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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="nippur_1967" data-source="post: 2073508" data-attributes="member: 1952"><p>Un pequeño grupo electrógeno nos daba luz, y también nos permitía por medio de dos conductores colocados en una lata sobre un cartón calentar agua.</p><p></p><p>La jerarquía de “mutante” la teníamos todos, ya sabíamos como hacer corto circuitos en el sistema para poder obtener algo en la oscuridad o simplemente para generarles malestar a los ingleses. Ya nos habíamos ofrecido como cocineros, lo cual nos permitía hacer la comida al gusto argentino y poder obtener algo extra de las despensas.</p><p></p><p>Nos comenzaron a visitar los observadores de la Cruz Roja, dos hombres y una mujer, todos de origen suizo. Reclamábamos por el estado que estábamos viviendo, la falta de baños, y la imposibilidad de higienizarnos que fue aumentando día a día.</p><p></p><p> </p><p></p><p>Al principio nos llevaron a caminar en un corral que quedaba al lado del frigorífico y pegado al cementerio argentino, hacia siempre mucho frío y el piso del corral era puro barro. Esta actividad no se suspendió por lluvia, nieve o mal tiempo.</p><p></p><p>Al cabo de varios días, desde allí pudimos ver que en un descampado algo estaban haciendo a unos 200 metros de nuestra prisión. Eran cuatro pilares de madera, de unos dos metros de altura, donde en parte superior se construía una plataforma y se estaban colocando tambores de 200 litros.</p><p></p><p>En la parte inferior habían instalado 4 duchas.</p><p></p><p> </p><p></p><p>Cuando terminaron la instalación nos llevaron en grupos. Nos teníamos que desvestir y durante dos minutos caía agua tibia sobre nuestras cabezas. El agua se calentaba con unos calentadores a gas, era izado hasta la parte superior donde se volcaba sobre uno de los tambores y desde allí se abría el paso del agua durante dos minutos. Tres elementos fundamentales faltaban para hacer placentero el baño, era al aire libre, con temperatura cercana a los ceros grados, no teníamos jabón, ni toallas para secarnos.</p><p></p><p>Después de esta experiencia, creo que todos íbamos a reflexionar antes de seguir pidiendo que se nos concediera algunos de los derechos que tiene el prisionero de guerra.</p><p></p><p>A las dos semanas de estar prisionero en San Carlos fuimos embarcados en el Barco Saint Edmount, en cada camarote fuimos instalados tres personas, pero solo había dos camas. Teníamos agua y jabón lo que nos permitió ir higienizándonos de a poco y de vez en cuando bañarnos. Allí tuvimos algunas ventajas, nos daban un desayuno y una cena, bien frugal, También nos daban dos cigarrillos diarios.</p><p></p><p> </p><p></p><p>En una de las visitas del personal de la Cruz Roja, me dejaron una novela “El pájaro canta hasta morir”, la desarmamos e íbamos prestando hoja por hoja para que muchos la pudieran leer en forma simultánea. Fui bibliotecario de un solo libro, pero con muchos usuarios.</p><p></p><p>Al principio estuvimos anclados en la Bahía de San Carlos, y a la semana fuimos a fondear a Puerto Argentino, donde permanecimos hasta la partida a Puerto Madryn.</p><p></p><p> </p><p></p><p>Éramos llevados a cubierta una vez por día durante una media hora. Pudimos ver muchas veces la cubierta del barco cubierta de nieve y observamos como reparaban algunos barcos que estaban anclados a nuestro alrededor.</p><p></p><p>En la noche del 8 de Julio, sucedió un hecho muy raro, sonó en el barco la alarma de ataque aéreo, nos obligaron a meternos en nuestros camarotes y se apago la luz de los compartimentos. Pude ver por el reflejo de unas lámparas rojas que indicaban las salidas de emergencias que seguían encendidas, uno de nuestros custodios estaba arrodillado rezando.</p><p></p><p> </p><p></p><p>Al día siguiente, lo encontré cuando fui al baño y le conté que lo había visto arrodillado. Me comentó que era de los marinos que salieron de Liverpool, que su barco sufrió un ataque feroz de la Fuerza Aérea y tuvieron que evacuarlo. Su vida la había salvado por milagros y ahora tenia terror cuando sonaba la alarma de ataque aéreo.</p><p></p><p>El día 9 de Julio en el sector del buque donde estábamos prisioneros, hicimos una pequeña formación en homenaje a la Patria, la presidía el Teniente Coronel Alperín, quien era el mas antiguo de los oficiales en ese sector.</p><p></p><p> </p><p></p><p>Antes que el Saint Edmount nos desembarcara en Puerto Madryn, un marino ingles que había estado viviendo en su juventud en Buenos Aires nos dio la despedida en castellano por los altoparlantes simulando el final feliz de un crucero de placer en la Empresa Sea Link que era la propietaria del Barco.</p><p></p><p>Las palabras dichas fueron aproximadamente las siguientes: “Su atención por favor, la Empresa Sea Link les desea a los señores pasajeros que hallan tenido un crucero muy feliz, les agradece haber seleccionado a nuestra empresa para realizar esta travesía, y los espera muy pronto para realizar un nuevo crucero de placer. Feliz retorno.”</p><p></p><p> </p><p></p><p>Desde Puerto Madryn fuimos trasladados hasta el Aeropuerto de Trelew, y desde allí solicitamos al Brigadier Castellano que el Boeing 707 que nos esperaba, hiciera escala en Comodoro Rivadavia, ya que la mayoría de nuestras cosas habían quedado allí desde Abril.</p><p></p><p> </p><p></p><p>Con alegría nos fuimos reencontrando con nuestros camaradas, y en Ezeiza nos esperaban nuestros familiares, fue algo muy emotivo, ver los rostros, hablar, reírse.</p><p></p><p>Me di cuenta que era una alegría distinta, única, había regresado sano y salvo de una guerra.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="nippur_1967, post: 2073508, member: 1952"] Un pequeño grupo electrógeno nos daba luz, y también nos permitía por medio de dos conductores colocados en una lata sobre un cartón calentar agua. La jerarquía de “mutante” la teníamos todos, ya sabíamos como hacer corto circuitos en el sistema para poder obtener algo en la oscuridad o simplemente para generarles malestar a los ingleses. Ya nos habíamos ofrecido como cocineros, lo cual nos permitía hacer la comida al gusto argentino y poder obtener algo extra de las despensas. Nos comenzaron a visitar los observadores de la Cruz Roja, dos hombres y una mujer, todos de origen suizo. Reclamábamos por el estado que estábamos viviendo, la falta de baños, y la imposibilidad de higienizarnos que fue aumentando día a día. Al principio nos llevaron a caminar en un corral que quedaba al lado del frigorífico y pegado al cementerio argentino, hacia siempre mucho frío y el piso del corral era puro barro. Esta actividad no se suspendió por lluvia, nieve o mal tiempo. Al cabo de varios días, desde allí pudimos ver que en un descampado algo estaban haciendo a unos 200 metros de nuestra prisión. Eran cuatro pilares de madera, de unos dos metros de altura, donde en parte superior se construía una plataforma y se estaban colocando tambores de 200 litros. En la parte inferior habían instalado 4 duchas. Cuando terminaron la instalación nos llevaron en grupos. Nos teníamos que desvestir y durante dos minutos caía agua tibia sobre nuestras cabezas. El agua se calentaba con unos calentadores a gas, era izado hasta la parte superior donde se volcaba sobre uno de los tambores y desde allí se abría el paso del agua durante dos minutos. Tres elementos fundamentales faltaban para hacer placentero el baño, era al aire libre, con temperatura cercana a los ceros grados, no teníamos jabón, ni toallas para secarnos. Después de esta experiencia, creo que todos íbamos a reflexionar antes de seguir pidiendo que se nos concediera algunos de los derechos que tiene el prisionero de guerra. A las dos semanas de estar prisionero en San Carlos fuimos embarcados en el Barco Saint Edmount, en cada camarote fuimos instalados tres personas, pero solo había dos camas. Teníamos agua y jabón lo que nos permitió ir higienizándonos de a poco y de vez en cuando bañarnos. Allí tuvimos algunas ventajas, nos daban un desayuno y una cena, bien frugal, También nos daban dos cigarrillos diarios. En una de las visitas del personal de la Cruz Roja, me dejaron una novela “El pájaro canta hasta morir”, la desarmamos e íbamos prestando hoja por hoja para que muchos la pudieran leer en forma simultánea. Fui bibliotecario de un solo libro, pero con muchos usuarios. Al principio estuvimos anclados en la Bahía de San Carlos, y a la semana fuimos a fondear a Puerto Argentino, donde permanecimos hasta la partida a Puerto Madryn. Éramos llevados a cubierta una vez por día durante una media hora. Pudimos ver muchas veces la cubierta del barco cubierta de nieve y observamos como reparaban algunos barcos que estaban anclados a nuestro alrededor. En la noche del 8 de Julio, sucedió un hecho muy raro, sonó en el barco la alarma de ataque aéreo, nos obligaron a meternos en nuestros camarotes y se apago la luz de los compartimentos. Pude ver por el reflejo de unas lámparas rojas que indicaban las salidas de emergencias que seguían encendidas, uno de nuestros custodios estaba arrodillado rezando. Al día siguiente, lo encontré cuando fui al baño y le conté que lo había visto arrodillado. Me comentó que era de los marinos que salieron de Liverpool, que su barco sufrió un ataque feroz de la Fuerza Aérea y tuvieron que evacuarlo. Su vida la había salvado por milagros y ahora tenia terror cuando sonaba la alarma de ataque aéreo. El día 9 de Julio en el sector del buque donde estábamos prisioneros, hicimos una pequeña formación en homenaje a la Patria, la presidía el Teniente Coronel Alperín, quien era el mas antiguo de los oficiales en ese sector. Antes que el Saint Edmount nos desembarcara en Puerto Madryn, un marino ingles que había estado viviendo en su juventud en Buenos Aires nos dio la despedida en castellano por los altoparlantes simulando el final feliz de un crucero de placer en la Empresa Sea Link que era la propietaria del Barco. Las palabras dichas fueron aproximadamente las siguientes: “Su atención por favor, la Empresa Sea Link les desea a los señores pasajeros que hallan tenido un crucero muy feliz, les agradece haber seleccionado a nuestra empresa para realizar esta travesía, y los espera muy pronto para realizar un nuevo crucero de placer. Feliz retorno.” Desde Puerto Madryn fuimos trasladados hasta el Aeropuerto de Trelew, y desde allí solicitamos al Brigadier Castellano que el Boeing 707 que nos esperaba, hiciera escala en Comodoro Rivadavia, ya que la mayoría de nuestras cosas habían quedado allí desde Abril. Con alegría nos fuimos reencontrando con nuestros camaradas, y en Ezeiza nos esperaban nuestros familiares, fue algo muy emotivo, ver los rostros, hablar, reírse. Me di cuenta que era una alegría distinta, única, había regresado sano y salvo de una guerra. [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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