Noticias de Afganistán

Barbanegra

Colaborador

EE UU pide a la OTAN que envíe 1.000 soldados más a Afganistán
Lejanos ya los días en que Donald Trump calificaba a la OTAN de institución obsoleta y pedía la retirada de las tropas de Afganistán, Estados Unidos recurre a sus aliados para contener el avance talibán en una guerra que dura ya 16 años. La embajadora de EE UU ante la OTAN, Kay Bailey, anunció este jueves que su país ha solicitado a los socios de la alianza el envío de un millar de soldados para colaborar en la tarea de frenar el continuo retroceso del Gobierno de Kabul, que ha ido perdiendo posiciones y actualmente controla un 57% del territorio frente al 72% de un año antes.

El Pentágono ha retomado la iniciativa con el envío de otros 3.000 militares estadounidenses que se sumarán a los 11.000 que se encuentran desplegados en Afganistán. Washington se resiste a dejar languidecer un conflicto que en década y media ha hecho evaporarse de las arcas públicas 700.000 millones de dólares (unos 598.000 millones de euros) y ha costado la vida a 2.400 soldados. A ese enésimo esfuerzo Washington quiere ir acompañado, y la presión para caminar hombro con hombro en el campo de batalla ha surtido efecto ante una OTAN que en principio se mostraba reacia a elevar su presencia en la zona.

Según fuentes de la Alianza, 15 países han ofrecido ya participar en el contingente, aunque no han trascendido cuáles son ni la ambición de su colaboración. El refuerzo militar para Afganistán será uno de los temas centrales de la reunión de ministros de Defensa de la OTAN de noviembre, momento en el que se conocerán más detalles sobre cuántos soldados está dispuesto a enviar cada país.

El encuentro mantenido en Kabul la semana pasada entre el secretario de Defensa de EE UU, Jim Mattis, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha podido ser clave para acelerar el compromiso de la Alianza y precipitar el anuncio de la embajadora norteamericana. “Nuestro objetivo es comenzar a ver un aumento en el número de instructores y asesores lo antes posible”, señaló la diplomática.

Durante su visita al país ambos se vieron con el presidente afgano, Ashraf Ghani, y el jefe del Ejecutivo, Abdullah Abdullah. Stoltenberg se comprometió con ambos a que la OTAN siga financiando a las fuerzas afganas al menos hasta 2020 con una aportación mínima anual de 1.000 millones de dólares.

Escalada militar
La embajadora estadounidense ante la OTAN confía en que Kabul gane autonomía militar en un horizonte cercano: “En seis o siete años los afganos serán más capaces de defenderse y de mantener su defensa sin la ayuda externa. Habrá más estabilidad y necesitaremos menos instructores y asesores”, vaticina Bailey.

La demanda estadounidense no ha tomado por sorpresa a sus aliados. Mandos militares norteamericanos ya sondearon a la OTAN sobre la posibilidad de enviar tropas adicionales el pasado junio, un llamamiento al que países como España respondieron favorablemente. Y el propio presidente, Donald Trump, lo repitió en agosto.

El mayor temor de Washington es que una rápida salida deje el terreno abonado para que los terroristas ocupen el vacío. “No estamos reconstruyendo el país de nuevo, estamos matando terroristas”, defendió Donald Trump. Un relato de mano dura que hace más digerible la escalada militar al sector de su electorado más partidario de políticas aislacionistas.

https://elpais.com/internacional/2017/10/05/actualidad/1507198719_056652.html
 

El ex rehén canadiense Joshua Beylan cuenta, al llegar a Toronto, los cinco años de pesadilla
como cautivo de los talibanes.
 

Barbanegra

Colaborador
El grupo EI reivindica el ataque a una mezquita de Kabul
El grupo extremista Estado Islámico se atribuyó la autoría de un ataque suicida en una mezquita chií de la capital afgana, mientras que las autoridades elevaron la cifra de víctimas a al menos 39 muertos y 41 heridos.

En un comunicado el viernes en su sitio web, la milicia radical afirmó que su combatiente Abu Ammar al-Turkmani “detonó su chaleco explosivo entre los apóstatas” durante las oraciones del viernes en la mezquita del Imán Zaman, en el oeste de Kabul.

Fue uno de los dos ataques del viernes a mezquitas en el inestable país. En la provincia occidental de Ghor, un suicida se inmoló también durante las plegarias del viernes y mató a 33 personas. Entre las víctimas había un cacique que al parecer era el blanco del ataque, indicó Mohammad Iqbal Nizami, vocero del jefe provincial de la policía.

Los ataques ocurrieron en una dura semana con decenas de víctimas fallecidas a manos de talibanes en incidentes en varias partes del país.

El llamado Estado Islámico en Afganistán se atribuyó la mayoría de los ataques contra chiíes, una minoría a la que el grupo armado suní considera apóstata. Tras un ataque este año del grupo EI contra la embajada iraquí en Kabul, el grupo armado declaró en la práctica la guerra a los chiíes afganos, anunciando que serían objeto de nuevos atentados.

Varias mezquitas han sido golpeadas desde esa advertencia. Decenas de fieles chiíes han muerto en esos ataques en Kabul y la provincia occidental de Herat. Los vecinos señalan que la asistencia los viernes a las mezquitas chiíes locales ha bajado al menos un tercio.

Las autoridades investigan el ataque del día anterior, indicó en un comunicado la oficina de prensa del Ministerio, señalando que el agresor se inmoló cuando los fieles iniciaban sus plegarias.

El edificio estaba lleno de fieles, tanto hombres como mujeres, que rezaban en el momento más señalado de la semana para los musulmanes, explicó el testigo Ali Mohammad. La explosión fue tan fuerte que rompió las ventanas de edificios cercanos, señaló.

Abdul Hussain Naseri, un clérigo chií, condenó el ataque en Kabul y dijo que las mezquitas chiíes de la ciudad necesitan más seguridad.

AP
 
Escándalo por fotos de soldados alemanes con restos humanos en Afganistán

Imágenes publicadas en el diario Bild
El ministro alemán de Defensa, Franz Josef Jung, anunció este miércoles en las columnas del diario Bild la inmediata apertura de una investigación, tras la publicación en ese rotativo de fotos mostrando a soldados alemanes profanando un muerto en Afganistán.

Por su parte, la fiscalía de Potsdam, cerca de Berlín, abrió una investigación penal sobre desconocidos por "perturbar la paz de los muertos", indicó un portavoz del ministerio público de esa ciudad, donde está basado el estado mayor de las fuerzas de intervención alemanas.

Este caso suscitó una cascada de reacciones en Alemania. Miembros del gobierno y de la casi totalidad de los partidos políticos expresaron su consternación y reclamaron sanciones severas.

"Está claro que tal comportamiento de parte de soldados alemanes no puede ser tolerado en ningún caso", declaró el ministro demócrata cristiano (CDU), al estimar que esa imágenes eran "detestables y absolutamente incomprensibles".

Según un miembro de las fuerzas armadas alemanas citado por el periódico de gran tirada, las fotos fueron tomadas en la primavera de 2003 en la región de Kabul por una patrulla de soldados alemanes miembros de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), comandada por la OTAN en Afganistán.

Este hecho, que fue primera noticia en los informativos de la televisión alemana este miércoles, trascendió en momentos en que el consejo de ministros presidido por la canciller Angela Merkel debía pronunciarse esta mañana sobre la prolongación del mandato de los soldados alemanes en Afganistán.

(Foto) http://www.ambitoweb.com/diario/portada/noticia_pp.asp?id=302174&seccion=Información General
Siempre habrá Pelotuddos...aca y en Alemania También palmface
 

Barbanegra

Colaborador

Donald Trump desata a los "equipos asesinos" de la CIA en Afganistán
Muchas de las sangrientas batallas contra los elementos más peligrosos del movimiento talibán nunca se conocerán porque son misiones clasificadas como secretas, llevadas a cabo en Afganistán por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y las fuerzas paramilitares que comanda en el país, en conjunción con las fuerzas especiales del ejército estadounidense, descritas por el Pentágono como kill teams [equipos asesinos], a los que la Administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido dar rienda suelta con el objetivo de cambiar el curso de la guerra, según ha revelado una investigación del rotativo The New York Times.

La misión aumentada de los "equipos asesinos" seguirá siendo localizar y poner fin a la vida de los líderes talibán, de los comandantes de distrito y de los temidos yihadistas expertos en la fabricación de bombas, así como todo objetivo humano cuya muerte merme la capacidad de los terroristas. "Para llevar a cabo nuestra misión tenemos que ser más agresivos, actuar sin perdón, sin cesar, cada minuto de cada día, poniendo toda la atención en aplastar a nuestros enemigos", según declaró el jefe de la CIA, Mike Pompeo, durante una conferencia a principios de octubre en la Universidad de Texas.

Las nuevas misiones encubiertas estarán lideradas por la CIA siguiendo los objetivos establecidos por la propia agencia -la cual no tiene medidas de control directo por parte de la Casa Blanca o del Congreso-, y cuyas reglas para operar en el país a través de las milicias afganas que paga y controla, muchas de ellas relacionadas con señores de la guerra vinculados al tráfico de drogas y al crimen organizado, serán "expandidas y con menos restricciones", según la investigación de The New York Times. Es decir, que los agentes estadounidenses y sus aliados paramilitares podrán aumentar sus actividades fuera de la ley afgana y sin respetar la Convención de Ginebra.

El aumento de los "equipos asesinos" también supone un cambio de rumbo de la Administración Trump con respecto a sus predecesores -los presidentes Barack Obama y George Bush Jr. también emplearon a los kill teams en Afganistán y Pakistán- pasando de centrar sus actividades contra los santuarios de Al Qaeda en el país, a día de hoy casi inexistentes, para dirigir toda su atención hacia la destrucción de la logística y cadena de mando de los yihadistas.

"Los Estados Unidos van a adoptar una estrategia sin limitaciones de tiempo para forzar a los talibán a sentarse en la mesa de negociaciones", según declaró Trump el pasado 21 de agosto. Sin embargo, analistas de la inteligencia militar de Kabul consulados por EL MUNDO, están convencidos de que este tipo de estrategia sólo servirá para "crear nuevos mártires en el movimiento talibán, figuras a seguir por los combatientes insurgentes más jóvenes y venidos de las zonas tribales. Un regalo para la propaganda y el reclutamiento de los terroristas".

Por otro lado, es muy poco probable que el líder talibán, el mulá Haibatullah Akhundzada, dé su brazo a torcer y se siente a negociar, teniendo en cuenta que el Secretario de Defensa norteamericano, Jim Mattis, aprobó recientemente el envío de 3.000 soldados adicionales para luchar en los frentes de Helmand, al sur del país, y Nangarhar, al este, vulnerando la principal exigencia de los terroristas, los cuales demandan "la marcha inmediata de las tropas internacionales del país", según declaraciones recogidas por EL MUNDO durante la entrevista con el portavoz del grupo, Zabiullah Mujahid.

Asimismo, el aumento de los ataques aéreos de Estados Unidos en Afganistán, 2.400 sólo de enero a octubre de 2017, mientras que en todo 2016 se realizaron 1.337, según cifras del Pentágono, sólo ha incrementado la voluntad de los talibán para seguir combatiendo. Además, los errores de precisión han matado, en 2017, a 88 civiles y herido a docenas, cosa que sólo ha hecho que aumente la legitimidad de los terroristas en las zonas que están bajo su control, un 48% del país, según Washington, que descarta cualquier retirada. "Estaremos aquí el tiempo que haga falta hasta que cambiéis de parecer", según afirmó el Secretario de Estado, Rex Tillerson, en un mensaje dirigido a los talibán durante la visita sorpresa a Afganistán que éste llevó a cabo el pasado 18 de Octubre.

Hoy por hoy, está claro que la Administración Trump no tienen ninguna intención de dar un paso atrás en el conflicto con vistas a una retirada completa, tal y como se especuló cuando el magnate norteamericano tomó las riendas de la Casa Blanca, por lo que Estados Unidos seguirá inmerso en el conflicto más largo de su historia. Una guerra que en diecisiete años se ha cobrado más de 100.000 muertos entre soldados, civiles e insurgentes, mientras millones de afganos han sido desplazados o se han convertido en refugiados que han huido, principalmente, a Irán, Turquía y Europa.

http://www.elmundo.es/internacional/2017/10/28/59f33578e2704edf668b4626.html
 

Barbanegra

Colaborador

Hablan los combatientes talibanes en Afganistán: "150.000 estadounidenses no han podido con nosotros"
En cuclillas en el suelo, con un pañuelo marrón sobre los hombros, el comandante talibán y su guardaespaldas miran en sus móviles imágenes de ataques editados para que parezcan videojuegos, con puntos de mira computarizados sobre los objetivos. "Allahu Akbar," dicen cada vez que un todoterreno del gobierno activa una mina terrestre.

Mullah Abdul Saeed se reúne con the Guardian en una desértica zona rural de la provincia de Logar, donde comanda a 150 combatientes talibanes. Ha luchado contra los soldados extranjeros y sus aliados afganos desde los 14 años, cuando la coalición dirigida por Estados Unidos invadió Afganistán. Los talibanes ahora controlan el mayor territorio desde que fueron destituidos del poder, y parece que no les hacen falta reclutas.

Al mantener y expandir su presencia militar en Afganistán, Estados Unidos pretende lograr que los talibanes dejen las armas, pero se arriesga a radicalizar aún más a los insurgentes que siempre han reclamado que se retiren las tropas extranjeras como condición para sentarse a negociar la paz.

Las entrevistas a combatientes talibanes en Logar y Vardak, dos provincias sitiadas de Afganistán, revelan un movimiento fragmentado pero resistente, unido en su lucha contra la intervención extranjera.

Haciendo referencia a la ofensiva de Barack Obama, Saeed afirma: "150.000 estadounidenses no pudieron con nosotros." Y los 4.000 soldados más que planea enviar Donald Trump, "no afectarán la moral de nuestros muyahidines", dice. "Los estadounidenses caminaban por nuestros pueblos y los echamos", resalta. Asegura que para que los talibanes se sienten a negociar la paz, "los extranjeros deben irse y se debe cambiar la constitución para que sea la Sharia".

Entrevistas inusuales
Los combatientes talibanes en activo no suelen aceptar dar entrevistas a medios occidentales. Hombres como Saeed, que habló sin permiso previo de un superior, nos permiten ver por dentro un movimiento que, tras 16 años de oposición armada, sigue siendo mayormente un enigma.

Saeed y su guardaespaldas, armado con una Kalashnikov, llegan levantando polvo con su motocicleta. Al principio se muestran distantes, pero luego van entrando en confianza conforme avanza la conversación. Saeed explica que a medida que fue cambiando la guerra, los talibanes se han ido adaptando. Ahora los soldados estadounidenses entrenan a soldados afganos y han aumentado los ataques aéreos.

"Es verdad, es cada vez más difícil luchar contra los estadounidenses. Pero usamos terroristas suicidas y usaremos aún más," dice Saeed. "Si Estados Unidos cambia sus tácticas de combate, nosotros también." Este cambio ha supuesto ataques aún más sangrientos, con bombas en camiones en zonas muy pobladas y audaces ataques a las bases militares.

En abril, combatientes talibanes vestidos con uniformes militares se metieron en una academia militar del norte del país y asesinaron a al menos 150 soldados, en el que ha sido el mayor ataque al ejército en toda la guerra. Este mes, terroristas suicidas mataron a toda una unidad del ejército, embistiendo dos todoterrenos llenos de explosivos contra una base en Kandahar.

Mientras Saeed habla, tres jóvenes de la familia civil que nos recibe en su hogar nos traen té. Los jóvenes se ríen nerviosos al oír la radio de los combatientes. Saeed habla con calma y se comporta como un profesional, pero sus palabras destilan la furia de un hombre que ha pasado toda su vida adulta peleando en una guerra que ha durado una generación entera. Un hombre que ha perdido a 12 miembros de su familia por el camino.

Cuando le preguntamos por la cifra récord de civiles que han muerto en la guerra, nos dice que los talibanes "cometen errores" y que intentan evitar herir a civiles, pero aclara: "Si hay un infiel en medio de un rebaño de ovejas, está permitido atacar al rebaño".

Los talibanes siempre han sido superados en número y en tecnología por sus oponentes extranjeros, pero ahora se encuentran probablemente en su mejor momento desde 2001 y tienen amenazadas a varias capitales de provincia. Sin embargo, el movimiento está dividido y varios comandantes de bajo rango apoyan a rivales del actual jefe, Mawlawi Haibatullah, o a otros grupos más radicales como el ISIS. Pero las diferencias internas no han impedido que el grupo siga avanzando.

Saeed afirma: "Entre 10 y 15 personas se nos unen cada día [en Logar], a veces son incluso policías", y añade que el maltrato que sufren por parte del gobierno y de las fuerzas extranjeras ayuda al reclutamiento.

Ataques suicidas tras el paso por la cárcel
"Muchos talibanes se convierten en terroristas suicidas tras pasar por la cárcel. ¿Por qué?", pregunta, describiendo luego cómo los guardias torturan a los detenidos aplicándoles aire a presión, golpeándolos o aplicándoles electricidad en los genitales. Dice que después de que un detenido es liberado, la vergüenza es insoportable. La ONU ha informado sobre estas acusaciones de tortura por parte de fuerzas oficiales.

Mientras son pocos los expertos de la comunidad internacional que piensan que la guerra se puede ganar militarmente, Estados Unidos no parece tener intenciones de revivir las negociaciones de paz. "No estamos reconstruyendo el país. Estamos matando terroristas", dijo Trump cuando anunció su estrategia para el sur asiático. "Al final, venceremos". Trump no ha dicho nada sobre cuándo se retirarán las tropas estadounidenses.

En otra entrevista, en la provincia de Vardak, Omari, de 23 años y con seis años de experiencia militar, cuenta a the Guardian que ha pensado en dejar la lucha y llevarse a su familia a Kabul. "Pero si los estadounidenses vuelven a Vardak, los combatiré", asegura. Omari se muestra menos despreocupado que Saeed respecto a los civiles muertos, señalando que dañan la imagen de los talibanes frente a los afganos de a pie, que cada vez se muestran más reticentes a darles refugio.

Aún así, ambos combatientes estuvieron de acuerdo en una cosa: el poder blanco estadounidense es tan peligroso como los soldados uniformados, especialmente ahora que se ha reducido el número de soldados estadounidenses. Esa creencia se materializó el año pasado cuando unos combatientes, en un ataque sangriento, entraron en la Universidad Americana de Kabul y mataron a 16 estudiantes y empleados. En la capital, muchos consideran a la universidad como uno de los pináculos de la Afganistán post-talibán.

Un futuro incierto
Aunque ningún grupo se atribuyó la responsabilidad por el ataque, tanto Saeed como Omari opinaron que la universidad era una amenaza. "Deberíamos matar a todos los profesores que quieren lavarle el cerebro a la sociedad", dice Saeed.

Actualmente, los talibanes parecen capaces de sostener una guerra a fuego lento, con la ayuda de sus benefactores externos. Después de que Estados Unidos presionara a Pakistán para que tome medidas contra santuarios de combatientes, algunos talibanes están considerando recurrir a otro vecino de la región, afirma Omari: "Muchos talibanes quieren irse de Pakistán a Irán. Ya no confían en Pakistán".

Pakistán niega que esté albergando combatientes, pero Saeed admite haber recibido ayuda desde ese país, aunque niega estar bajo órdenes de nadie. "Tener conexiones es una cosa, recibir órdenes es otra muy distinta", dice. "Todo partido, si quiere crecer, tiene que relacionarse con otros países. Nosotros deberíamos hablar con Irán y Pakistán, tal como el gobierno afgano recurre a India y China."

http://www.eldiario.es/theguardian/...banes-desafiantes-Afganistan_0_703780085.html
 

Barbanegra

Colaborador

La OTAN enviará 3.000 soldados más a Afganistán
La OTAN da marcha atrás en su estrategia de retirada paulatina de Afganistán. La creciente inestabilidad del país asiático ha llevado a los países aliados a acordar el primer incremento de tropas desde los años de combate contra los talibanes. Los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica pactaron este jueves elevar de 13.000 a 16.000 los soldados desplegados en la misión de entrenamiento que opera en Kabul desde 2015. Pero los socios europeos se resisten a aportar las cifras que les reclama EE UU. España contribuirá al menos con 30 personas más.

El análisis político es compartido, pero los números no cuadran. Los 29 países que componen la OTAN admiten que el deterioro de la seguridad en Afganistán requiere una mayor presencia aliada. Aun así, les cuesta comprometer tropas. Washington pidió hace varias semanas a sus socios que aportasen al menos 1.000 soldados más al contingente de Resolute Support (Apoyo Decidido). Se trata de una misión de entrenamiento y asesoramiento —no de combate, como la que hubo desplegada en el país durante algo más de 10 años— en la que participan 13.000 personas, la mitad estadounidenses, desde 2015. Los incrementos comprometidos este jueves quedaron por debajo de esa meta, según las fuentes consultadas, aunque la Alianza confía en alcanzarla en los próximos meses. “Además de Estados Unidos, otros 27 países se han comprometido a incrementar las tropas en los próximos meses. Así que el tamaño de la misión crecerá de 13.000 a 16.000 tropas”, avanzó el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Pese a su reticencia inicial a desplegar tropas para la reconstrucción de países extranjeros, el presidente estadounidense, Donald Trump, accedió hace unos meses a engrosar el contingente de soldados que su país conserva en el país asiático. Eso eleva a 16 años el periodo en el que Estados Unidos ha mantenido —de una u otra manera— presencia militar en el territorio tras identificarlo como refugio de terroristas a raíz de los atentados del 11 de septiembre. Pero Washington no quiere embarcarse en solitario en esa aventura.

Compromiso insuficiente
“Mi plan ahora es tener a las fuerzas estadounidenses centradas en las cosas que solo ellas pueden hacer, así que no me gustaría tener que desviarlas hacia tareas que los aliados pueden desempeñar”, deslizó John Nicholson, jefe de la misión de la OTAN en Afganistán y también comandante en jefe de Estados Unidos en ese país. Pese al llamamiento, otros países eluden el compromiso directo. Es el caso de Alemania, inmersa en conversaciones para formar una coalición de Gobierno. “Los compromisos recibidos hasta ahora bastan. No alcanzaremos el nivel total de tropas, pero sí un nivel elevado”, señaló la ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen.

Ni Stoltenberg ni el secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, quisieron desglosar los números. “No doy al enemigo información que puede usar en su beneficio”, zanjó Mattis en conferencia de prensa. Lo que sí aclaró es que 24 de los 39 países que participan en la misión pretenden enviar refuerzos.

Reino Unido comprometió en mayo 100 soldados más para Afganistán. Otros Estados ofrecen cifras más modestas. España destinará unos 30 soldados más a la misión aliada. “Irán principalmente a labores de formación, a operaciones especiales y a funciones de policía”, abundó la ministra española de Defensa, Dolores de Cospedal, que advirtió de que la cifra puede variar en función de los ofrecimientos de otros ministros.

El entorno de inseguridad que reina en Afganistán no hace presagiar una retirada de tropas a medio plazo. Solo en los últimos días, un diplomático paquistaní ha perdido la vida, una cadena de televisión ha sido atacada en Kabul y un grupo de talibanes ha secuestrado un contingente de alimentos de la ONU.

https://elpais.com/internacional/2017/11/09/actualidad/1510253013_201587.html
 

Hablan los combatientes talibanes en Afganistán: "150.000 estadounidenses no han podido con nosotros"
En cuclillas en el suelo, con un pañuelo marrón sobre los hombros, el comandante talibán y su guardaespaldas miran en sus móviles imágenes de ataques editados para que parezcan videojuegos, con puntos de mira computarizados sobre los objetivos. "Allahu Akbar," dicen cada vez que un todoterreno del gobierno activa una mina terrestre.

Mullah Abdul Saeed se reúne con the Guardian en una desértica zona rural de la provincia de Logar, donde comanda a 150 combatientes talibanes. Ha luchado contra los soldados extranjeros y sus aliados afganos desde los 14 años, cuando la coalición dirigida por Estados Unidos invadió Afganistán. Los talibanes ahora controlan el mayor territorio desde que fueron destituidos del poder, y parece que no les hacen falta reclutas.

Al mantener y expandir su presencia militar en Afganistán, Estados Unidos pretende lograr que los talibanes dejen las armas, pero se arriesga a radicalizar aún más a los insurgentes que siempre han reclamado que se retiren las tropas extranjeras como condición para sentarse a negociar la paz.

Las entrevistas a combatientes talibanes en Logar y Vardak, dos provincias sitiadas de Afganistán, revelan un movimiento fragmentado pero resistente, unido en su lucha contra la intervención extranjera.

Haciendo referencia a la ofensiva de Barack Obama, Saeed afirma: "150.000 estadounidenses no pudieron con nosotros." Y los 4.000 soldados más que planea enviar Donald Trump, "no afectarán la moral de nuestros muyahidines", dice. "Los estadounidenses caminaban por nuestros pueblos y los echamos", resalta. Asegura que para que los talibanes se sienten a negociar la paz, "los extranjeros deben irse y se debe cambiar la constitución para que sea la Sharia".

Entrevistas inusuales
Los combatientes talibanes en activo no suelen aceptar dar entrevistas a medios occidentales. Hombres como Saeed, que habló sin permiso previo de un superior, nos permiten ver por dentro un movimiento que, tras 16 años de oposición armada, sigue siendo mayormente un enigma.

Saeed y su guardaespaldas, armado con una Kalashnikov, llegan levantando polvo con su motocicleta. Al principio se muestran distantes, pero luego van entrando en confianza conforme avanza la conversación. Saeed explica que a medida que fue cambiando la guerra, los talibanes se han ido adaptando. Ahora los soldados estadounidenses entrenan a soldados afganos y han aumentado los ataques aéreos.

"Es verdad, es cada vez más difícil luchar contra los estadounidenses. Pero usamos terroristas suicidas y usaremos aún más," dice Saeed. "Si Estados Unidos cambia sus tácticas de combate, nosotros también." Este cambio ha supuesto ataques aún más sangrientos, con bombas en camiones en zonas muy pobladas y audaces ataques a las bases militares.

En abril, combatientes talibanes vestidos con uniformes militares se metieron en una academia militar del norte del país y asesinaron a al menos 150 soldados, en el que ha sido el mayor ataque al ejército en toda la guerra. Este mes, terroristas suicidas mataron a toda una unidad del ejército, embistiendo dos todoterrenos llenos de explosivos contra una base en Kandahar.

Mientras Saeed habla, tres jóvenes de la familia civil que nos recibe en su hogar nos traen té. Los jóvenes se ríen nerviosos al oír la radio de los combatientes. Saeed habla con calma y se comporta como un profesional, pero sus palabras destilan la furia de un hombre que ha pasado toda su vida adulta peleando en una guerra que ha durado una generación entera. Un hombre que ha perdido a 12 miembros de su familia por el camino.

Cuando le preguntamos por la cifra récord de civiles que han muerto en la guerra, nos dice que los talibanes "cometen errores" y que intentan evitar herir a civiles, pero aclara: "Si hay un infiel en medio de un rebaño de ovejas, está permitido atacar al rebaño".

Los talibanes siempre han sido superados en número y en tecnología por sus oponentes extranjeros, pero ahora se encuentran probablemente en su mejor momento desde 2001 y tienen amenazadas a varias capitales de provincia. Sin embargo, el movimiento está dividido y varios comandantes de bajo rango apoyan a rivales del actual jefe, Mawlawi Haibatullah, o a otros grupos más radicales como el ISIS. Pero las diferencias internas no han impedido que el grupo siga avanzando.

Saeed afirma: "Entre 10 y 15 personas se nos unen cada día [en Logar], a veces son incluso policías", y añade que el maltrato que sufren por parte del gobierno y de las fuerzas extranjeras ayuda al reclutamiento.

Ataques suicidas tras el paso por la cárcel
"Muchos talibanes se convierten en terroristas suicidas tras pasar por la cárcel. ¿Por qué?", pregunta, describiendo luego cómo los guardias torturan a los detenidos aplicándoles aire a presión, golpeándolos o aplicándoles electricidad en los genitales. Dice que después de que un detenido es liberado, la vergüenza es insoportable. La ONU ha informado sobre estas acusaciones de tortura por parte de fuerzas oficiales.

Mientras son pocos los expertos de la comunidad internacional que piensan que la guerra se puede ganar militarmente, Estados Unidos no parece tener intenciones de revivir las negociaciones de paz. "No estamos reconstruyendo el país. Estamos matando terroristas", dijo Trump cuando anunció su estrategia para el sur asiático. "Al final, venceremos". Trump no ha dicho nada sobre cuándo se retirarán las tropas estadounidenses.

En otra entrevista, en la provincia de Vardak, Omari, de 23 años y con seis años de experiencia militar, cuenta a the Guardian que ha pensado en dejar la lucha y llevarse a su familia a Kabul. "Pero si los estadounidenses vuelven a Vardak, los combatiré", asegura. Omari se muestra menos despreocupado que Saeed respecto a los civiles muertos, señalando que dañan la imagen de los talibanes frente a los afganos de a pie, que cada vez se muestran más reticentes a darles refugio.

Aún así, ambos combatientes estuvieron de acuerdo en una cosa: el poder blanco estadounidense es tan peligroso como los soldados uniformados, especialmente ahora que se ha reducido el número de soldados estadounidenses. Esa creencia se materializó el año pasado cuando unos combatientes, en un ataque sangriento, entraron en la Universidad Americana de Kabul y mataron a 16 estudiantes y empleados. En la capital, muchos consideran a la universidad como uno de los pináculos de la Afganistán post-talibán.

Un futuro incierto
Aunque ningún grupo se atribuyó la responsabilidad por el ataque, tanto Saeed como Omari opinaron que la universidad era una amenaza. "Deberíamos matar a todos los profesores que quieren lavarle el cerebro a la sociedad", dice Saeed.

Actualmente, los talibanes parecen capaces de sostener una guerra a fuego lento, con la ayuda de sus benefactores externos. Después de que Estados Unidos presionara a Pakistán para que tome medidas contra santuarios de combatientes, algunos talibanes están considerando recurrir a otro vecino de la región, afirma Omari: "Muchos talibanes quieren irse de Pakistán a Irán. Ya no confían en Pakistán".

Pakistán niega que esté albergando combatientes, pero Saeed admite haber recibido ayuda desde ese país, aunque niega estar bajo órdenes de nadie. "Tener conexiones es una cosa, recibir órdenes es otra muy distinta", dice. "Todo partido, si quiere crecer, tiene que relacionarse con otros países. Nosotros deberíamos hablar con Irán y Pakistán, tal como el gobierno afgano recurre a India y China."

http://www.eldiario.es/theguardian/...banes-desafiantes-Afganistan_0_703780085.html
 
Arriba