En un contexto estratégico cada vez más exigente y digitalizado, el Ejército de Chile lleva adelante el ejercicio COMMEX “Camanchaca”, una operación silenciosa, técnica y determinante que se desarrolla en el norte del país. Pero más allá del despliegue de medios, lo que está verdaderamente en juego es la validación de una de sus piezas más críticas: el sistema de mando y control táctico STOMT‑Baquedano.
Con epicentros en las guarniciones de Putre, Arica, Iquique, Antofagasta y Peldehue, en la Región Metropolitana, y bajo la conducción de la División de Telecomunicaciones (DIVTEL) junto al Centro de Telecomunicaciones de Campaña Norte (CETECNOR), este COMMEX –sigla para Communications Exercise– no busca simular combate, sino algo más profundo: someter a evaluación operativa un sistema que permite al alto mando tomar decisiones informadas, precisas y sincronizadas en tiempo real. Un verdadero “cerebro digital” del campo de batalla.

El despliegue incluye puestos de mando (PM) de la VI División de Ejército (VIDE), la I División de Ejército (IDE) y la Brigada de Operaciones Especiales “Lautaro” (BOE), unidad dependiente del Comando de Operaciones Especiales (COPE). Esta configuración permite un muestreo representativo del entorno operativo en el que STOMT‑Baquedano debe demostrar su capacidad de integración táctica bajo múltiples escenarios simultáneos.
“El objetivo no es solo técnico, sino también humano”, explica el Coronel Javier Riquelme., quien lidera la dirección general del ejercicio. “Queremos medir el nivel de entrenamiento del personal desplegado, detectar brechas en mantenimiento, capacidades técnicas y el estado de preparación operativa general”. Su diagnóstico no es una mera evaluación rutinaria; es un paso decisivo para entender hasta qué punto el Ejército está en condiciones de operar con cohesión táctica, interoperabilidad tecnológica y reacción en tiempo real.
La lupa de la JETEC: rendimiento y resiliencia
La Jefatura de Telecomunicaciones de Campaña (JETEC) no solo actúa como ente supervisor, sino como observador directo del rendimiento técnico de cada puesto de mando. El seguimiento en terreno no se limita a los flujos de comunicación; implica validar la resistencia de los enlaces de datos, la eficiencia en el manejo de redes seguras, y la capacidad de recuperación del sistema ante interferencias o fallas.
Este análisis se centra en STOMT‑Baquedano, un sistema que –a diferencia de soluciones cerradas o estáticas– se basa en la plataforma Torch, destacando por su arquitectura abierta, configuración modular y escalabilidad. ¿Qué significa eso en terreno? Que puede integrarse con otros sistemas, adaptarse a nuevas misiones y evolucionar según las condiciones del entorno operativo. Un enfoque que responde al desafío de modernizar sin perder la capacidad de adaptación.

Una de las novedades de este COMMEX es la introducción de una herramienta de análisis desarrollada por la Célula de Evaluación, dirigida por el Mayor Diego Muñoz D. La innovación permite integrar de forma dinámica los datos recogidos durante el ejercicio, facilitando una interpretación táctica y técnica más ágil.
“Esta herramienta nos permite procesar datos en tiempo real, extraer conclusiones más precisas y orientar mejoras con una base medible”, explica el Mayor Muñoz. La plataforma concentra información de sistemas de radio, despliegue de redes de datos y estado de operatividad de los medios tácticos. Se trata, en esencia, de una interfaz que transforma datos dispersos en decisiones operativas concretas.
Más allá de su rol en “Camanchaca”, esta herramienta podría convertirse en un estándar para ejercicios similares, acelerando los ciclos de aprendizaje institucional y reduciendo tiempos de respuesta ante brechas detectadas.
Entre lo técnico y lo estratégico: una visión de futuro
COMMEX “Camanchaca” es más que un ejercicio de telecomunicaciones. Es un eslabón clave en el proceso de consolidación de una doctrina de comunicaciones militares moderna, resiliente y flexible. En un mundo donde el espectro electromagnético se convierte en campo de batalla, y donde la ventaja táctica depende tanto del fuego como de la información, la existencia de un sistema como STOMT‑Baquedano no es un lujo: es una necesidad estratégica.

Por eso, detrás del sigilo del nombre “Camanchaca” –esa niebla costera del norte chileno que todo lo cubre sin ser vista–, se despliega una operación que no busca la espectacularidad de las maniobras, sino la solidez de los cimientos que permitirán al Ejército operar con efectividad en el siglo XXI.
El resultado final no se medirá en imágenes ni en movimientos de tropas. Se medirá en latencia, redundancia, resiliencia y sincronización. En la capacidad de que un comando pueda emitir una orden, y que esta se ejecute de forma precisa, segura y en tiempo real. Porque en el combate moderno, el que controla la información, controla el campo de batalla.
*Fotografías: Ejército de Chile.
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