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Historia Militar
Generales argentinos entre Francia y EE.UU.
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<blockquote data-quote="KILLBILL" data-source="post: 326521" data-attributes="member: 1855"><p>Generales argentinos entre Francia y EE.UU.</p><p></p><p>Entre 1955 y 1965 EE.UU. y Francia libraron una dura disputa para poner al servicio de sus intereses a los militares argentinos. La virulencia del conflicto puede seguirse recién ahora a través de documentos secretos desclasificados en Francia.</p><p></p><p></p><p>ROGELIO GARCIA LUPO. Periodista.</p><p>Recién ahora, a través de documentos secretos de los embajadores franceses y de altos mandos militares que, desde París, procuraban imponer sus intereses sobre los norteamericanos puede conocerse la virulencia del enfrentamiento entre ambos países que pujaban, entre 1955 y 1965, por poner al servicio de su geopolítica a los militares argentinos. Los papeles oficiales recientemente desclasificados por Francia revelan la existencia de una línea profesional que resistió la presión de los EE.UU. recostándose sobre Francia, donde algunos militares argentinos habían efectuado cursos de postgrado y especialización. Esta corriente, al fracasar, tampoco pudo impedir el derrocamiento del presi dente Arturo Illia, que estaba asociado con ella, abriendo la puerta hacia el poder a los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro Lanusse, a quienes Francia consideraba amigos de los EE.UU.. La caída del peronismo, en 1955, clausuró una etapa de desconfianza recíproca entre Perón y EE.UU., que desde la Segunda Guerra mundial había bloqueado la venta de armas a la Argentina.</p><p></p><p>Los generales de la generación de Perón estaban convencidos de que EE.UU., cualquiera fuera su gobierno, impediría un rearme argentino a la altura de lo que ellos imaginaban necesario para la defensa nacional. En esta hipótesis, al comenzar la década de los 50, Perón desarrolló una estrategia hacia Europa, basada en su convicción de que los europeos fatalmente chocarían algún día con los EE.UU.. Entre tanto, se trataba de sentar las bases para que algunos países europeos consideraran a la Argentina como un cliente interesante y rompieran el bloqueo. Perón favoreció las becas de estudio y los planes de intercambio para que oficiales del ejército y la marina se especializaran en Europa y, en particular, en Francia. La casualidad hizo que uno de esos becarios regresara a Buenos Aires, después de permanecer dos años en la Ecole Supérieur de Guerre de Francia, justamente en momentos en que Perón buscaba asilo en una cañonera paraguaya amarrada en el puerto de Buenos Aires. Ese militar tenía entonces grado de teniente coronel, había pasado dos años entrenándose con los franceses en unidades de blindados, comunicaciones y artillería y ascendería rápidamente hasta general, para morir a los 54 años, después de convertirse en una leyenda política dentro y fuera del ejército. El general Carlos Rosas fue la última carta que Francia jugó en la Argentina y es una de las claves de la historia que los documentos, ahora desclasificados por París, permiten reconstruir.</p><p></p><p>El 6 de Noviembre de 1959, cuando el gobierno de Arturo Frondizi aún no había cumplido dos años, los diplomáticos de Francia advirtieron que la Argentina se inclinaba hacia EE.UU. en el plano militar, algo que, según escribió el embajador francés "no dejó de provocar cierta sorpresa". La cuestión que tomó por sorpresa al diplomático había sido planteada por el entonces ministro de Relaciones Exteriores. Diógenes Taboada, quien en una disertación exclusiva para jefes militares propuso una alianza militar con Washington. El canciller señaló que "el hecho que los EE.UU. cuenten con la fuerza atómica más importante del mundo libre implica la necesidad imperiosa de incluir a la Argentina en los pactos regionales que garantizan la seguridad colectiva de las naciones occidentales". El embajador francés reprodujo en su informe a París el párrafo donde Taboada expresó que "naciones como la nuestra, que todavía no alcanzaron un grado de poder militar similar al de los EE.UU., se encontrarían a merced de la amenaza que pesa en la actualidad sobre todo Occidente", y subrayó el texto donde el canciller afirmó que "uno de los objetivos fundamentales de nuestra política exterior consiste en la búsqueda de un acuerdo en un plano de igualdad".</p><p></p><p></p><p>El embajador escribió, malhumorado: "Las palabras del Sr. Taboada no dejaron de provocar cierta sorpresa". Continuó en su nota: "Hasta el presente el Gobierno (argentino) nunca se había decidido a acordar con los EE.UU. un pacto de asistencia militar bilateral". Después de recordar que la Argentina había suscrito en 1947 el Pacto de Río de Janeiro de Asistencia Mutua Interamericana impulsado por Washington, el diplomático francés agregó que "si el tema se había barajado ya el año pasado, en el momento del viaje del Sr. Frondizi a Washington, el mismo no tuvo consecuencias" y, aún más, "las negociaciones relativas a un pacto de defensa del Atlántico Sur igualmente se diluyeron".</p><p></p><p>Un informe anterior del mismo embajador a París— 117/AM del 29 de noviembre de 1958—, con motivo del viaje de Frondizi a Washington, ya había alertado sobre la inclinación de su gobierno. Para el embajador, la explicación debía buscarse en "el anuncio que se dio a conocer hoy de una propuesta norteamericana de un crédito de 13 millones de dólares destinados al reequipamiento de las fuerzas armadas argentinas, que tiene lugar tras la declaración del canciller Taboada y parece indicar que el gobierno del Dr. Frondizi había modificado su política y estaría ahora dispuesto a negociar un acuerdo con los EE.UU., y que dichas negociaciones ya estarían encaminadas".</p><p></p><p>El cambio fue visto como una amenaza por los franceses, que unos meses antes habían encarado un extenso programa de acercamiento con el ejército argentino que incluyó el viaje de 60 oficiales argentinos de la Escuela Superior de Guerra y 30 oficiales de la Escuela Superior Técnica a Francia, Argelia y Dakar, por cuenta del gobierno de París. Una nota del contralmirante francés O''Neill, jefe del Servicio de Asuntos Políticos N° 614 DN/AP/EX, cursada el 11 de setiembre de 1958 al Estado Mayor General del ejército francés, dice que "puede llegarse a un acuerdo con el Comando del ejército argentino" para que sus oficiales emprendan el viaje, y agrega que "llegado el caso" también podría invitarse a otros 30 oficiales de la Escuela Superior de Información de la Argentina. El total de 120 oficiales incorporados a unidades o academias militares francesas, previsto en la negociación, revela la importancia que Francia atribuyó en ese momento a su relación con los militares de nuestro país. También explica la frustración del embajador cuando Frondizi decidió avanzar en dirección a Washington, presionado por promesas de reequipamiento militar.</p><p></p><p>No era esto lo que esperaban los franceses después de la caída de Perón, en 1955.</p><p></p><p>El 5 de julio de 1956, desde la embajada francesa el coronel A. R. Bernard informaba al ministro de Defensa Nacional y Fuerzas Armadas, 51 Boulevard Latour-Maubourg, que "tras la revolución de setiembre el ejército argentino se encuentra en plena reorganización y resulta interesante destacar que uno de sus integrantes más influyentes considera que Francia es el país más indicado del que tomar ideas y modelos". El coronel Bernard destacaba la actividad del "coronel Rosas, flamante graduado nuestro, que se propone reestructurar el Estado Mayor General del ejército argentino según las normas francesas".</p><p></p><p>En esos días la cooperación no ocultaba su raíz genética: entre otras muchas, una nota de rutina solicitaba a París "información sobre nuestras instituciones militares logísticas", recomendando el caso porque era para "remitirla a un general de artillería del ejército argentino de formación francesa". Pero esos vínculos cordiales estaban en peligro a partir del giro político de Frondizi hacia Washington y de las consecuencias hacia el interior del ejército argentino que, desde la revolución cubana, había decidido especializarse en la lucha anticomunista. En 1961 el embajador de Francia había comunicado que en la Escuela Superior de Guerra estaba dictándose un Curso Interamericano de Guerra Contrarrevolucionaria donde "el papel de los asesores militares franceses fue determinante". El diplomático, después de subrayar "la presencia de militares de los EE.UU. entre los participantes del curso" dictado para oficiales de catorce estados americanos, no ocultó su optimismo:"No cabe sino felicitarnos de que los círculos militares norteamericanos dieran recientemente muestras de ciertos celos ante la influencia de los asesores franceses en los estados mayores argentinos y en la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires".</p><p></p><p>La realidad se había encargado de modificar el proyecto de los franceses que en un período de cinco años vieron reducido su escenario al entrenamiento anticomunista y gradualmente se resignaron a renunciar a las ventas de material de guerra y asistir a la reorganización del ejército argentino según las normas que Rosas había traído de París.</p><p></p><p>El año decisivo fue 1964, cuando el jefe del ejército argentino, general Juan Carlos Onganía, ya abiertamente enfrentado con el presidente Arturo Illia, cuyo derrocamiento preparaba, pronunció un discurso de alineamiento con los Estados Unidos en la Quinta Reunión de Jefes de Ejércitos Americanos celebrada en la Academia militar de West Point. Ese mismo año, el presidente de Francia, general Charles De Gaulle, en un momento de máxima tensión con Washington, cruzó el Atlántico para respaldar al tambaleante Illia y expresar la presencia internacional de Francia.</p><p></p><p>El embajador Christian De Margerie aún confiaba en el papel del general Rosas en medio del torbellino desatado por los militares contra Illia y en su nota N° 1 115/AM, del 28 de enero de 1964, después de calificarlo de "ambicioso y brillante" agregaba que "se lo considera, en un plano estrictamente militar, el mejor general argentino".</p><p></p><p>"Rosas— escribió el diplomático— evolucionó mucho y (...) se lo considera sensible a las teorías nacionalistas y socialistas que desarrolló Nasser". La conclusión del informe confidencial es que "no cabe dudas de que el general Rosas es apto para ocupar los más altos puestos de mando pero su ateísmo militante, una actitud verdaderamente excepcional en el Ejército Argentino, es objeto de duros juicios por parte de sus pares". En contraposición, el embajador señalaba que el general Alejandro Lanusse, comandante de la división blindada de Campo de Mayo "mantiene un estrecho vínculo con la Embajada de Estados Unidos". Y agrega: "Lanusse no favorece la presencia de nuestros asesores y no cabe duda que lo inspiran en esa actitud las misiones militares norteamericanas con las que se encuentra en estrecha relación y que nunca miraron con buenos ojos la presencia de instructores franceses en el ejército argentino".</p><p></p><p>Sin embargo, el embajador conservaba todavía, al comenzar 1964, la esperanza porque "desde el punto de vista de los intereses franceses algunos mandos han sido confiados a oficiales con grado de general cuyos lazos de amistad con nuestro país son indudables". Y nuevamente menciona al general Rosas, "ex alumno brillante de la Escuela de Guerra francesa, Comandante de la Legión de Honor e invitado en 1960 a un curso en nuestro ejército, cuya organización, material y metodología conoce muy bien". Pero el optimismo del diplomático iba a sufrir en 1965 un revés definitivo, cuando el jefe del ejército, Onganía, quien ya se había pronunciado a favor de una asociación plena con los Estados Unidos en West Point el año anterior, ingresó en un período de conflicto público con el presidente Illia.</p><p></p><p>En una comunicación "Reservada" del 10 de junio de 1965, el atribulado embajador informó que Onganía realizaría un viaje a Europa con invitación oficial de los gobiernos de España, Alemania e Italia, y con la intención de permanecer tres días de incógnito en París. "Me parece que el hecho de que la personalidad militar argentina de mayor rango recorra Francia de incógnito en medio de una serie de visitas oficiales, pondría de manifiesto una diferencia de tratamiento que podría perjudicar nuestras relaciones con el ejército argentino y podría prestarse a malas interpretaciones".</p><p></p><p>¿Cuáles podrían ser estas "malas interpretaciones"? El mismo documento oficial lo dice: "Onganía no nos es particularmente favorable". En esos días Onganía había completado su plataforma para alcanzar los plenos poderes pasando a disponibilidad a Rosas, el general argentino amigo de Francia.</p><p></p><p></p><p>COLABORO DIEGO LLUMA, DESDE PARIS.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="KILLBILL, post: 326521, member: 1855"] Generales argentinos entre Francia y EE.UU. Entre 1955 y 1965 EE.UU. y Francia libraron una dura disputa para poner al servicio de sus intereses a los militares argentinos. La virulencia del conflicto puede seguirse recién ahora a través de documentos secretos desclasificados en Francia. ROGELIO GARCIA LUPO. Periodista. Recién ahora, a través de documentos secretos de los embajadores franceses y de altos mandos militares que, desde París, procuraban imponer sus intereses sobre los norteamericanos puede conocerse la virulencia del enfrentamiento entre ambos países que pujaban, entre 1955 y 1965, por poner al servicio de su geopolítica a los militares argentinos. Los papeles oficiales recientemente desclasificados por Francia revelan la existencia de una línea profesional que resistió la presión de los EE.UU. recostándose sobre Francia, donde algunos militares argentinos habían efectuado cursos de postgrado y especialización. Esta corriente, al fracasar, tampoco pudo impedir el derrocamiento del presi dente Arturo Illia, que estaba asociado con ella, abriendo la puerta hacia el poder a los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro Lanusse, a quienes Francia consideraba amigos de los EE.UU.. La caída del peronismo, en 1955, clausuró una etapa de desconfianza recíproca entre Perón y EE.UU., que desde la Segunda Guerra mundial había bloqueado la venta de armas a la Argentina. Los generales de la generación de Perón estaban convencidos de que EE.UU., cualquiera fuera su gobierno, impediría un rearme argentino a la altura de lo que ellos imaginaban necesario para la defensa nacional. En esta hipótesis, al comenzar la década de los 50, Perón desarrolló una estrategia hacia Europa, basada en su convicción de que los europeos fatalmente chocarían algún día con los EE.UU.. Entre tanto, se trataba de sentar las bases para que algunos países europeos consideraran a la Argentina como un cliente interesante y rompieran el bloqueo. Perón favoreció las becas de estudio y los planes de intercambio para que oficiales del ejército y la marina se especializaran en Europa y, en particular, en Francia. La casualidad hizo que uno de esos becarios regresara a Buenos Aires, después de permanecer dos años en la Ecole Supérieur de Guerre de Francia, justamente en momentos en que Perón buscaba asilo en una cañonera paraguaya amarrada en el puerto de Buenos Aires. Ese militar tenía entonces grado de teniente coronel, había pasado dos años entrenándose con los franceses en unidades de blindados, comunicaciones y artillería y ascendería rápidamente hasta general, para morir a los 54 años, después de convertirse en una leyenda política dentro y fuera del ejército. El general Carlos Rosas fue la última carta que Francia jugó en la Argentina y es una de las claves de la historia que los documentos, ahora desclasificados por París, permiten reconstruir. El 6 de Noviembre de 1959, cuando el gobierno de Arturo Frondizi aún no había cumplido dos años, los diplomáticos de Francia advirtieron que la Argentina se inclinaba hacia EE.UU. en el plano militar, algo que, según escribió el embajador francés "no dejó de provocar cierta sorpresa". La cuestión que tomó por sorpresa al diplomático había sido planteada por el entonces ministro de Relaciones Exteriores. Diógenes Taboada, quien en una disertación exclusiva para jefes militares propuso una alianza militar con Washington. El canciller señaló que "el hecho que los EE.UU. cuenten con la fuerza atómica más importante del mundo libre implica la necesidad imperiosa de incluir a la Argentina en los pactos regionales que garantizan la seguridad colectiva de las naciones occidentales". El embajador francés reprodujo en su informe a París el párrafo donde Taboada expresó que "naciones como la nuestra, que todavía no alcanzaron un grado de poder militar similar al de los EE.UU., se encontrarían a merced de la amenaza que pesa en la actualidad sobre todo Occidente", y subrayó el texto donde el canciller afirmó que "uno de los objetivos fundamentales de nuestra política exterior consiste en la búsqueda de un acuerdo en un plano de igualdad". El embajador escribió, malhumorado: "Las palabras del Sr. Taboada no dejaron de provocar cierta sorpresa". Continuó en su nota: "Hasta el presente el Gobierno (argentino) nunca se había decidido a acordar con los EE.UU. un pacto de asistencia militar bilateral". Después de recordar que la Argentina había suscrito en 1947 el Pacto de Río de Janeiro de Asistencia Mutua Interamericana impulsado por Washington, el diplomático francés agregó que "si el tema se había barajado ya el año pasado, en el momento del viaje del Sr. Frondizi a Washington, el mismo no tuvo consecuencias" y, aún más, "las negociaciones relativas a un pacto de defensa del Atlántico Sur igualmente se diluyeron". Un informe anterior del mismo embajador a París— 117/AM del 29 de noviembre de 1958—, con motivo del viaje de Frondizi a Washington, ya había alertado sobre la inclinación de su gobierno. Para el embajador, la explicación debía buscarse en "el anuncio que se dio a conocer hoy de una propuesta norteamericana de un crédito de 13 millones de dólares destinados al reequipamiento de las fuerzas armadas argentinas, que tiene lugar tras la declaración del canciller Taboada y parece indicar que el gobierno del Dr. Frondizi había modificado su política y estaría ahora dispuesto a negociar un acuerdo con los EE.UU., y que dichas negociaciones ya estarían encaminadas". El cambio fue visto como una amenaza por los franceses, que unos meses antes habían encarado un extenso programa de acercamiento con el ejército argentino que incluyó el viaje de 60 oficiales argentinos de la Escuela Superior de Guerra y 30 oficiales de la Escuela Superior Técnica a Francia, Argelia y Dakar, por cuenta del gobierno de París. Una nota del contralmirante francés O''Neill, jefe del Servicio de Asuntos Políticos N° 614 DN/AP/EX, cursada el 11 de setiembre de 1958 al Estado Mayor General del ejército francés, dice que "puede llegarse a un acuerdo con el Comando del ejército argentino" para que sus oficiales emprendan el viaje, y agrega que "llegado el caso" también podría invitarse a otros 30 oficiales de la Escuela Superior de Información de la Argentina. El total de 120 oficiales incorporados a unidades o academias militares francesas, previsto en la negociación, revela la importancia que Francia atribuyó en ese momento a su relación con los militares de nuestro país. También explica la frustración del embajador cuando Frondizi decidió avanzar en dirección a Washington, presionado por promesas de reequipamiento militar. No era esto lo que esperaban los franceses después de la caída de Perón, en 1955. El 5 de julio de 1956, desde la embajada francesa el coronel A. R. Bernard informaba al ministro de Defensa Nacional y Fuerzas Armadas, 51 Boulevard Latour-Maubourg, que "tras la revolución de setiembre el ejército argentino se encuentra en plena reorganización y resulta interesante destacar que uno de sus integrantes más influyentes considera que Francia es el país más indicado del que tomar ideas y modelos". El coronel Bernard destacaba la actividad del "coronel Rosas, flamante graduado nuestro, que se propone reestructurar el Estado Mayor General del ejército argentino según las normas francesas". En esos días la cooperación no ocultaba su raíz genética: entre otras muchas, una nota de rutina solicitaba a París "información sobre nuestras instituciones militares logísticas", recomendando el caso porque era para "remitirla a un general de artillería del ejército argentino de formación francesa". Pero esos vínculos cordiales estaban en peligro a partir del giro político de Frondizi hacia Washington y de las consecuencias hacia el interior del ejército argentino que, desde la revolución cubana, había decidido especializarse en la lucha anticomunista. En 1961 el embajador de Francia había comunicado que en la Escuela Superior de Guerra estaba dictándose un Curso Interamericano de Guerra Contrarrevolucionaria donde "el papel de los asesores militares franceses fue determinante". El diplomático, después de subrayar "la presencia de militares de los EE.UU. entre los participantes del curso" dictado para oficiales de catorce estados americanos, no ocultó su optimismo:"No cabe sino felicitarnos de que los círculos militares norteamericanos dieran recientemente muestras de ciertos celos ante la influencia de los asesores franceses en los estados mayores argentinos y en la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires". La realidad se había encargado de modificar el proyecto de los franceses que en un período de cinco años vieron reducido su escenario al entrenamiento anticomunista y gradualmente se resignaron a renunciar a las ventas de material de guerra y asistir a la reorganización del ejército argentino según las normas que Rosas había traído de París. El año decisivo fue 1964, cuando el jefe del ejército argentino, general Juan Carlos Onganía, ya abiertamente enfrentado con el presidente Arturo Illia, cuyo derrocamiento preparaba, pronunció un discurso de alineamiento con los Estados Unidos en la Quinta Reunión de Jefes de Ejércitos Americanos celebrada en la Academia militar de West Point. Ese mismo año, el presidente de Francia, general Charles De Gaulle, en un momento de máxima tensión con Washington, cruzó el Atlántico para respaldar al tambaleante Illia y expresar la presencia internacional de Francia. El embajador Christian De Margerie aún confiaba en el papel del general Rosas en medio del torbellino desatado por los militares contra Illia y en su nota N° 1 115/AM, del 28 de enero de 1964, después de calificarlo de "ambicioso y brillante" agregaba que "se lo considera, en un plano estrictamente militar, el mejor general argentino". "Rosas— escribió el diplomático— evolucionó mucho y (...) se lo considera sensible a las teorías nacionalistas y socialistas que desarrolló Nasser". La conclusión del informe confidencial es que "no cabe dudas de que el general Rosas es apto para ocupar los más altos puestos de mando pero su ateísmo militante, una actitud verdaderamente excepcional en el Ejército Argentino, es objeto de duros juicios por parte de sus pares". En contraposición, el embajador señalaba que el general Alejandro Lanusse, comandante de la división blindada de Campo de Mayo "mantiene un estrecho vínculo con la Embajada de Estados Unidos". Y agrega: "Lanusse no favorece la presencia de nuestros asesores y no cabe duda que lo inspiran en esa actitud las misiones militares norteamericanas con las que se encuentra en estrecha relación y que nunca miraron con buenos ojos la presencia de instructores franceses en el ejército argentino". Sin embargo, el embajador conservaba todavía, al comenzar 1964, la esperanza porque "desde el punto de vista de los intereses franceses algunos mandos han sido confiados a oficiales con grado de general cuyos lazos de amistad con nuestro país son indudables". Y nuevamente menciona al general Rosas, "ex alumno brillante de la Escuela de Guerra francesa, Comandante de la Legión de Honor e invitado en 1960 a un curso en nuestro ejército, cuya organización, material y metodología conoce muy bien". Pero el optimismo del diplomático iba a sufrir en 1965 un revés definitivo, cuando el jefe del ejército, Onganía, quien ya se había pronunciado a favor de una asociación plena con los Estados Unidos en West Point el año anterior, ingresó en un período de conflicto público con el presidente Illia. En una comunicación "Reservada" del 10 de junio de 1965, el atribulado embajador informó que Onganía realizaría un viaje a Europa con invitación oficial de los gobiernos de España, Alemania e Italia, y con la intención de permanecer tres días de incógnito en París. "Me parece que el hecho de que la personalidad militar argentina de mayor rango recorra Francia de incógnito en medio de una serie de visitas oficiales, pondría de manifiesto una diferencia de tratamiento que podría perjudicar nuestras relaciones con el ejército argentino y podría prestarse a malas interpretaciones". ¿Cuáles podrían ser estas "malas interpretaciones"? El mismo documento oficial lo dice: "Onganía no nos es particularmente favorable". En esos días Onganía había completado su plataforma para alcanzar los plenos poderes pasando a disponibilidad a Rosas, el general argentino amigo de Francia. COLABORO DIEGO LLUMA, DESDE PARIS. [/QUOTE]
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