La crisis de los alimentos y su impacto en la seguridad internacional

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La crisis de los alimentos y su impacto en la seguridad internacional
Abr-16-08 - por Fabián Calle

En los últimos años una multiplicidad de análisis y estudios provenientes de diferentes áreas académicas y científicas han venido abordando, muchas veces de manera encapsulada, temas como los impactos del cambio climático, la creciente importancia estratégica del agua potable, el aumento de los precios de las materias primas, la inestabilidad social derivada del aumento en el valor a pagar por los alimentos, las jugadas geopolíticas para controlar mayores cantidades de recursos naturales, etc. No obstante, en los últimos meses y de manera contundente en las presentes semanas, esta combinación de hechos y procesos se comienzan a mostrar en toda su magnitud y van poniendo en claro los elevados niveles de interacción y retroalimentación que existen entre temas tan diversos y relevantes.

A manera de ejemplo e introducción, un académico del peso de Giovanni Sartori ha advertido recientemente sobre claras evidencias sobre la aproximación del momento de crisis o ruptura entre el desarrollo económico y la sustentabilidad del planeta. Convocando por ello a repensar la relación existente entre democracia de mercado y paz interestatal que tanto influye en muchos análisis de la realidad y la seguridad internacional. Para Sartori, el futuro depara una fuerte carga de disputas por los recursos naturales, efectos devastadores del cambio climático y sobrepoblación del planeta1. El siempre influyente no pro-mercado The Wall Street Journal alerta sobre los traumas que deparan de la combinación de crecimiento demográfico, aumentos descomunales en la demanda de recursos naturales y cambio climático2. En este sentido cita que una comparación entre los precios promedios de los principales commodities nos mostraría un índice 500% superior en el año 2008 vis a vis los primeros años de la década del ´70 y 250% más con respecto al año 2000. John Gray no duda en hablar de una reedición a escala global e infinitamente más compleja en actores y agendas del "gran juego" geopolítico que se diera a comienzos del siglo XX. Teniendo esta vez como protagonistas a temas como el agua, los minerales, los alimentos y el petróleo, si en la edición de 100 años atrás los escenarios fueron básicamente los de Asia Central, ahora lo serían América Latina, el Golfo Pérsico, África, el Ártico y la Antártica3.

Instituciones internacionales como la OTAN -y aun el tradicionalmente economicista y cortoplacista FMI- no se han abstraído de estos debates y alertas. Recientemente el Secretario General de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, sostuvo la necesidad de que la Alianza considere temas como la protección y control estratégico del agua potable y alimentos, así como que analice los impactos de los mismos sobre los niveles de violencia e ingobernabilidad en diversas zonas del mundo. Cabe intercalar en estos dichos que una mirada a la situación en países tan diversos como Haití y Egipto a lo largo de los últimos días nos mostrarían el realismo de estas palabras. En este escenario, cabe mencionar que al día de hoy al menos 12 grandes países productores de alimentos a nivel internacional han implementado esquemas de retenciones e impuestos especiales con el objeto de limitar la inflación interna e incrementar los recursos del Estado4.

En un informe de la FAO del presente año, se emite una clara señal de alerta sobre las consecuencias económicas, políticas y de seguridad que tiene y tendrá el aumento en el precio de los alimentos. A modo de ejemplo, pone casos como los de Haití con aumentos del 100% en el último año. Entre los casos más críticos y explosivos figuran el mismo Haití, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Vietnam, China y, por si tuvieran pocos problemas, Irak y Afganistán. Suma a ello, que las reservas de granos en el mundo son las más bajas desde 1982. Entre los factores explicativos, la FAO destaca: 1) el uso del maíz para producir bio-combustible; 2) el aumento del precio del gasoil, fertilizantes y el alza del petróleo; 3) las sequías derivadas del cambio climático; 4) la especulación financiera de los mercados a futuro.

Dos recientes reportes especiales de la Unión Europea y de la ONU sostienen que el cambio climático es un factor activador, potenciador y multiplicador de crisis y conflictos nuevos, latentes y ya existentes. Con cierta carga de ironía histórica, los países más vulnerables son los más pobres y subdesarrollados y que, comparativamente, menos contaminan5. De manera complementaria, The Financial Times convoca a tomar conciencia del efecto profundamente perturbador del aumento y las distorsiones de los mercados de alimentos y recursos naturales. Como algunos ejemplos, afirma que entre el 2000-2006 la demanda de cereales se elevó en un 8% en tanto que los precios lo hicieron en un 50% (sin sumar las subas que se dieron entre el 2006 y la actualidad). Cita el caso de México, en donde el popular y fundamental grano de maíz vio crecer su precio un 35%, impactando fuertemente en los sectores populares o de un 100% en el caso del arroz en la India.

El Pentágono dio a conocer en el año 2007 un contundente documento titulado "National Security and The Threat of Climate Change" redactado por 11 oficiales superiores (retirados) de las 4 Fuerzas. Todos ellos, con un destacado currículum y amplias experiencias en diversas zonas del mundo. Entre los mismos se destacan el General G. Sullivan, el General A. Zinni, el Almirante J. Lopez, etc. En la parte introductoria, comienzan advirtiendo que "el cambio climático representa un nuevo y muy diferente desafío a la seguridad nacional" así como el hecho que ese cambio es un dato fáctico y que está llamado a tener profundas consecuencias económicas, sociales y en campos como la seguridad y la Defensa Nacional. En palabras de estos militares, el cambio climático tenderá a actuar como un multiplicador y complejizador de problemas, tensiones y amenazas ya existentes (migraciones, hambre, sed, terrorismo, guerra civil, lucha por recursos naturales, choques fronterizos, etc.).

Entre los hallazgos subrayados por este documento, se destacan: 1) el cambio climático es una seria amenaza a la seguridad nacional; 2) actúa como un multiplicador de inestabilidad y crisis en zonas volátiles y puede desestabilizar regiones hasta ahora estables; 3) caben esperar mayores flujos migratorios hacia los EE.UU. y caídas en la producción de alimentos y agua (en América Latina, especialmente en países como Perú y Venezuela).

Al llegar al plano de las recomendaciones, afirma: 1) Washington debe articular una estrategia coherente que abarque también política energética, política exterior y Defensa Nacional; 2) debe desarrollarse un mayor activismo de los EE.UU. en este tema, tanto dentro del país como a escala internacional; 3) se deben alentar alianzas y esquemas de cooperación con la mayor cantidad de Estados y organizaciones, en especial con los más vulnerables y menos desarrollados; 4) el sector Defensa debe dar su aporte, adaptándose a energías menos contaminantes y potenciando sus capacidades para actuar en el nuevo escenario (tanto sea en misiones humanitarias, rescate, imposición de la paz, etc.); 5) se debe hacer una seria evaluación del efecto sobre el despliegue de bases y efectivos militares de los EE.UU. en el mundo.

Entre las implicaciones geoestratégica detectadas, sobresalen temas tales como caídas en la producción de alimentos y disponibilidad de agua (cita los casos de Pakistán, China, India y Sudáfrica) en diversas zonas del mundo (en especial en algunas muy inestables actualmente por motivos políticos, étnicos y religiosos como Medio Oriente y Norte de África), el aumento de las migraciones internas y externas, la difusión de enfermedades y la reactivación o creación de tensiones fronterizas entre Estados por el control de recursos naturales. Suman a todos ello la aceleración en el colapso de algunos Estados débiles y un terreno más fértil para el crecimiento del terrorismo y visiones radicales.

En lo que se refiera el Reino Unido, dos documentos recientemente difundidos, uno elaborado por la Universidad de Oxford y otro una proyección de inteligencia 2030 elaborada por el Ministerio de Defensa, presentan algunos puntos relevantes de convergencia: 1) el cambio climático está entre nosotros y sus efectos en gran medida negativos; 2) se produce una revalorización de los recursos naturales y se agudizarán las competencias y conflictos por el control de los mismos (petróleo y gas más caro y menos disponibilidad de agua potable); 3) aumentarán las migraciones y la pobreza en amplias zonas del mundo; 4) se tiende hacia una creciente militarización de la política internacional; 5) crecientes niveles de radicalización de sectores medios y bajos de las sociedades, tanto desarrolladas como subdesarrolladas; 6) el ascenso de potencias regionales y consiguientes tensiones de varias de ellas con los EE.UU., incluyendo en este listado al Brasil.

También proveniente del Reino Unido, el denominado "Informe Stern", encargado por la Secretaria del Tesoro de ese país, concluye que el cambio climático es un hecho fáctico y que representa una seria amenaza global. Con impactos traumáticos tanto en el acceso del agua potable, alimentos, salud y catástrofes naturales. Pudiendo en el futuro reducir en un 5% anual el crecimiento económico internacional y más aun en los países en desarrollo6.

El boom de los bio-combustibles, las fuertes demandas desde las emergentes economías de India y China y la falta de estrategias reales para limitar la sed de petróleo en los EE.UU., son citados en diversos artículos e informes como los cimientos de la situación aquí someramente analizada. A modo de reflexión, sobre la profunda inestabilidad en la siempre crítica ecuación entre alimentos y energía, cabría meditar sobre el continuo incremento del precio del petróleo (superando ya en términos reales ajustado a inflación el techo de 1973-1979) al mismo tiempo que se destinan crecientes cantidades de granos a la fabricación de bio-combustibles.

Pese a la tradición argentina de no siempre contextualizar el entorno internacional dentro el cual nos desenvolvemos como país, los procesos y hechos hasta acá descriptos tal vez nos puedan ayudar a analizar de manera más holística y estratégica los recientes acontecimientos políticos, económicos y sociales del paro agropecuario y el conflicto con el gobierno nacional de marzo 2008.

Notas:


1 Corriere Della Sera, 26/3/08
2 The Wall Street Journal Ameritas, 24/3/08
3 Corriere Della Sera, 10/4/2008
4 The Wall Street Journal Ameritas, 14/4/08
5 Paul Rogers, Open democracy, 20/3/08)
6 www.hm-treasury.gov.ar
 

Artrech

Colaborador
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Sin duda. Creo que deberia sere una de la Hipotesis de Conflicto que maneje el MinDef y que deberian estar articuladas con la politica exterior de Cancilleria.

Una pregunta, ¿que diferencia hay entre hipotesis de conflicto e hipotesis de guerra?
 

CONDORPLT

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Artrech dijo:
Sin duda. Creo que deberia sere una de la Hipotesis de Conflicto que maneje el MinDef y que deberian estar articuladas con la politica exterior de Cancilleria.

Una pregunta, ¿que diferencia hay entre hipotesis de conflicto e hipotesis de guerra?

La diferencia estriba en que en las HHCC vos consideras a todas las hipótesis que, en la obtención de objetivos estratégicos u en la protección de objetivos adquiridos, se vean enfrentados con los mismos de otro País, Nación o Grupo Sociales extranjeros (Lease Narcoterrorismo, migraciones masivas, etc.), en el orden económico, político, medioambiental, social, de transporte, de comunicaciones y tecnológico. La Hipótesis de Conflicto se convierte en una de guerra, cuando se preve que no hay forma de solucionarla por medio de otros componentes de la política exterior que por el militar.

Saludos

Saludos
 
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