Noticias de Afganistán

CIDOB - Barcelona Centre for International Affairs


Dos décadas en Afganistán, ¿para qué?


La situación en Afganistán antes del 11-S se define bien con la expresión “de aquellos polvos, estos lodos”. La alianza de los estadounidenses con saudíes y pakistaníes para frenar la expansión de la Unión Soviética generó cambios contraproducentes en la región. El fomento de la yihad contra los soviéticos dejó un remanente ideológico que, tras su retirada, permaneció. Inadvertidamente, la intervención de los años ochenta del siglo pasado marcó el paso de la guerra fría a la “guerra contra el terror”.

Con Osama Bin Laden en suelo afgano, el objetivo era destruir a Al Qaeda, echar a los talibanes del poder en Kabul y neutralizar la capacidad de comisión de atentados en Estados Unidos y en países aliados desde suelo afgano. Asimismo, el presidente George W. Bush incluyó entre los objetivos ayudar al pueblo afgano a desarrollarse y formar un Gobierno inclusivo, del que también pudieran participar las mujeres.

La concatenación de errores, entre otros, la exhibición impúdica de poder militar y la alianza de gobierno con los señores de la guerra - con crímenes de guerra a sus espaldas - perjudicó la misión. Las decisiones iniciales enterraron las posibilidades de llegar a un acuerdo con los talibanes sin humillaciones que generasen futuras venganzas.

El error de cálculo con Pakistán también impidió la eficacia de la intervención de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad - International Security Assistance Force).

Si Bush se propuso perseguir a las naciones que proveían refugio al terrorismo, eligió el aliado erróneo, ya que había tantos miembros de Al Qaeda (incluso el mismo Bin Laden) y talibanes en el vecino territorio pakistaní como en suelo afgano.

Tres presidentes después - y la rotación por Afganistán de 775.000 tropas durante 20 años, más de 2.300 soldados muertos y en torno a 2,2 billones de dólares gastados - en los acuerdos de Doha firmados en febrero de 2020, Estados Unidos admitía tácitamente, si no su derrota, el empate de fuerzas.

Las prisas por llegar a un acuerdo que acelerase la retirada, fundamentalmente por intereses electorales de Donald Trump, legitimó a los talibanes y dañó la posición del Gobierno afgano.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, admitió el 8 de julio de 2021 que no habría un momento de “misión cumplida”, dado que “la guerra no se ha ganado militarmente”.

En un discurso diferente al de Bush (20.09.2001), el 14 de abril 2021, el presidente Joe Biden alegó que la única razón para intervenir en Afganistán era acabar con Al Qaeda y con Bin Laden, así como prevenir futuros ataques terroristas, y todo eso se había conseguido.

En intervenciones posteriores, Biden incluso negó que entre las pretensiones norteamericanas hubiese la construcción de “una democracia unificada y centralizada” y rehuyó cualquier responsabilidad sobre la situación de los derechos humanos.

Es más, el actual inquilino de la Casa Blanca no ha dudado en culpar al anterior Gobierno de Kabul de ser el principal responsable de su situación.

Sin duda, el perdedor es el pueblo afgano, perplejo ante el avance talibán, la retirada de los aliados y el colapso de su gobierno. Muy especialmente respecto a las mujeres, otrora símbolo de la liberación de la intervención internacional.

Autor: Ana Ballesteros Peiró, investigadora sénior asociada, CIDOB
 
AYER EL PROGRAMA REPORTEROS DE FRANCE 24 ESTRENÓ UN DOCUMENTAL

sobre Ahmad Massoud, la Alianza del Norte, Bin Laden, Al Qaeda, los atentados terroristas del 11-S y la intervención de Occidente en Afganistán y sus resultados 20 años después.

Tiene un par de perlitas dignas de atención.


 
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