Como parte de su solicitud de presupuesto para el año fiscal 2026, el Cuerpo de Marines de Estados Unidos (USMC) ha deslizado que abandona su programa de lanzadores terrestres 4×4 manejados a distancia para el despliegue de misiles de crucero Tomahawk, considerando que no sería un sistema capaz de ser empleado eficientemente en entornos austeros en los que mayormente habrían sido desplegados. La decisión en cuestión tiene un doble impacto a considerar, en tanto parece inclinar definitivamente la balanza a favor de los nuevos sistemas NMESIS que han sido probados en meses recientes desde territorio filipino, a la vez que minaría las capacidades de éxito en el proceso de selección dentro del Ejército de EE.UU.

Cabe recordar en este punto, que el Cuerpo de Marines estadounidense llevaba desde el año 2020 buscando opciones para contar con capacidades para desplegar misiles Tomahawk desde lanzadores terrestres, logrando activar tres años mas tarde a la que sería su primera batería equipada con estos; tratándose en particular del 11° Regimiento de Marines asentado en Camp Pendleton, California. Se trataba de una decisión novedosa no sólo para dicha institución, sino para las Fuerzas Armadas de EE.UU. en su conjunto, dado que no se contaba con este tipo de capacidades desde 1991 tras el retiro de los BGM-109G Gryphon de la Fuerza Aérea.
Sin embargo, dichos planes serían cortados de cuajo en la antes mencionada solicitud, en donde se expresaba textualmente: “El Cuerpo de Marines ha concluido que el sistema LRF no podía emplearse en entornos litorales, austeros y de expedición, y ha tomado la decisión de finalizar el programa.” Si bien no se brindaron mayores precisiones al respecto de la decisión tomada, cabe destacar que el vehículo empleado por el sistema, los nuevos ROGUE-Fires, aún tendrán utilidad como parte del sistema NMESIS capaz de disparar hasta dos de los misiles NSM; de menor tamaño que los Tomahawk.

Entre los potenciales motivos presentados por analistas estadounidenses para que el USMC abandonara el programa, podemos mencionar que una batería de lanzadores requeriría inversiones en vehículos de reabastecimiento equipados con grúas de remolque para poder transportar los misiles y otros desafíos logísticos que hacen a su poca adecuación a los entornos hostiles. Ya en el pasado la cuestión había sido señalada por miembros de la fuerza, como ha sido el caso del coronel Bradley Sams, quién detallaba las diferencias en relación a la Armada de EE.UU. respecto del uso de los Tomahawk. “Ellos (NdE: la Armada) lo llevan directamente del fabricante de equipos originales (OEM) al muelle, lo instalan en el buque y listo“, afirmaba.
Finalmente, resulta importante mencionar que de cara al futuro, el Cuerpo de Marines carece de otras alternativas de potencial similar al que le brindarían el uso de Tomahawk para tareas de interdicción naval. En términos concretos, esto puede apreciarse con claridad a la hora de comparar el alcance de estos con los antes mencionados NSM, siendo el primero capaz de atacar objetivos situados hasta 1600 kilómetros de distancia, mientras que los segundos logran una fracción de ello con 203 kilómetros de alcance en su versión base. Otra de las posibles armas que podrían llegar a sumarse al arsenal del USMC serían los sistemas PrSM desarrollados por el Ejército de EE.UU. para emplearse desde sus M142 HIMARS, que en su versión disponible a fechas actuales logra alcanzar distancias en torno a los 500 kilómetros; aún lejos del plan original apoyado en los misiles Tomahawk.
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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