En un giro preocupante para la industria aeronáutica británica, la empresa BAE Systems ha comenzado a desmantelar su línea de ensamblaje final de aviones de combate Eurofighter Typhoon en la planta de Warton, Lancashire. La medida responde a la falta de nuevos pedidos tanto por parte de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) como de clientes internacionales, lo que ha obligado a trasladar a cientos de trabajadores hacia otras fábricas o bases de la RAF.

La noticia ha generado una fuerte reacción del sindicato Unite, la organización sindical más representativa del sector de defensa y aeroespacial en el Reino Unido, que ha acusado al gobierno británico de abandonar su compromiso con la industria nacional de defensa. “Estamos asistiendo a un acto de autolesión nacional”, sentenció Sharon Graham, secretaria general del sindicato, quien añadió: “El gobierno prometió convertir el gasto en defensa en crecimiento, empleos y habilidades británicas, pero deja morir una línea crítica sin asegurar el futuro de su propia flota aérea”.
Durante años, Unite ha presionado para que el Ministerio de Defensa (MoD) adquiera una cuarta tanda de cazas Typhoon, conocidos en su versión más moderna como Tranche 5, con el objetivo de reemplazar la flota envejecida de la RAF. El programa Typhoon sostenía anteriormente más de 21.000 empleos altamente calificados y generaba alrededor de 1.600 millones de libras anuales para la economía británica. Hoy, sin pedidos firmes ni nacionales ni de exportación, esos puestos están en riesgo.

A esto se suma la reciente decisión del primer ministro Keir Starmer de avanzar en la compra de 12 cazas furtivos F-35A —principalmente fabricados en Estados Unidos— que, según explicó, restaurarán la capacidad de ataque nuclear de la RAF por primera vez desde la década de 1990. La decisión fue interpretada como una estrategia para demostrar el compromiso europeo con la defensa colectiva, en medio de presiones del expresidente estadounidense Donald Trump para que los aliados de la OTAN no dependan exclusivamente de Washington.
Desde Unite advierten que esta inclinación hacia la tecnología estadounidense podría resultar en la pérdida definitiva de habilidades industriales estratégicas si no se realiza pronto una nueva orden doméstica de Typhoons. “En vez de preparar a nuestros trabajadores para el futuro y mantener la capacidad de construir nuestros propios cazas, el gobierno parece conforme con dejar que esas habilidades se desvanezcan”, advirtió Graham.
Adicionalmente, en enero del presente año, cuando la nueva compra de cazas F-35A era tan solo una posibilidad, el sindicato británico había alertado que dicha compra implicaría el mantenimiento de unos 2.000 puestos de trabajo por un plazo de dos a tres meses. Por su parte, se afirma que la contrapropuesta sindical por 24 nuevos cazas Eurofighter se traduciría en el sostenimiento de 26.000 empleos en BAE Systems, Rolls Royce, Leonardo y el resto de la cadena de suministro asociada; esto por un plazo de dos años.

BAE Systems, por su parte, aseguró que aún mantiene una carga de trabajo significativa en su planta de Samlesbury —donde se producen componentes como el fuselaje delantero y la sección de cola del Typhoon— gracias a contratos activos con España (45 unidades), Alemania (38) e Italia (hasta 24). Sin embargo, la empresa reconoció que la falta de ensamblaje final en Warton podría debilitar la cadena de producción nacional si no se aseguran nuevas exportaciones o pedidos del gobierno británico.
El desarrollo del GCAP (Global Combat Air Programme), el futuro caza de sexta generación que el Reino Unido desarrolla junto a Italia y Japón, también se ve comprometido. La transferencia de trabajadores desde Warton a otros sitios implica el riesgo de perder talentos especializados que podrían no aceptar reubicarse.
Rhys McCarthy, responsable nacional de Unite para el sector aeroespacial, fue categórico: “El gobierno sugiere que los pedidos de exportación llenarán el vacío hasta que llegue el GCAP, pero no ha llegado ninguno. Es difícil convencer al mundo de que compre un avión que ni siquiera tu propio país está dispuesto a adquirir”.

Bajo este mismo contexto, hay que tener e cuenta que para la venta y exportación del Eurofighter Typhoon en cualquiera de sus versiones, no solo se debe tener la voluntad política desde el gobierno británico, sino también de los otros tres socios: España, Italia y Alemania. Es decir, que los cuatro tienen que estar de acuerdo para concretar un acuerdo con otro actor estatal en el plano internacional. Un claro ejemplo es Turquía, ya que mientras que el Reino Unido buscaba concretar la venta de un lote de 40 unidades de esta aeronave, Alemania no daba su visto (hecho que cambió a fines del año pasado). Este hecho representa también en una traba para fluidez en concertación de contratos.
*Imágenes a modo ilustrativo.
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