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La idea de la muerte en la educacion militar
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<blockquote data-quote="Pablo01" data-source="post: 832926" data-attributes="member: 4259"><p>Por el Brigadier (R) Alberto Simari</p><p>La pregunta a formularse es, ¿qué me impulsa a escribir</p><p>sobre la idea de la muerte?</p><p>La educación militar que tanto preocupa a quienes se</p><p>encuentran abocados a reformar los planes de los Institutos</p><p>de Formación, por lo menos en lo que ha trascendido,</p><p>no contempla lo referente a la templanza espiritual</p><p>que debe ser patrimonio indiscutido de las personas que</p><p>tienen vocación y aspiran a ser militares.</p><p>Nadie se preguntó, ¿qué motiva a un combatiente a</p><p>enfrentar la muerte? El tiempo de vuelo desde el continente</p><p>a Malvinas, para enfrentar al enemigo, invita a reflexionar</p><p>y a evaluar las posibilidades de regresar con vida.</p><p>Decolaban 4 aviones y cuando regresaban de la misión</p><p>eran tres, dos o uno, quién podría asegurar su regreso,</p><p>después salir en otra misión con las mismas posibilidades</p><p>y dedicarse al anochecer a desarmar la cama de los que</p><p>no regresaron porque habían realizado su último vuelo. Al</p><p>principio el dormitorio apenas si alcanzaba, no había lugar</p><p>entre las camas, cada día que pasaba quedaba más espacio.</p><p>Los que estaban en la isla para su defensa disponían,</p><p>aun, de más tiempo para pensar en la muerte y el abandono</p><p>de su familia. El mar fue cementerio para quienes</p><p>navegaban dispuestos a ofrecer lo más preciado del ser</p><p>humano, su vida, por defender nuestra soberanía.</p><p>Nadie se preguntó, ¿por qué la Armada, la Fuerza Aérea</p><p>y el Ejército disponían de hombres dispuestos a dar su</p><p>vida en cumplimiento de un mandato vocacional que</p><p>siempre encarnó la idea de la muerte en defensa de la</p><p>Nación? El mar, la tierra y el cielo eran el escenario de</p><p>su coraje y allí cedieron su lugar y acallaron todos los</p><p>sentimientos, dando el testimonio de una formación que</p><p>los impulsaba, con la fuerza de las convicciones, a combatir</p><p>con una entrega total de todo lo que un soldado</p><p>puede ofrecer por su país.</p><p>El combatiente puede estar muy bien preparado en el</p><p>empleo del arma que debe usar pero, si bien eso es muy</p><p>importante, debe por sobre todas las cosas estar convencido</p><p>de que la causa que defiende demanda hasta</p><p>su muerte. El que se educa para defender su país debe</p><p>poseer valores espirituales que aseguren el cumplimiento</p><p>de su compromiso. El cuestionado espíritu de cuerpo</p><p>es fundamental y qué decir del coraje que tiene quien</p><p>cree en su trascendencia.</p><p>Los griegos prestaban mucha atención a las palabras de</p><p>uno de sus sabios… “la vida del sabio debe ser la meditación</p><p>de la muerte”. La guerra es una realidad constante</p><p>de la historia humana, ¿alguien lo puede negar? Lo</p><p>más conveniente es ver la realidad y tratar de ubicarse</p><p>dentro de ella de la mejor forma posible. La vida de un</p><p>militar debe ser la preparación de su alma, siempre, en</p><p>todo momento, para la suprema gloria de morir defendiendo</p><p>su país. La vocación militar guarda estrecha relación</p><p>con la idea de la muerte.</p><p>La idea de la muerte constituye el eje y centro de la educación</p><p>militar. A los jóvenes se los educa en la universidad</p><p>y colegios para que sepan vivir. Al cadete se lo</p><p>educa para que sepa morir. A unos se les enseña cómo</p><p>enfrentar la vida, lograr una profesión, hacer una carrera</p><p>brillante, ocupar posiciones en la vida social, etc. Al militar</p><p>se lo debe educar para que cumpla con la finalidad</p><p>de su profesión, no se lo forma para saber cómo ganar</p><p>dinero, se lo debe alejar de todas las preocupaciones</p><p>ordinarias, concentrando su atención en una preparación</p><p>adecuada para que sepa morir.</p><p>San Agustín, Obispo de Hipona, príncipe de la Iglesia</p><p>Católica, nos dejó escritas sus reflexiones sobre la guerra…</p><p>se pregunta: “Si nadie se plantea el problema de su</p><p>existencia… es un fenómeno cultural… La paz completa</p><p>es imposible de alcanzar en la tierra”. Al conceptualizar</p><p>sobre las mismas, dice: “Las guerras son justas e injustas”</p><p>y son parte de la condición de las sociedades humanas,</p><p>en las cuales, desgraciadamente los hombres no</p><p>encuentran la posibilidad de una solución para sus problemas</p><p>y dificultades sin recurrir al uso de las armas. El</p><p>enfrentamiento no consiste únicamente en tener una</p><p>muerte heroica, sino también, y nadie lo podrá negar, en</p><p>saberla dar con valentía y dureza. La guerra no se puede</p><p>hacer sino con el firme deseo de triunfar y la victoria no</p><p>se puede obtener sin sacrificar vidas humanas.</p><p>El día que se encuentre en peligro la dignidad y la honra</p><p>de la Argentina entonces el hombre preparado para</p><p>sacrificar hasta su vida sabrá afrontar la muerte. La Paz</p><p>es la finalidad, aunque para lograrla sea necesario saber</p><p>matar y saber morir. La Patria cuyo símbolo es la bandera</p><p>es llevada con arrogancia por el brazo del militar porque</p><p>los ciudadanos tienen fe en su espíritu de sacrificio</p><p>y porque va a defender una existencia que es la de su</p><p>pueblo y un ideal que es el alma de la Nación.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pablo01, post: 832926, member: 4259"] Por el Brigadier (R) Alberto Simari La pregunta a formularse es, ¿qué me impulsa a escribir sobre la idea de la muerte? La educación militar que tanto preocupa a quienes se encuentran abocados a reformar los planes de los Institutos de Formación, por lo menos en lo que ha trascendido, no contempla lo referente a la templanza espiritual que debe ser patrimonio indiscutido de las personas que tienen vocación y aspiran a ser militares. Nadie se preguntó, ¿qué motiva a un combatiente a enfrentar la muerte? El tiempo de vuelo desde el continente a Malvinas, para enfrentar al enemigo, invita a reflexionar y a evaluar las posibilidades de regresar con vida. Decolaban 4 aviones y cuando regresaban de la misión eran tres, dos o uno, quién podría asegurar su regreso, después salir en otra misión con las mismas posibilidades y dedicarse al anochecer a desarmar la cama de los que no regresaron porque habían realizado su último vuelo. Al principio el dormitorio apenas si alcanzaba, no había lugar entre las camas, cada día que pasaba quedaba más espacio. Los que estaban en la isla para su defensa disponían, aun, de más tiempo para pensar en la muerte y el abandono de su familia. El mar fue cementerio para quienes navegaban dispuestos a ofrecer lo más preciado del ser humano, su vida, por defender nuestra soberanía. Nadie se preguntó, ¿por qué la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército disponían de hombres dispuestos a dar su vida en cumplimiento de un mandato vocacional que siempre encarnó la idea de la muerte en defensa de la Nación? El mar, la tierra y el cielo eran el escenario de su coraje y allí cedieron su lugar y acallaron todos los sentimientos, dando el testimonio de una formación que los impulsaba, con la fuerza de las convicciones, a combatir con una entrega total de todo lo que un soldado puede ofrecer por su país. El combatiente puede estar muy bien preparado en el empleo del arma que debe usar pero, si bien eso es muy importante, debe por sobre todas las cosas estar convencido de que la causa que defiende demanda hasta su muerte. El que se educa para defender su país debe poseer valores espirituales que aseguren el cumplimiento de su compromiso. El cuestionado espíritu de cuerpo es fundamental y qué decir del coraje que tiene quien cree en su trascendencia. Los griegos prestaban mucha atención a las palabras de uno de sus sabios… “la vida del sabio debe ser la meditación de la muerte”. La guerra es una realidad constante de la historia humana, ¿alguien lo puede negar? Lo más conveniente es ver la realidad y tratar de ubicarse dentro de ella de la mejor forma posible. La vida de un militar debe ser la preparación de su alma, siempre, en todo momento, para la suprema gloria de morir defendiendo su país. La vocación militar guarda estrecha relación con la idea de la muerte. La idea de la muerte constituye el eje y centro de la educación militar. A los jóvenes se los educa en la universidad y colegios para que sepan vivir. Al cadete se lo educa para que sepa morir. A unos se les enseña cómo enfrentar la vida, lograr una profesión, hacer una carrera brillante, ocupar posiciones en la vida social, etc. Al militar se lo debe educar para que cumpla con la finalidad de su profesión, no se lo forma para saber cómo ganar dinero, se lo debe alejar de todas las preocupaciones ordinarias, concentrando su atención en una preparación adecuada para que sepa morir. San Agustín, Obispo de Hipona, príncipe de la Iglesia Católica, nos dejó escritas sus reflexiones sobre la guerra… se pregunta: “Si nadie se plantea el problema de su existencia… es un fenómeno cultural… La paz completa es imposible de alcanzar en la tierra”. Al conceptualizar sobre las mismas, dice: “Las guerras son justas e injustas” y son parte de la condición de las sociedades humanas, en las cuales, desgraciadamente los hombres no encuentran la posibilidad de una solución para sus problemas y dificultades sin recurrir al uso de las armas. El enfrentamiento no consiste únicamente en tener una muerte heroica, sino también, y nadie lo podrá negar, en saberla dar con valentía y dureza. La guerra no se puede hacer sino con el firme deseo de triunfar y la victoria no se puede obtener sin sacrificar vidas humanas. El día que se encuentre en peligro la dignidad y la honra de la Argentina entonces el hombre preparado para sacrificar hasta su vida sabrá afrontar la muerte. La Paz es la finalidad, aunque para lograrla sea necesario saber matar y saber morir. La Patria cuyo símbolo es la bandera es llevada con arrogancia por el brazo del militar porque los ciudadanos tienen fe en su espíritu de sacrificio y porque va a defender una existencia que es la de su pueblo y un ideal que es el alma de la Nación. [/QUOTE]
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