Derruido
Colaborador
Por MONICA GONZALEZ. Santiago Especial para Clarín
La reactivación del juicio por el crimen del canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier, en los EE.UU., podría gatillar la revelación de los secretos mejor guardados por la dictadura del general Augusto Pinochet, tales como la fabricación de armas químicas como el mortífero gas sarín y el financiamiento de la Operación Cóndor, un operativo internacional de los servicios secretos de las dictaduras del Cono Sur para el aniquilamiento de disidentes.Ambos historiales, entre otros, están en los archivos secretos del FBI y la CIA que sus agentes recopilaron durante dos décadas y que ahora podrían llegar a los tribunales de Chile en la documentación de apoyo a la decisión de la Justicia estadounidense de identificar al o a los autores intelectuales y logísticos del crimen de Letelier, en 1976. En esos legajos existe una carpeta bajo el título Sarín, un gas mortal cuyos efectos pueden ser confundidos con los provocados por un ataque cardíaco y que la DINA, la policía secreta de Pinochet, fabricó en 1975.El FBI investigó el Sarín y sus conclusiones fueron condensadas en un informe que indica que se fabricó en una cantidad suficiente para matar dos veces al ejército peruano, dijo a Clarín el investigador estadounidense Saul Landau, un compañero de trabajo de Letelier en el Instituto de Estudios Políticos de Washington, al momento del atentado, quien ha dedicado muchos años a investigar en su país el crimen y su relación con la DINA.El FBI realizó esa investigación para una subcomisión de la Cámara baja de los EE.UU. y en su informe se vertió gran parte de lo que sus agentes lograron averiguar sobre el sarín. Parte de esa documentación fue entregada al gobierno chileno en 1981 o 1982, comentó Landau, uno de los principales investigadores del asesinato.Según el vocero del Departamento de Estado, James Rubin, la desclasificación de estos archivos ligados al caso Letelier se hará a mediados de año.La primera pista sobre el gas mortal la entregó Michael Townley, el agente de la CIA y la DINA y autor de la bomba que hizo estallar en el auto de Letelier y que le provocó la muerte junto a su asistente estadounidense, Ronnie Moffit. El atentado fue a pocas cuadras de la Casa Blanca.Townley fue entregado a EE.UU. por los militares chilenos en abril de 1978.En su confesión, Townley dijo: Las órdenes explícitas eran ubicar la residencia y lugar de trabajo de Letelier y contactar el grupo Movimiento Nacionalista Cubano (MNC) para que lo elimináramos con sarín, por atropello u otro accidente, por cualquier método, pero a Letelier el gobierno de Chile lo quería muerto.Para ello, Townley llevaba consigo, en su viaje a EE.UU, en setiembre de 1976, un frasco del famoso perfume Chanel N` 5, aunque lleno con sarín, cuyo contenido pensaba rociar como si fuera un spray sobre la almohada de Letelier. En su segunda confesión ante el fiscal de EE.UU., Eugene Propper, Townley relató paso a paso la fabricación del gas en un cuartel secreto que la DINA instaló especialmente en el barrio de Lo Curro, en Santiago.La producción del gas mortífero fue responsabilidad del químico chileno Eugenio Berríos, conocido bajo el nombre de guerra de Hermes en la estructura secreta de la DINA y asesinado en Uruguay con posterioridad .El coronel Contreras nos ordenó el proyecto químico: encontrar la manera de producir sarín, un veneno de la familia de los organofosforados, desarrollado en la Segunda Guerra Mundial y utilizable como arma de defensa nacional o de eliminación clandestina. Durante todos mis viajes a Europa se seguía trabajando en este proyecto y yo desde afuera compraba los equipos y materias primas en Gallemkamp y Co., en Londres; Fisher Scientific en EE.UU.; José Santos en Nueva Jersey; y PRC, en Orlando, Florida, dijo Townley.El investigador Landau entrega otros detalles: Se piensa que el padre de Townley, ex gerente de la Ford en Chile, fue un agente de la CIA en los años 60. Era muy amigo de David Atlee Phillips, jefe de los ex oficiales de inteligencia de la CIA.De acuerdo con el testimonio de Landau, el padre de Townley importó los productos químicos para el sarín especialmente los de Galemkamp, en Inglaterra y los enviaba a Chile a través de pilotos de la línea aérea de Chile, LAN.Cuando en 1977 la Justicia de EE.UU. logró la pista que llevaba a la DINA en el asesinato de Letelier, la presión del gobierno de ese país sobre la dictadura de Chile se hizo muy fuerte. La DINA fue reemplazada por la CNI; Contreras fue sacado de circulación; Townley, entregado a EE.UU y el sarín, que estaba en unos depósitos en el barrio de Lo Curro, sacado por un coronel de apellido Hubert hacia el Complejo Químico e Industrial del Ejército.En ese momento, una alerta roja se encendió en la CIA y el FBI. Según recuerda Landau, al FBI le preocupó -y más aún a la CIA- el destino del sarín porque constituye una amenaza internacional ya que no se puede eliminar. ¿Quién lo tiene ahora? Esa es la pregunta. Hay rumores de que el régimen de Pinochet lo vendió a Irak en los años 80, que los israelíes tenían interés en comprarlo y se preocuparon al menos de saber dónde está. Hoy día sigue preocupada la CIA en saber dónde está. No deja de ser una coincidencia que los dos hombres que sabían del sarín, Hubert y Berríos, hayan desaparecido o muerto en extrañas circunstancias, concluye Saul Landau.
La reactivación del juicio por el crimen del canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier, en los EE.UU., podría gatillar la revelación de los secretos mejor guardados por la dictadura del general Augusto Pinochet, tales como la fabricación de armas químicas como el mortífero gas sarín y el financiamiento de la Operación Cóndor, un operativo internacional de los servicios secretos de las dictaduras del Cono Sur para el aniquilamiento de disidentes.Ambos historiales, entre otros, están en los archivos secretos del FBI y la CIA que sus agentes recopilaron durante dos décadas y que ahora podrían llegar a los tribunales de Chile en la documentación de apoyo a la decisión de la Justicia estadounidense de identificar al o a los autores intelectuales y logísticos del crimen de Letelier, en 1976. En esos legajos existe una carpeta bajo el título Sarín, un gas mortal cuyos efectos pueden ser confundidos con los provocados por un ataque cardíaco y que la DINA, la policía secreta de Pinochet, fabricó en 1975.El FBI investigó el Sarín y sus conclusiones fueron condensadas en un informe que indica que se fabricó en una cantidad suficiente para matar dos veces al ejército peruano, dijo a Clarín el investigador estadounidense Saul Landau, un compañero de trabajo de Letelier en el Instituto de Estudios Políticos de Washington, al momento del atentado, quien ha dedicado muchos años a investigar en su país el crimen y su relación con la DINA.El FBI realizó esa investigación para una subcomisión de la Cámara baja de los EE.UU. y en su informe se vertió gran parte de lo que sus agentes lograron averiguar sobre el sarín. Parte de esa documentación fue entregada al gobierno chileno en 1981 o 1982, comentó Landau, uno de los principales investigadores del asesinato.Según el vocero del Departamento de Estado, James Rubin, la desclasificación de estos archivos ligados al caso Letelier se hará a mediados de año.La primera pista sobre el gas mortal la entregó Michael Townley, el agente de la CIA y la DINA y autor de la bomba que hizo estallar en el auto de Letelier y que le provocó la muerte junto a su asistente estadounidense, Ronnie Moffit. El atentado fue a pocas cuadras de la Casa Blanca.Townley fue entregado a EE.UU. por los militares chilenos en abril de 1978.En su confesión, Townley dijo: Las órdenes explícitas eran ubicar la residencia y lugar de trabajo de Letelier y contactar el grupo Movimiento Nacionalista Cubano (MNC) para que lo elimináramos con sarín, por atropello u otro accidente, por cualquier método, pero a Letelier el gobierno de Chile lo quería muerto.Para ello, Townley llevaba consigo, en su viaje a EE.UU, en setiembre de 1976, un frasco del famoso perfume Chanel N` 5, aunque lleno con sarín, cuyo contenido pensaba rociar como si fuera un spray sobre la almohada de Letelier. En su segunda confesión ante el fiscal de EE.UU., Eugene Propper, Townley relató paso a paso la fabricación del gas en un cuartel secreto que la DINA instaló especialmente en el barrio de Lo Curro, en Santiago.La producción del gas mortífero fue responsabilidad del químico chileno Eugenio Berríos, conocido bajo el nombre de guerra de Hermes en la estructura secreta de la DINA y asesinado en Uruguay con posterioridad .El coronel Contreras nos ordenó el proyecto químico: encontrar la manera de producir sarín, un veneno de la familia de los organofosforados, desarrollado en la Segunda Guerra Mundial y utilizable como arma de defensa nacional o de eliminación clandestina. Durante todos mis viajes a Europa se seguía trabajando en este proyecto y yo desde afuera compraba los equipos y materias primas en Gallemkamp y Co., en Londres; Fisher Scientific en EE.UU.; José Santos en Nueva Jersey; y PRC, en Orlando, Florida, dijo Townley.El investigador Landau entrega otros detalles: Se piensa que el padre de Townley, ex gerente de la Ford en Chile, fue un agente de la CIA en los años 60. Era muy amigo de David Atlee Phillips, jefe de los ex oficiales de inteligencia de la CIA.De acuerdo con el testimonio de Landau, el padre de Townley importó los productos químicos para el sarín especialmente los de Galemkamp, en Inglaterra y los enviaba a Chile a través de pilotos de la línea aérea de Chile, LAN.Cuando en 1977 la Justicia de EE.UU. logró la pista que llevaba a la DINA en el asesinato de Letelier, la presión del gobierno de ese país sobre la dictadura de Chile se hizo muy fuerte. La DINA fue reemplazada por la CNI; Contreras fue sacado de circulación; Townley, entregado a EE.UU y el sarín, que estaba en unos depósitos en el barrio de Lo Curro, sacado por un coronel de apellido Hubert hacia el Complejo Químico e Industrial del Ejército.En ese momento, una alerta roja se encendió en la CIA y el FBI. Según recuerda Landau, al FBI le preocupó -y más aún a la CIA- el destino del sarín porque constituye una amenaza internacional ya que no se puede eliminar. ¿Quién lo tiene ahora? Esa es la pregunta. Hay rumores de que el régimen de Pinochet lo vendió a Irak en los años 80, que los israelíes tenían interés en comprarlo y se preocuparon al menos de saber dónde está. Hoy día sigue preocupada la CIA en saber dónde está. No deja de ser una coincidencia que los dos hombres que sabían del sarín, Hubert y Berríos, hayan desaparecido o muerto en extrañas circunstancias, concluye Saul Landau.
