La reciente escalada militar entre India y Pakistán, detonada tras el ataque terrorista del 22 de abril en Pahalgam y la posterior operación de represalia de las Fuerzas Armadas indias denominada “Sindoor”, ha reactivado las alarmas sobre la estabilidad estratégica del sur de Asia. En los días siguientes, se registraron intercambios de fuego a lo largo de la Línea de Control (LoC), el derribo de aeronaves y ataques de precisión con misiles sobre infraestructura en territorios disputados. Este escenario de tensión vuelve a poner en primer plano el riesgo latente de una escalada no intencional entre dos potencias nucleares históricamente enfrentadas.

Lejos de ser un fenómeno nuevo, el equilibrio disuasivo indo-pakistaní ha estado marcado por múltiples crisis —como Kargil (1999), el atentado de Bombay (2008) y el episodio de Balakot (2019)— donde la sombra del arma nuclear operó como límite implícito a los enfrentamientos convencionales. Sin embargo, el aumento de capacidades, la evolución doctrinaria y los recientes incidentes operativos, como el lanzamiento accidental de un misil BrahMos en 2022, exponen la fragilidad de los mecanismos de control y la creciente dificultad para contener una escalada en tiempo real.

El estatus de las fuerzas nucleares de India y Pakistán

India mantiene una política de disuasión mínima creíble mientras continúa expandiendo y sofisticando su arsenal nuclear. Según estimaciones de la Federation of American Scientists (FAS), el país habría producido suficiente plutonio para entre 130 y 210 ojivas, aunque se estima que mantiene unas 172 armas nucleares operativas. A esta cifra se suman al menos ocho sistemas de entrega nuclear activos y cinco adicionales en fase avanzada de desarrollo, lo que anticipa un crecimiento sostenido del stock en los próximos años. Su arsenal combina armas de fisión pura, diseños de fisión mejorada y posiblemente configuraciones experimentales de múltiples cabezas (MIRVs), aunque con incertidumbre sobre su grado de operatividad. En marzo de 2024, India realizó su primer test oficial del misil balístico Agni-V equipado con MIRVs bajo la misión Divyastra, marcando un punto de inflexión técnico y doctrinal.

Desde el punto de vista del material fisible, India produce tanto plutonio apto para armas como uranio altamente enriquecido (HEU), aunque este último estaría destinado mayoritariamente a la propulsión naval. La entrada en operaciones del reactor reproductor rápido de Kalpakkam en 2024 podría multiplicar su capacidad de producción de plutonio si es explotado a régimen completo, consolidando una base material para futuras expansiones del arsenal. La falta de transparencia oficial dificulta establecer cifras exactas, pero diversos análisis satelitales y documentos del DRDO confirman una estrategia de crecimiento cualitativo, con foco en mayor precisión, supervivencia y capacidad de segundo golpe.

Pakistán, a fines de 2023, la FAS estimaba que Islamabad contaba con aproximadamente 170 ojivas nucleares, con potencial de crecimiento hasta las 200 en la segunda mitad de la década. El país dispone de al menos nueve tipos diferentes de vectores y un robusto programa de producción de plutonio y uranio altamente enriquecido. La existencia de cuatro reactores en el complejo de Khushab y la expansión de instalaciones de reprocesamiento en Chashma y Nilore sostienen un ritmo de producción de material fisible capaz de generar entre 14 y 27 nuevas ojivas por año, aunque el aumento neto del arsenal rondaría las 5 a 10 ojivas anuales.

A diferencia de India, Pakistán ha incorporado activamente armas nucleares tácticas como el misil Nasr (Hatf-9), diseñado para ser usado en el campo de batalla. Esta diversificación vertical —estratégica, operativa y táctica— ha elevado las preocupaciones internacionales sobre los riesgos de escalada y el control efectivo del arsenal.

India avanza sostenidamente hacia la consolidación de una triada nuclear funcional, aunque todavía en desarrollo parcial. Actualmente, opera dos plataformas aéreas, cinco sistemas balísticos terrestres y un sistema de lanzamiento desde submarinos, con misiles de distintas longitudes de alcance y tecnologías emergentes como canisterización, MIRVs y navegación terminal precisa. En la Fuerza Aérea, los Mirage 2000H Vajra y Jaguar IS/IB Shamsher, mantienen roles nucleares secundarios. Su reemplazo gradual por los Rafale, con mejoras específicas para este propósito, apunta a reforzar este vector.

En el componente terrestre, India despliega una familia de misiles balísticos que incluyen el Prithvi-II (350 km) y el Agni-V (hasta 6.000 km). El Agni-P, recientemente probado, incorpora nuevas tecnologías y reemplazará eventualmente a modelos anteriores. El Agni-V, probado con MIRVs en 2024, reduce el tiempo de respuesta y aumenta la capacidad de destrucción con múltiples ojivas. Se especula con el desarrollo del Agni-VI, con un alcance intercontinental superior a los 8.000 km. Paralelamente, se avanza en la transición del Prithvi-II a sistemas convencionales como el Pralay para reducir ambigüedades entre capacidades nucleares y convencionales.

En el plano marítimo, el INS Arihant y el recientemente comisionado INS Arighat conforman el segmento de capacidades de lanzamiento submarino. Estos submarino de misiles balísticos de propulsión nuclear (SSBN) pueden portar hasta 12 misiles K-15 o 4 misiles K-4, con alcances de 700 km y 3.500 km, respectivamente. Se proyectan futuras clases (S4 y S5) con mayor capacidad de carga y se desarrolla el misil K-5 (estimado en 5.000 km). La base de submarinos INS Varsha y las instalaciones subterráneas en Rambilli consolidan la infraestructura desde el mar.

Pakistán, por su parte, no ha intentado construir una triada nuclear tradicional, pero sí ha diversificado su portafolio de vectores con un enfoque centrado en plataformas terrestres móviles de corto y mediano alcance, complementadas por misiles crucero lanzados desde el aire y desde el mar. En el componente aéreo, el Mirage V es el principal vector nuclear, capaz de portar bombas gravitatorias, actualmente en proceso de integración con el caza JF-17. Las bases de Masroor y Rafiqui albergan estas plataformas, con infraestructura para almacenamiento y dispersión rápida.

Entre los vectores terrestres, destacan el Nasr (Hatf-9), un SRBM táctico de 70 km, los misiles Shaheen (de 650 a 2.750 km) y el Ghauri (1.300 km), este último en declive operativo. El Ababeel, aun en desarrollo, se concibe con capacidad MIRV y como respuesta a los sistemas de defensa antimisiles indios.

En el ámbito naval, el misil crucero Babur-3, aun en fase de prueba, representa la apuesta de Pakistán para desarrollar una capacidad de segundo golpe submarina, prevista para ser integrada en los nuevos submarinos de ataque clase Hangor, construidos con apoyo de China. Complementan esta fuerza los misiles Babur-1A/1B/2 de uso terrestre, con capacidades duales y despliegue móvil en bases como Akro y Pano Aqil.

La importancia de la doctrina nuclear

En materia doctrinaria, India sostiene formalmente una política de “No First Use” acompañada de una estrategia de represalia masiva. No obstante, en la última década han surgido ambigüedades discursivas desde altos mandos civiles y militares. Las excepciones incorporadas en 2003 —ante ataques químicos o biológicos— y las declaraciones de funcionarios como Manohar Parrikar y Rajnath Singh ponen en cuestión su vigencia futura.

Se le ha recriminado una actualización doctrinal, con una estrategia más contenida hacia China y una postura más ofensiva frente a Pakistán. La estructura de comando se mantiene centralizada bajo el Nuclear Command Authority y el Strategic Forces Command, aunque la tendencia al pre-mating de misiles sugiere una posible evolución hacia mayores niveles de preparación.

Pakistán, en cambio, no adhiere a un compromiso de No First Use. Su doctrina de “disuasión de espectro completo“, contempla respuestas a todo tipo de amenaza, desde incursiones convencionales limitadas hasta ataques estratégicos. Esta postura se materializa en la integración de armas tácticas, pensadas para contrarrestar una eventual doctrina india.

El almacenamiento descentralizado, el despliegue móvil y la delegación táctica en campo elevan los riesgos de errores de cálculo y escaladas no deseadas. La Strategic Plans Division, órgano rector del ciclo nuclear paquistaní, centraliza el desarrollo, despliegue y doctrina, en una arquitectura institucional menos segmentada entre lo civil y lo militar que en India.

El actual enfrentamiento entre India y Pakistán reaviva la inestabilidad de un equilibrio nuclear basado más en la disuasión por incertidumbre que en reglas claras y transparencia recíproca. Ambos países han profundizado sus arsenales y vectores, pero con lógicas divergentes: India reafirma su doctrina disuasiva mientras moderniza sus capacidades, y Pakistán apuesta por la ambigüedad táctica como elemento central de su estrategia.

En este escenario, el mayor peligro no es necesariamente el uso deliberado del arma nuclear, sino la imposibilidad de frenar una escalada provocada por decisiones precipitadas, percepciones erróneas o accidentes operativos.

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