La pérdida de efectividad de las sanciones económicas unilaterales es una de las novedades interesante de este conflicto.
ACLARACIÓN: viene a continuación una de mis típicas peroratas. No la lea.
Ahora bien, si prefiere una perorata más amigable, más adelante encontrarán una adaptación de mi asistente...
UN POQUITO DE TEORÍA
Se suele hablar de poder duro y poder blando. Dentro del poder duro encontramos al poder militar y al poder económico. Como parte de esto último, hasta hace pocos años la capacidad de imponer sanciones económicas fue considerada una de las herramientas fundamentales.
Una sanción económica es el equivalente a enviar un portaaviones. Un ataque económico del cual se espera un efecto económico que doble la voluntad política del rival.
Pero como toda herramienta de poder, también tiene sus costos. Enviar un portaaviones a lanzar bombas es caro. Aplicar sanciones económicas a un país también es caro. En ambos casos, ese costo puede ser entendido como una inversión, una inversión en la seguridad propia, en los intereses propios y/o lo que sea que se busque.
En el mundo de las sanciones económicas es importante tener en cuenta las interdependencias económicas. Si dos economías no dependen entre sí, las sanciones económicas no tienen ningún efecto. Cada uno puede seguir por su vida.
La efectividad de las sanciones económicas requieren algún grado de interdependencia económica entre las partes. Cuanto mayor la interdependencia, mayor el costo de la sanción.
Pero eso apareja consecuencias. No sólo el sancionado enfrenta problemas, sino también el sancionador. El sancionador debe calcular dos cosas. Por un lado, que el sancionado sufre un mayor costo que el sancionador; por otro lado, que el sancionador puede encontrar proveedores alternativos para suplir la interdependencia y, obviamente, que el sancionado no cuenta con idénticas facilidades. Generalmente, ambos van de la mano, como dos caras de la misma moneda.
Esto suele ser así si el sancionado depende mucho más del sancionador que a la inversa. Que existe algún grado de interdependencia desequilibrada a favor del sancionador. Situación típica, países monoproductores frente a países con economías diversificadas, países primarizados frente a industrializados.
También hay que tener en cuenta el grado de multilateralidad de las sanciones. Las sanciones económicas son efectivas si todas las economías del mundo, incluyendo a todas las importantes, se ponen de acuerdo en sancionar a alguien. En el lado opuesto, son inútiles si el sancionador está sólo, su economía es minúscula y, además, no tiene nada imprescindible para el resto del mundo.
Entre estos dos extremos teóricos, hay todo un abanico de opciones. En general, una superpotencia económica acumula tanto poder económico que por sí sola podría aplicar sanciones efectivas contra más de un país. La sanción económica unilateral por excelencia, no necesita consensuar con nadie más. Alternativamente, un conjunto de economías centrales podría coordinar sus acciones con efectividad equivalente, tienen que coordinarse entre ellas. Pero no necesitan que participen de la decisión ni estén de acuerdo el resto del mundo, así que también entra en el mundo del unilateralismo.
Eso implica que para que la efectividad de las sanciones económicas dependen de que se cumplan algunos supuestos. Si falla alguno, la efectividad se pierde.
Si una economía es lo suficientemente autosuficiente por sí misma, las sanciones en su contra pueden ser irrelevante. Una superpotencia económica, por ejemplo, generalmente es inmune a las sanciones económicas en su contra.
También puede suceder que una economía cuente con socios económicos suficientemente fiables como para compensar cualquier sanción.
O, con suerte, que cuente con un producto imprescindible para el resto, del que no existen alternativas (por ejemplo, algún mineral raro o una vía de comunicación especial).
Finalmente, que aparecen formas de sortear las sanciones en sí mismas (por ejemplo, sobornando a quienes deben aplicarlas o algún otro vericueto más o menos elegante, triangulaciones inclusive). Aunque muchas veces esto último va de la mano de que el "sancionador" en realidad calculó mal y es más débil de lo que estimaba (por ejemplo, porque no tiene forma de compensar la interdependencia o depende más del sancionado que a la inversa).
REFLEXIONANDO
Entonces, después de décadas de mucha confianza en ellas, en los últimos años las sanciones económicas unilaterales parecen perder efectividad. Una herramienta de poder duro que languidece.
¿por qué? probablemente por la conjunción de varios factores más o menos interrelacionados.
En primer lugar, parece que el sancionado (Rusia, en este caso) tiene capacidades económicas soberanas suficientes. Un país no necesita ser autosuficiente en todo para mantener satisfecha a su población y funcionando razonablemente normal su economía. Tal parece, a partir de cierto umbral de bienestar y desarrollo, algunas economías se vuelven lo suficientemente sólidas en sí mismas como para volverse indiferentes a las sanciones económicas.
Reflexión que, quizás, no sea exclusiva de Rusia y esta guerra. Si nos retrotraemos a la pandemia COVID-19, observamos una especie de guerra económica mundial o guerra sanitaria mundial, donde todos cerraron sus economías y lucharon los unos contra otros por recursos escasos como barbijos, vacunas, jeringas y máquinas respiradores, médicos y enfermeros, entre otros. Período donde todas las vías de suministros fueron en mayor o menor medida suspendidas, incluso las cadenas globales de alimentos. Pues bien, incluso países como Argentina contaron con capacidades económicas, industriales y de insumo soberanos suficientes como para fabricar por sí misma los respiradores que demandaba. Tampoco se observaron ambrunas significativas en algún lugar de mundo (o mayores a las habituales).
De alguna forma, parece que muchos países an alcanzado estándares de desarrollo económico suficientes como para sobrellevar con razonable efectividad algunas sanciones económicas.
En segundo lugar, también parece que el sancionado (Rusia) puede recurrir a sólidos proveedores alternativos. Dado que las sanciones económicas son unilaterales, por definición muchos países no participan de las mismas. Estos terceros países parecen ser lo suficientemente prósperos como para compensar las consecuencias de los sancionadores.
Por ejemplo, de las diez economías más grandes del mundo, tres no participan de las sanciones económicas unilaterales, de hecho las rechazan. Eso incluye a China e India, segunda y cuarta economías mundiales.
En cuarto lugar, las sanciones económicas requieren aplicación efectiva. Rusia tiene fronteras permeables con la segunda economía más grandes del mundo. Sin perder de vista que es un país gigante con las fronteras más extensas. Es más, en realidad la mayoría de los países con los que comparte frontera no son participe de las sanciones económicas unilaterales. Y eso sólo prestando atención a las fronteras terrestres. Es, como refirió la propia Rusia, "inembargable".
Ya que estamos, podríamos agregar el comentario entre paréntesis de que que la misma permeabilidad de sus fronteras son las que le facilitan a Ucrania y sus socios meter cosas indeseables dentro de Rusia. Fin del paréntesis.
Luego tenemos muchos ejemplos como los mencionados en la noticia precedente. Aparecen intermediarios que triangulan las mercancías, autoridades que hacen la vista gorda y otras prácticas que le permiten al sancionado sortear las sanciones y, lo más interesante, incluso a costa de los sancionadores.
En quinto lugar, como anticipa el punto anterior, los sancionadores continúan comerciando con el sancionado. Indirectamente, pero el intercambio continúa. Lo que indica que los sancionadores calcularon mal, carecen de capacidades soberanas suficientes en aquello sobre lo que dependen y/o, más relevante, fracasan en desarrollar proveedores alternativos. Quizás, porque estos proveedores alternativos no existen en la cantidad y calidad necesaria. En todo caso, la consecuencia es que terminan minando la efectividad de sus propias sanciones. No pueden sortear la interdependencia.
A MODO DE CONCLUSIÓN
En sexto lugar, puede que lleguemos a lo más relevante, la efectividad del sancionador (o los sancionadores) depende de su fortaleza económica (que dependan de tí más que a la inversa, que tienen más proveedores alternativos que el sancionado, etc.). Si careces de la fortaleza suficiente, si calculaste mal, entonces las sanciones pierden efectividad. El riesgo adicional es que devengan contraproducentes.
La aparente pérdida de efectividad de las sanciones económicas de los últimos años parecen ser indicadores de un fenómeno más amplio: la economía global está cambiando.
Esta herramienta de poder duro depende de la fortaleza económica. La fortaleza económica es una definición relativa. Podríamos sintetizar como que tú riqueza es inversamente proporcional a la pobreza de tu rival. Si todos son de similares ingresos, difícilmente puedan sancionarse.
Cuando comenzó este conflicto y la "Comunidad Internacional" sancionó la batería más grande de sanciones económicas de la historia contra Rusia, el gobierno chino replicó que esa expresión parecía entender que el mundo estaba conformado sólo por lo que está en amarillo:
Pues bien, parece que ese mundo amarillo ya no goza de la fortaleza económica suficiente como para que sus sanciones sean efectivas. Ya no concentran suficiente riqueza. Al menos, en la dimensión económica, el mundo ingreso en la "multipolaridad". Nadie por sí mismo puede aplicar sanciones económicas a nadie más, ni siquiera alcanza la asociación de varias de las economías supuestamente más grandes.
En este nuevo escenario puede parece que el poder económico a perdido la jerarquía de "hard power" pero probablemente eso sólo sea una conclusión válida para aquellos que estaban acostumbrados a ejercerlo de la forma que lo hacían hasta ahora. Por contraejemplo, es posible que China ahora tenga el poder de aplicar algunas sanciones económicas inimaginables unas décadas atrás.
No es que el poder económico pierde su importancia, es que la economías de los países que se valían de ese poder ha perdido fortaleza. No concentran suficiente poder económico.
Es probable que en las décadas por venir, las sanciones económicas efectivas requieran el acuerdo y coordinación de esfuerzos de un grupo más amplio de países. En la nueva economía de la multipolaridad, las únicas sanciones económicas efectivas serán aquellas con mayor grado de multilateralidad. O, tal parece, están condenadas al fracaso, como disparando tiros al aire.
Peor aún, tiros en el pie, ya que en varios casos el sancionador parece sufrir similares o mayores costos que el sancionado. Un sancionado con el cual no pueden cortar vínculos.
Indicadores de han devenido en economías menos relevantes de lo que calcularon inicialmente.
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VERSIÓN 2. Mi asistente prefiere esta perorata:
La decadencia del poder sancionador: ¿el fin del unilateralismo económico?
Introducción
Una de las novedades más significativas del actual conflicto internacional es la pérdida de efectividad de las sanciones económicas unilaterales. Se trata de una herramienta clásica del poder duro que, en los últimos años, parece estar perdiendo impacto y capacidad de influencia.
Un poco de teoría
En el ámbito de las relaciones internacionales, suele distinguirse entre
poder duro y
poder blando. El primero se expresa, principalmente, a través del poder militar y el poder económico. Dentro de este último, las sanciones económicas han sido, durante décadas, una herramienta clave.
Una sanción económica es el equivalente político a desplegar un portaaviones: una ofensiva no militar que busca imponer un costo económico significativo al adversario, forzando un cambio en su conducta o voluntad política. Pero, como toda expresión de poder, también implica costos. Aplicar sanciones económicas, al igual que lanzar bombas, es una inversión: en seguridad, en defensa de intereses propios o en la promoción de determinados valores.
Para que estas sanciones sean efectivas, es necesario que exista algún grado de
interdependencia económica entre las partes. Si dos economías no tienen vínculos comerciales o financieros relevantes, las sanciones pierden sentido. Cuanto mayor la interdependencia, mayor el potencial impacto… pero también
mayores los costos compartidos.
En este escenario, el
sancionador debe calcular cuidadosamente:
- Que el sancionado sufra un daño mayor que el que experimenta el propio sancionador.
- Que pueda reemplazar proveedores o relaciones económicas interrumpidas.
- Que el sancionado no cuente con las mismas facilidades.
Esta lógica se sostiene si existe un desequilibrio en la interdependencia, normalmente favorable al sancionador. Es una configuración típica entre economías diversificadas e industrializadas versus países primarizados o monoproductores.
Otra variable clave es la
multilateralidad. Las sanciones son más eficaces cuando varias potencias se alinean en una acción coordinada. A la inversa, si solo una economía pequeña sanciona unilateralmente y no tiene nada imprescindible para ofrecer, la medida se vuelve simbólica o irrelevante.
No obstante, algunas superpotencias económicas cuentan con tanto peso relativo que pueden aplicar sanciones unilaterales sin necesidad de consensos amplios. También existe la posibilidad de que un conjunto de países centrales actúe en conjunto, aunque sin involucrar al resto del mundo, lo cual sigue siendo unilateral en términos estratégicos.
En resumen, la efectividad de una sanción económica descansa en una red de supuestos: que el sancionado sea más dependiente, que no tenga alternativas viables, y que el sancionador posea la fortaleza necesaria para sostener el costo de la acción.
Una mirada al presente
Tras décadas de confianza en su eficacia, las sanciones económicas unilaterales parecen estar perdiendo potencia como recurso estratégico. Este cambio puede explicarse por una serie de factores interrelacionados:
- Capacidades económicas soberanas Rusia, el sancionado en este caso, posee una economía con cierto grado de autosuficiencia. No necesita ser completamente autónoma para resistir: basta con alcanzar un umbral de resiliencia que le permita sostener el funcionamiento interno con relativa normalidad.
Esta conclusión puede extenderse a otras experiencias recientes. Durante la pandemia de COVID-19, se vivió una suerte de “guerra económica global” en la que muchos países restringieron exportaciones y compitieron por recursos críticos. Incluso en ese contexto, naciones como Argentina lograron fabricar por sí mismas insumos vitales como respiradores, sin registrar hambrunas generalizadas.
Esto sugiere que numerosos países han alcanzado niveles de desarrollo suficientes como para afrontar ciertos tipos de sanciones con eficacia relativa.
- Proveedores alternativos confiables Al tratarse de sanciones unilaterales, existen múltiples economías que no las adoptan. En este caso, algunas de las principales potencias mundiales —como China e India, segunda y cuarta economía del mundo, respectivamente— continúan comerciando con Rusia, brindándole opciones comerciales viables.
- Fronteras permeables y evasión práctica Rusia comparte fronteras terrestres con numerosos países que no adhieren a las sanciones. Su tamaño geográfico le permite recibir bienes por vías difíciles de controlar. Aparecen intermediarios, triangulaciones comerciales, evasiones legales y mecanismos formales e informales para continuar las operaciones económicas. Incluso hay reportes de que los propios sancionadores acaban, directa o indirectamente, facilitando ese comercio.
- Errores de cálculo de los sancionadores Muchos de los países que lideran las sanciones siguen vinculados económicamente al sancionado. No han logrado reemplazar completamente las fuentes de insumos o energía. En algunos casos, no existen proveedores alternativos suficientes. Esto revela una falta de preparación estratégica o una sobreestimación de su propia resiliencia.
A modo de conclusión
Quizás lo más relevante sea reconocer que
la efectividad de las sanciones económicas depende, en última instancia, de la fortaleza del sancionador. Si este carece de capacidad soberana, si sobreestima su peso relativo o subestima la resiliencia del sancionado, las sanciones pueden fracasar… o incluso volverse contraproducentes.
Este fenómeno parece reflejar una realidad más profunda:
la economía global está cambiando. La concentración de riqueza en manos de unos pocos ha disminuido, y con ello, la capacidad de imponer condiciones unilaterales.
Cuando estalló el conflicto en Ucrania, la llamada “Comunidad Internacional” —encabezada por Estados Unidos y Europa Occidental— impuso la mayor batería de sanciones de la historia contra Rusia. Desde China, sin embargo, se replicó que “pareciera que el mundo estuviera formado solo por lo que está en amarillo”, aludiendo al tradicional mapa centrado en Occidente.
Esa metáfora cobra sentido hoy. Ese “mundo amarillo” ya no tiene el peso económico suficiente para doblegar a sus adversarios mediante sanciones unilaterales. Hemos entrado en una era de
multipolaridad económica, donde ninguna potencia, por sí sola, tiene el poder para imponer consecuencias significativas.
Esto no significa que el poder económico haya perdido su importancia, sino que
se ha descentralizado. Las economías que históricamente lo ejercieron han reducido su margen de acción. En este nuevo escenario, las sanciones solo serán efectivas si logran
una coordinación verdaderamente multilateral. De lo contrario, son apenas
disparos al aire… o al pie.
PD: que puedo decir, no estoy del todo de acuerdo con mi asistente. Para mí que me quiere serruchar el piso.