Tras más de un año inmovilizado por mantenimiento, el portaaviones HMS Queen Elizabeth de la Armada Británica volvió a zarpar desde Portsmouth como parte de su primera gran modernización desde que fue incorporado a la flota británica. La partida marca el inicio de una nueva fase de pruebas en el mar y reacondicionamiento técnico que incluye una estadía prevista de siete meses en dique seco en el astillero Babcock, en Rosyth (Escocia).

El HMS Queen Elizabeth, buque insignia de la marina británica y pieza clave del poder naval del Reino Unido, se encuentra transitando un período de “upkeep”, una revisión general planificada tras seis años de exigente actividad operativa. Desde su entrada en servicio en 2017, el portaaviones ha liderado misiones globales como el despliegue al Indo-Pacífico en 2021 y ejercicios de la OTAN en aguas europeas.
La fase inicial del mantenimiento, desarrollada en Portsmouth, se enfocó en significativas tareas de ingeniería, entre las que destaca la renovación del sistema de propulsión y la instalación de nuevos controles de navegación. Durante este tiempo, la dotación del buque —alrededor de 500 marinos— participó también en un riguroso entrenamiento para asegurar que el portaaviones esté plenamente operativo de cara a su próxima etapa.
“Logramos una enorme cantidad de trabajo durante 2025. La mejora del sistema de propulsión es el elemento más destacado, junto a muchos otros proyectos técnicos realizados en cooperación con la industria”, explicó la capitana Claire Thompson, comandante del HMS Queen Elizabeth. La oficial también remarcó que, pese a las pruebas actuales y el próximo paso al dique seco, su principal objetivo es generar un equipo altamente capacitado para futuras misiones en primera línea.

Las pruebas en el mar incluirán evaluaciones de emergencia y control de daños a cargo de equipos de entrenamiento de estándares operacionales de la Flota (FOST, por sus siglas en inglés), abarcando incendios simulados, inundaciones y tareas críticas de seguridad.
Una vez en Rosyth, además del mantenimiento regular requerido por las normas regulatorias de Lloyd’s —que obligan a una inspección en seco cada seis años—, el portaaviones será equipado con el nuevo sistema de ayuda al aterrizaje Bedford Array. Esta tecnología avanzada mejorará significativamente la precisión y seguridad en las maniobras de aterrizaje vertical de los F-35B Lightning II, especialmente cuando lo hagan con cargas pesadas gracias a la maniobra SRVL (Shipborne Rolling Vertical Landing), exclusiva de los cazas STOVL.
Cabe recordar que en febrero de 2024, el HMS Queen Elizabeth debió retirarse a último momento del ejercicio OTAN Steadfast Defender debido a la corrosión detectada en uno de sus ejes de hélice. La gravedad del problema obligó a trasladar el buque a Rosyth con un solo eje operativo, y posteriormente se decidió reemplazar completamente ambos ejes para evitar futuras fallas, en una acción similar a la ya ejecutada en su gemelo, el HMS Prince of Wales.

Este episodio, que generó titulares críticos en la prensa británica, ha sido resuelto satisfactoriamente. La Armada Británica y las empresas contratistas han implementado una estrategia de mantenimiento más ágil y continua, basada en prácticas de la industria civil, que apunta a reducir los tiempos de inactividad en dique seco. No obstante, la falta de un dique apropiado en Portsmouth obliga a los portaaviones a desplazarse hasta Escocia para estas revisiones, una limitación logística que se espera resolver a largo plazo.
El HMS Queen Elizabeth permanecerá en Rosyth hasta principios de 2026, alistándose para retomar su rol activo como punta de lanza del poder naval británico en los océanos del mundo.
*Imágenes obtenidas de la Armada Británica (Royal Navy).
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