque muchas empresas británicas continuaron radicadas aquí, nada volvió a ser como antes. Los Estados Unidos habían ganado la pole position. Luego la Guerra producida tuvo un impacto económico y comercial directo que en el idioma de los negocios se recuperó con la desregulación y privatizaciones de los '90. Inclusive en los tiempos de De la Rúa se encaró una misión comercial para captar inversiones en telecomunicaciones, puertos y en el negocio de la salud. Hoy la historia vuelve a migrar. "Es lógico que en el marco del reclamo de soberanía la situación comercial se enfríe. Sin embargo, creo que la mayor dificultad que se afrontará se debe a la política de restricción de comercio y no al reclamo por las islas", concluye Elizondo, en lo que constituye un nuevo capítulo en esta historia pendulante de negocios.
cronista comercial
 
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