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<blockquote data-quote="Derruido" data-source="post: 240554" data-attributes="member: 30"><p>John Sweeney, en el "Diario Las Américas" de Miami -EE.UU.- el 7 de febrero de 2005, bajo el siguiente título: "Venezuela asume doctrina militar cubana", expresa, entre otras cosas:</p><p>"Caracas-Las fuerzas armadas venezolanas han concebido una nueva doctrina de seguridad nacional, bajo la cual Estados Unidos reemplaza a Colombia como la mayor amenaza externa a su seguridad y soberanía, según informó el general de División del ejército Venezolano Melvin José López Hidalgo, secretario del Consejo de Defensa de la Nación, en una Conferencia al Centro de Estudios de Información de la Defensa Cubana (CEID), denominada "Problemas globales que afectan la seguridad de la humanidad"; Dictada en el Teatro "José Martí"; de la Habana -Cuba- el pasado 8 y 9 de diciembre.</p><p>Esta nueva doctrina de seguridad se basa en la excusa de que los militares estadounidenses acabarán por invadir a Venezuela, para asumir el control de su petróleo y gas natural. La anterior doctrina de seguridad preveía una respuesta militar convencional a posibles invasiones colombianas. Por el contrario, la nueva contempla una "respuesta asimétrica" a fuerzas invasoras estadounidenses superiores, mediante la combinación de personal militar venezolano, reservistas civiles y una red interna de grupos civiles de base.</p><p>Estos componentes estarán encargados de ataques guerrilleros de baja intensidad, coordinados contra las fuerzas estadounidenses".</p><p>El Gral. venezolano es claro: "fuerzas invasoras estadounidenses superiores". Aquí no hay eufemismo alguno.</p><p>La homología conceptual de lo expresado en los trascendidos de la prensa argentina en el 2007 y en el diario de Miami, en el 2005, pareciera existir y ello se complementa con noticias que nos llegan desde Córdoba, a través de "La Voz del Interior":</p><p>"Una fuente del Ministerio de Defensa salió de este modo a aclarar, ante una consulta de este diario, las versiones según las cuales el traslado del Tercer Cuerpo, así como del Segundo y el Quinto -de Rosario a Curuzú Cuatiá y de Bahía Blanca a Comodoro Rivadavia, respectivamente, es ya una decisión adoptada y puesta parcialmente en marcha.</p><p>Las mudanzas son apenas parte de las propuestas presentadas el año pasado a la ministra Nilda Garré por el arma terrestre en un documento titulado "Plan Ejército Argentino 2025" y que está en evaluación en Defensa".</p><p>Los Comandos de Cuerpo de Ejército son núcleos naturales de mandos estratégicos a movilizar. Su desplazamiento del centro a la periferia geográfica indicaría que se anulan como tales, en la nueva y original doctrina de guerra.</p><p>Este último trascendido, de ser cierto, es también ilegal, pues pareciera que el "Plan de Redespliegue" se origina en un Estado Mayor administrativo, el EMGE, al que la Ley de Defensa no le otorga esa función, exclusiva y excluyente del Estado Mayor Conjunto, que tiene responsabilidades Estratégico-Militares.</p><p>¿Se estará realizando una "reforma" del "instrumento militar" sin el soporte de un Plan Estratégico? Si así fuere, toma legitimidad el Editorial de la Nación del 5 de Marzo, cuando señala:</p><p>"El surgimiento de la nueva versión doctrinaria que aquí comentamos, parece más bien encaminado a satisfacer un planteo ideológico que reorienta la identificación del enemigo militar en las grandes potencias".</p><p></p><p>Si se diera éste supuesto, no es necesario contar con las necesidades emergentes de un Plan Estratégico. El modelo cubano, de raíz ideológica, está disponible vía Venezuela. Dejaría de ser exclusivo y nacional y vulneraría la razonabilidad organizacional, que debe quedar fundada en la relación entre fines y medios; transgrediría las funciones que la ley de defensa establece para los Estados Mayores y quebraría la profesionalidad intelectual de nuestros Oficiales de Estado Mayor.</p><p></p><p>Una Argentina autista, se encapsularía. (8) Omitiría a su real circunstancia políticoestratégica y elaboraría, en su reemplazo, una utopía ideológica que nos llevaría a un mito ciertamente ridículo: ante la supuesta agresión de EE.UU. preveríamos tácticas "liliputienses" y responderíamos con la "guerra de las pulgas". La conjetura periodística indicaría, si tuviere validez, que la ideología arrasaría una vez más con la razonabilidad, la profesionalidad y la ley.</p><p></p><p>Sin embargo, lo que más llama la atención, es que se esté trabajando sobre una novedosa organización celular "territorial", que sirve a una "hipótesis de amenaza interna" relacionada con los "recursos naturales" propios, decididamente fronteras adentro.</p><p></p><p>Debemos imaginarnos, en el caso de darse ese supuesto, que el imperio afectaría al poder nacional que hoy los controla. Para ello no actuaría sobre las fuentes de los recursos, sino sobre su control político. Esa hipótesis, totalmente peregrina y abstracta, carece de indicios conocidos y es ilegal. La ley de defensa prohíbe ese tipo de "hipótesis internas" taxativamente. La entrega indirecta y homeopática de los trascendidos de prensa referidos a los procesos de cambios, mueve a conjeturas, pero hace inverosímil su validación. (9)</p><p></p><p>Tenemos muy en claro la declaratoria del paracaidista tropical Chávez, que emplea a nuestro territorio como escenario de su discurso socialista, revolucionario y antinorteamericano, izando la bandera del "bolivarismo", como lo ha hecho en Mar del Plata y más recientemente en Ferrocarril Oeste. Tenemos clara también la adscripción de Evo Morales –Bolivia-, de Correa –Ecuador- y de Ortega –Nicaragua-, al eje La Habana– Caracas, lo que conlleva los intentos de éste trío -hasta hoy fallidos- para clonar, en sus respectivos países a la constitución "bolivariana de Venezuela" e inaugurar así sus "modernas tiranías constitucionales" que, entre otras cosas, exigirán contar con "tropas populares del partido", a crearse a través de lo que ellos llaman "hipótesis de amenazas imperialistas". (10)</p><p></p><p>Brasil y Chile, con ex-comunistas en las presidencias y Perú con un social-demócrata en la suya, refuerzan a sus instituciones armadas (4´ y 5´). ¿Qué estamos haciendo los argentinos? Como expertos en el tema, no lo vemos con claridad. Alguna vez Ferns nos dijo que "éramos amigos de todos y aliados de nadie". ¿Seguimos en esa posición? O ¿estamos trasegando hacia la figura de un Tartufo pragmático, con vuelo de mariposa? Las decisiones que se avecinan van a imponer la caída de muchos velos. Por el momento, solo conjeturamos.</p><p>Nuestras conjeturas originadas en la información periodística y su confrontación con las nuevas doctrinas estratégicas en los primeros años el siglo XXI.</p><p></p><p>Las guerras -según G. Bouthoul "el más espectacular de los fenómenos sociales"- constituyen " nuestros puntos de referencia cronológicos más destacados y, quiérase o no, los límites que señalan los grandes giros de los acontecimientos".</p><p>"Es por la guerra que han perecido casi todas las civilizaciones conocidas. Es por la guerra que han hecho su entrada casi todas las nuevas civilizaciones".</p><p>"Es por la guerra que se establecen o se sancionan las supremacías que colocan, durante un tiempo más o menos largo, un cierto tipo de sociedad a la cabeza de la humanidad".</p><p>"En una palabra, la guerra es la más notable de todas las formas de transición de la vida social. Es una forma de transición acelerada" (11).</p><p>En el año 2007 nos encontramos en la transición de la etapa de la civilización industrial a la posindustrial. En consecuencia, si aceptamos la teoría de Bouthoul, el orbe globalizado vive el proceso de su condigna "guerra mundial contraterrorista".</p><p>Jean Baudrillard, en su reciente e interesante trabajo "El espíritu del terrorismo", con su específica visión francesa, que es reflejo de una revolución fracasada, lo capta y a su vez lo distorsiona:</p><p>"En este sentido, se puede hablar de una guerra mundial; no la tercera sino la cuarta y única verdaderamente mundial, pues lo que está en juego es la globalización misma. Las dos primeras guerras mundiales respondían a la imagen clásica de la guerra. La primera puso fin a la supremacía de Europa y a la era colonial. La segunda puso fin al nazismo. La tercera, que tuvo lugar bajo la forma de la Guerra Fría y la disuasión, puso fin al comunismo. De una a otra, nos hemos dirigido cada vez más hacia un orden mundial único, que hoy ha llegado virtualmente a su consumación. Un orden que se encuentra enfrentado a las fuerzas antagónicas diseminadas en el corazón mismo de lo mundial, en todas sus convulsiones actuales. Guerra fractal de todas las células, de todas las singularidades que se rebelan bajo la forma de anticuerpos. Enfrentamiento a tal punto inasible que cada cierto tiempo es necesario salvaguardar la idea de la guerra a través de puestas en escena espectaculares, como las de la Guerra del Golfo o la de Afganistán.</p><p>Pero la Cuarta Guerra Mundial está en otra parte. Ella es la que inquieta a todo el orden mundial, a toda dominación hegemónica –si el Islam dominara al mundo, el terrorismo se levantaría en su contra–. El mundo mismo se resiste a la globalización" (12).</p><p></p><p>El autor de éste párrafo, intelectual maduro, filólogo y profesor de filosofía de la cultura, no es un especialista en temas político-estratégicos. Ello se evidencia en su lenguaje y en sus conceptos errados sobre las guerras mundiales, pues computa solamente cuatro y le da la calidad de "mundial" a la que está en acto, porque es la primera de extensión planetaria. Y no es así.</p><p></p><p>Gastón Bouthoul, su paisano, sociólogo y profundo tratadista de la guerra, ha contabilizado doce guerras mundiales en los últimos cinco siglos y las define como aquellas por las que "se establecen o se sancionan las supremacías que colocan, durante un tiempo más o menos largo, un cierto tipo de sociedad a la cabeza de la humanidad".</p><p>Ergo, las guerras mundiales son guerras en las que se disputa el poder imperial, que determinará una "supremacía" durante un período más o menos largo, en la esfera de su alcance. No son "mundiales" por su mera extensión geográfica.</p><p></p><p>Hacemos esta observación para demostrar cuán desconocido es el tema de la guerra, aun entre intelectuales de prestigio y contemporáneos, dentro de un mismo país. Ello nos da una pauta de lo que puede ocurrir entre aquellos que no lucen como hombres de pensamiento.</p><p></p><p>En nuestro país, esa confusión conceptual ha traído graves consecuencias socio-políticas en el pasado reciente y al enfrentar los cambios cualitativos de esta nueva etapa de la civilización "del conocimiento", las consecuencias pueden ser terminales, en varias naciones del amplio subdesarrollo cultural y político Iberoamericano (13).</p><p></p><p>Hay todavía, entre nosotros, quienes entienden que la guerra es un fenómeno "militar". Ya hemos señalado que G. Bouthoul la define como " el más espectacular de los fenómenos sociales" y podríamos sintetizar, recordando la clásica tesis clausewitziana: el más espectacular fenómeno socio-político (14).</p><p></p><p>En el sencillo cuadro que agregamos a continuación observamos cómo el fenómeno sociopolítico se descompone en varios niveles de la acción. La extrapolación de ideas, entre niveles, que habitualmente reconocemos en el lenguaje coloquial del inexperto, puede ser la fuente de la gran confusión existente en este delicado tema, en el que los errores siempre se pagan con sangre. Pero, a los fines de nuestro objeto, interesa detenernos particularmente en las columnas que señalan cuándo cesa cada una de las etapas y cual es su naturaleza, para alcanzar una mejor comprensión de éste fenómeno, unívoco y complejo.</p><p></p><p>La Guerra, Fenómeno Socio-Político</p><p></p><p>Los argentinos aun transitamos, en el 2007, la etapa final de nuestra guerra civil revolucionaria, todavía inconclusa. Es la de la explotación estratégica de la batalla que dio el agresor y omitió el Estado Nacional, por históricas carencias institucionales, que se traducen en su extrema y evidente debilidad, en todos sus niveles.</p><p></p><p>Sus consecuencias han sido y son: el trastrocamiento de la victoria táctica de la nación argentina, en derrota estratégica y la continuidad de la explotación político-estratégica en el plano político -guerra-, por cuanto no ha cesado en él la "actitud hostil del agresor terrorista-revolucionario". Lo evidencia la declaratoria diaria de sus personeros actuales.</p><p></p><p>Cesaron los combates con la victoria táctica del las tropas legales. El Estado no dio batalla -la "estratagema" que dirige a los combates- en el plano estratégico y el terrorismo revolucionario, que dio batalla bajo dirección internacional, explota hoy su éxito político estratégico por trastrocamiento, en la vía judicial (15´). La guerra está latente, como lo vivimos a diario a través de la actitud hostil –odio social- de las actuales dirigencias revolucionarias y sus simpatizantes o adherentes, que a través de la comunicación social y la educación controlan y desinforman a la opinión pública, es decir, al electorado.</p><p></p><p>Esta situación socio-política de arrastre se origina en la guerra mundial pasada, la Guerra Fría -1947/1991- (15) que asoló al Hemisferio Sur con agresiones no convencionales, mientras el Norte vivía la Pax del Terror Nuclear. Su actual explotación política-judicial se solapa con las preliminares de la batalla iberoamericana de la presente Guerra Mundial Contraterrorista. Ambas están fuera de la atención ciudadana y dirigencial. Vale la pena detenernos en su explicitación.</p><p></p><p>La explotación del éxito estratégico revolucionario, por vía judicial, se inició con el decreto alfonsinista 182/84, transitó con altibajos los diez años de posguerra fría hasta el 2001 e ingresa en el 2002, ya en el ámbito de la nueva "guerra mundial contraterrorista", con renovadas energías ideológicas, logrando que el sistema judicial argentino, en ambos períodos y sucesivamente: acepte la formación de "comisiones especiales"; nombre jueces "a medida"; aplique leyes "ex-post-facto", saque a los reos de sus jueces naturales, niegue la existencia misma de nuestra guerra civil revolucionaria -reconocida inicialmente por la Cámara Federal-; anule leyes constitucionales; quiebre la jurisprudencia argentina, no identifique al terrorismo revolucionario doméstico que nos agredió a lo largo de dos décadas; exhiba figuras penales inexistentes en nuestros códigos, etc. (15´, 15´´ y 15´´´).</p><p>Dicha explotación ideológica en el plano político-estratégico se va profundizando en la misma medida en que el Estado pierde su calidad institucional y ambas se aceleran al aproximarse un acto electoral, retenidos los derechos humanos como banderas, para de retener el poder. Estamos en presencia de una profunda corrupción estructural del Estado Institucional y de la Gran Política, como inteligencia del Estado.</p><p></p><p>Ingresaremos a un breve análisis teórico de los cambios cualitativos que la nueva etapa de la civilización a impuesto en la impronta de las guerras del siglo XXI, mientras nuestra cultura es vaciada sin prisa y sin pausa por la maniobra residual, iniciada en el período "guerra fría" y activada masivamente desde 1984.</p><p></p><p>Progresivamente la humanidad globalizada ha ingresado a una nueva etapa del progreso humano: hay una nueva forma de producir y hay una nueva forma de hacer la guerra (16).</p><p></p><p>Los argentinos, que aun no asimilamos ni cerramos nuestra guerra civil revolucionaria, subsidiaria de la Guerra Fría, debemos enfrentar inexorablemente a las consecuencias "internas", ya presentes en la región, de la nueva "Guerra Mundial Contraterrorista Global", absolutamente distinta en su naturaleza y acción -en todos los niveles- a las anteriores. Ello plantea una situación compleja y de difícil resolución (17).</p><p></p><p>Hemos pasado, irresponsable e inconscientemente, desde la estrategia de la disuasión vigente en el Norte hasta el 2001 y desde las guerras no convencionales revolucionarias en el Sur, a una nueva etapa -común ahora a todos los actores internacionales- regresando a la antigua estrategia de la acción- por cuanto nos enfrentamos a un enemigo "no-estatal, complejo y extendido en red", sin límites ético-jurídicos, que no recibe señales disuasivas.</p><p></p><p>Nuevamente los argentinos, como ayer, lo hacemos sin previsiones estratégicas, con instituciones licuadas y, aparentemente, según lo que se desprende de los trascendidos periodísticos que hemos comentado en la primera parte de éste trabajo, sin los conceptos más elementales de actualización situacional en los niveles de decisión políticoestratégicos.</p><p></p><p>Como lo expresamos alguna vez, "no hemos aprendido a aprender". Reemplazamos a la Gran Política y su consecuente visión de futuro por la ideologización resentida del pasado y profundizamos así a la inmoralidad pública y privada: la corrupción estructural, que es la avenida directa hacia la auto-destrucción.</p><p></p><p>Las Guerras de Cuarta Generación</p><p></p><p>En el mes de Octubre de 1989, cuando finalizaba la guerra fría, cuatro Oficiales Superiores Jefes de la Infantería de Marina de los EE.UU. –Lind, Schmitt y Wilson- publicaban un trabajo en la "Gazeta Marinera", que haría camino. Lo titularon: "El Rostro Cambiante de la Guerra: hacia la Cuarta Generación", conocido universalmente por su abreviatura en inglés: 4GW –Fourth Generation War- (18).</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Derruido, post: 240554, member: 30"] John Sweeney, en el "Diario Las Américas" de Miami -EE.UU.- el 7 de febrero de 2005, bajo el siguiente título: "Venezuela asume doctrina militar cubana", expresa, entre otras cosas: "Caracas-Las fuerzas armadas venezolanas han concebido una nueva doctrina de seguridad nacional, bajo la cual Estados Unidos reemplaza a Colombia como la mayor amenaza externa a su seguridad y soberanía, según informó el general de División del ejército Venezolano Melvin José López Hidalgo, secretario del Consejo de Defensa de la Nación, en una Conferencia al Centro de Estudios de Información de la Defensa Cubana (CEID), denominada "Problemas globales que afectan la seguridad de la humanidad"; Dictada en el Teatro "José Martí"; de la Habana -Cuba- el pasado 8 y 9 de diciembre. Esta nueva doctrina de seguridad se basa en la excusa de que los militares estadounidenses acabarán por invadir a Venezuela, para asumir el control de su petróleo y gas natural. La anterior doctrina de seguridad preveía una respuesta militar convencional a posibles invasiones colombianas. Por el contrario, la nueva contempla una "respuesta asimétrica" a fuerzas invasoras estadounidenses superiores, mediante la combinación de personal militar venezolano, reservistas civiles y una red interna de grupos civiles de base. Estos componentes estarán encargados de ataques guerrilleros de baja intensidad, coordinados contra las fuerzas estadounidenses". El Gral. venezolano es claro: "fuerzas invasoras estadounidenses superiores". Aquí no hay eufemismo alguno. La homología conceptual de lo expresado en los trascendidos de la prensa argentina en el 2007 y en el diario de Miami, en el 2005, pareciera existir y ello se complementa con noticias que nos llegan desde Córdoba, a través de "La Voz del Interior": "Una fuente del Ministerio de Defensa salió de este modo a aclarar, ante una consulta de este diario, las versiones según las cuales el traslado del Tercer Cuerpo, así como del Segundo y el Quinto -de Rosario a Curuzú Cuatiá y de Bahía Blanca a Comodoro Rivadavia, respectivamente, es ya una decisión adoptada y puesta parcialmente en marcha. Las mudanzas son apenas parte de las propuestas presentadas el año pasado a la ministra Nilda Garré por el arma terrestre en un documento titulado "Plan Ejército Argentino 2025" y que está en evaluación en Defensa". Los Comandos de Cuerpo de Ejército son núcleos naturales de mandos estratégicos a movilizar. Su desplazamiento del centro a la periferia geográfica indicaría que se anulan como tales, en la nueva y original doctrina de guerra. Este último trascendido, de ser cierto, es también ilegal, pues pareciera que el "Plan de Redespliegue" se origina en un Estado Mayor administrativo, el EMGE, al que la Ley de Defensa no le otorga esa función, exclusiva y excluyente del Estado Mayor Conjunto, que tiene responsabilidades Estratégico-Militares. ¿Se estará realizando una "reforma" del "instrumento militar" sin el soporte de un Plan Estratégico? Si así fuere, toma legitimidad el Editorial de la Nación del 5 de Marzo, cuando señala: "El surgimiento de la nueva versión doctrinaria que aquí comentamos, parece más bien encaminado a satisfacer un planteo ideológico que reorienta la identificación del enemigo militar en las grandes potencias". Si se diera éste supuesto, no es necesario contar con las necesidades emergentes de un Plan Estratégico. El modelo cubano, de raíz ideológica, está disponible vía Venezuela. Dejaría de ser exclusivo y nacional y vulneraría la razonabilidad organizacional, que debe quedar fundada en la relación entre fines y medios; transgrediría las funciones que la ley de defensa establece para los Estados Mayores y quebraría la profesionalidad intelectual de nuestros Oficiales de Estado Mayor. Una Argentina autista, se encapsularía. (8) Omitiría a su real circunstancia políticoestratégica y elaboraría, en su reemplazo, una utopía ideológica que nos llevaría a un mito ciertamente ridículo: ante la supuesta agresión de EE.UU. preveríamos tácticas "liliputienses" y responderíamos con la "guerra de las pulgas". La conjetura periodística indicaría, si tuviere validez, que la ideología arrasaría una vez más con la razonabilidad, la profesionalidad y la ley. Sin embargo, lo que más llama la atención, es que se esté trabajando sobre una novedosa organización celular "territorial", que sirve a una "hipótesis de amenaza interna" relacionada con los "recursos naturales" propios, decididamente fronteras adentro. Debemos imaginarnos, en el caso de darse ese supuesto, que el imperio afectaría al poder nacional que hoy los controla. Para ello no actuaría sobre las fuentes de los recursos, sino sobre su control político. Esa hipótesis, totalmente peregrina y abstracta, carece de indicios conocidos y es ilegal. La ley de defensa prohíbe ese tipo de "hipótesis internas" taxativamente. La entrega indirecta y homeopática de los trascendidos de prensa referidos a los procesos de cambios, mueve a conjeturas, pero hace inverosímil su validación. (9) Tenemos muy en claro la declaratoria del paracaidista tropical Chávez, que emplea a nuestro territorio como escenario de su discurso socialista, revolucionario y antinorteamericano, izando la bandera del "bolivarismo", como lo ha hecho en Mar del Plata y más recientemente en Ferrocarril Oeste. Tenemos clara también la adscripción de Evo Morales –Bolivia-, de Correa –Ecuador- y de Ortega –Nicaragua-, al eje La Habana– Caracas, lo que conlleva los intentos de éste trío -hasta hoy fallidos- para clonar, en sus respectivos países a la constitución "bolivariana de Venezuela" e inaugurar así sus "modernas tiranías constitucionales" que, entre otras cosas, exigirán contar con "tropas populares del partido", a crearse a través de lo que ellos llaman "hipótesis de amenazas imperialistas". (10) Brasil y Chile, con ex-comunistas en las presidencias y Perú con un social-demócrata en la suya, refuerzan a sus instituciones armadas (4´ y 5´). ¿Qué estamos haciendo los argentinos? Como expertos en el tema, no lo vemos con claridad. Alguna vez Ferns nos dijo que "éramos amigos de todos y aliados de nadie". ¿Seguimos en esa posición? O ¿estamos trasegando hacia la figura de un Tartufo pragmático, con vuelo de mariposa? Las decisiones que se avecinan van a imponer la caída de muchos velos. Por el momento, solo conjeturamos. Nuestras conjeturas originadas en la información periodística y su confrontación con las nuevas doctrinas estratégicas en los primeros años el siglo XXI. Las guerras -según G. Bouthoul "el más espectacular de los fenómenos sociales"- constituyen " nuestros puntos de referencia cronológicos más destacados y, quiérase o no, los límites que señalan los grandes giros de los acontecimientos". "Es por la guerra que han perecido casi todas las civilizaciones conocidas. Es por la guerra que han hecho su entrada casi todas las nuevas civilizaciones". "Es por la guerra que se establecen o se sancionan las supremacías que colocan, durante un tiempo más o menos largo, un cierto tipo de sociedad a la cabeza de la humanidad". "En una palabra, la guerra es la más notable de todas las formas de transición de la vida social. Es una forma de transición acelerada" (11). En el año 2007 nos encontramos en la transición de la etapa de la civilización industrial a la posindustrial. En consecuencia, si aceptamos la teoría de Bouthoul, el orbe globalizado vive el proceso de su condigna "guerra mundial contraterrorista". Jean Baudrillard, en su reciente e interesante trabajo "El espíritu del terrorismo", con su específica visión francesa, que es reflejo de una revolución fracasada, lo capta y a su vez lo distorsiona: "En este sentido, se puede hablar de una guerra mundial; no la tercera sino la cuarta y única verdaderamente mundial, pues lo que está en juego es la globalización misma. Las dos primeras guerras mundiales respondían a la imagen clásica de la guerra. La primera puso fin a la supremacía de Europa y a la era colonial. La segunda puso fin al nazismo. La tercera, que tuvo lugar bajo la forma de la Guerra Fría y la disuasión, puso fin al comunismo. De una a otra, nos hemos dirigido cada vez más hacia un orden mundial único, que hoy ha llegado virtualmente a su consumación. Un orden que se encuentra enfrentado a las fuerzas antagónicas diseminadas en el corazón mismo de lo mundial, en todas sus convulsiones actuales. Guerra fractal de todas las células, de todas las singularidades que se rebelan bajo la forma de anticuerpos. Enfrentamiento a tal punto inasible que cada cierto tiempo es necesario salvaguardar la idea de la guerra a través de puestas en escena espectaculares, como las de la Guerra del Golfo o la de Afganistán. Pero la Cuarta Guerra Mundial está en otra parte. Ella es la que inquieta a todo el orden mundial, a toda dominación hegemónica –si el Islam dominara al mundo, el terrorismo se levantaría en su contra–. El mundo mismo se resiste a la globalización" (12). El autor de éste párrafo, intelectual maduro, filólogo y profesor de filosofía de la cultura, no es un especialista en temas político-estratégicos. Ello se evidencia en su lenguaje y en sus conceptos errados sobre las guerras mundiales, pues computa solamente cuatro y le da la calidad de "mundial" a la que está en acto, porque es la primera de extensión planetaria. Y no es así. Gastón Bouthoul, su paisano, sociólogo y profundo tratadista de la guerra, ha contabilizado doce guerras mundiales en los últimos cinco siglos y las define como aquellas por las que "se establecen o se sancionan las supremacías que colocan, durante un tiempo más o menos largo, un cierto tipo de sociedad a la cabeza de la humanidad". Ergo, las guerras mundiales son guerras en las que se disputa el poder imperial, que determinará una "supremacía" durante un período más o menos largo, en la esfera de su alcance. No son "mundiales" por su mera extensión geográfica. Hacemos esta observación para demostrar cuán desconocido es el tema de la guerra, aun entre intelectuales de prestigio y contemporáneos, dentro de un mismo país. Ello nos da una pauta de lo que puede ocurrir entre aquellos que no lucen como hombres de pensamiento. En nuestro país, esa confusión conceptual ha traído graves consecuencias socio-políticas en el pasado reciente y al enfrentar los cambios cualitativos de esta nueva etapa de la civilización "del conocimiento", las consecuencias pueden ser terminales, en varias naciones del amplio subdesarrollo cultural y político Iberoamericano (13). Hay todavía, entre nosotros, quienes entienden que la guerra es un fenómeno "militar". Ya hemos señalado que G. Bouthoul la define como " el más espectacular de los fenómenos sociales" y podríamos sintetizar, recordando la clásica tesis clausewitziana: el más espectacular fenómeno socio-político (14). En el sencillo cuadro que agregamos a continuación observamos cómo el fenómeno sociopolítico se descompone en varios niveles de la acción. La extrapolación de ideas, entre niveles, que habitualmente reconocemos en el lenguaje coloquial del inexperto, puede ser la fuente de la gran confusión existente en este delicado tema, en el que los errores siempre se pagan con sangre. Pero, a los fines de nuestro objeto, interesa detenernos particularmente en las columnas que señalan cuándo cesa cada una de las etapas y cual es su naturaleza, para alcanzar una mejor comprensión de éste fenómeno, unívoco y complejo. La Guerra, Fenómeno Socio-Político Los argentinos aun transitamos, en el 2007, la etapa final de nuestra guerra civil revolucionaria, todavía inconclusa. Es la de la explotación estratégica de la batalla que dio el agresor y omitió el Estado Nacional, por históricas carencias institucionales, que se traducen en su extrema y evidente debilidad, en todos sus niveles. Sus consecuencias han sido y son: el trastrocamiento de la victoria táctica de la nación argentina, en derrota estratégica y la continuidad de la explotación político-estratégica en el plano político -guerra-, por cuanto no ha cesado en él la "actitud hostil del agresor terrorista-revolucionario". Lo evidencia la declaratoria diaria de sus personeros actuales. Cesaron los combates con la victoria táctica del las tropas legales. El Estado no dio batalla -la "estratagema" que dirige a los combates- en el plano estratégico y el terrorismo revolucionario, que dio batalla bajo dirección internacional, explota hoy su éxito político estratégico por trastrocamiento, en la vía judicial (15´). La guerra está latente, como lo vivimos a diario a través de la actitud hostil –odio social- de las actuales dirigencias revolucionarias y sus simpatizantes o adherentes, que a través de la comunicación social y la educación controlan y desinforman a la opinión pública, es decir, al electorado. Esta situación socio-política de arrastre se origina en la guerra mundial pasada, la Guerra Fría -1947/1991- (15) que asoló al Hemisferio Sur con agresiones no convencionales, mientras el Norte vivía la Pax del Terror Nuclear. Su actual explotación política-judicial se solapa con las preliminares de la batalla iberoamericana de la presente Guerra Mundial Contraterrorista. Ambas están fuera de la atención ciudadana y dirigencial. Vale la pena detenernos en su explicitación. La explotación del éxito estratégico revolucionario, por vía judicial, se inició con el decreto alfonsinista 182/84, transitó con altibajos los diez años de posguerra fría hasta el 2001 e ingresa en el 2002, ya en el ámbito de la nueva "guerra mundial contraterrorista", con renovadas energías ideológicas, logrando que el sistema judicial argentino, en ambos períodos y sucesivamente: acepte la formación de "comisiones especiales"; nombre jueces "a medida"; aplique leyes "ex-post-facto", saque a los reos de sus jueces naturales, niegue la existencia misma de nuestra guerra civil revolucionaria -reconocida inicialmente por la Cámara Federal-; anule leyes constitucionales; quiebre la jurisprudencia argentina, no identifique al terrorismo revolucionario doméstico que nos agredió a lo largo de dos décadas; exhiba figuras penales inexistentes en nuestros códigos, etc. (15´, 15´´ y 15´´´). Dicha explotación ideológica en el plano político-estratégico se va profundizando en la misma medida en que el Estado pierde su calidad institucional y ambas se aceleran al aproximarse un acto electoral, retenidos los derechos humanos como banderas, para de retener el poder. Estamos en presencia de una profunda corrupción estructural del Estado Institucional y de la Gran Política, como inteligencia del Estado. Ingresaremos a un breve análisis teórico de los cambios cualitativos que la nueva etapa de la civilización a impuesto en la impronta de las guerras del siglo XXI, mientras nuestra cultura es vaciada sin prisa y sin pausa por la maniobra residual, iniciada en el período "guerra fría" y activada masivamente desde 1984. Progresivamente la humanidad globalizada ha ingresado a una nueva etapa del progreso humano: hay una nueva forma de producir y hay una nueva forma de hacer la guerra (16). Los argentinos, que aun no asimilamos ni cerramos nuestra guerra civil revolucionaria, subsidiaria de la Guerra Fría, debemos enfrentar inexorablemente a las consecuencias "internas", ya presentes en la región, de la nueva "Guerra Mundial Contraterrorista Global", absolutamente distinta en su naturaleza y acción -en todos los niveles- a las anteriores. Ello plantea una situación compleja y de difícil resolución (17). Hemos pasado, irresponsable e inconscientemente, desde la estrategia de la disuasión vigente en el Norte hasta el 2001 y desde las guerras no convencionales revolucionarias en el Sur, a una nueva etapa -común ahora a todos los actores internacionales- regresando a la antigua estrategia de la acción- por cuanto nos enfrentamos a un enemigo "no-estatal, complejo y extendido en red", sin límites ético-jurídicos, que no recibe señales disuasivas. Nuevamente los argentinos, como ayer, lo hacemos sin previsiones estratégicas, con instituciones licuadas y, aparentemente, según lo que se desprende de los trascendidos periodísticos que hemos comentado en la primera parte de éste trabajo, sin los conceptos más elementales de actualización situacional en los niveles de decisión políticoestratégicos. Como lo expresamos alguna vez, "no hemos aprendido a aprender". Reemplazamos a la Gran Política y su consecuente visión de futuro por la ideologización resentida del pasado y profundizamos así a la inmoralidad pública y privada: la corrupción estructural, que es la avenida directa hacia la auto-destrucción. Las Guerras de Cuarta Generación En el mes de Octubre de 1989, cuando finalizaba la guerra fría, cuatro Oficiales Superiores Jefes de la Infantería de Marina de los EE.UU. –Lind, Schmitt y Wilson- publicaban un trabajo en la "Gazeta Marinera", que haría camino. Lo titularon: "El Rostro Cambiante de la Guerra: hacia la Cuarta Generación", conocido universalmente por su abreviatura en inglés: 4GW –Fourth Generation War- (18). [/QUOTE]
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