El gobierno de Canadá evalúa reducir de manera significativa su pedido por 88 cazas furtivos de quinta generación F-35A Lightning II fabricados por la empresa estadounidense Lockheed Martin, pero con un fuerte componente local de firmas canadienses, mientras analiza otras alternativas como la propuesta presentada por Saab basada en el en JAS 39 Gripen E/F.

La ministra de Industria, Mélanie Joly, señaló en una reciente entrevista que Ottawa podría optar por una flota más pequeña de F-35 y adquirir un segundo lote complementario de cazas Gripen E/F ensamblados en territorio canadiense. “Será el primer ministro quien decida. Pero mientras tanto, mi objetivo es obtener más beneficios del contrato con Lockheed Martin y continuar las conversaciones con Saab”, expresó Joly en una entrevista en francés con Radio-Canada.

El contrato vigente por los F-35A, valuado en unos 27.700 millones de dólares, se encuentra bajo revisión desde marzo, poco después de que el primer ministro Mark Carney asumiera el cargo, en medio de un contexto de tensiones comerciales entre Canadá y Estados Unidos. Según Joly, el gobierno estudia dos caminos posibles: negociar mayores beneficios económicos con Lockheed Martin a cambio de mantener la compra completa o adquirir un número reducido de aeronaves.

Melanie Joly, Ministra de Innovación, Ciencia e Industria de Canadá

Canadá tiene un compromiso contractual para la compra de al menos 16 cazas furtivos, mientras que el resto de las 72 unidades planeadas sigue bajo análisis. La ministra indicó que una flota mixta no representaría un problema para las Fuerzas Armadas, recordando que “todos los países del G7 tienen una flota mixta”.

Joly remarcó que el gobierno busca tres objetivos principales: fortalecer las capacidades militares del país, consolidar alianzas geopolíticas a través de nuevas asociaciones y generar empleo en el sector de defensa nacional. “En la mesa del gabinete, lo que me preocupa es asegurar que el dinero de los contribuyentes se use de manera responsable, para reducir nuestra dependencia de Estados Unidos y crear empleos en Canadá”, sostuvo.

Imagen obtenida de Saab

La revisión del contrato se desarrolla en un momento en que las tensiones con Washington persisten. Tal como lo mencionado anteriormente, ya en marzo, el entonces ministro de Defensa, Bill Blair, había confirmado que Canadá reconsideraba la compra de los F-35A debido a la política comercial del presidente estadounidense Donald Trump. “Canadá está estudiando activamente posibles alternativas al caza furtivo estadounidense F-35 y mantendrá conversaciones con fabricantes de aviones rivales”, declaró Blair a la cadena CBC.

El funcionario agregó que el primer ministro le había solicitado examinar opciones, “en particular donde pueda haber oportunidades de ensamblar esos cazas en Canadá”. Saab fue una de las compañías que había presentado una propuesta en el marco del programa Future Fighter Capability Project (FFCP), ofreciendo el ensamblaje local del Gripen E y transferencia de propiedad intelectual.

La oferta sueca planteaba realizar en Canadá todo el ciclo de mantenimiento del avión y desarrollar una base industrial para su soporte logístico. La empresa Saab sostiene que su modelo puede ser actualizado con rapidez. “En Saab dejamos de hablar de generaciones hace años, porque la tecnología del Gripen E puede mejorarse casi a diario”, afirmó la vocera de Saab Canadá, Sierra Fullerton.

Por su parte, altos mandos de las Fuerzas Armadas han expresado su preferencia por el F-35A. Durante una comparecencia parlamentaria, la viceministra de Defensa Stefanie Beck destacó “la importancia de contar con un avión de quinta generación, porque eso es lo que tienen nuestros adversarios”. La comandante de la Real Fuerza Aérea Canadiense, teniente general Jamie Speiser-Blanchet, subrayó la urgencia de modernizar la flota actual: “China y Rusia tienen cazas y misiles de quinta generación que representan una amenaza para los aliados occidentales”.

Pese a estas posturas, la compra enfrenta críticas y dudas presupuestarias. De acuerdo con informes de control interno, el costo total del programa habría aumentado hasta un 45% respecto de las previsiones iniciales, además de las dificultades para formar nuevos pilotos.

Expertos como David Perry, presidente del Canadian Global Affairs Institute, y Philippe Lagassé, académico de la Norman Paterson School of International Affairs, advierten sobre las limitaciones del gobierno canadiense para obtener concesiones de Lockheed Martin. Perry señaló que el fabricante “no tendría problemas para encontrar nuevos clientes” si Canadá reduce su pedido, mientras que Lagassé consideró improbable reabrir un contrato ya firmado, aunque reconoció que “no es imposible”.

Cabe mencionar que ante esta situación, en el mes de agosto, el acuerdo entre Canadá y la estadounidense Lockheed Martin parecía recobrar un nuevo impulso, dejando atrás las tensiones del primer semestre del año. Sin embargo, ante la falta de beneficios económicos e industriales por parte de la empresa de aviación militar, Otawa sigue buscando opciones.

Por el momento, las Fuerzas Armadas canadienses continúan los preparativos para la llegada de los F-35. “Seguimos con el contrato y los acuerdos establecidos hasta recibir nuevas instrucciones. Estamos avanzando a toda máquina para garantizar la infraestructura, los pilotos y la capacitación necesarios”, afirmó la viceministra Beck ante el comité de cuentas públicas.

*Imágenes a modo ilustrativo.

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