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Area Militar General
Malvinas 1982
Personal Argentino en zona de combate
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<blockquote data-quote="nippur_1967" data-source="post: 1622530" data-attributes="member: 1952"><p>Relato interesante, de un tripulante del Cabo San Antonio.</p><p>Tienen algunos errores.</p><p>Me resulta curioso que menciona que al BDT le disparan torpedos???</p><p></p><p><strong>José Luis:</strong>- Bueno, lo mío es distinto a lo de ellos. Yo entré por voluntad propia cuando tenía 16 años a la Escuela de Mecánica de la Armada en el año ´77. Yo de chico siempre soñaba con navegar, tirar, hacer la vida de marinero. Entro en el ´77, estoy un año en la Escuela Mecánica de la Armada y en el ´78 me incorporo en el Crucero Belgrano. A fi nes del ´78 es el conflicto con Chile así que me tocó estar en el Crucero Belgrano. En la primera navidad que pasaba en el sur la pasé en Ushuaia. Lamentablemente perdimos las tres islas esas: la Picton, la Nueva y la Léxon. Son unas hermosas islas a pesar de que ellos decían que no valían nada, pero valían mucho. Estuve dos años en el Crucero. En el Crucero hice muchos cursos, desde buzo hasta hacer tableros. Hice electrónica, un montón, (por)que adentro tenés un montón de oportunidades de hacerlo. Después hago un curso acelerado afuera, es decir, adentro de la misma base para poder recibirme de técnico electricista de barcos. Estoy un año más y en el ´81 voy a parar al Cabo San Antonio, que era un buque de desembarco, el único que había en ese momento. Cinco días antes de zarpar nos cortan el franco, vemos que empezamos a cargar municiones de guerra. Sabíamos identifi car lo que era fogueo y lo que era... Y empezaron a llegar tanques y todo material bélico. Llegaron los Infantes de Marina. ¿Cuántos eran? ¿Setecientos? Bueno, de los setecientos no sobrevivió ninguno la tormenta. Nos agarró cuando íbamos (la tormenta). Salimos un domingo a navegar y después de pasar dos horas de navegar nos dice el comandante que íbamos a entrar en la historia, que íbamos a tomar las Islas Malvinas. Por supuesto que nos alegramos mucho. Uno, que las íbamos a conocer porque habíamos pasado cerca pero nunca habíamos pisado las islas. Durante el transcurso de la navegación nos agarró tres días de tormenta. Mar nueve, con olas de nueve metros, el viento de ciento cincuenta, doscientos kilómetros. No podíamos salir afuera, llegó a rolar casi cuarenta grados. El movimiento constante, a los que no estaban acostumbrados, le afecta mucho, y más el buque este podía varar. Y al no tener quilla abajo, ser lisito ¿sabés como se movía? Era impresionante. Nosotros estábamos contentos, teníamos la cocina a disposición nuestra. Ellos no, ellos estaban tirados. Después de la tormenta, parecía que todo se oponía a tomar a las Malvinas ¿no? Se calma, quedó el mar medio planchado por decirte así. Bueno, la gente que estaba mal se empezó a recuperar y en el caso nuestro, a las doce de la noche se empezaron a ver las primeras lucecitas. Entonces nos poníamos en proa. Yo era muy observador, a mí me gustaba. Si había mucha tormenta yo me ponía en popa, entonces la tormenta pasaba. Porque la tormenta se encara de frente o de atrás, de costado nunca porque lo puede rolar al barco. Bueno, se produce el desembarco. Nosotros estábamos a cargo de la apertura y bajada de ellos. En ese momento había mucho viento. En ese momento, se produce el desembarco, se toma Malvinas. Y nosotros estuvimos un par de días ahí, bajamos el material bélico. Muere nuestro primer ex combatiente, Giachino, que era el Capitán de Pedro. También fueron heridas dos personas más. Una de ellas había entrado conmigo, Urbina, era médico, era enfermero de ahí, entonces cuando el Capitán estaba mal herido él fue a ponerle una inyección. El es herido también, se inyecta él primero, se arrastra e inyecta al Capitán para que muera en paz, porque el Capitán en el primer fuego cruzado ya estaba fusilado. Entonces murió sin dolor. A él lo operan ahí. Junto a un médico nuestro, con los ingleses, le salvan la vida. Bueno, después de haber bajado todo, estuvimos un par de días. Mientras tanto, nunca tuvimos comunicación con nuestra familia, ni antes ni después. O sea, durante los días de confl icto. Volvemos al continente y volvemos a las islas, volvemos al continente y volvemos a las islas, y ya se armó. El bautismo de fuego fue el primero de mayo y nos dieron la mala noticia del hundimiento el 2 de mayo del Crucero Belgrano. A nosotros nos decían la verdad. Nosotros por ahí, lo único que podíamos escuchar era Radio Continental. De vez en cuando, porque estábamos muy al sur y no se agarraba bien. Pero esa radio se agarraba. Entonces escuchábamos las dos versiones, pero la versión verdadera la daba el capitán. El capitán no nos mintió jamás. Bueno, me trajo a mí recuerdo cuando se hundió el Crucero y no sabían cuantos muertos había. Yo estuve muchos años ahí y dejé muchos compañeros. Y a la vez antes que salga el Crucero a mí me había llegado el pase al Crucero. Porque el Crucero no iba a salir, estaba averiado, lo pusieron en marcha y (cargaron) alguna gente que ya había estado. Bueno, a mí me salva el capitán mío, no me deja ir. Era medio (im)prescindible en algunas cosas, en lo que era electricidad y electrónica. Me salva eso como me podía haber salvado en el Crucero, no se. Lo que si sé es que de los sesenta y cinco amigos que tenía me quedaron quince. Al otro o a los dos días nos dan la noticia de que hunden al Narwel y al Sobral. En el Sobral también tenía amigos por todos lados, y bueno, nos tiran todos los datos del Crucero. La cantidad que se habían salvado, pero no teníamos los nombres. En ese transcurso suceden muchas actividades de combate, cubrir puestos de combate y así dele que te dele. Y en cualquier momento era no dormir estabas pendiente que en cualquier momento la ligabas. En un momento de navegación yo termino la guardia. En la guardia yo cubría sala de máquinas. Yo estaba encargado, estábamos encargados, éramos de los grupos electrógenos. Salgo a cubierta y estaba hermosísimo, una noche hermosa, y me pongo a escuchar la radio. La única forma de escuchar la radio es en cubierta porque al ser todo hierro no escuchás nada. Y decían "Se acaba de hundir el Cabo San Antonio". Me encuentro con otro amigo y le digo "¿estamos muertos?". Porque estábamos cubiertos de aeronafta, llevamos municiones, tenemos de todo. Y en ese momento queda a la deriva el barco. Y un personaje que tenía que se llama Caliva siempre jodía: "que para este botón rojo" (le decíamos:) "no vas a tocar ese botón rojo. Para todo". Bueno, de la macana que se mandó pasó a ser héroe porque nos salvó a todos.<span style="color: #ff0000"> Nos habían tirado dos torpedos a la sala de máquinas</span> y él lo tocó. Serían las doce y cinco de la noche. Yo digo: "Caliva". Nos miramos y dijimos: "Caliva toco el botón". Era un tablerito con un botón rojo. ¿Qué era ese botón rojo? ¿Qué paraba?. Bueno, paró todo y nos dejó a la deriva. Fue la mano de Dios como dijo Jorge, que lo puso ahí y nos salvó de volar por los aires. Así que el personaje Caliva nos salvó la vida. Un avión Traker que detecta el submarino, pide orden para tirarle el misil y la orden fue negativo, sino ese submarino chau. Pero como era todo micro relaciones, todo eso iba a traer consecuencias, se salva el submarino ese, se va. Pero en ese transcurso en que el avión despega de Río Grande, detecta el Sobral. No se había hundido y ellos intentan recuperar una radio pero no podían recibir. Y lo agarró un radioafi cionado de Ushuaia que emitían pidiendo Socorro. Entonces el avión nos tira la coordenada y vamos a su encuentro. Medio día de navegar. Nosotros como éramos técnicos, éramos un grupito de quince personas, nos cruzamos al barquito. Juntamos sus muertos porque estaban desintegrados arriba el Puente Comando y de algunos en la sala de operaciones (que) estaban bien. Es decir, estaban de cuerpo entero. Entonces como eran compañeros de ellos, no tenían el valor o no tenían las ganas de juntarlos. Además no tenían en que ponerlos. Y una anécdota por decir así. Cuando subimos a Puente Comando vimos el destrozo que había y dijimos "tenemos que juntar esto". Y sentía un ruido"chiqui, chiqui" como las ratitas. Un ruidito. Y lo miro, estaba comiendo pan. Siempre estaba con un pan duro y él, de los nervios, agarraba y comía pan ¿viste?. Digo: "dejá de comer pan loco, mirá el olor que hay acá adentro". Bueno, vino otro grupo mas, enfermeros, se juntan y se llevan a la cámara frigorífi ca. Logramos poner el buque en marcha y hacer andar el giro compás. El giro compás es el que lleva el rumbo al barco, adonde estás y adonde vas a parar. Y fuimos a parar a Puerto Deseado. Después de un día y medio de navegación, que es un día y medio más sin dormir, porque no dormíamos, y ahí me encuentro con un amigo que habíamos estado juntos en el ´77, Aristimunio era el único amigo que estaba ahí. Se salvó uno, que justo iba a entrar. La esquirla lo hizo percha pero cayó en la cubierta. Así que vino un helicóptero y se lo lleva. Logró salvar un brazo y otra serie... Se salvó el chico ese. Íbamos rumbo a Puerto Deseado, llegamos a Puerto Deseado y nos esperaba una cantidad de gente. Mucha gente. Y andaba la ambulancia con ocho cajones, cajones. Lo que les voy a contar ahora es una historia que me contó Aristimunio. Resulta que a ellos le meten unos cohetes por culpa del capitán, que era Roca. Resulta que ellos estaban buscando unos pilotos, ellos y el Narwal estaban buscando unos pilotos. Estaban autorizados a buscar unos pilotos, porque lo único que tenían era una ametralladora de veinte milímetros. Un veinte milímetros en el mar y como batería antiaérea es un rifl e o tal vez, menos. Sin director de tiro y estaba mar siete más o menos. Se le ocurre al comandante decirle "tírenle a ese helicóptero, bájenlo". Era un helicóptero de reconocimiento, tampoco tenía arma. Cáscara de nuez ese barquito. Le tiró y erraron. Apagó la luz el tipo y se fue. Y ahí vinieron un avión y un helicóptero y le sacudieron dos cohetes. A ellos le impactaron tres cohetes: dos al costado y uno le impacta de arriba. Y un cuarto cohete se dirigió al Narwal que no tenía nada que ver, que estaban a 2 o 3 kilómetros de ahí. Pero 2 o 3 kilómetros no es nada. Imagina que estaban a 10 metros. Le pega en la línea de fl otación y por culpa de un error mueren treinta personas. Y en el otro lado veintidós. Esa es la historia del Sobral. Bueno, llegamos a Puerto Deseado. Entramos con los cajones adentro, cargamos los cuerpos y le hacemos la despedida en el puerto, y un avión Hércules se los llevó a Bahía Blanca base Espora. Después de dos días ahí, ¿cómo te puedo decir?, nos reabastecimos porque hacíamos cuarenta días que veníamos comiendo arroz. Nos comimos un estofado de lentejas que estaba espectacular en gendarmería. Y el calor. Poder bañarnos que hacía no se cuanto que no nos bañábamos. Porque eso, en guerra no te bañás nunca más, sonaste. Escasea todo. <span style="color: #ff0000">Después de dos días entra el barco nuestro y nos pusimos a trabajar en dos barcos radiados que había. Eran dos barcos pesqueros abandonados. En un par de días los pusimos a andar con lo elemental. Después se carga con municiones. Vino gente con documentación falsa, documentos rusos, le pusieron la bandera rusa, chau. Uno lo cargaron de mercadería y otro de municiones. El objetivo era entrar a Malvinas y descargarlo porque ya habían cortado todas las vías</span>. Ya habían hecho el desembarco en San Carlos, todo. Logran entrar, se hizo el cometido, pero a los pocos días se termina. Nosotros fuimos de ahí a Puerto San Julián, ha buscar a los chicos que habían quedado prisioneros y volvimos a Puerto Belgrano. Después hicimos un par de navegaciones. Lo que no sabía es lo que pasaba en mi casa. En mi casa me habían dado por desaparecido. El diario <em>La Reforma</em> me había dado por desaparecido. Entonces llego a mi casa en un momento que me dan diez días de vacaciones. No recibía carta ni nada. Ni ellos tenían documentación nuestra. Justamente hoy veníamos hablando por el tema del teléfono porque hoy es tan fácil, pero antes no. El que tenía un teléfono, dios me libre. Cuando llego a Punta Alta ¡sabés cómo salí! Llegué a una pieza que yo alquilaba, manotié una moto que yo tenía y ¡sabés cómo me vine! Generalmente tardaba cuatro horas. Ese día hacia un frío Bárbaro, no se cuanto tardé, pero llegué a mi casa a las tres de la mañana. Toque la puerta de mi casa, me choqué todo. Quería frenar, pero no tenía fuerza para frenar y me caí. Entonces descubrieron que estaba vivo. "El José, el José" se sentía. Bueno, beso, abrazo, llanto, todo, ¿no?</p><p>Esto es un poco de la vida nuestra, de la mía, digo. Ahora los dejo con Diego. Ah, cuando llego ¿sabés lo que mi vieja me hace? Guiso de arroz. Me mira y me dice "¿qué te pasa?". "Estuve cuarenta días comiendo arroz y me hacés arroz". Me lo comí igual.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="nippur_1967, post: 1622530, member: 1952"] Relato interesante, de un tripulante del Cabo San Antonio. Tienen algunos errores. Me resulta curioso que menciona que al BDT le disparan torpedos??? [B]José Luis:[/B]- Bueno, lo mío es distinto a lo de ellos. Yo entré por voluntad propia cuando tenía 16 años a la Escuela de Mecánica de la Armada en el año ´77. Yo de chico siempre soñaba con navegar, tirar, hacer la vida de marinero. Entro en el ´77, estoy un año en la Escuela Mecánica de la Armada y en el ´78 me incorporo en el Crucero Belgrano. A fi nes del ´78 es el conflicto con Chile así que me tocó estar en el Crucero Belgrano. En la primera navidad que pasaba en el sur la pasé en Ushuaia. Lamentablemente perdimos las tres islas esas: la Picton, la Nueva y la Léxon. Son unas hermosas islas a pesar de que ellos decían que no valían nada, pero valían mucho. Estuve dos años en el Crucero. En el Crucero hice muchos cursos, desde buzo hasta hacer tableros. Hice electrónica, un montón, (por)que adentro tenés un montón de oportunidades de hacerlo. Después hago un curso acelerado afuera, es decir, adentro de la misma base para poder recibirme de técnico electricista de barcos. Estoy un año más y en el ´81 voy a parar al Cabo San Antonio, que era un buque de desembarco, el único que había en ese momento. Cinco días antes de zarpar nos cortan el franco, vemos que empezamos a cargar municiones de guerra. Sabíamos identifi car lo que era fogueo y lo que era... Y empezaron a llegar tanques y todo material bélico. Llegaron los Infantes de Marina. ¿Cuántos eran? ¿Setecientos? Bueno, de los setecientos no sobrevivió ninguno la tormenta. Nos agarró cuando íbamos (la tormenta). Salimos un domingo a navegar y después de pasar dos horas de navegar nos dice el comandante que íbamos a entrar en la historia, que íbamos a tomar las Islas Malvinas. Por supuesto que nos alegramos mucho. Uno, que las íbamos a conocer porque habíamos pasado cerca pero nunca habíamos pisado las islas. Durante el transcurso de la navegación nos agarró tres días de tormenta. Mar nueve, con olas de nueve metros, el viento de ciento cincuenta, doscientos kilómetros. No podíamos salir afuera, llegó a rolar casi cuarenta grados. El movimiento constante, a los que no estaban acostumbrados, le afecta mucho, y más el buque este podía varar. Y al no tener quilla abajo, ser lisito ¿sabés como se movía? Era impresionante. Nosotros estábamos contentos, teníamos la cocina a disposición nuestra. Ellos no, ellos estaban tirados. Después de la tormenta, parecía que todo se oponía a tomar a las Malvinas ¿no? Se calma, quedó el mar medio planchado por decirte así. Bueno, la gente que estaba mal se empezó a recuperar y en el caso nuestro, a las doce de la noche se empezaron a ver las primeras lucecitas. Entonces nos poníamos en proa. Yo era muy observador, a mí me gustaba. Si había mucha tormenta yo me ponía en popa, entonces la tormenta pasaba. Porque la tormenta se encara de frente o de atrás, de costado nunca porque lo puede rolar al barco. Bueno, se produce el desembarco. Nosotros estábamos a cargo de la apertura y bajada de ellos. En ese momento había mucho viento. En ese momento, se produce el desembarco, se toma Malvinas. Y nosotros estuvimos un par de días ahí, bajamos el material bélico. Muere nuestro primer ex combatiente, Giachino, que era el Capitán de Pedro. También fueron heridas dos personas más. Una de ellas había entrado conmigo, Urbina, era médico, era enfermero de ahí, entonces cuando el Capitán estaba mal herido él fue a ponerle una inyección. El es herido también, se inyecta él primero, se arrastra e inyecta al Capitán para que muera en paz, porque el Capitán en el primer fuego cruzado ya estaba fusilado. Entonces murió sin dolor. A él lo operan ahí. Junto a un médico nuestro, con los ingleses, le salvan la vida. Bueno, después de haber bajado todo, estuvimos un par de días. Mientras tanto, nunca tuvimos comunicación con nuestra familia, ni antes ni después. O sea, durante los días de confl icto. Volvemos al continente y volvemos a las islas, volvemos al continente y volvemos a las islas, y ya se armó. El bautismo de fuego fue el primero de mayo y nos dieron la mala noticia del hundimiento el 2 de mayo del Crucero Belgrano. A nosotros nos decían la verdad. Nosotros por ahí, lo único que podíamos escuchar era Radio Continental. De vez en cuando, porque estábamos muy al sur y no se agarraba bien. Pero esa radio se agarraba. Entonces escuchábamos las dos versiones, pero la versión verdadera la daba el capitán. El capitán no nos mintió jamás. Bueno, me trajo a mí recuerdo cuando se hundió el Crucero y no sabían cuantos muertos había. Yo estuve muchos años ahí y dejé muchos compañeros. Y a la vez antes que salga el Crucero a mí me había llegado el pase al Crucero. Porque el Crucero no iba a salir, estaba averiado, lo pusieron en marcha y (cargaron) alguna gente que ya había estado. Bueno, a mí me salva el capitán mío, no me deja ir. Era medio (im)prescindible en algunas cosas, en lo que era electricidad y electrónica. Me salva eso como me podía haber salvado en el Crucero, no se. Lo que si sé es que de los sesenta y cinco amigos que tenía me quedaron quince. Al otro o a los dos días nos dan la noticia de que hunden al Narwel y al Sobral. En el Sobral también tenía amigos por todos lados, y bueno, nos tiran todos los datos del Crucero. La cantidad que se habían salvado, pero no teníamos los nombres. En ese transcurso suceden muchas actividades de combate, cubrir puestos de combate y así dele que te dele. Y en cualquier momento era no dormir estabas pendiente que en cualquier momento la ligabas. En un momento de navegación yo termino la guardia. En la guardia yo cubría sala de máquinas. Yo estaba encargado, estábamos encargados, éramos de los grupos electrógenos. Salgo a cubierta y estaba hermosísimo, una noche hermosa, y me pongo a escuchar la radio. La única forma de escuchar la radio es en cubierta porque al ser todo hierro no escuchás nada. Y decían "Se acaba de hundir el Cabo San Antonio". Me encuentro con otro amigo y le digo "¿estamos muertos?". Porque estábamos cubiertos de aeronafta, llevamos municiones, tenemos de todo. Y en ese momento queda a la deriva el barco. Y un personaje que tenía que se llama Caliva siempre jodía: "que para este botón rojo" (le decíamos:) "no vas a tocar ese botón rojo. Para todo". Bueno, de la macana que se mandó pasó a ser héroe porque nos salvó a todos.[COLOR=#ff0000] Nos habían tirado dos torpedos a la sala de máquinas[/COLOR] y él lo tocó. Serían las doce y cinco de la noche. Yo digo: "Caliva". Nos miramos y dijimos: "Caliva toco el botón". Era un tablerito con un botón rojo. ¿Qué era ese botón rojo? ¿Qué paraba?. Bueno, paró todo y nos dejó a la deriva. Fue la mano de Dios como dijo Jorge, que lo puso ahí y nos salvó de volar por los aires. Así que el personaje Caliva nos salvó la vida. Un avión Traker que detecta el submarino, pide orden para tirarle el misil y la orden fue negativo, sino ese submarino chau. Pero como era todo micro relaciones, todo eso iba a traer consecuencias, se salva el submarino ese, se va. Pero en ese transcurso en que el avión despega de Río Grande, detecta el Sobral. No se había hundido y ellos intentan recuperar una radio pero no podían recibir. Y lo agarró un radioafi cionado de Ushuaia que emitían pidiendo Socorro. Entonces el avión nos tira la coordenada y vamos a su encuentro. Medio día de navegar. Nosotros como éramos técnicos, éramos un grupito de quince personas, nos cruzamos al barquito. Juntamos sus muertos porque estaban desintegrados arriba el Puente Comando y de algunos en la sala de operaciones (que) estaban bien. Es decir, estaban de cuerpo entero. Entonces como eran compañeros de ellos, no tenían el valor o no tenían las ganas de juntarlos. Además no tenían en que ponerlos. Y una anécdota por decir así. Cuando subimos a Puente Comando vimos el destrozo que había y dijimos "tenemos que juntar esto". Y sentía un ruido"chiqui, chiqui" como las ratitas. Un ruidito. Y lo miro, estaba comiendo pan. Siempre estaba con un pan duro y él, de los nervios, agarraba y comía pan ¿viste?. Digo: "dejá de comer pan loco, mirá el olor que hay acá adentro". Bueno, vino otro grupo mas, enfermeros, se juntan y se llevan a la cámara frigorífi ca. Logramos poner el buque en marcha y hacer andar el giro compás. El giro compás es el que lleva el rumbo al barco, adonde estás y adonde vas a parar. Y fuimos a parar a Puerto Deseado. Después de un día y medio de navegación, que es un día y medio más sin dormir, porque no dormíamos, y ahí me encuentro con un amigo que habíamos estado juntos en el ´77, Aristimunio era el único amigo que estaba ahí. Se salvó uno, que justo iba a entrar. La esquirla lo hizo percha pero cayó en la cubierta. Así que vino un helicóptero y se lo lleva. Logró salvar un brazo y otra serie... Se salvó el chico ese. Íbamos rumbo a Puerto Deseado, llegamos a Puerto Deseado y nos esperaba una cantidad de gente. Mucha gente. Y andaba la ambulancia con ocho cajones, cajones. Lo que les voy a contar ahora es una historia que me contó Aristimunio. Resulta que a ellos le meten unos cohetes por culpa del capitán, que era Roca. Resulta que ellos estaban buscando unos pilotos, ellos y el Narwal estaban buscando unos pilotos. Estaban autorizados a buscar unos pilotos, porque lo único que tenían era una ametralladora de veinte milímetros. Un veinte milímetros en el mar y como batería antiaérea es un rifl e o tal vez, menos. Sin director de tiro y estaba mar siete más o menos. Se le ocurre al comandante decirle "tírenle a ese helicóptero, bájenlo". Era un helicóptero de reconocimiento, tampoco tenía arma. Cáscara de nuez ese barquito. Le tiró y erraron. Apagó la luz el tipo y se fue. Y ahí vinieron un avión y un helicóptero y le sacudieron dos cohetes. A ellos le impactaron tres cohetes: dos al costado y uno le impacta de arriba. Y un cuarto cohete se dirigió al Narwal que no tenía nada que ver, que estaban a 2 o 3 kilómetros de ahí. Pero 2 o 3 kilómetros no es nada. Imagina que estaban a 10 metros. Le pega en la línea de fl otación y por culpa de un error mueren treinta personas. Y en el otro lado veintidós. Esa es la historia del Sobral. Bueno, llegamos a Puerto Deseado. Entramos con los cajones adentro, cargamos los cuerpos y le hacemos la despedida en el puerto, y un avión Hércules se los llevó a Bahía Blanca base Espora. Después de dos días ahí, ¿cómo te puedo decir?, nos reabastecimos porque hacíamos cuarenta días que veníamos comiendo arroz. Nos comimos un estofado de lentejas que estaba espectacular en gendarmería. Y el calor. Poder bañarnos que hacía no se cuanto que no nos bañábamos. Porque eso, en guerra no te bañás nunca más, sonaste. Escasea todo. [COLOR=#ff0000]Después de dos días entra el barco nuestro y nos pusimos a trabajar en dos barcos radiados que había. Eran dos barcos pesqueros abandonados. En un par de días los pusimos a andar con lo elemental. Después se carga con municiones. Vino gente con documentación falsa, documentos rusos, le pusieron la bandera rusa, chau. Uno lo cargaron de mercadería y otro de municiones. El objetivo era entrar a Malvinas y descargarlo porque ya habían cortado todas las vías[/COLOR]. Ya habían hecho el desembarco en San Carlos, todo. Logran entrar, se hizo el cometido, pero a los pocos días se termina. Nosotros fuimos de ahí a Puerto San Julián, ha buscar a los chicos que habían quedado prisioneros y volvimos a Puerto Belgrano. Después hicimos un par de navegaciones. Lo que no sabía es lo que pasaba en mi casa. En mi casa me habían dado por desaparecido. El diario [I]La Reforma[/I] me había dado por desaparecido. Entonces llego a mi casa en un momento que me dan diez días de vacaciones. No recibía carta ni nada. Ni ellos tenían documentación nuestra. Justamente hoy veníamos hablando por el tema del teléfono porque hoy es tan fácil, pero antes no. El que tenía un teléfono, dios me libre. Cuando llego a Punta Alta ¡sabés cómo salí! Llegué a una pieza que yo alquilaba, manotié una moto que yo tenía y ¡sabés cómo me vine! Generalmente tardaba cuatro horas. Ese día hacia un frío Bárbaro, no se cuanto tardé, pero llegué a mi casa a las tres de la mañana. Toque la puerta de mi casa, me choqué todo. Quería frenar, pero no tenía fuerza para frenar y me caí. Entonces descubrieron que estaba vivo. "El José, el José" se sentía. Bueno, beso, abrazo, llanto, todo, ¿no? Esto es un poco de la vida nuestra, de la mía, digo. Ahora los dejo con Diego. Ah, cuando llego ¿sabés lo que mi vieja me hace? Guiso de arroz. Me mira y me dice "¿qué te pasa?". "Estuve cuarenta días comiendo arroz y me hacés arroz". Me lo comí igual. [/QUOTE]
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