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Semblanza del tte gral Carlos M. von der Becke
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<blockquote data-quote="Brunner" data-source="post: 201524" data-attributes="member: 70"><p>En enero de 1946, es nombrado presidente de la comisión coordinadora de los comandos electorales que fiscalizaría cercana elección presidencial. Dicha comisión incluía a jefes de Estado Mayor de las fuerzas armadas, la que completó la tarea organizativa el primero de febrero de 1946, con conferencia de prensa en uno de los salones del Comando en Jefe del Ejército de la calle Paso 560. El general von der Becke presidió el acto, acompañado por los jefes de los Estados Mayores de ejército y armada, general Juan Carlos Bassi y vicealmirante Carlos M. Sciurano, comandantes electorales de las provincias de Buenos Aires, vicealmirante José Zuloaga, de Mendoza, general Víctor Majó, de Tucumán, general Estanislao López y otros oficiales. </p><p></p><p>Abrió la reunión von der Becke señalando que, en cumplimiento de la misión de vigilar, custodiar y asegurar la realización de "comicios inobjetables» que había sido encomendada a las fuerzas armadas, los comandantes electorales habían elaborado minuciosamente trabajos preparatorios, sometidos a la aprobación de la comisión que presidía, apreciándose que la elección iba a poder desarrollarse sin inconvenientes. Terminó expresando:</p><p></p><p>"Las fuerzas armadas están unificadas en un sólo pensamiento, un único propósito: que el día 24 el pueblo vote soberanamente y que su decisión sea respetada en forma absoluta. Una urna con votos es como un cofre con la enseña nacional."</p><p></p><p>El 21 de febrero, tres días antes de la elección, el general von der Becke declaró a la agencia noticiosa Associated Press: </p><p></p><p>«Puede usted hacer público, que el ejército cumplirá el próximo domingo con su deber de amparar la soberanía nacional y es más, que las mismas armas que amparan la elección son las que se presentarán al mandatario que surja de la voluntad popular libremente expresada." </p><p></p><p>Conceptos semejantes expresó von der Becke en la alocución que por radio dirigió el día 22 al pueblo de la república. </p><p></p><p>Los comicios se realizaron el día 24 con toda normalidad. Se confirmaron las predicciones del presidente de la comisión coordinadora de los comandos electorales. En la modesta condición de un oficial subalterno, me tocó participar en dicha tarea en la ciudad de Córdoba. Conocidos los resultados y a su pedido, el teniente general von der Becke era declarado en situación de retiro con fecha 14 de mayo de 1946. </p><p></p><p>Meses antes, en Lima, Perú, había participado de una conferencia panamericana y en especial en reuniones acerca del plan Truman, de rearme de los ejércitos de América Latina. Allí se había reunido con altos jefes del Pentágono de Washington. El 28 de mayo, el jefe del Estado Mayor del ejército norteamericano - y futuro presidente - Dwight Eisenhower, había declarado ante la comisión de asuntos extranjeros de la Cámara de Representantes. contestando una pregunta del representante republicano, John M. Verys -</p><p></p><p>"Quizás se me considere ingenuo, pero he tenido mucha experiencia en conciliar puntos diametralmente opuestos entre muchas personas y en ver el sentido de la realidad. Yo creo que la Argentina tuvo un mal comienzo, pero también creo que, por fin, se ha dado cuenta que su destino está atado al de los demás países americanos, cumpliendo los compromisos que contrajo mediante acuerdos interamericanos."</p><p></p><p>Eisenhower representaba una faceta del espectro de opiniones. Porque otras auspiciaban la posición contraria. La Secretaría de Estado, reclamaba como de su incumbencia, el manejo de las relaciones con nuestro país, sujetas a la influencia de Spruille Braden, ex embajador en la Argentina, que ocupaba una posición clave.</p><p></p><p>El gobierno recién electo estimó prudente no dejar inactivo a von der Becke, sino que, por lo contrario, le encomendó la misión de viajar a Estados Unidos, a efectos de completar sus conversaciones previas en Lima con sus conocídos del Pentágono y con Eisenhower. La misión era la de superar las restricciones existentes para Argentina en lo referente a la obtención de material de guerra, dentro del marco de la cooperación y defensa continental y del plan Truman.</p><p></p><p>Durante la tarde del 5 de junio de 1946, se entrevistó von der Becke con Eisenhower en el Departamento de Guerra, durante una hora y veinte minutos. La prensa reflejó el interés que este conciliábulo despertaba, sobre todo ante los reclamos de la Secretaría de Estado que no admitía manejos paralelos en la fijación de la política exterior. En el transcurso parece que el oficial argentino habría expresado el deseo de su país referido a que se olvidaran antiguas antinomias y que Argentina estaba dispuesta a apoyar el plan de cooperación continental de Truman, aspirando a que se respetara la identidad argentina y que fuera considerada en forma similar a los demás países latinoamericanos. Eisenhower, por su parte, habría aceptado comprometer sus mejores esfuerzos con ese fin.</p><p></p><p>Transitoriamente el intento resultó trabado, por las luchas internas ya mencionadas. Se necesitaba perseverar en la misma política, que condensaba las aspiraciones más fuertemente reclamadas por las fuerzas armadas argentinas, aspiraciones que tuvieron muchos vaivenes, negativos en general, en la historia de los años previos. Una de las personas indicadas para conseguirlo era von der Becke. </p><p></p><p>En buena parte por todo esto, el 7 de setiembre del mismo año, el Ejército lo convocó y fue dado de alta en los Servicios Generales, siendo nombrado el 11 de octubre siguiente como jefe de la delegación militar argentina ante la Junta Interamericana de Defensa, sin perjuicio de su actuación como asesor militar de la delegación plenipotenciaria de la República ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en la Comisión de Energía Atómica, en la Comisión de Armamentos Convencionales y en la delegación argentina a la Tercera Sesión de las Naciones Unidas, con sedes en Washington y en Nueva York. Así como antes ya había actuado en el Perú, le correspondió de nuevo desempeñarse como delegado argentino ante las reuniones internacionales de París y panamericanas de Quitandinha y Bogotá.</p><p></p><p>En esta última capital, la conferencia coincidió con el asesinato de Gaitán y con su consecuencia, el "Bogotazo", que puso en peligro la integridad física de los delegados americanos. En el hotel donde residían muchas de 1as personalidades asistentes, se le delegó a von der Becke la organización de la defensa ante un eventual ataque de 1as turbas. Con el buen humor resultante de momentos difíciles ya superados, diplomáticos de importancia y hasta futuros presidentes tenían vivo el recuerdo de los turnos de guardia armada desde los balcones del hotel que les había fijado el responsable elegido por ellos mismos. La influencia de von der Becke en muchas tratativas de importancia trascienden, por supuesto, más allá de estas anécdotas risueñas. </p><p></p><p>Hacia 1949 finalizó esa importante época de su vida, teniendo la satisfacción de ver sintetizado dicho período con una gacetilla en el «Washington Post" donde testimoniaba que la palabra perseverante y convincente de von der Becke, ahora que culminaba su actuación en Estados Unidos, había llevado a buen término la aparentemente imposible tarea de conseguir los pertrechos de guerra tan deseados, durante tanto tiempo, por el ejército argentino. </p><p></p><p>A esta altura de la exposición es interesante hacer algún comentario sobre la forma de ser y de actuar tanto en el marco familiar como en el social de Carlos von der Becke. En el ámbito familiar era un hombre sobrio, afable, no muy comunicativo, de vínculos muy sólidos con sus hermanos y parientes allegados, a quienes veía semanalmente o hasta diariamente. Aún en su casa, su pasión seguía siendo su profesión, sus lecturas y trabajos escritos, que le llenaban buena parte de la vida. Gustaba un vaso de vino durante la cena, el proyecto esporádico de algún viaje, sobre todo durante los fines de semana en Estados Unidos y Francia, un cigarrillo y raras veces hasta un cigarro, hasta el momento en que, por propia decisión, discontinuó el tabaco.</p><p></p><p>Su salud era envidiable. Durante la séptima década de su vida, al decaer sus fuerzas, se hizo atender en el Hospital Militar, donde no existía historia clínica, no por extravío sino porque nunca había sentido achaque alguno que necesitara del control médico, por lo cual había ignorado las habituales revisaciones preventivas. </p><p></p><p>Su deporte de los años maduros era la equitación y el picadero, pero como buen infante gozaba de las caminatas a paso vivo. </p><p></p><p>La lectura de los suplementos de los periódicos importantes era el comienzo de su rutina de los domingos, seguida de una partida de bochas si estaba en su quinta de Bella Vista. Esa, la primera propiedad que tuvo, la había adquirido en 1940 con un préstamo que le facilitara su cuñado d. José Culasso, estanciero santafesino de buena posición. En los generalmente largos períodos que pasaba en ella, manifestaba su predilección por los jazmines, los iris y en general por las flores y los árboles cítricos, cuyos frutos trataba de conservar para períodos de escasez con métodos que repetía sistemáticamente año tras año. A veces se le podían descubrir sentimientos especialmente delicados. Los iris florecen en coincidencia con el día de los difuntos. Cargaba entonces su automóvil con docenas de ramos y los distribuía entre los familiares y amigos que habían perdido a un ser querido. Los entregaba con alguna palabra de recuerdo y afecto por ellos. </p><p></p><p>Cuidaba el detalle de hacerse presente de alguna manera ante sus camaradas que pasaban a retiro, descubriendo muchas veces que desgraciadamente no era para nada habitual esa gentileza sin duda merecida. A los camaradas que se veían en conflicto grave, como los que tenían que refugiarse en el extranjero por sus opiniones diferentes de las que estaban en vigencia, les ofrecía su sostén y ayuda. No en vano había sido nombrado en forma permanente como presidente de la camada de cadetes recibidos en 1908, para los cuales intentaba actuar como un hermano y como componedor de entredichos. </p><p></p><p>Entre las actas recopiladas por la jurisprudencia caballeresca argentina, figura la actuación de von der Becke como padrino de varios entuertos, recomendando más de alguna vez que se intercambien algunas trompadas para dirimir diferencias, lo cual le mereció las críticas de los infaltables puristas.</p><p></p><p>Como es coherente con su carácter perseverante, si en su quinta fracasaba una vez con un dado cultivo (por ejemplo 1as vides de la pérgola) insistía una y otra vez con la ilusión tener buen éxito al final. La familia solía sonreírse al ver perseguir a las hormigas mediante métodos que exigían repetición y perseverancia, métodos adaptados entonces a su forma de ser. La quinta mencionada es lindera de la poseía su cuñado el general Juan Bautista Molina y a diez cuadras de otra quinta del otro cuñado, el general Dalton. Unas partidas de tute y bochas eran la culminación de 1as reuniones dominicales facilitadas por la cercanía. </p><p></p><p>Si bien no era afecto a una intensa vida social, cumplía acabadamente las obligaciones de tal tipo impuestas por su rango, en cuyo accionar se veía ayudado por el prestigio que lo acompañaba y la calidad y jerarquía de su actuación pública. Esto se ve reflejado en las palabras del ingeniero Rodolfo Martínez en la despedida que le tributó Córdoba al alejarse del comando de la Cuarta División del Ejército: </p><p></p><p>«A la obra de compenetración, a la labor de acercamiento, ha contribuido como pocos nuestro obsequiado de hoy; empeño de militar porque lo realiza un general de la Nación; esfuerzo ciudadano porque iba destinado a golpear en el corazón de 1as masas y a granjear simpatías en la sociedad; acción de patriota porque por encima de toda otra consideración, ante la virtud del desinterés y el superior dictado de unificar ciudadanos del ejército y los soldados del trabajo".</p><p></p><p>Es cierto que para los logros que menciona el orador, von der Becke contó con la colaboración de su esposa, que merece comentario que de ella hace el ingeniero Rodolfo Martínez en la despedida de Córdoba, cuando expresa:</p><p></p><p>«Pero como la franqueza ha de ser caracterización de esta fiesta de la amistad, también yo tengo que expresar que no ha sido tan ardua vuestra tarea, porque habéis venido acompañado de la belleza que suscita admiración y de la virtud que despierta simpatía. No ha de ser necesario que sea nombrada, ni que el elogio vaya más allá de la más profunda inclinación reverencial para que las miradas se vuelvan y los espíritus se asocien al homenaje... ya lo veis, señora, como el acierto unánime, sabe unir a los merecimientos del señor general, los que irradia vuestra bondad y simpatía. En el camino habrá habido tropiezos que sin duda evitó vuestra mano, con la prudente discreción que Córdoba apreció siempre en la tarea que os tocó cumplir de hermanar con la señalada jerarquía, la exquisita finura y la cordial deferencia." </p><p></p><p>Bellas y galanas palabras de un cordobés, que había calibrado en forma acabada las características del distinguido matrimonio, que había sabido seducir a la sociedad cordobesa, que no es fácil de conquistar.</p><p></p><p>Además de su acción en las fuerzas armadas, von der Becke sirvió de vocal de las Comisiones Directivas de las Universidades Populares Argentinas, de los Boy Scout Argentinos, del Instituto Sanmartiniano y de otras instituciones a las que nos referiremos más adelante. De lo expuesto surge que la personalidad de Carlos von der Becke se caracterizaba por su sobriedad, su seriedad, responsabilidad, modestia, espíritu de trabajo, modo de ser amable y bienhumorado, ilustrado, poseedor de un sentido del deber, de palabra fluida, tranquila y galante, eficiente en el ámbito donde actuaba y con escasa vocación por criticar ámbitos diferentes al suyo. La mirada de sus intensos ojos azules era severa e incisiva, usándola tanto como su voz para transmitir sus estados de ánimo y de opinión acerca de lo que estaba sucediendo. </p><p></p><p>Su esposa era comparativamente extrovertida, hábil, prolija y ordenada como buena hija de lombardos, distinguida y de atractiva belleza, afectuosa, preocupada por sus semejantes, serenamente religiosa, empeñosa por aprender los idiomas de los países donde tenía que residir y consagrada, durante su edad madura, al esposo y a los hijos, que eran Carlos, doctor en química y Raúl, arquitecto; y en los últimos años también a los diez nietos. No alcanzó a conocer, en cambio, a los actuales bisnietos y tataranietos. Como matrimonio, irradiaba serenidad, señorío y armonía.</p><p></p><p>El 6 de febrero de 1950, se produjo el retiro definitivo del general. Al disponer ahora de más tiempo para lo que le interesaba íntimamente, dividía el año en dos períodos: cuatro o cinco meses en Bella Vista y el resto en la Capital. Volvió entonces a los clásicos, sobre todo a los del teatro griego, que siempre había intentado profundizar y que había idealizado como un interesante solaz intelectual. Participó de la Asociación Tucumana, de la que fue presidente. Con tal motivo, formó parte de las comisiones que tratan de mantener vivo el recuerdo de dos tucumanos ilustres, Alberdi y Roca. </p><p></p><p>No decayó su tarea intelectual, por lo contrario, se sentía liberado en su escritorio lleno de carpetas y papeles sueltos, libros abiertos y diarios de sesiones plagados de marcadores. En ocasiones se hacía un sitio en ese escritorio para completar carillas y carillas de tarea diaria, que numeraba y tiraba al suelo con la suprema libertad de no sentir restricciones, para corregirlas ordenadamente al día siguiente. Seguramente le resultaría más fácil rehacer una página que encontrar entre tal cantidad de papeles la versión que ya había preparado. </p><p></p><p>Luego de producida la Revolución Libertadora le tocó presidir el tribunal de honor que se constituyó para analizar y juzgar la conducta de Perón como militar. </p><p></p><p>Contemporaneamente fue víctima, junto con varios oficiales superiores, de una campaña difamatoria que se centró en un ex - diputado Silvano Santander, inspirador de la atribución de inexistentes conferencias sobre el final que tendría la Segunda Guerra Mundial y autor de un libro publicado primero en Montevideo y luego en Buenos Aires que tituló, imitando uno muy famoso francés, «Técnica de una traición". Por ser el más antiguo de los militares afectados y haber fallecido algunos de ellos, se consideró en el deber moral de asumir la defensa de todos. Lo hizo con la misma dedicación, método y honestidad, con que preparaba sus clases y escribía sus informes, proyectos de reglamentos y textos sobre temas militares. </p><p></p><p>El producto de esta investigación realizada en archivos argentinos, uruguayos, norteamericanos y alemanes, se caracterizó por dos etapas, separadas entre ellas por la edición de un volumen que tituló "Destrucción de una infamia".</p><p></p><p>En la etapa previa juntó información que resumió en la mencionada publicación; en la etapa posterior tuvo la suerte - resultado de mucho esfuerzo - de encontrar evidencias adicionales sumamente curiosas y convincentes, concretamente las halladas por la policía de Alemania Federal como se considerará más adelante. Quedaron incorporadas a diversas causas judiciales que finalmente fueron suspendidas por una nueva ley de amnistía que los jueces debieron aplicar a estas querellas por injurias y calumnias. </p><p></p><p>Estos últimos escritos siguen inéditos. Cuando las pruebas iniciales que logró reunir resultaron suficientes como para garantir buen éxito, von der Becke inició una querella ante la justicia penal, dando intervención a la justicia militar y a los tribunales de honor. En el prólogo de la obra publicada manifiesta que no persigue finalidad política alguna, agregando que: "He limitado mi actividad política al cumplimiento de las determinadas por la ley para todo ciudadano, aunque he seguido siempre con lógico interés los problemas de ese orden, dado su incidencia sobre la vida nacional. No he sido, no soy, ni pienso ser político. Jamás me he mezclado en forma o medida alguna en la lucha partidaria, ni he sentido el eco de sus pasiones; tampoco he tenido ni tengo la más mínima aspiración de esa naturaleza." </p><p></p><p>En su libro "Técnica de una traición", Santander acusa a von der Becke y a otros oficiales superiores de: </p><p>1) haber sido agentes nazis en Argentina, y 2) haber recibido dinero de la embajada de Alemania, el 28 de junio de 1941.</p><p>Además alega que von der Becke había conversado con el general alemán Faupel, durante su supuesta estada en Buenos Aires en mayo de 1943, de la cual no se había enterado ni el propio embajador alemán en el país, von Therman; y de haber asesorado al nombrado embajador, en julio de 1939, sobre la conducta a seguir respecto de un alemán, Ernesto Jürgens, con antecedentes penales en su país de origen y procesado ante la justicia argentina. </p><p></p><p>Esta acusación la fundamentaba Santander en las siguientes supuestas pruebas: 1) Seis fotocopias obtenidas de imaginarios documentos originales alemanes. 2) Una fotocopia de distintos párrafos de supuestas declaraciones del príncipe Schaumburg-Lippe y del ex - embajador von Therman en la investigación realizada por una supuesta comisión aliada. 3) Una supuesta declaración del nombrado príncipe, quien firmaba los cheques de la Embajada de Alemania en Buenos Aires. 4) Una supuesta declaración del ya mencionado ex - embajador, en setiembre de 1946, reconociendo como suya una nota de julio de 1941 a la cancillería de su país, documentando la entrega de $ 500.000 a agentes nazis en la Argentina. 5) Las afirmaciones del "Libro Azul" publicado por la Secretaría de Estado de EE.UU. en febrero de 1946. </p><p></p><p>La minuciosa investigación de von der Becke logra probar, entonces, la falacia de la acusación, la falsedad de documentos y pruebas fotográficas y la intervención en la confección de las falsificaciones, del ciudadano alemán Enrique Jürges.</p><p></p><p>A similares conclusiones llega la Comisión de Actividades Antinacionales creada en Uruguay el 21 de junio de 1954.</p><p></p><p>A su vez el Tribunal Superior de Honor, se expide en un dictamen el 26 de setiembre de 1956, demostrando la total falsedad de los cargos imputados y de los supuestos documentos que los respaldan, proclamando que el teniente general Carlos von der Becke no ha cometido acto alguno que su honor personal y resolviendo en consecuencia: 1) absolver por falta absoluta de culpabilidad, 2) declarar que su nombre y honor queda enteramente a salvo, 3) solicitar que esta resolución del tribunal y sus antecedentes reciban amplia publicidad para que el pueblo de la Nación se entere de la falsedad de los cargos contenidos en el libelo y del proceder del señor Santander.</p><p></p><p>Firman el veredicto los tenientes generales Diego I. Mason, Benjamín Rattenbach, Laureano 0. Anaya y Juan Carlos Sanguinetti y el general de división Luis C. Perlinger.</p><p></p><p>Luego de publicado el libro y el fallo, von der Becke consigue que la policía alemana secuestre en el domicilio de Jürgues la correspondencia entre este último y Santander. Aparecen a la luz entonces la serie de pedidos hechos por Santander a Jürges para que "obtenga" documentos a designio y los detalles proporcionados por Jürges sobre el avance de sus tareas. </p><p></p><p>El teniente general retoma entonces sus hábitos de incansable lector, traductor y conferenciante, alternando con sus amigos y familiares. En el último lustro de su vida su fortaleza se ve condicionada por la leucemia que contrae.</p><p></p><p>El 24 de setiembre de 1962, en ocasión de celebrarse el sesquicentenario de la Batalla de Tucumán, ganada por el general Belgrano, el Círculo de Damas Tucumanas, presidido por la sra. Julieta Cossio de Vedoya, pidió al general von der Becke que hiciera uso de la palabra en el atrio de la iglesia de Santo Domingo, al. descubrirse una placa en el mausoleo del prócer. Con galana palabra, el orador se dirigió al público presente: </p><p></p><p>"Esta placa de bronce es del mismo metal del que estaban hechos los cañones de Belgrano que abrieron fuego el 24 de setiembre de 1812 con ronco tronar para iniciar la batalla y del mismo metal del que estaban hechas las campanas que repicaban horas después en Tucumán al conocerse la noticia de la victoria." </p><p></p><p>Había años atrás preparado una biografla - inédita - en capítulos acerca del creador de nuestra bandera y arquitecto de nuestras fronteras, pues hasta allí donde llega su espada triunfadora, llegan los límites de nuestra soberanía y donde la suerte de las armas le fue adversa, se perdió para el patrimonio nacional. </p><p></p><p>Como no puede dejar de ser en un militar argentino, la figura del general San Martín ocupaba el sitio preferencial entre los próceres patrios. Nuestro biografiado lo honró en numerosas circunstancias, inclusive desde el honorífico cargo de vocal de la comisión directiva del Instituto Sanmartiniano, como representante del ejército. </p><p></p><p>También le cupo el papel de honrar al general Julio Argentino Roca.en forma especial. Su última actuación protagónica, semanas antes de morir, fue una conferencia que se le pidió que pronunciara sobre su figura, la cual se efectuó en estos mismos salones del Círculo Militar. </p><p></p><p>El teniente general Carlos Maximiliano von der Becke falleció en Buenos Aires el 5 de octubre de 1965. Había alcanzado el más alto grado del escalafón militar argentino y ostentaba el distintivo de oficial del Estado Mayor. El gobierno argentino lo nombró edecán del embajador alemán que concurría a una transmisión presidencial argentina, lo cual fue motivo para recibir la distinción de la Cruz del Águila Alemana de Primera Clase. Fue asimismo condecorado con la Orden del Sol en el carácter de Gran Oficial de la Orden Militar de Ayacucho, del Perú y con la Gran Cruz al Mérito de Chile y con los distintivos de Oficial de Estado Mayor «Honoris Causa» de los ejércitos paraguayo y peruano; estas últimas distinciones, en correspondencia con viajes a países hermanos en misiones oficiales, algunas de ellas ya mencionadas anteriormente. </p><p></p><p>En ocasión de despedir sus restos, otro gran soldado, el general Benjamín Rattenbach, expresó: </p><p></p><p>"Con él desaparece un hombre eminente que ayudó a forjar la grandeza de nuestro ejército desde la primera década de este siglo y que supo inspirarle amor al trabajo, austeridad en la conducta, elevado sentido del honor y fe en las instituciones armadas del país." </p><p></p><p>A lo que podemos agregar que von der Becke consagró su vida al servicio de sus semejantes, seguramente respetando la máxima de Augusto Comte por la que </p><p></p><p>"vivir para los demás, no sólo es indeclinable deber: es una dicha."</p><p>testimonios gráficos</p><p></p><p><strong>Fotografias:</strong></p><p><strong>1) Teniente Carlos von der Becke</strong></p><p><strong>2)Coronel Carlos von der Becke ,decada de 1930 en su despacho , cuando era Director de la Escuela Superior de Guerra</strong></p><p></p><p><img src="http://i2.photobucket.com/albums/y28/Brunner-yel/EATteGralvonderBEcke.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p><img src="http://i2.photobucket.com/albums/y28/Brunner-yel/EACoronelvonderBEcke.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Brunner, post: 201524, member: 70"] En enero de 1946, es nombrado presidente de la comisión coordinadora de los comandos electorales que fiscalizaría cercana elección presidencial. Dicha comisión incluía a jefes de Estado Mayor de las fuerzas armadas, la que completó la tarea organizativa el primero de febrero de 1946, con conferencia de prensa en uno de los salones del Comando en Jefe del Ejército de la calle Paso 560. El general von der Becke presidió el acto, acompañado por los jefes de los Estados Mayores de ejército y armada, general Juan Carlos Bassi y vicealmirante Carlos M. Sciurano, comandantes electorales de las provincias de Buenos Aires, vicealmirante José Zuloaga, de Mendoza, general Víctor Majó, de Tucumán, general Estanislao López y otros oficiales. Abrió la reunión von der Becke señalando que, en cumplimiento de la misión de vigilar, custodiar y asegurar la realización de "comicios inobjetables» que había sido encomendada a las fuerzas armadas, los comandantes electorales habían elaborado minuciosamente trabajos preparatorios, sometidos a la aprobación de la comisión que presidía, apreciándose que la elección iba a poder desarrollarse sin inconvenientes. Terminó expresando: "Las fuerzas armadas están unificadas en un sólo pensamiento, un único propósito: que el día 24 el pueblo vote soberanamente y que su decisión sea respetada en forma absoluta. Una urna con votos es como un cofre con la enseña nacional." El 21 de febrero, tres días antes de la elección, el general von der Becke declaró a la agencia noticiosa Associated Press: «Puede usted hacer público, que el ejército cumplirá el próximo domingo con su deber de amparar la soberanía nacional y es más, que las mismas armas que amparan la elección son las que se presentarán al mandatario que surja de la voluntad popular libremente expresada." Conceptos semejantes expresó von der Becke en la alocución que por radio dirigió el día 22 al pueblo de la república. Los comicios se realizaron el día 24 con toda normalidad. Se confirmaron las predicciones del presidente de la comisión coordinadora de los comandos electorales. En la modesta condición de un oficial subalterno, me tocó participar en dicha tarea en la ciudad de Córdoba. Conocidos los resultados y a su pedido, el teniente general von der Becke era declarado en situación de retiro con fecha 14 de mayo de 1946. Meses antes, en Lima, Perú, había participado de una conferencia panamericana y en especial en reuniones acerca del plan Truman, de rearme de los ejércitos de América Latina. Allí se había reunido con altos jefes del Pentágono de Washington. El 28 de mayo, el jefe del Estado Mayor del ejército norteamericano - y futuro presidente - Dwight Eisenhower, había declarado ante la comisión de asuntos extranjeros de la Cámara de Representantes. contestando una pregunta del representante republicano, John M. Verys - "Quizás se me considere ingenuo, pero he tenido mucha experiencia en conciliar puntos diametralmente opuestos entre muchas personas y en ver el sentido de la realidad. Yo creo que la Argentina tuvo un mal comienzo, pero también creo que, por fin, se ha dado cuenta que su destino está atado al de los demás países americanos, cumpliendo los compromisos que contrajo mediante acuerdos interamericanos." Eisenhower representaba una faceta del espectro de opiniones. Porque otras auspiciaban la posición contraria. La Secretaría de Estado, reclamaba como de su incumbencia, el manejo de las relaciones con nuestro país, sujetas a la influencia de Spruille Braden, ex embajador en la Argentina, que ocupaba una posición clave. El gobierno recién electo estimó prudente no dejar inactivo a von der Becke, sino que, por lo contrario, le encomendó la misión de viajar a Estados Unidos, a efectos de completar sus conversaciones previas en Lima con sus conocídos del Pentágono y con Eisenhower. La misión era la de superar las restricciones existentes para Argentina en lo referente a la obtención de material de guerra, dentro del marco de la cooperación y defensa continental y del plan Truman. Durante la tarde del 5 de junio de 1946, se entrevistó von der Becke con Eisenhower en el Departamento de Guerra, durante una hora y veinte minutos. La prensa reflejó el interés que este conciliábulo despertaba, sobre todo ante los reclamos de la Secretaría de Estado que no admitía manejos paralelos en la fijación de la política exterior. En el transcurso parece que el oficial argentino habría expresado el deseo de su país referido a que se olvidaran antiguas antinomias y que Argentina estaba dispuesta a apoyar el plan de cooperación continental de Truman, aspirando a que se respetara la identidad argentina y que fuera considerada en forma similar a los demás países latinoamericanos. Eisenhower, por su parte, habría aceptado comprometer sus mejores esfuerzos con ese fin. Transitoriamente el intento resultó trabado, por las luchas internas ya mencionadas. Se necesitaba perseverar en la misma política, que condensaba las aspiraciones más fuertemente reclamadas por las fuerzas armadas argentinas, aspiraciones que tuvieron muchos vaivenes, negativos en general, en la historia de los años previos. Una de las personas indicadas para conseguirlo era von der Becke. En buena parte por todo esto, el 7 de setiembre del mismo año, el Ejército lo convocó y fue dado de alta en los Servicios Generales, siendo nombrado el 11 de octubre siguiente como jefe de la delegación militar argentina ante la Junta Interamericana de Defensa, sin perjuicio de su actuación como asesor militar de la delegación plenipotenciaria de la República ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en la Comisión de Energía Atómica, en la Comisión de Armamentos Convencionales y en la delegación argentina a la Tercera Sesión de las Naciones Unidas, con sedes en Washington y en Nueva York. Así como antes ya había actuado en el Perú, le correspondió de nuevo desempeñarse como delegado argentino ante las reuniones internacionales de París y panamericanas de Quitandinha y Bogotá. En esta última capital, la conferencia coincidió con el asesinato de Gaitán y con su consecuencia, el "Bogotazo", que puso en peligro la integridad física de los delegados americanos. En el hotel donde residían muchas de 1as personalidades asistentes, se le delegó a von der Becke la organización de la defensa ante un eventual ataque de 1as turbas. Con el buen humor resultante de momentos difíciles ya superados, diplomáticos de importancia y hasta futuros presidentes tenían vivo el recuerdo de los turnos de guardia armada desde los balcones del hotel que les había fijado el responsable elegido por ellos mismos. La influencia de von der Becke en muchas tratativas de importancia trascienden, por supuesto, más allá de estas anécdotas risueñas. Hacia 1949 finalizó esa importante época de su vida, teniendo la satisfacción de ver sintetizado dicho período con una gacetilla en el «Washington Post" donde testimoniaba que la palabra perseverante y convincente de von der Becke, ahora que culminaba su actuación en Estados Unidos, había llevado a buen término la aparentemente imposible tarea de conseguir los pertrechos de guerra tan deseados, durante tanto tiempo, por el ejército argentino. A esta altura de la exposición es interesante hacer algún comentario sobre la forma de ser y de actuar tanto en el marco familiar como en el social de Carlos von der Becke. En el ámbito familiar era un hombre sobrio, afable, no muy comunicativo, de vínculos muy sólidos con sus hermanos y parientes allegados, a quienes veía semanalmente o hasta diariamente. Aún en su casa, su pasión seguía siendo su profesión, sus lecturas y trabajos escritos, que le llenaban buena parte de la vida. Gustaba un vaso de vino durante la cena, el proyecto esporádico de algún viaje, sobre todo durante los fines de semana en Estados Unidos y Francia, un cigarrillo y raras veces hasta un cigarro, hasta el momento en que, por propia decisión, discontinuó el tabaco. Su salud era envidiable. Durante la séptima década de su vida, al decaer sus fuerzas, se hizo atender en el Hospital Militar, donde no existía historia clínica, no por extravío sino porque nunca había sentido achaque alguno que necesitara del control médico, por lo cual había ignorado las habituales revisaciones preventivas. Su deporte de los años maduros era la equitación y el picadero, pero como buen infante gozaba de las caminatas a paso vivo. La lectura de los suplementos de los periódicos importantes era el comienzo de su rutina de los domingos, seguida de una partida de bochas si estaba en su quinta de Bella Vista. Esa, la primera propiedad que tuvo, la había adquirido en 1940 con un préstamo que le facilitara su cuñado d. José Culasso, estanciero santafesino de buena posición. En los generalmente largos períodos que pasaba en ella, manifestaba su predilección por los jazmines, los iris y en general por las flores y los árboles cítricos, cuyos frutos trataba de conservar para períodos de escasez con métodos que repetía sistemáticamente año tras año. A veces se le podían descubrir sentimientos especialmente delicados. Los iris florecen en coincidencia con el día de los difuntos. Cargaba entonces su automóvil con docenas de ramos y los distribuía entre los familiares y amigos que habían perdido a un ser querido. Los entregaba con alguna palabra de recuerdo y afecto por ellos. Cuidaba el detalle de hacerse presente de alguna manera ante sus camaradas que pasaban a retiro, descubriendo muchas veces que desgraciadamente no era para nada habitual esa gentileza sin duda merecida. A los camaradas que se veían en conflicto grave, como los que tenían que refugiarse en el extranjero por sus opiniones diferentes de las que estaban en vigencia, les ofrecía su sostén y ayuda. No en vano había sido nombrado en forma permanente como presidente de la camada de cadetes recibidos en 1908, para los cuales intentaba actuar como un hermano y como componedor de entredichos. Entre las actas recopiladas por la jurisprudencia caballeresca argentina, figura la actuación de von der Becke como padrino de varios entuertos, recomendando más de alguna vez que se intercambien algunas trompadas para dirimir diferencias, lo cual le mereció las críticas de los infaltables puristas. Como es coherente con su carácter perseverante, si en su quinta fracasaba una vez con un dado cultivo (por ejemplo 1as vides de la pérgola) insistía una y otra vez con la ilusión tener buen éxito al final. La familia solía sonreírse al ver perseguir a las hormigas mediante métodos que exigían repetición y perseverancia, métodos adaptados entonces a su forma de ser. La quinta mencionada es lindera de la poseía su cuñado el general Juan Bautista Molina y a diez cuadras de otra quinta del otro cuñado, el general Dalton. Unas partidas de tute y bochas eran la culminación de 1as reuniones dominicales facilitadas por la cercanía. Si bien no era afecto a una intensa vida social, cumplía acabadamente las obligaciones de tal tipo impuestas por su rango, en cuyo accionar se veía ayudado por el prestigio que lo acompañaba y la calidad y jerarquía de su actuación pública. Esto se ve reflejado en las palabras del ingeniero Rodolfo Martínez en la despedida que le tributó Córdoba al alejarse del comando de la Cuarta División del Ejército: «A la obra de compenetración, a la labor de acercamiento, ha contribuido como pocos nuestro obsequiado de hoy; empeño de militar porque lo realiza un general de la Nación; esfuerzo ciudadano porque iba destinado a golpear en el corazón de 1as masas y a granjear simpatías en la sociedad; acción de patriota porque por encima de toda otra consideración, ante la virtud del desinterés y el superior dictado de unificar ciudadanos del ejército y los soldados del trabajo". Es cierto que para los logros que menciona el orador, von der Becke contó con la colaboración de su esposa, que merece comentario que de ella hace el ingeniero Rodolfo Martínez en la despedida de Córdoba, cuando expresa: «Pero como la franqueza ha de ser caracterización de esta fiesta de la amistad, también yo tengo que expresar que no ha sido tan ardua vuestra tarea, porque habéis venido acompañado de la belleza que suscita admiración y de la virtud que despierta simpatía. No ha de ser necesario que sea nombrada, ni que el elogio vaya más allá de la más profunda inclinación reverencial para que las miradas se vuelvan y los espíritus se asocien al homenaje... ya lo veis, señora, como el acierto unánime, sabe unir a los merecimientos del señor general, los que irradia vuestra bondad y simpatía. En el camino habrá habido tropiezos que sin duda evitó vuestra mano, con la prudente discreción que Córdoba apreció siempre en la tarea que os tocó cumplir de hermanar con la señalada jerarquía, la exquisita finura y la cordial deferencia." Bellas y galanas palabras de un cordobés, que había calibrado en forma acabada las características del distinguido matrimonio, que había sabido seducir a la sociedad cordobesa, que no es fácil de conquistar. Además de su acción en las fuerzas armadas, von der Becke sirvió de vocal de las Comisiones Directivas de las Universidades Populares Argentinas, de los Boy Scout Argentinos, del Instituto Sanmartiniano y de otras instituciones a las que nos referiremos más adelante. De lo expuesto surge que la personalidad de Carlos von der Becke se caracterizaba por su sobriedad, su seriedad, responsabilidad, modestia, espíritu de trabajo, modo de ser amable y bienhumorado, ilustrado, poseedor de un sentido del deber, de palabra fluida, tranquila y galante, eficiente en el ámbito donde actuaba y con escasa vocación por criticar ámbitos diferentes al suyo. La mirada de sus intensos ojos azules era severa e incisiva, usándola tanto como su voz para transmitir sus estados de ánimo y de opinión acerca de lo que estaba sucediendo. Su esposa era comparativamente extrovertida, hábil, prolija y ordenada como buena hija de lombardos, distinguida y de atractiva belleza, afectuosa, preocupada por sus semejantes, serenamente religiosa, empeñosa por aprender los idiomas de los países donde tenía que residir y consagrada, durante su edad madura, al esposo y a los hijos, que eran Carlos, doctor en química y Raúl, arquitecto; y en los últimos años también a los diez nietos. No alcanzó a conocer, en cambio, a los actuales bisnietos y tataranietos. Como matrimonio, irradiaba serenidad, señorío y armonía. El 6 de febrero de 1950, se produjo el retiro definitivo del general. Al disponer ahora de más tiempo para lo que le interesaba íntimamente, dividía el año en dos períodos: cuatro o cinco meses en Bella Vista y el resto en la Capital. Volvió entonces a los clásicos, sobre todo a los del teatro griego, que siempre había intentado profundizar y que había idealizado como un interesante solaz intelectual. Participó de la Asociación Tucumana, de la que fue presidente. Con tal motivo, formó parte de las comisiones que tratan de mantener vivo el recuerdo de dos tucumanos ilustres, Alberdi y Roca. No decayó su tarea intelectual, por lo contrario, se sentía liberado en su escritorio lleno de carpetas y papeles sueltos, libros abiertos y diarios de sesiones plagados de marcadores. En ocasiones se hacía un sitio en ese escritorio para completar carillas y carillas de tarea diaria, que numeraba y tiraba al suelo con la suprema libertad de no sentir restricciones, para corregirlas ordenadamente al día siguiente. Seguramente le resultaría más fácil rehacer una página que encontrar entre tal cantidad de papeles la versión que ya había preparado. Luego de producida la Revolución Libertadora le tocó presidir el tribunal de honor que se constituyó para analizar y juzgar la conducta de Perón como militar. Contemporaneamente fue víctima, junto con varios oficiales superiores, de una campaña difamatoria que se centró en un ex - diputado Silvano Santander, inspirador de la atribución de inexistentes conferencias sobre el final que tendría la Segunda Guerra Mundial y autor de un libro publicado primero en Montevideo y luego en Buenos Aires que tituló, imitando uno muy famoso francés, «Técnica de una traición". Por ser el más antiguo de los militares afectados y haber fallecido algunos de ellos, se consideró en el deber moral de asumir la defensa de todos. Lo hizo con la misma dedicación, método y honestidad, con que preparaba sus clases y escribía sus informes, proyectos de reglamentos y textos sobre temas militares. El producto de esta investigación realizada en archivos argentinos, uruguayos, norteamericanos y alemanes, se caracterizó por dos etapas, separadas entre ellas por la edición de un volumen que tituló "Destrucción de una infamia". En la etapa previa juntó información que resumió en la mencionada publicación; en la etapa posterior tuvo la suerte - resultado de mucho esfuerzo - de encontrar evidencias adicionales sumamente curiosas y convincentes, concretamente las halladas por la policía de Alemania Federal como se considerará más adelante. Quedaron incorporadas a diversas causas judiciales que finalmente fueron suspendidas por una nueva ley de amnistía que los jueces debieron aplicar a estas querellas por injurias y calumnias. Estos últimos escritos siguen inéditos. Cuando las pruebas iniciales que logró reunir resultaron suficientes como para garantir buen éxito, von der Becke inició una querella ante la justicia penal, dando intervención a la justicia militar y a los tribunales de honor. En el prólogo de la obra publicada manifiesta que no persigue finalidad política alguna, agregando que: "He limitado mi actividad política al cumplimiento de las determinadas por la ley para todo ciudadano, aunque he seguido siempre con lógico interés los problemas de ese orden, dado su incidencia sobre la vida nacional. No he sido, no soy, ni pienso ser político. Jamás me he mezclado en forma o medida alguna en la lucha partidaria, ni he sentido el eco de sus pasiones; tampoco he tenido ni tengo la más mínima aspiración de esa naturaleza." En su libro "Técnica de una traición", Santander acusa a von der Becke y a otros oficiales superiores de: 1) haber sido agentes nazis en Argentina, y 2) haber recibido dinero de la embajada de Alemania, el 28 de junio de 1941. Además alega que von der Becke había conversado con el general alemán Faupel, durante su supuesta estada en Buenos Aires en mayo de 1943, de la cual no se había enterado ni el propio embajador alemán en el país, von Therman; y de haber asesorado al nombrado embajador, en julio de 1939, sobre la conducta a seguir respecto de un alemán, Ernesto Jürgens, con antecedentes penales en su país de origen y procesado ante la justicia argentina. Esta acusación la fundamentaba Santander en las siguientes supuestas pruebas: 1) Seis fotocopias obtenidas de imaginarios documentos originales alemanes. 2) Una fotocopia de distintos párrafos de supuestas declaraciones del príncipe Schaumburg-Lippe y del ex - embajador von Therman en la investigación realizada por una supuesta comisión aliada. 3) Una supuesta declaración del nombrado príncipe, quien firmaba los cheques de la Embajada de Alemania en Buenos Aires. 4) Una supuesta declaración del ya mencionado ex - embajador, en setiembre de 1946, reconociendo como suya una nota de julio de 1941 a la cancillería de su país, documentando la entrega de $ 500.000 a agentes nazis en la Argentina. 5) Las afirmaciones del "Libro Azul" publicado por la Secretaría de Estado de EE.UU. en febrero de 1946. La minuciosa investigación de von der Becke logra probar, entonces, la falacia de la acusación, la falsedad de documentos y pruebas fotográficas y la intervención en la confección de las falsificaciones, del ciudadano alemán Enrique Jürges. A similares conclusiones llega la Comisión de Actividades Antinacionales creada en Uruguay el 21 de junio de 1954. A su vez el Tribunal Superior de Honor, se expide en un dictamen el 26 de setiembre de 1956, demostrando la total falsedad de los cargos imputados y de los supuestos documentos que los respaldan, proclamando que el teniente general Carlos von der Becke no ha cometido acto alguno que su honor personal y resolviendo en consecuencia: 1) absolver por falta absoluta de culpabilidad, 2) declarar que su nombre y honor queda enteramente a salvo, 3) solicitar que esta resolución del tribunal y sus antecedentes reciban amplia publicidad para que el pueblo de la Nación se entere de la falsedad de los cargos contenidos en el libelo y del proceder del señor Santander. Firman el veredicto los tenientes generales Diego I. Mason, Benjamín Rattenbach, Laureano 0. Anaya y Juan Carlos Sanguinetti y el general de división Luis C. Perlinger. Luego de publicado el libro y el fallo, von der Becke consigue que la policía alemana secuestre en el domicilio de Jürgues la correspondencia entre este último y Santander. Aparecen a la luz entonces la serie de pedidos hechos por Santander a Jürges para que "obtenga" documentos a designio y los detalles proporcionados por Jürges sobre el avance de sus tareas. El teniente general retoma entonces sus hábitos de incansable lector, traductor y conferenciante, alternando con sus amigos y familiares. En el último lustro de su vida su fortaleza se ve condicionada por la leucemia que contrae. El 24 de setiembre de 1962, en ocasión de celebrarse el sesquicentenario de la Batalla de Tucumán, ganada por el general Belgrano, el Círculo de Damas Tucumanas, presidido por la sra. Julieta Cossio de Vedoya, pidió al general von der Becke que hiciera uso de la palabra en el atrio de la iglesia de Santo Domingo, al. descubrirse una placa en el mausoleo del prócer. Con galana palabra, el orador se dirigió al público presente: "Esta placa de bronce es del mismo metal del que estaban hechos los cañones de Belgrano que abrieron fuego el 24 de setiembre de 1812 con ronco tronar para iniciar la batalla y del mismo metal del que estaban hechas las campanas que repicaban horas después en Tucumán al conocerse la noticia de la victoria." Había años atrás preparado una biografla - inédita - en capítulos acerca del creador de nuestra bandera y arquitecto de nuestras fronteras, pues hasta allí donde llega su espada triunfadora, llegan los límites de nuestra soberanía y donde la suerte de las armas le fue adversa, se perdió para el patrimonio nacional. Como no puede dejar de ser en un militar argentino, la figura del general San Martín ocupaba el sitio preferencial entre los próceres patrios. Nuestro biografiado lo honró en numerosas circunstancias, inclusive desde el honorífico cargo de vocal de la comisión directiva del Instituto Sanmartiniano, como representante del ejército. También le cupo el papel de honrar al general Julio Argentino Roca.en forma especial. Su última actuación protagónica, semanas antes de morir, fue una conferencia que se le pidió que pronunciara sobre su figura, la cual se efectuó en estos mismos salones del Círculo Militar. El teniente general Carlos Maximiliano von der Becke falleció en Buenos Aires el 5 de octubre de 1965. Había alcanzado el más alto grado del escalafón militar argentino y ostentaba el distintivo de oficial del Estado Mayor. El gobierno argentino lo nombró edecán del embajador alemán que concurría a una transmisión presidencial argentina, lo cual fue motivo para recibir la distinción de la Cruz del Águila Alemana de Primera Clase. Fue asimismo condecorado con la Orden del Sol en el carácter de Gran Oficial de la Orden Militar de Ayacucho, del Perú y con la Gran Cruz al Mérito de Chile y con los distintivos de Oficial de Estado Mayor «Honoris Causa» de los ejércitos paraguayo y peruano; estas últimas distinciones, en correspondencia con viajes a países hermanos en misiones oficiales, algunas de ellas ya mencionadas anteriormente. En ocasión de despedir sus restos, otro gran soldado, el general Benjamín Rattenbach, expresó: "Con él desaparece un hombre eminente que ayudó a forjar la grandeza de nuestro ejército desde la primera década de este siglo y que supo inspirarle amor al trabajo, austeridad en la conducta, elevado sentido del honor y fe en las instituciones armadas del país." A lo que podemos agregar que von der Becke consagró su vida al servicio de sus semejantes, seguramente respetando la máxima de Augusto Comte por la que "vivir para los demás, no sólo es indeclinable deber: es una dicha." testimonios gráficos [b]Fotografias: 1) Teniente Carlos von der Becke 2)Coronel Carlos von der Becke ,decada de 1930 en su despacho , cuando era Director de la Escuela Superior de Guerra[/b] [img]http://i2.photobucket.com/albums/y28/Brunner-yel/EATteGralvonderBEcke.jpg[/img] [img]http://i2.photobucket.com/albums/y28/Brunner-yel/EACoronelvonderBEcke.jpg[/img] [/QUOTE]
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