Adolf Galland: truco salvador de un "As"



Adolf Galland, afamado "As" de la legendaria Luftwaffe, ya veterano narra una de sus tantas anécdotas, en este caso una dramática situación en las operaciones de defensa aérea sobre los cielos alemanes, en vistas de las incontables masas metálicas de los bombarderos aliados y sus escoltas que asomaban sobre las ciudades alemanas...


Formación B-17 rumbo a Alemania



Un solitario FW-190 en busca de sus grandes presas...

"Me encontraba a 100 yardas detrás de su cola... El B-17 disparó sus ametralladoras y realizó maniobras evasivas desesperadas. En ese momento lo único que existía en el mundo era ese bombardero norteamericano que luchaba por su vida, y yo mismo... Mientras mis cañones disparaban, trozos de metal comenzaron a desprenderse del bombardero, estelas de humo surgieron de sus motores, y la tripulación arrojó su carga de bombas. Uno de los tanques de combustible de las alas se incendió. Los tripulantes comenzaron a lanzarse en paracaídas. La voz de Trautloft resonó en mis auriculares: "¡Achstung" Adolf! ¡Mustangs! ¡Me retiro!¡Mis cañones están trabados!
Y entonces..., con la primera descarga de los Mustangs, volví a la realidad. No había ya dudas acerca de la suerte del B-17, estaba liquidado, pero yo todavía no... Simplemente, huí. Picando con el acelerador a fondo, intenté escapar a los Mustangs que, lanzados en mi persecución, disparaban incesantemente. Dirección: Este, hacia Berlín. Los proyectiles trazadores se acercaban más y más. En momentos en que mi FW-190 amenazaba con desintegrarse, y cuando sólo me restaban escasas posibilidades de acuerdo con lo que las reglas de juego permiten en situaciones semejantes, hice algo que ya había salvado mi vida en dos oportunidades durante la Batalla de Gran Bretaña: disparé todos los proyectiles que me restaban hacia el espacio vacío frente a mí... Esto tuvo el efecto deseado sobre mis perseguidores que, repentinamente, vieron venir hacia ellos el humo que las balas habían dejado tras ellas. Probablemente creyeron que habían chocado con el primer caza que disparaba hacia atrá, o que otro caza alemán se encontraba tras ellos. Mi treta resultó, pues dieron un viraje cerrado a la derecha y, trepando, desaparecieron en el cielo..."





Estimados saludos para el año que se inicia!:cheers2:
 
Acá les dejo una obra de arte en honor a la leyenda Galland y sus camaradas en defensa de sus compatriotas, ciudades e instalaciones alemanas ...saludos:cheers2:

 
Halo Sagitario21, me temo que no camarada, la efectiva y dramática estratagema, "efectos especiales", o el "truco final" sirvió para otros la utilizaran, ese tipo de informes tácticos pronto eran parte de las correcciones en las doctrinas de combate, la premisa para muchos era aprender en la marcha. Los mismos y escasos discípulos entrenados por Galland con exclusividad en el uso de los demonios alados a reacción Me 262 eran los encargados de filtrar información recibida por las cordiales y concisas palabras del mismo Galland, algo que la misma propaganda de guerra utilizaba según el tinte que necesitara para llevar a las masas en la 2GM. Si bien el concepto de "AS" en operaciones aéreas de combate deviene de tiempos anteriores, con Galland se inició una estirpe que pronto cundió entre las otras fuerzas aéres contendientes, con pilotos "caza", novates crecidos al amparo de los Jóvenes-viejos Pilotos de Luftwaffe, convertidos en maestros excelentes esos "ases" utilizaron nuevos métodos de enseñanza donde hasta los temerarios útiles y útiles trucos eran explicados con detalle al alumnado. Así Adolf Galland dejó sus huellas en la mente de aquéllos entusiastas discípulos capaces de escuchar a un "As" con deleite...

Salute camarada!
 
Notable escrito hecho por Galland hacia 1953...

La capitulación de la Wehrmacht, producida el 8 de mayo de 1945, que puso fin en Europa a la Segunda Guerra Mundial, significó para nosotros, los pilotos de la Luftwaffe, mucho más que la terminación de un confllicto en el que habíamos luchado durante casi seis años. La derrota militar del Reich fue para nosotros, lógico es comprenderlo, el derrumbe de todo un mundo. En cumplimiento de nuestro deber de soldados del aire, habíamos levantado vuelo día a día, durante todo el transcurso de las hostilidades, casi siempre frente a una abrumadora superioridad numérica, hasta que el avance de los tanques aliados sobre nuestras bases, nos obligó a destruir nuestros aviones a reacción, en aquel entonces los mejores cazas del mundo...
Tuvimos que recorrer la amarga senda que lleva a los campamentos de prisioneros y oficinas de interrogación. Comprendimos claramente que por mucho tiempo, sino para siempre, estaríamos impedidos de retomar contacto con aquello por lo que habíamos trabajado tanto y que constituía para nosotros el sentido mismo de la vida:¡la aviación!
Recuerdo aún con gran exactitud el desconsuelo que nos invadió en aquel otro mundo, tras las alambradas, y que no nos abandonó ni aún recobrada la libertad, en una Alemania derrotada y ocupada, desmembrada y regida por los aliados. Severísimas disposiciones prohibieron a mi patria el estudio, el desarrollo técnico y cualquier otra actividad en el terreno de la aeronáutica. Mientras tanto, las naciones vencedoras continuaron progresando febrilmente en esta arma de la que habíamos sido sustraídos, precisamente, en el instante en que mediante el empleo de revolucionarios medios de propulsión nos habíamos acercado a la velocidad del sonido, abriendo a la humanidad perspectivas nuevas e insospechadas en los aspectos técnicos y militares de la aviación.
¿Podíamos en aquéllos momentos, tener la esperanza de retomar algún día el contacto con tan vertiginoso desarrollo? Para nosotros, volar era algo más que un deporte o una profesión: ¡era pasión y motivo para constituir el contenido y el fin de toda nuestra vida! ¿Debíamos resignarnos a ser dejados de lado, como un montón de chatarra? Cuando la Segunda Guerra mundial llegó a su fin, yo contaba treinta y tres años de edad. Es verdad que los últimos que habíamos vivido pesaban mucho sobre nosotros. Cada año de guerra, suele decirse, vale por dos. Pero los que sobrevivimos, aparte de poseer el tesoro inapreciable de una óptima preparación y capacitación profesional, habíamos reunido una suma de experiencia, única en su género, en centenares de misiones personales y en el mando de distintas unidades. ¿Debíamos condenar a ese capital a sufrir un estancamiento infructuoso? ¿Tendría que tornarse inoperante a través de años de inactividad?
Afortunadamente, no faltaron llamados de todas partes del mundo a los hombres de ciencia, técnicos y especialistas aeronáuticos alemanes. Debo hacer notar aquí que no fue el afán de la guerra o la supuesta e impenitente tendencia de los germanos al militarismo lo que indujo entonces, a estos hombres, a buscar aplicación a su capacidad y experiencia fuera de las fronteras de la patria. El amor a la aviación, la miseria y la absoluta esperanza de los años de posguerra constituyeron motivo más que suficiente para ello.
En aquella hora crucial, algunos de nosotros recibimos el llamado de una nación con la que la nuestra, siempre y a toda hora, estuvo vinculada por lazos de sincera amistad, y cuya hidalguía y lealtad eran proverbiales en toda Alemania, desde mucho antes de los días del acorazado "Graf Spee". Allí se me ofrecía la posibilidad de reanudar mi vida de aviador, bloqueada sin esperanzas por el infortunado fin del conflicto, al servicio de un país amigo que nos recibía sin prejuicios y con los brazos abiertos.
Mis esperanzas se cumplieron plenamente. En la Argentina, y muy especialmente en el círculo de los camaradas argentinos, me sentí a mis anchas desde el mismo instante de mi llegada. La grandeza del país, sus múltiples bellezas, la amable, franca y abierta manera de ser de su pueblo, todas aquellas virtudes que encierra el vocablo "gaucho", despertaron en mí la misma respetuosa simpatía que me suscitaron la vitalidad y la voluntad creadora de esa joven nación, factores éstos que han influido en los admirables progresos que, en materia social, económica y política ha experimentado en los últimos años, bajo la conducción de su Presidente, el general Juan Perón. Mi tarea como consejero técnico de la Fuerza Aérea Argentina es por demás interesante. Me pone en contacto con el Comando y también con las Unidades Aéreas, que me atraen particularmente. Entre los aviadores de todo el mundo siempre han existido fuertes vínculos de camaradería.



Galland en la presentación del Pulqui II,1951



Adolf Galland y Kurt Tank en Argentina



Ejercicios de "caza" planificados por Galland para Meteor vs Lincoln

El vuelo ya es un deporte popular en la Argentina. Un observador extranjero dijo, cierta vez para precisar su rápido desarrollo, que "el argentino desmonta del caballo para subir directamente al avión..."
Realmente, el espíritu de un jinete y el de un aviador guardan una extraña y natural afinidad. En Alemania, durante la Primera Guerra Mundial, muchos de los primeros aviadores militares salieron de los cuadros de caballería. Y en el país de los gauchos, la aeronáutica debía por fuerza encontrar un terreno excepcionalmente fértil. Así como es un jinete hábil y automovilista destacado y entusiasta, ya sobre las pistas de carreras o en medio del tránsito callejero, posee también el argentino todas las propiedades del buen aviador. La aeronática tiene efectivamente, en este país, un brillante porvenir. Cuando a fines de 1948, inmediatamente después de mi llegada, fui recibido en el Ministerio de Aeronáutica, me impresionaron profundamente el respeto y la camaradería que caracterizaron aquella bienvenida. En todo el mundo existían barreras para todo lo alemán. En cambio, entre las Fuerzas Armadas Argentinas, no tropezamos con prejuicios de ninguna naturaleza. Ante los ojos de los camaradas argentinos habíamos perdido la guerra pero no el honor. Ninguno de nosotros podrá olvidar jamás la innata caballerosidad de la Nación Argentina, que se evidenció plenamente en aquella recepción. Los cinco años que llevo al servicio de la Fuerza Aérea Argentina representan para mí una etapa más en el desarrollo de la aeronáutica mundial. Entiendo haber servido lealmente al país amigo, con el mismo celo con que serví a mi patria. Tras la pausa forzosa que los primeros años posteriores a la guerra impusieron a mi actividad aeronáutica, debo a la Argentina la liberación de aquel sentimiento de anquilosamiento e impotencia que significa para todo aviador militar la pérdida del contacto con la evolución y el progreso de su arma.
Sean por este motivo dedicado las primeras páginas de este libro, a expresar a esta gran Nación del Plata, llamada a un glorioso porvenir, el testimonio de mi profundo y sincero agradecimiento.


Adolf Galland, 1953

del libro de su autoría "Die Ersten und die Letzen"
"Los primeros y los últimos"


Estimados saludos, espero que lo hayan disfrutado!
 
Que gran personaje Adolf Galland, se ve que lo que vivió aquí marcó su vida de post guerra para siempre, como su presencia marcó a la Fuerza Aérea Argentina.

Muy buen post Stormnacht

Saludos
 

Grulla

Colaborador
Colaborador
Muy buena nota Storm, no sabes donde se puede conseguir el libro de Galland en formato PDF? Siempre lo quise leer pero por Cordoba no se consigue. Tiempo atras un amigo me presto el de Rudell, que lei con gusto
 
Gracias muchachos! Ionestar, como decís, la participación y cooperación de Galland durante su estadía en Argentina fue determinante, sin omitir la participación de otros tantos y probos personajes, como Baumbach,Rudel... En el caso del primero, colaborando en desarrollo del misil PAT-1 Tabano desde un bombardero Lancaster, al punto de dejar su vida en ello a causa del infortunio de un desperfecto técnico de la aeronave. Y en el caso del afamado y excepcional Hans Rudel colaborando en la preparación de pilotos de la Fuerza Aérea Argentina.



Coronel Werner Baumbach



Y el increíble Hans Rudel

En cuanto a la edición del libro de Galland en formato PDF lamento no tener el link a mano Grulla, un amigo me había pasado el dato creyendo que no tenía la edición gráfica. Debo buscarlo, acá está la portada





Hogar de Galland en Palomar

Estimados saludos!
 
muy bueno el post, cuantos adelantos que hicieron los alemanes en tecnología...

una pregunta, mientras estaba en el baño realizando el noble acto de "lo primero" se me ocurrió pensar en "Probablemente creyeron que habían chocado con el primer caza que disparaba hacia atrás"

¿alguno sabe si se probó alguna vez?

supongo que si llegaron a usar "misiles" poniendo un avión arriba de otro (el Mistel) no me extrañaría que hayan intentado poner un arma fija apuntando hacia atrás en un caza
 
Hola Pumpkins, de hecho en los cazas bimotores, el Me-210 y Me-410, contaban con dos ametralladoras defensivas de cola MG-131 a control remoto...



Acá en los laterales traseros de un Me-210

Hubo otros modeos e intentos, pero ahora no se me vienen a la mente.
Estimados saludos
 
BUENISIMO!
Una aclaración, Ciudad Jardín está en 3 de Febrero, y El Palomar está en el partido de Morón. Uno al lado del otro.
 
Hola Pumpkins, de hecho en los cazas bimotores, el Me-210 y Me-410, contaban con dos ametralladoras defensivas de cola MG-131 a control remoto...



Acá en los laterales traseros de un Me-210

Hubo otros modeos e intentos, pero ahora no se me vienen a la mente.
Estimados saludos

a algo así me refería, gracias por el dato

con respecto al Boulton Paul Defiant, ahora que lo mencionaron, lo recuerdo, pero hay varios que tenían ese estilo de arma defensiva, entre ellos el avenger, y algún japonés que no sé si era un caza, en general embarcados; yo me refería a algo fijo en la cola del avión o más tirando a lo del Me-210

gracias por las respuestas Stormnacht y Grulla
 
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