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Secretos y mentiras del Ejército argentino

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El periodista Adrián Pignatelli, a través de su último libro, saca a la luz el caso del único militar argentino acusado de alta traición y destituido por espionaje. El plan sistemático de ocultamiento por parte del Ejército y los enigmas en torno a su figura


Mayor Guillermo Mac Hannaford, ayudante del jefe del estado mayor del Ejército en 1936. Anteriormente, funcionario en el gobierno de facto del general José Félix Uriburu, agregado militar en Bolivia con el general Agustín Pedro Justo, y edecán del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt durante su visita a la Argentina. Promisoria carrera militar. Poco después, el estallido: la acusación de alta traición ante un supuesto intento de vender documentos secretos a Bolivia, Paraguay y Chile y, luego, la destitución. El penal de Ushuaia y 19 años en prisión. Finalmente, indultado por Aramburu en 1956, murió de tuberculosis cinco años más tarde. Al día de hoy, Mac Hannaford es el único militar argentino acusado de alta traición y destituido de su cargo por espionaje. En línea, Adrián Pignatelli, director de la consultora de comunicación Choise, presentó recientemente en el mercado editorial El traidor (Vergara).
El volumen, con prólogo de Rosendo Fraga, es el resultado de una ardua investigación que inlcluye la revisión de más de 2000 fojas del juicio y entrevistas con especialistas en inteligencia militar. A través de este trabajo, Pignatelli da a conocer otro costado oscuro de la institución militar. “Es el único caso en la Argentina de un declarado de traición. Sin embargo, no figura en los manuales de inteligencia del Ejército. Hubo un sistemático ocultamiento de este caso. Desde el día que estalló, se mantuvo en el más absoluto de los secretos”, comenta Pignatelli a El Cronista We.

Un caso parecido...
Pero, ¿fue realmente culpable Mac Hannaford? “No de lo que se lo acusa. Lo condenaron por algo que no figura en ninguna de las fojas de los 14 cuerpos. Hubo un ensañamiento muy grande con él. Todo estuvo armado para culparlo; no lo dejaron presentar testigos”, argumenta Pignatelli y agrega: “Terminó siendo como el Dreyfus de la Argentina”, agrega. Pignatelli se refiere al caso del capitán francés Alfred Dreyfus, el militar de origen judío que, en 1894, fue acusado por espionaje. “Con pruebas fabricadas, testigos falsos y una telaraña de prejuicios antisemitas, que se tejió en torno a su figura, fue un veradadero escándalo en la Francia del siglo XIX”, concluye Pignatelli.
En tanto, el detrás de escena del caso Mac Hannaford sigue siendo un misterio. z we
Ficha

n Título: El traidor. La historia del único militar argentino destituido por espionaje
n Autor: Adrián Ignacio Pignatelli
n Editorial: Vergara
n Páginas: 320
n Primera edición: 2011
cronista comercial
 

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Yo habia leido que un militar Argentino habia sido fusilado por alta traicion, en los 20' o 30',pero parece que no habian llegado a tanto, lo mandaron en cana solamente.
 
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El caso Dreyfus argentino
Escribe: Enrique Sdrech
Es como una necesidad cultural, una impronta de estas pampas, el grito mismo de la tierra. La cuestión es que los argentinos o damos la nota o —cuestión de no ser menos— buscamos la versión nacional y/o popular de cualquier tema. Aparece un pibe de Fiorito llamado Maradona y es el "Pelé blanco"; cuando debuta Andrea del Boca es "la Shirley Temple" criolla... Hace unas semanas, en una promoción televisiva, un conocido periodista (que siempre reclama memoria) anunciaba una investigación sobre la Marylin Monroe argentina, refiriéndose a la también desaparecida Thelma Stefani... Allá por los años 30 tuvimos el primer caso de "alta traición" vernáculo y ¿¿cómo pudo llamárselo??...
http://www.zona-militar.com/imagenes/nota01.jpg
Excepcional documento gráfico, del momento en que es trasladado el Mayor Mac Hannaford (centro y frente a la cámara) del penal de Ushuaia al de Caseros, en 1947.
En junio de 1940, cuando la aceitada maquinaria bélica germana se había adueñado de media Europa, las calles de Buenos Aires aparecieron empapeladas con unos enormes afiches. Contrariamente a lo que podría suponerse, su texto no tomaba partido por ninguna de las fuerzas beligerantes en la segunda guerra mundial. No había loas para Adolfo Hitler, ni para Winston Churchill, ni para Charles De Gaulle, como era habitual en aquel entonces.
"Caso Dreyfus en la Argentina. Guillermo Mac Hannaford es inocente. Sensacionales revelaciones sobre el proceso que más ha conmovido al país. Se pedirá su revisión", era la leyenda estampada en los gigantescos murales. Los argentinos, y muy especialmente los porteños, sabían muy bien quién era Guillermo Mac Hannaford, cuyo nombre había sido catapultado a la notoriedad a fines de diciembre de 1936, cuando ejercía la presidencia de la Nación el general Agustín P. Justo.
¿Qué había hecho Mac Hannaford para ser destinatario de esa "pegatina" clandestina? ¿Por qué la policía de entonces se encargó de despegar y destruir aquellos afiches, con una tenacidad digna del mejor elogio y a las pocas horas de haber sido fijados? Para muchos, la respuesta era sencilla. El mayor Guillermo Mac Hannaford era un distinguido militar argentino, ayudante del Jefe del Estado Mayor, general Nicolás C. Accademe, y uno de los edecanes argentinos del presidente Roosevelt. Mac Hannaford había protagonizado en la historia militar argentina el primer caso de degradación bajo el gravísimo cargo de alta traición a la patria, ceremonia que se había llevado a cabo el 18 de agosto de 1938, en dependencias del Colegio Militar de la Nación, de El Palomar.
El hoy desaparecido semanario "Ahora", a través de sus páginas había defendido con encono la situación del mayor Mac Hannaford. Una de sus editoriales había merecido una enérgica respuesta del Gobierno. A principios de 1940, una nueva revista, "Linterna", inició una campaña de tipo esclarecedora, sosteniendo enfáticamente la inocencia del militar e insinuando que se estaba en presencia de una supuesta conspiración contra Mac Hannaford "para tapar algo más gordo".
Hoy, a casi 60 años de aquella sorpresiva "pegatina" que hablaba de un "caso Dreyfus en la Argentina", bien vale la pena recordar aspectos hasta hoy desconocidos de aquel episodio que salió a la luz gracias al esfuerzo y valentía de un reducido grupo de periodistas.
En la calurosa tarde del 15 de diciembre de 1936, cuando los titulares de todos los dirios le dedicaban generosos espacios a la Guerra Civil Española, el coronel Toreani Viera, agregado militar de la Embajada del Paraguay en nuestro país, era recibido por el entonces ministro de guerra argentino, general Basilio Pertiné. La entrevista había sido concertada el día anterior y desde el vamos nuestro funcionario sabía que se trataba de algo muy grave.
En efecto, la misión que había llevado al militar paraguayo hasta el despacho del ministro era extremadamente delicada. Recordemos que en esos momentos Paraguay estaba en guerra con Bolivia. "Un ciudadano argentino me visitó en la embajada y me ofreció documentos militares ultra secretos de su país a cambio de dinero. He venido a denunciarlo", dijo con el rostro tenso y sin titubeos el coronel Toreani Viera.
No vale la pena recordar la conmoción que en el Gobierno y el Ejército argentinos causó aquella denuncia. Todo se manejó con enorme sigilo, en medio de un impenetrable silencio. Horacio Pita Oliver fue señalado por el militar paraguayo como el ciudadano argentino que intentó vender documentos militares ultra secretos. Pita Oliver fue detenido por miembros de los servicios militares de seguridad. Sometido a un exhaustivo interrogatorio, terminó confesando que era un militar argentino, el mayor Guillermo Mac Hannaford, el que le entregaba aquellos documentos a cambio de dinero.
Pero la confesión de Pita Oliver no se agotaba en Mac Hannaford. Nombraba a otros implicados como, por ejemplo, al teniente primero del arma de Ingenieros, Aquiles T. Azpilicueta, y a una mujer de singular belleza –elemento que confirió al caso ribetes novelescos– que por su labor llegó a ser comparada con la famosísima Mata Hari. Esa mujer fue identificada como Jorgelina Argerich. En su casa de la calle Ecuador se habrían encontrado documentos militares que pertenecían al Estado Mayor.
Mac Hannaford fue detenido en su domicilio de Olivos y conducido a una celda del Regimiento 3 de Infantería. Todo el trámite de este proceso fue mantenido bajo un espeso manto de silencio y sólo en julio de 1938, al trascender que el fallo militar estaba a punto de dictarse, el caso comenzó a filtrarse –a través de comentarios al principio muy escuetos y reservados– en las páginas de los diarios.
Se llega así al 18 de agosto de 1938. En su celda del R-3 de Infantería, ubicado en aquel entonces en Garay y Pichincha, Mac Hannaford recibió la visita de su defensor, el mayor Rodríguez Jurado, quien le leyó la sentencia: degradación en un acto público, a llevarse a cabo en el patio principal del Colegio Militar, y posterior traslado al legendario penal de Ushuaia, donde debería cumplir la pena de reclusión perpetua.
Aquella ceremonia de degradación tuvo instantes de hondo dramatismo. Estuvieron presentes el inspector general del Ejército, general Guillermo Mohr, el jefe de Estado Mayor, general Abraham Quiroga, el director general de Institutos Militares, general Rodolfo Márquez, los comandantes de la Primera y Segunda Divisiones del Ejército, generales Francisco Reynolds y Ramón Espíndola, y decenas de oficiales de alta graduación.Una tarde, a fines de agosto del 38, el vapor "Pampa" llevó hasta Ushuaia a un grupo de condenados a prisión perpetua, entre los que se encontraba el ex mayor Mac Hannaford. Otro vapor, el "Chaco", lo trajo de vuelta a Buenos Aires en julio de l947, no para devolverle la libertad, sino para que ocupe una celda en la vieja prisión de la calle Caseros, al ser clausurado definitivamente el penal de Tierra del Fuego.
En el puerto fueron recibidos por Roberto Petinatto, a la sazón director general de Establecimientos Penales. "Se están cumpliendo los deseos del general Perón de humanizar las cárceles del país; de ahora en más ustedes estarán alojados en otra cárcel con mayores comodidades y mejor atención", dijo Petinatto al grupo de reclusos, que juntos sumaban 876 años de condena.
En l956, el presidente provisional Pedro Eugenio Aramburu indultó a Guillermo Mac Hannaford a través de un decreto de carácter "secreto". Pero el ex militar no pudo disfrutar mucho tiempo de la tan ansiada libertad. La tuberculosis y otros males contraídos en la fría celda del penal de Ushuaia habían hecho estragos en su organismo. Falleció el 5 de setiembre de 1961, acompañado por todos sus familiares, que nunca creyeron en los cargos que le habían adjudicado.
¿LA VERDADERA HISTORIA?
En su momento, el Caso Mac Hannaford generó un cúmulo de dudas. En su casa de Olivos jamás fue encontrada una sola evidencia. Los famosos documentos secretos nunca fueron exhibidos. El general Nicolás Accademe fue enviado en misión especial al Brasil y no pudo asistir al proceso. La pena de reclusión perpetua a la que fue sentenciado Mac Hannaford no existía en las leyes argentinas de aquel momento, y –algo muy importante– según las normas militares, para sentenciar a un detenido a la pena de "reclusión por tiempo indeterminado" era imprescindible contar con el voto unánime de los jueces. En el caso que nos ocupa hubo empate.
Tal vez la clave de todo resida en alguna cuestión de tipo ideológico. Viejas noticias de aquella época señalaban que militares de alta graduación, de reconocida ideología progermana, no simpatizaban para nada con el mayor Mac Hannaford, cuya simpatía por los que con el correr de la segunda guerra mundial serían los aliados era por todos conocida.
Sea como fuere, está claro que la verdadera historia del mayor Mac Hannaford todavía no ha sido escrita
.
 
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