Guerras argentinas del siglo XIX

Punta Quebracho: la batalla por la soberanía que pocos recuerdan​

Barranca y vegetación. Es invierno y hace frío, sólo los pájaros rasgan la quietud. Es mediodía y una flota con banderas extranjeras baja por el Paraná. Entre matorrales, los criollos miden sus 17 trajinados cañones con los modernos perfiles de las proas que se acercan. ¡Viva la soberana independencia argentina!, grita Mansilla. Cuatro horas después, los anglo franceses son derrotados. Fue el 4 de junio de 1846, en Punta Quebracho, Puerto General San Martín, batalla que en suelo santafesino selló el intento extranjero de mercar a su antojo en el espacio fluvial argentino. Una gesta que a pesar de su importancia pasa casi desapercibida en los pliegues de la historia. Hoy la recuerda una cruz y tuvo fotos en la prensa porque en agosto de 2020, allí se firmó un acuerdo federal por la Hidrovía.
“Punta Quebracho fue la batalla más importante en la Guerra del Paraná”, afirmó el historiador y ensayista santafesino Gustavo Battistoni. Un conflicto de casi un año, que enfrentó a las fuerzas criollas de la Confederación con la flota anglo francesa. El asedio extranjero tuvo dos momentos claves: las batallas de la Vuelta de Obligado (San Pedro, provincia Buenos Aires), el 20 de noviembre de 1845, y la que se libró en lo que hoy es Puerto General San Martín, Santa Fe, y que logró terminar con la pretensión de usar los ríos internos argentinos como aguas internacionales.
Para Battistoni, la importancia de ese arco cronológico la dio el propio general San Martín cuando lo equiparó a la Independencia nacional. Dos batallas libradas por protagonistas que provenían de los sectores populares, que sostuvieron el patriotismo con sus cuerpos, y a las que aún se les adeuda reconocimiento. Deuda que es más evidente hacia Punta Quebracho a pesar de haber sido la decisiva. “Siempre me llamó la atención la elección del 20 de noviembre de 1845, y no el 4 de junio de 1846, para conmemorar el Día de la Soberanía Nacional”, enfatizó. Y dio razones de su mirada.
“El 20 de noviembre recuerda una derrota, un heroico fracaso, pero derrota al fin, mientras que la batalla de Punta Quebracho expresa la victoria decisiva de las fuerzas de la Confederación Argentina sobre los piratas anglo-franceses; con los años comprendí que como en otros casos, la narración de nuestra historia es porteñocéntrica”, enfatizó. Y dijo que quizás sea por aquello que Raúl Scalabrini Ortiz llamaba la sabia organización de la ignorancia, cuando todo un aparato cultural y pedagógico escamotea los centros de gravitación que mueven conciencia.

Punta Quebracho
“La batalla de Punta Quebracho sintetiza la pelea contra las dos flotas que en ese momento eran las más importantes del mundo”, relató. Y dio el contexto que dimensiona el valor de esa lucha en suelo santafesino, a 35 kilómetros de Rosario. En la flota venía el “Gorgon”, uno de los primeros buques a vapor en aquel momento e insignia de la flota y que terminó averiado. Pero no solo la escuadra era moderna, también el armamento era la mejor tecnología de entonces, incluidos los cohetes Congreves.
“Todo era muy superior a los cañones del ejército que comandaba Lucio Norberto Mansilla, con gauchos y soldados, algunos de los cuales habían estado en la Independencia”, comentó. Pero el contraluz de la situación fue la estrategia. En el lugar elegido para dar batalla, que también se lo conoce como Angostura, las barrancas son más altas, lo que permitió emplazar los cañones para que pasaran inadvertidos entre la vegetación.
“Hubo una cantidad de disparos impresionante pero la resistencia de la tropas de la Confederación, compuesta sobre todo por santafesinos, que resistieron y derrotaron a los piratas en lo que fue la victoria final, por eso digo que debería ser el día de conmemoración de la soberanía”, sostiene Battistoni.
Según las crónicas sobre la batalla santafesina, fue el propio capitán del “Gorgon”, Charles Hotham, quien dimensionó el hecho: “Los buques han sufrido mucho, escapar con la mayor velocidad posible se convirtió en el único objetivo”. Para Battistoni es necesario destacar la acción de Mansilla, “un patriota menospreciado”, que después de haber sido herido en la Vuelta de Obligado, durante ocho meses armaba baterías como y donde podía, con lugareños y en los sitios que la geografía le jugaba a favor, donde el curso del Paraná se volvía sinuoso, permitiendo hostigar al enemigo que lo superaba en fuerza.
Para Battistoni, la jornada épica de Punta Quebracho “es la clave de bóveda para entender el acontecimiento soberano más importante de nuestra historia”. Y dijo que así lo considera “el excelente libro de Juan Manuel Peña y José Luis Alonso La Vuelta de Obligado y la victoria de la campaña del Paraná, que relata con documentación y amenidad el conflicto”. Texto en el que se lee: los aliados se van convencidos, no sólo de sus pérdidas considerables en materia de mercancías, sino de una realidad: por más armados que estuviesen, la navegación de los ríos de la Confederación Argentina les estaba vedada. Tras una lucha sin cuartel, habían perdido siete veleros, además de los numerosos barcos que estaban averiados.”
A partir de ese momento hubo una serie de tratados, hasta que en 1850 las fuerzas británicas evacuaron la isla Martín García, devolvieron los barcos argentinos capturados ilegalmente y rindieron homenaje a la bandera de la Confederación, a modo de desagravio, con 21 cañonazos.

El valor olvidado y las heroínas
Entre la derrota y la victoria, de 1845 a 1846, hubo combates menores pero no menos cruentos como la llamada Segunda Batalla de San Lorenzo, que defendió la división al mando de Martín Santa Coloma, formada por 350 soldados —más 200 santafesinos—, de la que participó el sargento José Agustín Fernández, “un comprovinciano cuyo nombre no recuerda ninguna calle”. En ese momento Santa Fe, gobernada por Pascual Echagüe, integraba la Confederación Argentina, una alianza de provincias autónomas vigente entre 1831 y 1861.
En los combates por la soberanía, los sectores populares tuvieron un rol muy importante, evoca Battistoni, como ciudadanos comunes que “fueron a poner el cuerpo, como apoyo logístico”. Así, entre los 500 criollos muertos en la derrota de Obligado, “hay muchísimas mujeres, que asistían con alimentos y con agua a sus hijos y esposos. Son verdaderas heroínas de las que no habla la historia ni otros grupos, eran mujeres de sectores muy humildes. Me parece que es hora de darle la importancia que tuvo este sector social, de personas humildes y que olvidamos”, enfatizó. Y dijo que fue el propio Mansilla quien en el informe final escribió: “el valor del pueblo es la muralla con la cual chocaron los piratas”.
“Son personajes que a la gente no le suenan, no se hace conocer mucho, hay que pensar que los países que reivindican a sus héroes tienen una conciencia poderosa porque la primera forma de colonización es la cultural, después viene la económica, pero primero entran con los valores, y cuando estás con la guardia o con la cabeza hueca, ahí vienen los mercaderes a negociar”, sostuvo el historiador oriundo de Firmat, que lleva varios libros editados sobre la construcción económica, social y política de la provincia, en el pasado mediato. En 1973 se declaró el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional. La ley, anulada por la última dictadura militar, fue restablecida en 2010.
Reconocimientos
En Puerto General San Martín, una cruz evoca la batalla en un predio que fue declarado Lugar Histórico Nacional; el sitio exacto de la batalla quedó dentro de un área privatizada. La localidad también le rinde homenaje con un Centro Cultural que lleva el nombre de Batalla Punta Quebracho, sitio donde se está construyendo el Museo del Río Paraná. En una visita al lugar el ministro de Cultura Jorge Llonch dijo que la intención de su cartera es “incorporar a Punta Quebracho y ponerlo en valor junto al Convento de San Lorenzo y al Museo del Brigadier Estanislao López, hilvanando un recorrido histórico, para que los públicos puedan visitar esta trilogía de museos y pueda articularse la historia del general Lucio Norberto Mansilla, con las del Libertador José de San Martín y el Brigadier López, patriotas contemporáneos que dieron todo por la Patria”.

 
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Ahora, por qué Brasil se quedó con esas tierras nuestras si encima los expulsamos?.

Por la Convención Preliminar de Paz de 1828 y el estancamiento de la guerra (acá ya ni teníamos flota, los puertos estaban bloqueados por ende crisis económica, Brasil tenía problemas en los combates terrestres y encima no había apoyo de la población). Rivadavia plantea que la guerra se termina si Uruguay queda para las Provincias Unidas o, como segunda opción, independiente.

El enviado de Buenos Aires firma y acepta que Brasil se quede con la Banda Oriental y las Misiones Orientales. Se lo ve como una derrota diplomática y Rivadavia termina renunciando.

Asume Dorrego, dice que si no se cambian las condiciones sigue la guerra y le otorgan la independencia a Uruguay.
Pero las PU se quedan sin las Misiones Orientales, quedando Uruguay como estado tapón.
 
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