Tras sufrir uno de los ataques aéreos más importantes en términos de escala desde el inicio de la guerra, mismo que dejó a una docena de civiles heridos en Kiev como saldo, autoridades ucranianas afirmaron que las Fuerzas Armadas Rusas habría mejorado a sus misiles balísticos Iskander para hacer frente a los sistemas antiaéreos Patriot donados por sus aliados occidentales. La novedad fue confirmada por el portavoz de la Fuerza Aérea de Ucrania, Yuriy Inhat, quién destacó sin embargo que dos tercios de los misiles lanzados por Moscú fueron interceptados por la red de defensa aérea del país.

Ampliando en detalles, Inhat manifestó que fueron empleados dos tipos de misiles en el ataque, a saber, los mencionados Iskander y los misiles KN-23 de origen norcoreano; además de un amplio número de drones que habría superado todos los antecedentes previos. Particularmente, se habrían detectado un total de 9 misiles lanzados hacia Kiev, siendo seis de ellos derribados por la defensa aérea ucraniana. Dicho porcentaje de intercepción es “una cifra elevada” al entender del portavoz de la Fuerza Aérea de Ucrania, aunque el hecho de que Rusia modifique sus misiles balísticos es un tema de preocupación importante de cara al futuro, especialmente teniendo en cuenta el alto grado de exigencia al cuál se encuentran sometidos los sistemas Patriot y similares actualmente en servicio.

Recogiendo algunas de las declaraciones realizadas por el portavoz Inhat: “Dos tercios es una cifra elevada. Pero sabemos que Rusia está mejorando sus armas balísticas. Complica (NdE: la interceptación de los misiles), pero no la imposibilita. Creo que nuestros socios ya están trabajando para mejorar las capacidades del sistema.”

Respecto de cuáles serían las modificaciones implementadas sobre los misiles Iskander, los reportes ucranianos apuntan hacia la incorporación de un nuevo sistema de señuelos para engañar a los radares de las baterías terrestres, además del uso de trayectorias semi-balísticas para dificultar su interceptación. Esto último implica, según se ha descrito, que el misil ruso no sigue una ruta fija predecible para el sistema de defensa aérea encargado de derribarlo, sino que realiza diferentes maniobras en el aire que dificultan los cálculos de intercepción realizados por el software integrado en los lanzadores.

Pasando revista de las características antes conocidas del misil Iskander-M, podemos afirmar que se trata de un armamento capaz de alcanzar objetivos situados a distancias máximas de entre 400 y 500 kilómetros, siendo capaz de portar ojivas de hasta 700 kilogramos; tanto del tipo convencional como nuclear. Cada ejemplar emplea un vehículo de reentrada maniobrable (MaRV), lo que sumado a las mejoras antes mencionadas, busca dificultar la tarea de derribarlos. Además, disponen de sistemas de guiado inercial y óptico, lo cuál le brinda una precisión de 10 a 30 metros de error circular probable.

De más esta decir, que se trata de un armamento ya empleado anteriormente por las Fuerzas Armadas Rusas en su invasión a Ucrania, especialmente tratándose de un armamento que permite atacar objetivos estratégicos a largo alcance. Ejemplo ilustrativo de ello puede hallarse a mediados del pasado 2024, ocasión en la que se lanzaron misiles Iskander contra la base Myrhorod de la Fuerza Aérea ucraniana en el óblast de Poltava, teniendo como resultado la destrucción de dos cazas Su-27 pertenecientes a la institución a través del empleo de municiones de racimo.

*Imágenes empleadas a modo ilustrativo

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