El ''Portaaviones'' español Alraigo

Hola encontre esta historia muy singular e interesante. Aqui va solo la primer parte, la nota completa (link)
_______________________________________________

El ''Portaaviones'' español Alraigo

Cuando el buque Alraigo zarpó de Bilbao el 4 de junio de 1983 ninguno de sus tripulantes sospechaba que al final de su travesía acabarían entrando en la historia como el segundo "portaaviones" de la Armada Española con capacidad V/STOL. El cómo, cuándo y por qué de tan increíble historia lo averiguaréis en este fascinante artículo.


"Al Puerto de Santa Cruz ha llegado un barco cargado con... ¡Un avión!"

Por sorprendente que parezca este fue el titular de un informativo de Televisión Española un día de junio de 1983.

Flota Mercante Española está compuesta, entre otros, por infinidad de cargueros de tipo medio, cada uno con sus características propias, cada uno con su propia historia, la mayoría de las veces con una historia anónima para el gran público, historia casi siempre ahogada por capas y capas de pintura que luchan contra una corrosión que no da tregua jamás. Sin embargo, unas veces por fortuna, otras por desgracia, algunos buques como el ALRAIGO han sido capaces de registrar sus propias memorias en los Anales de la navegación civil española.



Cuando en 1976 el ALRAIGO resbaló por las gradas de los astilleros de la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera S.A de Gijón (nº 139), no podía imaginarse que sería el protagonista de una de las aventuras marinas más singulares de la historia náutica española moderna.

Matriculado en Santander, medía 90 metros de eslora, 13,5 metros de manga y 7,6 metros. de puntal. Su motor diesel conseguía una potencia de 2.940 HP que le llevaba a alcanzar una velocidad de 14 nudos con un desplazamiento de 2.333 TRB Y 4.000 TPM. Estaba destinado a la carga, trabajo que comenzó de inmediato.



El sábado 4 de junio de 1983 el ALRAIGO zarpó del canal de Deusto en Bilbao tripulado por su capitán y otras trece personas, con destino a Canarias y Casablanca cargado con mercancías diversas. Dos días más tarde, concretamente el lunes 6 de junio a las 11 de la noche, cuando navegaba a unas 120 millas náuticas al sudoeste de Oporto (Portugal), súbitamente un avión militar surgió de entre la oscuridad comenzando a revolotear por encima del buque. Después de dos pasadas muy bajas, la tripulación, encabezada por su capitán, Aitor Suso Linaza de 26 años de edad, vio con desconcierto como el aparato comenzaba a descender en vertical con la asombrosa intención de acomodarse sobre la cubierta, muy cerca de la enorme grúa.



Se trataba de un Sea Harrier FRS1/FA2 -ZA176, de la Royal Navy británica con dos años de antigüedad, con esa admirable capacidad para aterrizar y despegar en vertical gracias a un sistema de propulsión denominado V/STOL que le ha convertido en uno de los más versátiles aviones de combate. Su piloto, percatado de una avería en los mandos de su aparato, no dudó en hacer descender aquellos casi 5.000 kg, repartidos en unos 14 metros de caza sobre unos contenedores, convirtiéndose así en el primer avión del mundo en posarse en un buque civil navegando en alta mar. La operación se desarrolló con gran limpieza en apenas 30 segundos, posándose sobre los contenedores a cuya superficie se aproximó suavemente, luego cayó violentamente y se vino un metro hacia popa; un golpe de mar hizo que se desplazara sobre una furgoneta blanca de marca Mercedes Benz que quedó seriamente abollada; solo se sintió un fuerte impacto, pero el temor de la tripulación era legítimo puesto que, debido a este sobrepeso en cubierta que alteran los centros de gravedad y de carena del buque produciendo una variación en los calados, un bandazo del barco podrían mandar avión, barco y dotación a pique, eso sin contar que el sobrepeso podría provocar algún tipo de grietas en el casco, y que el excesivo calor de los motores del caza también podría producir unos inconvenientes de gravísimo peligro. Cuando el capitán se dio cuenta de lo que estaba pasando ordenó parar las máquinas y preparar las maniobras de salvamento y contra incendio; afortunadamente el ALRAIGO aguantó y no hubo daños.

Boquiabiertos quedaron todos al ver bajar al piloto, al que creían un loco suicida, quien comprobó que todo estaba correcto y acto seguido se presentó a la tripulación, alguno de cuyos miembros incluso llegó a pensar que estaban siendo secuestrados. Todo era muy sencillo, el piloto, subteniente Ian Watson, conocido por sus amigos como «Soapy», se hallaba en vuelo de reconocimiento cuando descubrió que no funcionaba ni el equipo de navegación ni la radio del aparato por lo que no pudo hallar su portaviones, comenzaba a quedarse sin combustible y cuando apenas le quedaba un minuto de autonomía descubrió al ALRAIGO y tras comprobar que tenía posibilidades no lo dudó y se posó sobre su cubierta. Con gran desconfianza la tripulación se percató de que un objeto alargado parecido a un misil de fogueo que se había soltado del avión, no acercándose a él por pura precaución, se limitaron a afianzar el caza a la cubierta mediante cadenas y poner rumbo nuevamente a Tenerife, que era a donde en definitiva tenían que ir, y ya llegaban con retraso. Sin embargo, en cuanto en el puente del HMS ILUSTRUS, portaaviones al que pertenecía el intrépido aviador, se tuvo noticia de que uno de sus aparatos se hallaba en la cubierta de un carguero civil intentó desviar al ALRAIGO hacia Portugal, a lo que el capitán Suso se negó categóricamente.



A partir del momento en que la noticia de este suceso saltó los medios de comunicación la expectación en el puerto de Santa Cruz de Tenerife creció por momentos. Era muy difícil creer que estaba a punto de arribar un pequeño barco carguero con tan inusual paquete a bordo. De hecho, fueron decenas los periodistas de diversos medios y procedencia, tanto españoles como extranjeros, los que se dieron cita en la isla de Tenerife para dar fe de que no se trataba de una original broma; también se desplazaron hasta la isla el embajador de Gran Bretaña en Madrid, un oficial y dos técnicos de la Royal Navy, así como un representante de la naviera García Miñaur, propietaria del barco.

El jueves 9 de junio de 1983, hacia el mediodía, desde tierra se pudo comprobar cómo el morro pimpante de un avión de combate destacaba sobre la cubierta de un modesto carguero que se aproximaba al muelle santacrucero, rodeado de avionetas y lanchas motoras alquiladas ex profeso por periodistas en una clara competición para ofrecer el mayor número de datos así como la foto más brillante.

Las autoridades, después de una importante reunión, decidieron que la entrada del buque en las instalaciones del puerto no revestía ningún peligro, dado que el caza no portaba armamento real, y autorizó su atraque en la dársena comercial que, además, acababa de ser inaugurada, de hecho, la estrenó el ALRAIGO. Centenares de curiosos fueron testigos de las maniobras de amarre, que tuvieron lugar a las 13:10 horas, divertidos ante aquella estampa, casi grotesca de un cazabombardero descansando su panza sobre una furgoneta, la rueda delantera sobre un contenedor, la cola en el aire y las ruedas traseras recogidas.

El piloto bajó sonriente a tierra alrededor de las cuatro de la tarde, después de una apacible viaje en barco cual turista de crucero. Había cumplido con su deber de salvar avión y vida; lo que no se imaginaba es que en su país, Gran Bretaña, ya se le empezaba a ver como un héroe, y en otros lugares, Tenerife por ejemplo, comenzaba a tener fans, pues se trataba de un rubio joven de veinticinco años de atractivo notable. Apenas puso pie en tierra fue abordado por las decenas de periodistas que se hallaban presentes en el lugar. Declaró que el acierto del “anavezaje” se lo debía al excepcional entrenamiento durante los cuatro años que llevaba volando en la Royal Navy y el año que lo venía haciendo con los Sea Harrier. También contó que pertenecía a la dotación del portaviones HMS ILUSTRUS, de la clase INVENCIBLE y que tomaba parte en unos ejercicios de preparación en las maniobras de la OTAN en el Atlántico este llamadas “Ocean Safari” que debían comenzar el martes 7 de junio, es decir, al día siguiente de su aventura. Había salido de su portaaviones a las 6 PM y no había podido retornar.



Las primeras inspecciones demostraron que el Harrier no presentaba ningún daño en el fuselaje, a excepción de algunos pequeños desperfectos en el sistema de sujeción de uno de los misiles de entrenamiento, que fue a parar sobre la cubierta cuando aterrizó, visto en las fotografías de los periódicos de medio mundo y negado por las autoridades inglesas quienes adujeron que debía tratarse de un depósito de combustible adicional que suelen llevar estas naves.
 
Arriba