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Hacia otro ejército posible
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<blockquote data-quote="COMPASS" data-source="post: 39333" data-attributes="member: 83"><p>Voy a comenzar con un capítulo que describe la actual situación doctrinaria y filosofica, la cual viene siendo actual desde hace muchos años, lamentablemente; con el cual considero que sería adecuado abrir una discusión, quizas con los demás capítulos, al menos los que considere mas propios para debatir, los ubique en topics separados, para no hacer una ensalada de temas, por lo pronto va el primero:</p><p></p><p><strong>Vísperas de una etapa fundacional</strong></p><p></p><p> Desde Ricchieri y hasta mediados del siglo, el EA fué una organización con coherencia doctrinaria, organizativa, logística, psicológica y administrativa. No disponía de grandes medios, pero este hecho estructural estaba reflejado en toda la superestructura reglamentaria. El ejército era operativo. Con tracción a sangre se movía y cumplía sus funciones. Se confiaba mas en la capacidad del hombre que en los prodigios de la organización.</p><p>Con la segunda mitad del siglo comienza un bombardeo doctrinario y reglamentario desde el exterior, especialmente de los EEUU. las novedades se degluten sin digerirlas. Hay reglamentos que lisa y llanamente se traducen sin adaptación. En juegos de guerra, con pomposas organizaciones "pentómicas" (*), se manejan medios fantásticos, hasta megatones ( un oficial sintetizaba esta nueva moda castrense: "es como si yo me quisiera hacer un chalet con el plano de la mansión de Onassis"). en una publicación de 1973 expresamos nuestro crítico punto de vista en relación con la adopción de organizaciones y sistemas logísticos que partían del supuesto de que ante una guerra convencional una superpotencia nos abastecería de todo lo necesario.</p><p></p><p>(*) Unidades organizadas de modo tal que de cada comando dependían cinco jefaturas subordinadas, de allí "pento", y algunas de ellas dotadas de armamento nuclear o atómico (por supuesto para nuestro país, en forma teórica) de allí "mica"</p><p></p><p> "Hay quienes opinaron que estos intentos por autoabastecernos en mayor grado eran ociosos porque, si entrábamos en conflicto, alguna potencia militar amiga nos proveería eficientemente con todos los modernos materiales necesarios. A la luz de los últimos episodios político-militares del mundo, en el que los bloques ideológicos se desdibujan, y asaltan el primer plano de la escena los desnudos intereses nacionales, aquella postura cómoda y aletargadora se convierte en una peligrosa utopía de la década del '70".</p><p></p><p> Sucesivos parches ( no necesariamente malos por ser tales) fueron jalonando incoherentemente las distintas áreas de la conducción y el equipamiento. Algunos creyeron que el progreso técnico podía comprarse por catálogo. Se adquirieron así, costosos materiales cuyo mantenimiento en servicio activo no siempre resultó confiable. El sentido común era diariamente abofeteado. El deslumbramiento por doctrinas, organizaciones y equipos foráneos afectó a muchos de tal manera que, en metáfora tanguera, podría decirse que procedían como aquella infortunada "pebeta" de barrio a la que las luces del centro "le hicieron mal"</p><p>(nota para los amigos no argentinos: pebeta=muchacha sencilla)</p><p></p><p> La hibridez (otra vez, no necesariamente mala por ser tal) ha llevado a sucesivos deterioros que podrían reflejarse en la incoherencia del siguiente tríptico, que como toda síntesis puede ser simplista o injusta en su generalización:</p><p></p><p>- mentalidad prusiana</p><p></p><p>- doctrina norteamericana</p><p></p><p>- realidad logística de país subdesarrollado</p><p></p><p> Por eso se puede pensar que el Ejército Argentino está hoy -como antes de la acción renovadora del general ricchieri- esperando cambios trascendentes. Algo así como repensarlo dentro dentro de una nueva y fecunda etapa fundacional. Con respecto por las diferencias, podríamos decir que ansía el "aggiornamiento" de su propio Concilio Vaticano II.</p><p></p><p> Como ancianos decrépitos que quisieran mantener su vigencia envenenando el vigor de los jóvenes, las viejas formas organizacionales apelan a perimidos sofismas para ocultar el genuino empuje de la impostergable reforma.</p><p></p><p> El Ejército Argentino nació con la Patria en mayo de 1810 y estuvo presente en cada uno de los momentos de su historia. Participó estrechamente en sus grandezas, como así también de sus miserias, esas miserias inevitables en los grandes o pequeños pueblos de todos los tiempos y que la acartonada historia farisea se complace en no reconocer.</p><p></p><p>Hoy, a doce años del siglo XXI, en medio de la generalizada decadencia nacional de cuño farisaico, la reconstrucción del Ejército Argentino bien podría ser la esforzada compañera de otras necesarias reconstrucciones nacionales.</p><p></p><p> Hay instituciones cuya eficiencia es muy difícil evaluar y otras que están ezpuestas a un control de gestión permanente. Algunas, luego de décadas de inactividad, deben enfrentar repentinamente desafíos formidables</p><p></p><p> En este sentiso, el EA sufrió un duro revés en 1982. Tuvo que actuar en un terreno específicamente military, a pesar del sacrificio y heroísmo de muchos de sus integrantes, los resultados no fueron buenos. La preocupación principal debería ser prepararse para no sufrir otra derrota.</p><p></p><p> Esa responsabilidad obliga a esforzarse en pos de la recuperación.</p><p></p><p> El primer esfuerzo, condición necesaria pero no suficiente, es plantearse con crudeza los males que se padecen y no cegarse en la realidad. Un aprofunda autocrítica profesional es un gesto de grandeza que la ciudadanía valorará en su real dimensión y que dará bases sólidas para una futura relación, mas cálida y razonable.</p><p></p><p> El momento es propicio, parece no haber conflictos a la vista. Miope y estrecho sería callar, por solidadridad sectorial, verdades que son exigidas por lealtades nacionales. Conviene agregar, y esto es central, que los posibles contendientes conocen las debilidades de nuestra organización y gestión mejor que nosotros: su explicitación no agregará cosas novedosas al archivo de sus conocimientos, a la par que nos ayudará a reconocernos mejor.</p><p></p><p> Algunos profesionales no castrenses han construido una ética profesional, que es mas bien un código de defensa de intereses corporativos.</p><p></p><p> Así rodeados, resulta difícil reconocer generosamente las propias falencias.</p><p></p><p> Pero tendrá su reconocimiento responder con hidalguía, de la suma de las miserias nunca saldrá la grandeza.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="COMPASS, post: 39333, member: 83"] Voy a comenzar con un capítulo que describe la actual situación doctrinaria y filosofica, la cual viene siendo actual desde hace muchos años, lamentablemente; con el cual considero que sería adecuado abrir una discusión, quizas con los demás capítulos, al menos los que considere mas propios para debatir, los ubique en topics separados, para no hacer una ensalada de temas, por lo pronto va el primero: [B]Vísperas de una etapa fundacional[/B] Desde Ricchieri y hasta mediados del siglo, el EA fué una organización con coherencia doctrinaria, organizativa, logística, psicológica y administrativa. No disponía de grandes medios, pero este hecho estructural estaba reflejado en toda la superestructura reglamentaria. El ejército era operativo. Con tracción a sangre se movía y cumplía sus funciones. Se confiaba mas en la capacidad del hombre que en los prodigios de la organización. Con la segunda mitad del siglo comienza un bombardeo doctrinario y reglamentario desde el exterior, especialmente de los EEUU. las novedades se degluten sin digerirlas. Hay reglamentos que lisa y llanamente se traducen sin adaptación. En juegos de guerra, con pomposas organizaciones "pentómicas" (*), se manejan medios fantásticos, hasta megatones ( un oficial sintetizaba esta nueva moda castrense: "es como si yo me quisiera hacer un chalet con el plano de la mansión de Onassis"). en una publicación de 1973 expresamos nuestro crítico punto de vista en relación con la adopción de organizaciones y sistemas logísticos que partían del supuesto de que ante una guerra convencional una superpotencia nos abastecería de todo lo necesario. (*) Unidades organizadas de modo tal que de cada comando dependían cinco jefaturas subordinadas, de allí "pento", y algunas de ellas dotadas de armamento nuclear o atómico (por supuesto para nuestro país, en forma teórica) de allí "mica" "Hay quienes opinaron que estos intentos por autoabastecernos en mayor grado eran ociosos porque, si entrábamos en conflicto, alguna potencia militar amiga nos proveería eficientemente con todos los modernos materiales necesarios. A la luz de los últimos episodios político-militares del mundo, en el que los bloques ideológicos se desdibujan, y asaltan el primer plano de la escena los desnudos intereses nacionales, aquella postura cómoda y aletargadora se convierte en una peligrosa utopía de la década del '70". Sucesivos parches ( no necesariamente malos por ser tales) fueron jalonando incoherentemente las distintas áreas de la conducción y el equipamiento. Algunos creyeron que el progreso técnico podía comprarse por catálogo. Se adquirieron así, costosos materiales cuyo mantenimiento en servicio activo no siempre resultó confiable. El sentido común era diariamente abofeteado. El deslumbramiento por doctrinas, organizaciones y equipos foráneos afectó a muchos de tal manera que, en metáfora tanguera, podría decirse que procedían como aquella infortunada "pebeta" de barrio a la que las luces del centro "le hicieron mal" (nota para los amigos no argentinos: pebeta=muchacha sencilla) La hibridez (otra vez, no necesariamente mala por ser tal) ha llevado a sucesivos deterioros que podrían reflejarse en la incoherencia del siguiente tríptico, que como toda síntesis puede ser simplista o injusta en su generalización: - mentalidad prusiana - doctrina norteamericana - realidad logística de país subdesarrollado Por eso se puede pensar que el Ejército Argentino está hoy -como antes de la acción renovadora del general ricchieri- esperando cambios trascendentes. Algo así como repensarlo dentro dentro de una nueva y fecunda etapa fundacional. Con respecto por las diferencias, podríamos decir que ansía el "aggiornamiento" de su propio Concilio Vaticano II. Como ancianos decrépitos que quisieran mantener su vigencia envenenando el vigor de los jóvenes, las viejas formas organizacionales apelan a perimidos sofismas para ocultar el genuino empuje de la impostergable reforma. El Ejército Argentino nació con la Patria en mayo de 1810 y estuvo presente en cada uno de los momentos de su historia. Participó estrechamente en sus grandezas, como así también de sus miserias, esas miserias inevitables en los grandes o pequeños pueblos de todos los tiempos y que la acartonada historia farisea se complace en no reconocer. Hoy, a doce años del siglo XXI, en medio de la generalizada decadencia nacional de cuño farisaico, la reconstrucción del Ejército Argentino bien podría ser la esforzada compañera de otras necesarias reconstrucciones nacionales. Hay instituciones cuya eficiencia es muy difícil evaluar y otras que están ezpuestas a un control de gestión permanente. Algunas, luego de décadas de inactividad, deben enfrentar repentinamente desafíos formidables En este sentiso, el EA sufrió un duro revés en 1982. Tuvo que actuar en un terreno específicamente military, a pesar del sacrificio y heroísmo de muchos de sus integrantes, los resultados no fueron buenos. La preocupación principal debería ser prepararse para no sufrir otra derrota. Esa responsabilidad obliga a esforzarse en pos de la recuperación. El primer esfuerzo, condición necesaria pero no suficiente, es plantearse con crudeza los males que se padecen y no cegarse en la realidad. Un aprofunda autocrítica profesional es un gesto de grandeza que la ciudadanía valorará en su real dimensión y que dará bases sólidas para una futura relación, mas cálida y razonable. El momento es propicio, parece no haber conflictos a la vista. Miope y estrecho sería callar, por solidadridad sectorial, verdades que son exigidas por lealtades nacionales. Conviene agregar, y esto es central, que los posibles contendientes conocen las debilidades de nuestra organización y gestión mejor que nosotros: su explicitación no agregará cosas novedosas al archivo de sus conocimientos, a la par que nos ayudará a reconocernos mejor. Algunos profesionales no castrenses han construido una ética profesional, que es mas bien un código de defensa de intereses corporativos. Así rodeados, resulta difícil reconocer generosamente las propias falencias. Pero tendrá su reconocimiento responder con hidalguía, de la suma de las miserias nunca saldrá la grandeza. [/QUOTE]
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Verificación
Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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