Un contingente compuesto por seis aviones de guerra electrónica EA-18G Growler de la Armada de los Estados Unidos (US Navy) se encuentra desplegado desde hace varios días en la antigua Base Naval Roosevelt Roads, en Puerto Rico, como parte de la Operación Southern Spear. El despliegue representa una nueva ampliación relevante de la presencia militar estadounidense en el Caribe y se suma a otras capacidades aéreas y navales que Washington viene concentrado en la región desde las últimas semanas.
Los EA-18G Growler están especializados para realizar misiones de guerra electrónica y cuenta con la capacidad de supresión de defensas aéreas enemigas. Su llegada a Puerto Rico los posiciona como un activo de apoyo clave para operaciones aéreas que están actualmente en curso, incluidas aquellas que podrían requerir penetrar o neutralizar sistemas de defensa antiaérea, a fin de proteger plataformas de ataque a distancia y asegurar el éxito en ataque contra objetivos a través del empleo municiones guiadas lanzadas desde fuera del alcance de defensas.
Capacidades de guerra electrónica
Además de escoltar aeronaves de combate o apoyar ataques de precisión, los EA-18G “Growler” pueden brindar cobertura electrónica en misiones de inserción y extracción de fuerzas de operaciones especiales, búsqueda y rescate en combate, y otras operaciones aéreas complejas. En escenarios como el venezolano, estas capacidades adquieren relevancia debido a la existencia de una red de defensa aérea que presenta distintos niveles de amenaza, un factor que los planificadores militares estadounidenses deben considerar ante cualquier operación futura.
El despliegue comenzó a tomar forma a principios de la semana del 8 de diciembre, cuando datos de seguimiento de vuelos y fuentes abiertas indicaron que aviones de reabastecimiento de la Fuerza Aérea de EE.UU. estaban escoltando a un grupo de Growlers desde la Base Aero-Naval Whidbey Island, en el estado de Washington, hacia el Caribe. Posteriormente, videos difundidos en redes sociales mostraron a estas aeronaves aterrizando en Roosevelt Roads, también conocido como aeropuerto José Aponte de la Torre. Una imagen confirmó visualmente que se trata de aviones EA-18G, pertencienciente al Escuadrón de Ataque Electrónico VAQ-132.
Sistemas NGJ-MB
Algunas de las aeronaves desplegadas portan bajo sus alas los nuevos pods de guerra electrónica AN/ALQ-249(V)1 Next Generation Jammer – Mid Band (NGJ-MB), mientras que otras continúan equipadas con los sistemas más antiguos AN/ALQ-99. Esta combinación es habitual durante el proceso de transición entre ambos sistemas.
Según un informe de la Oficina del Director de Pruebas y Evaluación del Pentágono (DOT&E), el NGJ-MB ofrece “mayor capacidad de interferencia a mayor potencia y alcance que el sistema AN/ALQ-99 Tactical Jammer, así como la posibilidad de actualizar rápidamente hardware y software para contrarrestar amenazas en rápida evolución”. En un reporte previo, el mismo organismo explicó que el nuevo pod “está diseñado para mejorar las capacidades del EA-18G frente a amenazas modernas y avanzadas de radiofrecuencia, comunicaciones, enlaces de datos y objetivos RF no tradicionales”.
Las capacidades de guerra electrónica del Growler también permite la recolección de inteligencia electrónica, información que se utiliza para elaborar órdenes de batalla electrónicas y mapear redes de defensa aérea y nodos de comunicaciones, elementos clave en la planificación de operaciones aéreas futuras.
Integración con otras fuerzas en el Caribe
Los EA-18G pueden, además, emplear misiles antirradiación de la familia AGM-88 para atacar directamente radares y sistemas de defensa aérea, y portar misiles AIM-120 AMRAAM para autodefensa. Estas capacidades no están directamente alineadas con las misiones de interdicción de narcóticos que dieron origen a la Operación Southern Spear, centradas hasta ahora en operaciones contra embarcaciones sospechadas de tráfico de drogas, lo que refuerza la percepción de una ampliación del alcance operativo de la misión.
Este nuevo despliegue se suma a la presencia previa de EA-18G del Escuadrón VAQ-142, embarcados desde noviembre en el portaaviones USS Gerald R. Ford. Considerando que un escuadrón típico de Growler cuenta con entre cinco y siete aeronaves, la cantidad de aviones de este tipo en la región prácticamente se ha duplicado. A esto se añade la operación regular de cazas F-35B del Cuerpo de Marines desde Puerto Rico, los F/A-18 Super Hornet, que han realizados entre el 8 y 9 de diciembre sobrevuelos sobre el Golfo de Veneuzuela, y la presencia de aproximadamente 15.000 efectivos militares estadounidenses desplegados en distintos puntos del Caribe, incluidos componentes de operaciones especiales.
Refuerzo aéreo con F-35A de la USAF
En paralelo, EE.UU confirmó el próximo despliegue de cazas furtivos F-35A de la Guardia Nacional Aérea de Vermont. Un funcionario estadounidense indicó que aeronaves del 158va Ala de Caza serán enviadas al Caribe, aunque no se precisaron fechas ni ubicaciones definitivas. Medios locales informaron que la unidad ya recibió la orden de movilización federal.
Lt. Col. Meghan Smith confirmó el miércoles 10 de diembre que la 158va Ala de Caza “ha recibido una orden de movilización federal”. La oficial agregó: “Mientras no podemos discutir cronogramas o ubicaciones específicas, nuestros aviadores se entrenan de manera continua para asegurarse de estar preparados para apoyar misiones federales y estatales cuando y donde se los necesite”.
El gobernador de Vermont, Phil Scott, afirmó no contar con información detallada sobre la misión: “El Pentágono emitió las órdenes de movilización bajo el Título 10. No hay mucho que pueda compartir porque no sé mucho sobre la misión”.
La eventual llegada de los F-35A, los primeros cazas tácticos de la Fuerza Aérea de EE.UU. desplegados en el Caribe, ampliaría la capacidad de ataque y el alcance operativo de las fuerzas estadounidenses, complementando a los F-35B ya presentes en Puerto Rico.
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