Malvinas 1982-2008: cuando la soberanía fue posible

Malvinas 1982-2008: cuando la soberanía fue posible

Domingo 30 de marzo de 2008
Publicado en la Edición impresa

Hasta un mes antes del conflicto, el gobierno británico ofreció reconocerle la soberanía de las islas a la Argentina a cambio de un acuerdo de leaseback, o retroarriendo, cuyos plazos podía variar entre 40 y 50 años, pero la guerra dilapidó los logros obtenidos hasta entonces y condenó al fracaso toda negociación posterior

En lo que sería última ronda de negociaciones previas al comienzo de las acciones militares, los días 26 y 27 de febrero y 1° de marzo de 1982, en Nueva York, representantes del Foreign Office británico reflotaron un ofrecimiento a la Cancillería argentina: devolver la soberanía de las islas Malvinas a través del mecanismo de "retroarriendo". La Junta Militar, a cargo del general Leopoldo Fortunato Galtieri, desautorizó los resultados del cónclave; un mes después, la Argentina ocupaba militarmente las islas, lo que dilapidó un reclamo centenario y 16 años de negociaciones bilaterales. A 26 años del conflicto, nuestro país quedó en una posición tal que no se vislumbran posibilidades concretas de recuperar las islas.

Desde el 3 de enero de 1833, día en que Gran Bretaña ocupó ilegítimamente las Malvinas y desalojó al gobierno y a la población argentinos, nuestro país reclama por su soberanía. Entre diciembre de 1965, cuando comenzaron las negociaciones bilaterales, y abril de 1982, pasaron poco más de 16 años. Para la Junta, tiempo suficiente para dar por finalizada la instancia diplomática e intentar recuperar las islas militarmente, aun cuando estuviera latente un ofrecimiento por el cual se reconocería la cuestión de la soberanía, eje de la disputa.

El retroarriendo o leaseback (tal su denominación en inglés) implicaba que Gran Bretaña le reconocía a la Argentina la soberanía sobre las Malvinas y ésta, a cambio, le solicitaba que las administrara por un período determinado, al término del cual las islas pasarían a ser plenamente argentinas. "En aquella reunión se habló de cuánto duraría el arriendo", dijo a LA NACION Carlos Ortiz de Rosas, entonces embajador en Londres, presente en la reunión. "Había aquiescencia en que fuera por un lapso de dos generaciones, que se discutía si abarcarían 20 ó 25 años cada una."

El ofrecimiento británico

En diciembre de 1965, cuando la ONU aprobó la resolución 2065 (XX) por la cual instó a ambas partes a iniciar negociaciones bilaterales pacíficas para resolver la disputa por la soberanía, comienza un período de conversaciones entre las representaciones argentina y británica, con marchas y contramarchas.

Con la llegada de la conservadora Margaret Thatcher a Downing Street , en 1979, el Foreign Office , a cargo de Lord Peter Carrington, propuso la fórmula del leaseback . Tal como consta tanto en el Informe Rattenbach -documento elaborado por la Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades en el conflicto del Atlántico Sur, encabezada por el teniente general Benjamín Rattenbach- como en el Malvinas Islands Review -conocido como el Franks Report , confeccionado por un comité privado de consultores encabezados por Lord Franks por encargo del gobierno británico-, entre 1980 y 1981 el comodoro Carlos Cavándoli, jefe de gabinete de la Cancillería argentina, a cargo de Carlos Pastor, primero, y Oscar Camilión, luego, y Nicholas Ridley, subsecretario del Foreign Office , mantuvieron cuatro reuniones secretas (una en Coppet, Suiza, dos en Nueva York y otra en Buenos Aires) para pulir el acuerdo.

Camilión contó a LA NACION que, luego de producido el encuentro, su par brasileño lo felicitó: "Han ganado el tema Malvinas -me dijo-. Una vez que Gran Bretaña reconoce la soberanía, todo lo demás es negociación". Consultado, Cavándoli se negó a hacer declaraciones ("No soy yo el que tiene que hablar", dijo), pero ratificó lo publicado en el informe.

Sin embargo, cuando todo parecía estar encaminado, intervino el United Kingdom Malvinas Islands Comitee , que respondía a la Malvinas Islands Company , "una compañía monopólica, favorecida con una concesión victoriana, típicamente colonialista y dueña de más de la mitad de la tierra de las islas", según describió Nicanor Costa Méndez (que cumpliría un rol vital durante la guerra como Canciller) en su libro Malvinas. Esta es la Historia . El lobby isleño se impuso en el Parlamento, que en la sesión del 2 de diciembre de 1980 vetó el acuerdo; para el Parlamento, los "deseos" de los isleños eran paramount (supremos). Ridley fue desplazado del Foreign Office y nombrado ministro de Transporte. Tras este nuevo fracaso, los británicos propusieron un congelamiento en las negociaciones.

Pero el leaseback no moriría ahí. Los días 26 y 27 de febrero y 1° de marzo de 1982 se realizó en Nueva York un encuentro que tenía por objetivo principal acordar una propuesta argentina de establecer un sistema de reuniones mensuales. En ese encuentro participaron, por la Argentina, Enrique Ros, subsecretario de Relaciones Exteriores; Carlos Ortiz de Rozas, embajador en el Reino Unido; Atilio Molteni, encargado de negocios de esa embajada, y Carlos Lucas Blanco, director de Departamento Malvinas de la Cancillería. Por Gran Bretaña estuvieron Richard Luce, nuevo subsecretario del Foreign Office , y Anthony Williams, embajador en la Argentina, entre otros. Inclusive hubo representación de los isleños. La Argentina no consiguió que Gran Bretaña aceptara la propuesta y Luce quedó en informar a su gobierno y responder en el término de un mes.

"Allí se reflotó la cuestión del retroarriendo", afirmó Ortiz de Rozas. "Los ingleses propusieron que fuera por un período de dos generaciones, que se discutía serían 40 ó 50 años, según se tomaran 20 ó 25 años por cada una. El tema seguía estando en la mente de los ingleses." Molteni, actual embajador en Israel, confirmó que el tema seguía estando sobre el tapete. "Era la única idea plausible", dijo. Blanco se excusó de opinar.

En el Franks Report consta que el propio Costa Méndez le había dicho a un funcionario británico (Lord Buxton), el 23 de aquel mes, que esperaba retomar la discusión por el tema del leaseback , aunque con la condición de que fuera presentado de manera distinta. Incluso finalizada la guerra, una evaluación de 1983 del Foreign Affaires Comitee del Parlamento británico (conocido como el Informe Kershaw por su director, sir Anthony Kershaw) reza que la opción del leasback seguía siendo "la solución más elegante de todas", ya que combinaba "los principios de la administración británica con la inmediata introducción de la noción de soberanía argentina". Y continúa: "Aunque haya sido rechazado por los representantes malvinenses en el pasado, este Comité cree que [el retroarriendo] todavía es digno de consideración. El aspecto crítico es la duración del arriendo. Muchos malvinenses [ ] manifestaron que el arriendo debería tratarse en términos de generaciones antes que en años: varias veces nos sugirieron un mínimo de 50 años".

Desenlace nefasto

Ros se mostró conforme con el resultado de aquel encuentro en Nueva York. El comunicado conjunto del encuentro decía: "La reunión tuvo lugar en un clima cordial y positivo. Las dos partes reafirmaron su decisión de hallar una solución a la disputa de soberanía y consideraron en detalle informar a sus gobiernos al respecto".

Lo que para la delegación argentina había sido un avance, aunque mínimo, para el gobierno fue un intento más por dilatar la cuestión de fondo: " la Argentina mantiene el derecho de poner término al funcionamiento de ese mecanismo [de negociación] y de elegir libremente el procedimiento que mejor resulte a sus intereses", decía el comunicado unilateral, tal como apareció el 2 de marzo en LA NACION, desautorizando a Ros. Más tarde, en virtud de los hechos, muchos tomaron ese anuncio como un preludio de la ocupación.

La decisión ya estaba tomada de antemano. La madrugada del 2 de abril de 1982, la Argentina ocupó militarmente las islas Malvinas. El Informe Rattenbach reveló que el gobierno argentino (los tres jefes de las Fuerzas y Costa Méndez) fue notificado el mismo día por el secretario de Estado norteamericano, el general Alexander Haig, de que los Estados Unidos habían pedido que cesaran la actividades militares, de que no podían permanecer neutrales y necesariamente apoyarían a Gran Bretaña en el caso de desatarse el conflicto armado. Reveló también que no existía entonces un plan para la defensa de las islas en el caso de que Gran Bretaña decidiera recuperarlas por la fuerza, plan que recién se diseñó el 12 de abril.

Cuando, tras la guerra, el Informe Kershaw reconoció que el retroarriendo seguía siendo la opción más elegante, la Argentina estaba acéfala, en pleno proceso de transición hacia la democracia. Luego, Gran Bretaña, con el triunfo militar y diplomático en la ONU, endurecería su postura y haría estéril hasta hoy cualquier intento de negociación por la soberanía.

Por Alejo Miranda Sanguinetti

Fuente: La Nacion
Link a nota: http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/enfoques/nota.asp?nota_id=999689
 
Arriba